El (des)gobierno de las tecnologías de la información en las universidades

Hablar de cualquier tema relacionado con la gestión universitaria tiene el tremendo riesgo de caer en generalidades, que se manejan como verdades absolutas en el imaginario universitario, y que raramente están contrastadas en datos fehacientes.

Normalmente, estas opiniones se basan en las malas experiencias que ha tenido todo aquel que se precie de conocer los entresijos universitarios, y que, con mayor o menor grado de verisimilitud, siempre acaba encontrando como culpable global a un colectivo de los que forman este ecosistema tan complejo.

Cuando se habla de las tecnologías de la información en el Sistema Universitario Español, se tiene al UNIVERSITIC como el informe de referencia. De él se pueden extraer unos datos cuantitativos e información sobre buenas prácticas que nos indican cómo la universidad española ha madurado en la gestión y tratamiento de la tecnología.

Sin embargo, detrás de los números subyace una realidad sobre la que se debería reflexionar y buscar una actuación más orientada hacia un gobierno estratégico de estas tecnologías, que implicaría, por la transitividad propia de las tecnologías al estar presentes en todas las áreas de actividad, que la universidad tuviera un gobierno global más estratégico, con más posibilidades de sobrevivir a los cambios de equipo rectorales.

Solo en una estrategia bien definida radica el asegurar la supervivencia de la Universidad como líder y referente de la Educación Superior en un mundo completamente cambiante, en el que las tecnologías están modificando la práctica totalidad de los modelos de negocio, tal y como los conocíamos hasta prácticamente ayer, y en el que el contexto educativo no es una excepción.

Un mundo global, en el que la transferencia de conocimiento se hace a golpe de clic de ratón o de una sencilla interacción en un dispositivo móvil, requiere cambios en la concepción con la que las universidades desarrollan su oferta educativa. Además, contagiados por su forma de interaccionar con el mundo, los futuros estudiantes no van a tener el menor reparo en buscar en otros agentes aquello que la universidad no les aporta o no les satisface en la forma en la que se lo ofrece.

Es necesario, por tanto, que la universidad se redefina. Esto no se puede hacer sin la tecnología que, directamente, pero sobre todo indirectamente, va a estar no solo presente, que ya lo está ahora como facilitadora, sino como aliada esencial en la toma de decisiones estratégicas en lo que será la construcción de las futuras Smart Universities, donde smart se puede entender como el acrónimo de Sensitive, Manageable, Adaptable, Responsive y Timely, que en español podríamos caer en el error de traducir por inteligente, cuando su sentido, no literal, es el de flexibilidad y capacidad para apoyar a la toma de decisiones basadas en analíticas de datos y en procesos de inteligencia de negocio.

Obviamente, para estar en el punto de salida o en una transición hacia algo que avanza a una velocidad infinitamente superior a la de la capacidad de reacción de nuestras universidades, se debería haber sobrepasado el nivel de buenas prácticas aisladas para estar en un nivel de gobierno integral de las tecnologías; liderado por unos equipos rectorales en los que la toma de decisiones estratégicas al más alto nivel, sobre la aportación de las tecnologías a la universidad, estuviera presente y garantizada, a la vez que apoyada en una infraestructura tecnológica moderna y con posibilidades de evolución y en un organigrama humano estable, profesional y de garantía.

Sin embargo, con importantes excepciones que se convierten en los faros guía para el resto, la estrategia se pierde por una gestión cortoplacista; la transformación se entorpece por unas miras egoístas y por la resistencia natural al cambio de los diferentes estamentos universitarios; la inversión se diluye por considerarse gasto en lugar de oportunidad; las competencias digitales y tecnológicas de los nuevos profesionales que se necesitan para hacer realidad la necesaria e imparable transformación se ve cortocircuitada por una obsoleta y nada flexible gestión del personal; y así podríamos seguir para darnos cuenta que, si bien se ha avanzado mucho, seguimos sumergidos en un desgobierno tecnológico.

El análisis frío de los datos de la edición 2016 del informe UNIVERSITIC nos puede permitir la botella medio llena o medio vacía, depende de cada caso concreto obviamente. Como se deduce de una de las consideraciones de este informe “Se mantienen unos estándares mínimos aceptables, aunque muestran un estancamiento y en ocasiones un retroceso en las últimas ediciones del informe”. Donde solo un 40% de las universidades definen procedimientos para la priorización de los proyectos relacionados con la tecnología; el 25% de las universidades no utilizan ninguna metodología formal para gestionar el ciclo de vida de los proyectos; solo el 25% de las universidades emplea cuadros de mando para la gestión tecnológica; y tan solo un tercio de las universidades se autocalifican como innovadoras a la hora de gestionar sus tecnologías.

