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“Leer, el truco está en leer. Mis estudiantes leen más de 40 libros por curso”
Nancie Atwell, Global Teacher Prize 2015

Permitid que mi primera colaboración en este blog sea para aportar algunas reflexiones sobre el nivel de la lectura de los estudiantes universitarios españoles. Soy bibliotecario universitario desde hace casi 30 años y por lo tanto mi aproximación al tema no es solo teórica sino también práctica. La afirmación de esta reflexión que comparto con vosotros es la siguiente: los estudiantes universitarios españoles no leen, o mejor dicho, no leen lo suficiente y por lo tanto pierden una serie de beneficios útiles para toda su vida personal y profesional. Pierden también el desarrollo cognoscitivo que da el ejercicio del leer y pierden, evidentemente, los conocimientos que los autores de libros nos transmiten para entender críticamente el mundo.

Actualmente, y según los datos que disponemos de REBIUN (Red de Bibliotecas Universitarias) sobre el préstamo de libros en las universidades españolas, un estudiante saca en préstamo 7,95 libros (datos del 2014), mientras que la ratio préstamo de libros por estudiante universitario en Alemania es de 18 libros y en el Reino Unido de 51 libros por estudiante y año.

¿A qué es debida esta diferencia? Principalmente, y a mi modo de ver, a tres factores. El primero es histórico y estructural, el segundo tiene que ver con el bachillerato y el tercero hace referencia al modelo docente universitario actual de las universidades.

1. Factor histórico y estructural. Nadie puede obviar que España, a pesar de su riqueza cultural y sus avances en todos los ámbitos, tiene un pasado contrario a la ilustración. Durante siglos aquí se ha primado más la religión y la ignorancia que el aprendizaje y el saber. Hay cientos de libros que explican todo esto. Solo un dato escalofriante, no hace más de 70 años el índice de analfabetismo en España no superaba el 50% de su población. El panorama educativo resultante era un país casi sin escuelas, universidades y bibliotecas. Excepto experiencias puntuales como la de construir bibliotecas en cada pueblo, promovida por la Mancomunitat de Catalunya, España era un erial en bibliotecas. Afortunadamente el panorama ha cambiado, solo faltaría, pero el nivel de lectura real de la población aún no supera realmente el 50%. Y es sorprendente, porque España, posiblemente, tiene la industria editorial más importante de Europa. Pues bien, esta historia negra de generaciones sin libros ni lectura, pesa como una losa en el nivel cultural de la gente de hoy.

2. El segundo factor es el bachillerato. Mientras que en las etapas infantiles los libros enriquecen nuevas metodologías educativas, cuando los estudiantes entran en el bachillerato, desaparecen los libros y con ello la lectura. En el momento en que el estudiante empieza a preguntarse por las cosas de una forma adulta y necesita crecer en la “comprensión lectora” para entender su entorno y el mundo que le rodea, resulta que los libros son un verdadero rollo y leerlos aún más. ¿Cuántos libros leen los estudiantes de bachillerato en España durante todo un curso? Tres, cinco, puede que seis. Preguntad a vuestros hijos, familiares y conocidos, y haced la media. La realidad es que perdemos a los lectores en el bachillerato. PISA también lo detecta y también los bibliotecarios que hace años vienen alertando que en España prácticamente no existen bibliotecas escolares de calidad, ni integradas en los estudios, ni al servicio de la educación. Se ha avanzado mucho en construir bibliotecas públicas gracias a leyes que han permitido crearlas y dotarlas, pero nada se ha progresado con las bibliotecas escolares que brillan por su ausencia. Las que hay, tienen míseras colecciones de libros que no interesan a nadie, vacías durante el horario escolar, atendidas por un profesor estresado y sin bibliotecarios ni recursos para poder comprar las últimas novedades editoriales o crear un fondo mínimo de buenos libros, útiles para los temarios de las clases y para hacer atractiva la lectura.

El resultado lo conocemos todos, en el desarrollo educativo no está presente el libro ni la lectura, excepto en algunos colegios que se lee gracias a experiencias educativas admirables y entrega incansable de sus profesores.

3. El tercer factor es el modelo docente universitario actual de las universidades españolas. Salvando el interés particular de los profesores por implementar la presencia de los libros y la lectura en sus clases, introduciendo lecturas de libros y artículos, a nivel general no existe ningún modelo docente que exija o se oriente ni se base en la presencia excepcional de los libros y la lectura. A mi modo de ver, los planes de estudio, una y mil veces troceados, han acrecentado esta ausencia de la lectura, la reflexión y el debate. No hay tiempo para leer dicen los estudiantes. Tampoco ha ayudado una pésima comprensión e implementación de Bolonia en donde se aspiraba también a poner un mayor énfasis en la adquisición de habilidades y competencias válidas para toda la vida, como por ejemplo el hábito de la lectura.

