¿Qué podemos hacer desde la universidad contra la violencia de género?

Nuestra vida diaria está llena de tópicos que amenazan con convertirse en verdades absolutas, independientemente de su veracidad a no. Según Aurelio Artela (2012) estos tópicos delatan las creencias dominantes y los grandes prejuicios colectivos. Y nuestro lenguaje habitual está lleno de estos tópicos alrededor de las mujeres y la feminidad. Expresiones y estructuras que, en el mejor de los casos, perpetúan estereotipos que perjudican o invisibilizan a las mujeres y, en el peor, las denigran.

Esto se puede convertir en un problema cuando quienes usan estos tópicos del lenguaje somos docentes, ya que el lenguaje, oral o escrito, es nuestra forma de transmitir ideas y conocimientos. Marina Subirats (1993) cree que, precisamente porque el lenguaje es la representación mental que tenemos (y transmitimos) del mundo, es relevante nombrar explícita y correctamente a las mujeres al hablar “ya que si no las nombramos normalmente olvidamos su existencia y la diferencia que supone ser mujer o ser hombre en muchos aspectos”.

En el caso de la violencia de género, unir tópicos como que la violencia se da en familias problemáticas o con pocos recursos económicos o, incluso, recurrir a estadísticas y hablar de que es sólo un estereotipo de mujer la que sufre malos tratos: mujer pasiva, joven (entre 20 y 35 años), sin trabajo remunerado, con hijos, y que depende de un alcohólico o parado, hacen que los docentes universitarios pensemos que nuestro alumnado no es población diana para este tipo de violencia, y lo obviemos, no solo de nuestros lenguaje, si no de nuestras aulas.

Pero la realidad es otra. Una investigación de 2013 realizada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en colaboración con la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI), afirma que el 14,3% de las mujeres encuestadas han vivido violencia de género con cierta frecuencia, principalmente alejándolas de sus amistades (10,1%), controlando todos los aspectos de sus vidas (8,4%) o ridiculizándolas (6,2%). Un estudio en la Universidad de Valencia (2016) realizado por nuestro equipo, y subvencionado por la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública de Valencia, detectó valores del 30% de mujeres que han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida entre estudiantes de Magisterio, Enfermería y Trabajo Social. Además estos valores se asociaban con tendencias suicidas donde el 18,2% de quienes sufrieron violencia presenta un pensamiento suicida y un 1,9% un intento suicida. También entre varones.

El análisis de la “Percepción social de la violencia de género en la adolescencia y la juventud” (2016) realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas por encargo de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, a una muestra de 2.457 personas de ambos sexos representativa de la población residente en España de 15 a 29 años, muchos de ellos universitarios, señala que, “aunque nuestra juventud considera inaceptable la violencia de género, no muestran el mismo rechazo ante todas las formas de violencia, ni todos los comportamientos que constituyen maltrato son identificados como tales”.

Mientras tanto, uno de cada tres jóvenes considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias ‘controlar los horarios de la pareja’, ‘impedir a la pareja que vea a su familia o amistades’, ‘no permitir que la pareja trabaje o estudie’ o ‘decirle las cosas que puede o no puede hacer’. Además, las investigaciones indican que las personas jóvenes son más tolerantes que el conjunto de la población con las conductas relativas a la violencia de control. De acuerdo con la Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer (2015), el porcentaje de mujeres de 16 a 19 años que han tenido pareja en alguna ocasión y que ha sufrido violencia de control en los últimos 12 meses asciende al 25%. Realizando estas preguntas a 397 de nuestros estudiantes en la Universidad de Valencia, el hecho de que un padre ayude en casa se considera un reflejo de una actitud positiva (13.4%), igual que preguntar “Mama, ¿te pongo la lavadora?”. Casi el 80% no lo identifican con formas de machismo o micromachismo.

Según el último informe acerca de la violencia de género del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 2015), se puede afirmar que una mentalidad “machista” es la principal causa subyacente de la violencia en la Universidad. En este informe se pone de manifiesto que un 10,68% de los y las universitarios/as que han finalizado sus estudios admite que ha ejercido o intentado situaciones de violencia de género de forma repetida, y el 8,9% de los encuestados respalda la afirmación de que “un buen padre debe hacer saber al resto de su familia quien es el que manda”.

Por todo esto, y a pesar de los innegables avances de las últimas décadas, persiste la necesidad de llevar a cabo acciones formativas en pro de la igualdad real de mujeres y varones, dirigidas no sólo a la población universitaria sino a toda la ciudadanía cualquiera que sea el escenario o circunstancias de su periplo vital (Jiménez, 2006), en especial desde la Universidad. Esto podemos hacerlo, en primer lugar, desde la detección. Por ejemplo se puede consultar la Guía de prevención y atención de la violencia de género de la Universidad de Alicante. Segundo, desde la actuación y poniendo de manifiesto su existencia entre nuestros estudiantes y, por supuesto, cuidando nuestro lenguaje consultando las guías de lenguaje no sexista que casi todas nuestras universidades han publicado.