La Universidad necesita reflexionar sobre sus procesos, su misión y su visión. No entender y gobernar las tecnologías es perder el tren hacia el futuro, quedarse en un vagón de cola o quedar en peligro de desaparición si se da la razón a los más agoreros.

La tecnología por la tecnología no tiene razón de ser. La tecnología con sentido estratégico es la herramienta clave para afrontar nuestro futuro como las instituciones garantes de la Educación Superior y de la construcción de la Sociedad del Conocimiento.

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Comentarios
  1. Miguel Zapata Ros dice: 18/05/2017 a las 13:59

    El informe UNIVERSITIC tiene por objetivo servir de foto fija de lo que está sucediendo en una realidad tan compleja y pluriforme como es la universidad española. Hace un par de años formulé críticas parcialmente coincidentes con las que hace Francisco en el foro Smart Universities de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en la edición de Santander (Intervención de Segundo Píriz y pregunta en el minuto 40,50 en http://www.um.es/ead/mzapata/videos.htm).
    Hay en el informe un capítulo titulado «más allá de los datos». Que responde muy sucintamente, no puede ser el capitulo que comenta los datos más extenso que el resto del informe, a cuestiones que se pueden suscitar en el resto. En base a lo apuntado en Santander se me invitó y pude en esta edición de 2017 tratar el tema en el epígrafe «Gestión del aprendizaje y web social en la educación universitaria», pág. 133 http://tic.crue.org/wp-content/uploads/2017/04/UNIVERSITIC-2016-con-portadas.pdf,
    Pero no nos engañemos esas cuestiones son para tratar en el seno de las universidades, que son las que tienen capacidad para llevar a cabo esas innovaciones tan necesarias. Y en todo caso con carácter orientador y de análisis podemos desde una plataforma global llevar a cabo ese trabajo que propone Francisco. No puede ser por ejemplo que la universidad viva de espaldas a los medios sociales de relación y de comunicación como ambientes de aprendizaje y, muy importante, de trabajo científico, anclados en medios, herramientas y en metodologías escasamente sociales e interactivas.

  2. Faraón Llorens dice: 19/05/2017 a las 12:09

    Muy buena reflexión, Fran. Como bien dices, es necesario un gobierno de las TI para que la política tecnológica de la universidad, tan importante en estos tiempos, pueda transcender a los equipos rectorales. Esto de por sí, ya es razón suficiente para apostar por el gobierno de las TI. Pero como bien sabes, el gobierno de las TI (y cualquier tipo de gobierno) necesita de la implicación y compromiso de los altos directivos. En particular, el menos en las universidades públicas, de los equipos rectorales. Me consta que la Comisión Sectorial de las TIC de Crue Universidades es consciente de ello y realiza acciones al respecto (formación, materiales, herramientas…). Y UNIVERSITIC es uno de esos instrumentos que Crue-TIC pone a disposición de las universidades para que gobiernen lo mejor posible sus tecnologías de la información. Pero hay que tener claro lo que es y lo que no es UNIVERSITIC. No es un informe estratégico. Para eso se crearon los informes de Tendencias TIC. Aunque tímidamente se esboza algo en el capítulo 3 “Más allá de los datos”, tal como comenta Miguel. También comenta que es una fotografía fija. A me gusta más decir que UNIVERSITIC es una radiografía del Sistema Universitario Español que nos permite ver el estado de sus tecnologías de la información, en blanco y negro. Ya que en una radiografía nos ves el exterior, sino el interior, los huesos, la estructura. Y por ello nos permiten detectar deficiencias que no se pueden ver en el exterior, ver si está sano o hay algo roto. Después, observando la radiografía, las distintas universidades (o el SUE al completo con políticas compartidas) deben poner los músculos y vestirlos para lucir bien en las fotos.

  3. Francisco dice: 19/05/2017 a las 13:53

    Exactamente Faraón, el informe UNIVERSITIC debería ser hoy en día una de las entradas imprescindibles para que los equipos de gobierno reflexionen sobre su estrategia y su toma de decisiones.

  4. […] públicas, se ve enfatizada por una resistencia al cambio del profesorado, así como por una falta generalizada de estrategia institucional que marque una hoja de ruta para la transformación digital global de la […]


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