Mas Europa, menos España

A falta del trámite final, ya tenemos gobierno. ¿Cuál será la política educativa del gobierno que se formará? Incierto todavía, pero mucho me temo que no variará demasiado a lo visto en estos últimos años. Recortes en las becas, precios públicos más altos, abandono masivo de estudiantes de las aulas, superados por la crisis económica más dura que se recuerda, y sobre todo, un sistema incapaz de ayudar a las personas con mayores dificultades a permanecer en un sistema que cada día siente más lejano.

Con la entrada en vigor del Real Decreto-Ley 14/2012, de «Medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo«, se dio el pistoletazo de salida a las Comunidades Autónomas para disparar el coste de las matrículas de los estudios universitarios. Son destacables los casos de Madrid y Cataluña, donde este incremento ha supuesto variaciones de entre un 100% y 150% con respecto a los precios públicos anteriores a la entrada en vigor del Real Decreto.

Haciendo la media del coste de los estudios de grado en las comunidades autónomas, España es el cuarto país de la Unión Europea más caro para estudiar y, si nos fijamos solo en Cataluña, ascendemos al tercer lugar. Y, con respecto a los precios de máster, llegamos a alcanzar el cuarto lugar.

Si algo queda claro de estos datos, es que los precios públicos asociados a la prestación de servicios universitarios constituyen una barrera fundamental al acceso y la permanencia de los mismos en la Educación Superior.

Debemos avanzar hacia la constitución de un sistema equitativo en el que, al igual que muchos países europeos como Noruega, Suecia, Finlandia o Dinamarca, la formación universitaria esté libre de cualquier tipo de coste económico. La Educación Superior no debe ser un privilegio que esté sólo al alcance de quienes puedan pagarla, ni un bien con el que se pueda comerciar.

Es imposible hablar de precios públicos y no hacerlo de las becas y ayudas al estudio, puesto que son dos cosas inseparables. Las becas y ayudas al estudio suponen una herramienta fundamental e indispensable para garantizar la participación de todos los estudiantes, sea cual sea su origen socioeconómico, en la Educación Superior. Se deben garantizar sistemas de asignación de ayudas y becas que garanticen la participación de todos y de todas en la Educación Superior, que sean equitativos y transparentes en la asignación de recursos, haciendo especial incidencia en asignar esos recursos de manera que compensen las  desigualdades económicas que determinan el futuro de los individuos.

Sí que es verdad que ha aumentado el número de becarios, pero en un contexto socioeconómico como el que estamos viviendo, no ha aumentado suficientemente, además de que el sistema actual ha añadido un mayor nivel de precariedad, más incertidumbre y más exclusión. Además, a pesar de este aumento del número de becarios, la cuantía media de las becas ha sido rebajada en un 20%.

La Educación Superior y, por ende, la Universidad, desde sus inicios ha tenido un papel vertebrador del desarrollo social, como centro de desarrollo del pensamiento, de la cultura, de los avances tecnológicos, de la innovación y de la investigación;  en resumen, centros para el progreso y desarrollo social. Asimismo, la Educación en general y la Universidad en particular son consideradas el principal ascensor social del Estado, sirviendo como el mejor medio para la mejora de la clase social y económica de las personas. En definitiva, debemos preservar nuestra Universidad con políticas de cohesión social, que permita a todos aquellos que lo deseen acceder a ella, independientemente de su situación económica.

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