Y, por supuesto, teniendo en cuenta que en todas las sociedades y en todos los ámbitos, incluidos el universitario, se comparten unos valores y una cultura, pero también existen mitos y prejuicios arraigados en la mente colectiva; y que algunos se refieren a la violencia y los malos tratos, es importante terminar con estos tópicos para erradicar de nuestras aulas estas agresiones y sus repercusiones en la salud de nuestros estudiantes.

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Arteta, a. (2012). Tantos tontos tópicos. Editorial: Barcelona: ARIEL. https://www.planetadelibros.com/libro-tantos-tontos-topicos/61267

Díaz-Aguado, M. J. Jalón y Carvajal, M. J. (directores). (2011). Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y Universidad Complutense de Madrid (Unidad de Psicología Preventiva). http://www.msssi.gob.es/va/ssi/violenciaGenero/publicaciones/colecciones/PDFS_COLECCION/libro8_adolescencia.pdf

Jiménez, C., Murga, M. Á., Álvarez González, B., Gil, J. A., & Téllez, J. A. (2006). Estudiantes universitarios ante la cuestión de género: estudio propedéutico para la intervención pedagógica. Ensaio: Avaliação e Políticas Públicas em Educação14(53), 437-456. https://dx.doi.org/10.1590/S0104-40362006000400003

Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad. (2015). Macroencuesta de violencia contra la mujer 2015. Colección contra la violencia de género. Documentos nº 22 Ministerio De Sanidad Servicios Sociales e Igualdad. (Centro de publicaciones). http://www.violenciagenero.msssi.gob.es/violenciaEnCifras/estudios/colecciones/pdf/Libro_22_Macroencuesta2015.pdf

Ministerio de Servicios Sociales e Igualdad (2016). Percepción de la violencia de género por la adolescencia y la juventud. Metamorfosis, 100-105. http://revistametamorfosis.es/index.php/metamorfosis/article/view/32

Subirats, M. (1993) (Coord.). El sexismo en los libros de texto: análisis y propuesta de un sistema de indicadores. Ministerio de Asuntos Sociales. Instituto de la Mujer. https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=193430

Valdés, C. A.,  García, C. y Sierra, A. (2016). Violencia de género: conocimientos y actitudes de las enfermeras en atención primaria. Aten Primaria; 48(10): 623-631. http://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-violencia-genero-conocimientos-actitudes-las-S0212656716300385

Zurian, F.A.(I.P.) (2013). Representaciones de género, violencia y educación
en el reto del siglo XXI por la igualdad de trato y de oportunidades (el caso especial de la infancia, pubertad, adolescencia y juventud). Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, Instituto de la Mujer del Gobierno de España.

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Comentarios
  1. Rosa Santero Sánchez dice: 22/01/2018 a las 09:16

    Desde las universidades, los órganos responsables de lgualdad (Observatorios, Unidades, coordinadores/as…) tienen un papel fundamental, tanto en la sensibilización de toda la comunidad universitaria, como en la formación a todos los niveles, para poder detectar y denunciar situaciones de violencia de género. La transversalidad de la igualdad es un tema pendiente a día de hoy. Se hacen progresos, pero todavía queda un largo camino por recorrer.

  2. carlos barrera dice: 23/01/2018 a las 23:26

    Sería interesante desarrollar una materia en donde se recoja la capacidad de los niños y niñas de asimilar un lenguaje neutro para interrelacionarse dentro de las instituciones educativas,respondiendo a un patrón de conducta nuevo en donde por ejemplo, se les enseñe como las tareas del hogar son lo más neutro que puede haber,pues esto traería consigo la idea nueva de que todos los oficios de la casa son de todos y para todos sin distinción del sexo y que el único fín de aprender a realizarlos es para que cuando ese niño o niña vaya a la universidad entienda ya que entre todos, sin exclusión de la persona como ente social que busca un mejor vivir se logre a través del lenguaje neutro relacionarse con las obligaciones y tareas que deba cumplir dentro del ámbito universitario sea niña o niño,al reconocer a su compañero como un complemento social para llegar a aprobar su carrera por la cual podrá aportar al bienestar de su comunidad y su país. Todo esto tiene que generar un involucramiento en el mensaje subliminal que pueda generar en el aporte que darán estos jóvenes dentro de cada uno de sus hogares, pues de lo que hay en casa,habla la actitud del joven o niño o niña,en el colegio y en su interrelación es donde se descubren los problemas sicológicos y sociales que los padres les van inculcando a sus hijos con, o sin intención.Porque la discriminación,por ahora es un problema patológico en nuestra sociedad y de todos los hogares,que impiden en mayor o menor grado el desarrollo emocional y la superación personal del niño o niña en su desarrollo,quizás porque no hemos logrado desarrollar un lenguaje neutro de comunicación ,como desarrollo emotivo de las personalidades que heredarán este mundo,por ahora tan lleno de conflictos,por la falta de una nueva nemotecnia en el campo del idioma y la comunicación entre los miembros de una familia ,reflejada en la sociedad como comunidad o país. El idioma o el lenguaje lo es todo para formar una nueva sociedad y esa carga debe ser asumida por los encargados de la educación y llevada con amor por quienes heredarán el futuro de toda gran nación…porque la violencia de género es un lenguaje al que tenemos que neutralizar para un vivir mejor.


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