Aunque parece difícil que estos factores desaparezcan a corto plazo, existen cientos de medidas que se pueden realizar en las universidades españolas para que los estudiantes incrementen los niveles de lectura y adquieran el hábito de leer. Es evidente que cualquier medida que se quiera llevar a cabo se tiene que mantener y asegurar a lo largo del tiempo. Cambiar tendencias e incrementar la lectura no se hace en un curso o en una asignatura. Introducir el hábito a la lectura, el debate, la reflexión requiere tiempo. Un profesor nuestro alertaba en los debates del 3+2 de las titulaciones que formar a un graduado requiere esencialmente tiempo. Es necesario, decía, la “maceración del pensamiento y de las ideas”. Pues bien, en la lectura también.

Para acabar, apuntaré muy brevemente dos medidas que considero importantes.

1. Potenciar en todos los grados la adquisición de la competencia transversal del hábito de la lectura. Esto significa que todo profesor no solo debe aconsejar a los estudiantes una bibliografía básica de su asignatura sino introducir en cada uno de sus temas lecturas complementarias, organizar grupos, talleres y debates de lectura a partir de textos clave, de libros excepcionales. Hay una tendencia equivocada en pensar que solo la innovación docente se entiende si están presentes las tecnologías. Innovación docente es aplicar nuevas pedagogías educativas en el aula para que los estudiantes realmente aprendan y los libros, ya sean en papel o soporte electrónico, tienen un papel relevante en la transmisión del conocimiento. Para que esto suceda es verdad que el profesor tiene que leer más. Si un profesor no lee, sus estudiantes tampoco leen, pero es necesario definir el modelo docente de cada universidad e introducir la importancia de la lectura como desarrollo central del aprendizaje del estudiante universitario.

2. La segunda medida es referente al papel de las bibliotecas universitarias en la educación superior. Las bibliotecas universitarias españolas han hecho grandes cambios en sus instalaciones y servicios, pero es necesario que sus profesionales se impliquen en la mejora del rendimiento académico con el soporte a la lectura. Uno de los puntos negativos de las bibliotecas universitarias españolas son sus colecciones bibliográficas. Lamentablemente no disponen de toda la producción editorial que en su día se publicaba en el mundo, tampoco la producción derivada de la especialización de la ciencia iniciada en los años 60. Todas las bibliotecas universitarias españolas juntas tienen aproximadamente unos 40 millones de libros, mientras que las bibliotecas universitarias del Reino Unido tienen 116 millones y las bibliotecas universitarias alemanas más de 245 millones de libros y documentos científicos. La diferencia es muy grande y refleja esta situación. Aun así, creo que debemos mirar al futuro con optimismo y puede que este problema tenga solución, en parte, con la irrupción de los e-books. Las TIC e internet son una oportunidad excepcional para cambiar esta triste historia porque las grandes editoriales académicas no solo están editando sus nuevos libros en formato electrónico sino que están digitalizando todos sus fondos bibliográficos retrospectivos. Springer, por ejemplo, está digitalizando todos sus fondos de libros desde los años 60, de tal manera que desde todas nuestras bibliotecas se podrán consultar, descargar y leer cualquier libro publicado por la gran editorial académica alemana. Las bibliotecas universitarias españolas deben aprovechar estas nuevas oportunidades editoriales y sobre todo diseñar una estrategia ante la nueva revolución que se aproxima en relación a la creación, distribución, acceso de libros digitales y las diversas formas de leer. Disponer de una visión a largo plazo será esencial para no caer de nuevo en la pobreza de las décadas anteriores. Se perdió la oportunidad de tener y leer los libros en papel que se publicaron en el pasado pero no deberíamos perder el acceso y la lectura de los libros digitales del futuro.

«Cada año, mis alumnos eligen y leen entre 30 y 100 títulos. Devoran los libros porque la biblioteca está llena de historias interesantes, de escritores serios, porque tienen tiempo para leer en el colegio, porque esperan poder leer cada noche en su casa y porque 35 años de experiencia me han enseñado que mi trabajo es leer, disfrutar y recomendar literatura a los jóvenes a los que enseño».
“The case for literature”.  Education week.  Nancie Atwell

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