Lo que le cuesta un máster a la gente normal

Las redes están que trinan con la palabra máster. Mientras empezaba a escribir estas líneas, y tras semanas de escándalo creciente, una conocida política nacional anunció en rueda de prensa que ”renuncia” a su máster.

Reconozco que me mueve la indignación. ¿Renunciar a un máster? Yo no renuncio al mío, porque fue real. Las clases se iniciaron en octubre de 2009, y los trabajos se presentaron en septiembre de 2010: fue un año intenso, culminado con la preparación del TFM bajo el calor agobiante del agosto barcelonés. No, no renuncio porque aprendí muchísimas cosas (también de mis compañeros). El máster me sirvió para acceder al doctorado, y fue así un peldaño más en el camino hacia el trabajo que me da de comer hoy en día.

No renuncio, tampoco, porque mi máster fue fruto del esfuerzo; mental, económico, y personal. Hablemos de lo segundo. ¿Cuánto cuesta un máster? O más bien… ¿cuánto le cuesta un máster a la gente normal?

Podemos empezar con el precio de la matrícula. Un máster de un año, como el mío, cuesta en el curso 2017-18, en la Universidad de Barcelona, 46,50 euros por crédito (65,87 euros para estudiantes de fuera de la UE y no residentes en España). Como son 60 créditos, el precio total para un español asciende a 2.790 euros (cuando yo lo hice, era algo más barato).

Pero todo dato es mucho más esclarecedor cuando se expresa de manera relativa. En la figura 1 intento una aproximación simple: cuánto cuesta un máster, como porcentaje del salario medio de las personas de entre 25 y 34 años. Los precios de los másteres están tomados de la Estadística de Precios Públicos Universitarios del Ministerio de Educación, y oscilan, para los másteres habilitantes, entre los 985 € de Andalucía y los 2.596 € de Madrid (están calculados a partir del coste del crédito, para másteres de 60 créditos). La media nacional estaba en los 1.654 €. Los másteres no habilitantes son en general más caros: la mínima se encuentra en este caso en 1.589 € (Galicia) y la máxima en 3.952 € (Cataluña), con una media de 2.388 €. En cuanto a los salarios, proceden de la Encuesta de Estructura Salarial del INE y se sitúan de media en 18.252 € anuales para dicha franja de edad, con extremos en Extremadura (14.680 €) y País Vasco (22.437 €).

Figura 1: Precio del máster como porcentaje del salario medio de los jóvenes (25-34 años), por Comunidad Autónoma

Fuentes: salarios de la Encuesta de Estructura Salarial del INE (2015); precios de la Estadística de Precios Públicos Universitarios del Ministerio de Educación (curso 2014-15). El gráfico de la izquierda representa los másteres habilitantes y asimilados.

Los lugares donde el máster habilitante (o asimilados) representa un menor esfuerzo económico, relativo al salario de los jóvenes, son Andalucía y País Vasco (6%), que llegan a esta posición por dos motivos contrapuestos. El mayor esfuerzo, por otra parte, lo realizan los jóvenes de Madrid y Cataluña, donde este porcentaje representa el doble, un 12%. La media nacional está en el 9%: equivale a decir que algo más de un mes del salario anual sería destinado al pago de la matrícula. En el caso de los másteres no habilitantes, los números oscilan entre el 8-9% del País Vasco y Galicia y el 19-20% de Madrid y Cataluña. La media se queda en un 13%: mes y medio de salario. Sin embargo, como muchos estudiantes de máster no pueden trabajar a tiempo completo, este sencillo cálculo puede pecar de optimista. El INE ofrece también datos de salarios específicamente de quienes trabajan a tiempo parcial (en este caso, no solo de jóvenes): la ratio alcanza así un 16% (24% en no habilitantes).

En general, los precios de los másteres son significativamente más altos que los de los grados, pese a que aquéllos son percibidos cada vez más como un complemento necesario. Una excepción notable es Castilla – La Mancha, que aplica la misma horquilla de precios. Pero como dice el Observatorio del Sistema Universitario en su informe “¿Por qué precios tan distintos?”, la igualdad de precios entre grado y máster es precisamente lo habitual en el resto de países europeos.

Ahora bien, una de las primeras cosas que se enseñan en Economía 101 es el concepto de coste de oportunidad. Al dedicar nuestro tiempo a estudiar un máster, estamos renunciando a hacer otras cosas, entre ellas a un mayor tiempo de trabajo con los correspondientes ingresos. Este coste también forma parte de un juicio adecuado de la inversión que realizan los estudiantes para su formación –además de, por supuesto, el esfuerzo que dedicamos a nuestros estudios-. Con todo ello, a mí me parece un coste elevado. Y sin embargo, más y más jóvenes cursan másteres cada año: entre el curso 2006-07 y el 2014-15 el número de matriculados se multiplicó por más de siete, pasando de 16.609 a 139.844 (Datos y cifras del sistema universitario español. Curso 2015-2016, Ministerio de  Educación, Cultura y Deporte). Alguna valía deben de tener, en el mercado laboral y como fuente de conocimientos, para todos nosotros.

Pero, en realidad, yo no pagué mi máster. No, no me lo regaló el rector de turno, ni los amables miembros del tribunal correspondiente. Me lo pagó el Ministerio de Educación con una beca para estudios de postgrado: gracias a ello, no solo no tuve que desembolsar ese par de miles de euros, sino que recibí una suma similar para ayudarme a mantenerme en Barcelona mientras estudiaba. Eso sí, la beca me llegó en abril o mayo, cuando ya llevaba más de siete meses cursando el máster y con el agua al cuello… pero los atrasos en el sistema de becas forman parte de otra historia, y de esa hablaremos otro día.

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Comentarios
  1. Alberto Garrido dice: 30/04/2018 a las 09:23

    Tan importante como el coste de las tasas es el coste de oportunidad del tiempo dedicado. Pero hacer o no un máster debe tomar en consideración la empleabilidad a lo largo de la vida que proporciona esta titulación, y el salario y las competencias y atribuciones profesionales.

  2. Martín Sánchez Franco dice: 30/04/2018 a las 09:56

    Creo que lo primero que hay que preguntarse no es cuánto cuesta un máster, quitando también esa populista coletilla de «a la gente normal». Lo primero que hay que preguntarse, desde mi modesto punto de vista, es cuánto valen: si los másteres realmente forman al nivel que han de formar, como también si los grados previos también forman adecuadamente.
    Igualmente hemos de preguntarnos si los medios tecnológicos actuales no permiten su abaratamiento, ya que buena parte de sus contenidos pudieran impartirse de manera telemática. Esto supone no solo abaratamiento, sino también mayor calidad, ya que requieren mejor preparación por parte de los docentes que los imparten.
    Otra cuestión más importante que su coste monetario, incluso para los que dispongan de pocos medios, es la del coste temporal. Cuando acudimos a un máster gastamos tiempo: de desplazamiento y de permanencia en las aulas. ¿Se rentabiliza ese tiempo? Todo depende de los niveles formativos de los másteres.
    La formación telemática también significaría un ahorro de tiempo para los estudiantes.


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