Los expertos de «universidad, sí» nos hablan de los «rankings»

A lo largo de los últimos meses se han publicado una serie de entradas en universídad sobre los rankings universitarios que han suscitado mucho interés entre nuestros seguidores. Por este motivo, hemos querido resumir en este post algunas dlas consideraciones realizadas hasta la fecha por nuestros editores y colaboradores. Este tema estuvo presente desde los inicios del blog, gracias a una temprana anotación de nuestro editor José Antonio Pérez que tituló «Corre, dijo la tortuga«.

Para una comprensión desmenuzada del carácter de los rankings y de sus diferentes funcionalidades, Xavier Grau, colaborador del blog, nos brindó una serie de entradas tituladas «Lecciones a partir de los rankings globales» que nos acercaron a la «anatomía» de los rankings universitarios. En su primera entrada, «la importancia del impacto científico», destacó la contribución de los rankings a la eficacia de los sistemas universitarios. En la segunda, «presencia en rankings y correlación en campus de excelencia«, desveló una correlación entre el posicionamiento de algunas universidades en los rankings y su participación en convocatorias de campus de excelencia. En su tercer post, «los rankings también ordenan sistemas universitarios» nos mostró cómo nos sirven también para ordenar sistemas universitarios. En la última contribución de la serie «los rankings y los sistemas universitarios españoles» profundizó en algunas diferencias observables en los sistemas universitarios de las Comunidades Autónomas.

El profesor Grau concluyó que si bien nuestra producción científica e impacto son adecuados al tamaño del país,  los recursos movilizados son sensiblemente menores a los de los países que ocupan las primeras posiciones; de hecho menores incluso a lo que corresponde, comparativamente, a la riqueza del país. Y esta variable incide de manera determinante en el posicionamiento en los rankings.

En una referencia elaborada por Miguel Ángel Sancho y Hannah Taylor, a raíz de la publicación del «Global Employability University Ranking», se consideraron las clasificaciones de las universidades que favorecen más la empleabilidad de sus estudiantes (ver aquí). Por su parte, Carmen Pérez Esparrells, de la Universidad Autónoma de Madrid, arrojó ciertas sospechas sobre algunas metodologías en su post «La historia, aunque corta, se repite en el ranking del Times Higher Education«:

«Una vez más, es difícil obviar la sospecha de algunos expertos de que la selección de los encuestados no es neutral y de que algunos países o sus universidades se ven beneficiados por el tipo de académicos e investigadores encuestados».

A raíz de la publicación del U-Ranking, realizado por la Fundación BBVA y el IVIE, abrimos un foro de debate sobre el que se volcaron diversas opiniones acerca de su alcance (Carmen Pérez Esparrells, ver aquí)  y  de los indicadores utilizados, explicados por uno de sus investigadores, Joaquín Aldás (ver aquí):

«Esta herramienta permite a los gestores universitarios identificar, dentro del grupo al que la universidad pertenece y por lo tanto con características similares, benchmarks de buenas prácticas, es decir, universidades que han tomado sus decisiones de gestión de manera que han logrado mejores resultados relativos». 

A propósito de la publicación de la tercera edición del U-Multirank, Martí Parellada, coordinador general del Informe de la Fundación CyD destacó en su post que «los resultados no permiten solo comparar universidades, sino también evaluar la situación de los sistemas nacionales en el conjunto mundial o en regiones especificas, por ejemplo, el conjunto de las IES de la Unión Europea 28» . Por su parte el equipo editorial del blog se refirió a este mismo ranking en otra entrada que daba cuenta de su alcance europeo (leer aquí).

Sobre la variedad, composición y objetivos de los rankings, también se han publicado varios post. Juan Carlos Rodríguez, comentó una noticia de The Economist a propósito de la construcción de los «rankings universitarios basados en el valor añadido del centro«, mientras que Pello Salaburu reivindicó que las universidades «se puedan mover en la lista no por haber contratado a un Nobel sino por hacer bien las cosas en enseñanza, en investigación y en actividades de impacto social y cultural» (ver aquí). Por su parte, Javier Uceda, destacó en su post publicado ayer el papel central del conocimiento (ver aquí).

Desde una perspectiva diferente, quisimos saber que importancia concede la comunidad universitaria a esta clase de rankings, a partir de  los datos recogidos en varios informes elaborados por la Fundación Europea Sociedad y Educación.  En ellos destacamos que «hasta un 77,4% de ciudadanos españoles encuestados creen que nos dice algo muy o bastante relevante el que haya (o no haya) alguna universidad española entre las 200 primeras del mundo según esas clasificaciones, y solo es poco o nada relevante para el 14,4% (ver aquí).

Por último, Teodoro Luque nos mostraba hace unos días la evolución de las universidades españolas en los rankings internacionales desde el 2009 al 2015 (ver aquí) y concluía que:

«El análisis muestra una evolución positiva del sistema universitario español, truncada en 2015, año en el cual ha empeorado la posición con respecto al resto del mundo».

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