Rehabilitar la universidad pública, revaluar el máster universitario

Lo que ha pasado no puede echarse en saco roto

Aunque recientes y no tan recientes episodios de presunta corrupción económica y académica (a cuyas causas y posibles consecuencias me referí en una entrada anterior) se han focalizado en una universidad concreta, parece cada vez más extendida la opinión de que han salpicado a todo el sistema universitario público y, en particular, han devaluado la apreciación de los títulos de máster universitario.

Es cierto que nada semejante ha ocurrido en otras universidades, pero la gravedad de los hechos obliga a no esconder la cabeza bajo el ala. No se puede despachar el asunto diciendo que se trata de un caso aislado, que en general todo va suficientemente bien y que no hace falta o que no se puede hacer nada si no es desde la propia universidad directamente afectada.

Incluso se ha invocado la autonomía, haciéndole un flaco favor, para justificar que no se tomara medida alguna desde los organismos representativos del sistema universitario ni desde la Administración. Pero la autonomía no es, desde luego, una patente de corso. Por otra parte, aunque se tratara de un caso aislado, el hecho de que haya pasado lo que ha pasado es una prueba irrefutable de que puede ocurrir. Cada universidad y el conjunto de todas ellas deberían hacer una especie de examen de conciencia para comprobar si realmente están libres de pecado; por ejemplo, ¿todas las universidades pueden asegurar que no han expedido títulos de máster, en régimen presencial, a personas que no han aparecido por sus aulas?

A raíz de lo sucedido algunas universidades han adoptado medidas para mejorar el control de los procesos docentes. Pero ello no basta. Es todo el sistema universitario público el que ha de reaccionar con urgencia y transparencia, de manera que la voluntad de evitar en lo posible la corrupción en su seno resulte palmaria para la opinión pública. No se trata de una mera mejora de imagen, sino de eliminar o modificar las estructuras que dificultan el ejercicio del control democrático por los órganos de gobierno de la universidad y de adoptar las decisiones que aseguren que el nivel de los programas de máster y el de los correspondientes procesos de evaluación son los apropiados para el segundo ciclo de estudios universitarios. Si no, el riesgo de que se eche a perder lo que tanto trabajo ha costado es muy grave.

Y hay que tomar medidas para que no se repita

Y comoquiera que además de decir que hay que hacer algo, hay que decir lo que se cree que se debería hacer,  expongo a continuación, sucintamente, y a modo de grano de arena, algunas propuestas para el debate:

  • Supresión de las fundaciones y demás entidades con personalidad jurídica propia dependientes de las universidades, con la consideración debida a los derechos de su personal.
  • Derogación de la figura de centro adscrito. Los que tengan este carácter deberán integrarse en una universidad pública o privada o perder su condición de centro universitario. En particular, de forma inmediata y hasta completar su proceso de disolución, los que sean propiedad de las mismas universidades y que están adscritos a ellas, sólo podrán percibir precios públicos por los servicios correspondientes a los títulos oficiales con validez en todo el territorio nacional.
  • Aplicación efectiva de la disposición adicional 19ª de la LOU (“Sólo podrá utilizarse la denominación de universidad, o las propias de los centros, enseñanzas, títulos de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional […] a que se refiere esta Ley, cuando hayan sido autorizadas o reconocidas de acuerdo con lo dispuesto en la misma. No podrán utilizarse aquellas otras denominaciones que, por su significado, puedan inducir a confusión con aquéllas.”):
    • Prohibición de las denominaciones “grado” y “máster” en las enseñanzas que no correspondan a títulos universitarios oficiales. Las menciones a títulos propios previos a la implantación del sistema actual deberán especificar, sin excepción alguna, dicho carácter de título propio.
    • Regulación del uso del nombre de la universidad en las enseñanzas no oficiales.
  • Revaluación del título de máster universitario mediante:
    • Reconsideración del número mínimo de créditos en los correspondientes planes de estudios.
    • Regulación de los deberes de estudiantes y de PDI en las enseñanzas presenciales y no presenciales.
    • Revisión de los procedimientos de evaluación con vistas a asegurar que los niveles de exigencia son acordes con la naturaleza del segundo ciclo universitario.
  • Definición de las responsabilidades académicas y profesionales en que pueden incurrir estudiantes y PDI en los procesos de evaluación, tanto por lo que se refiere al desarrollo de los actos como a la asignación de calificaciones.

Por supuesto no es posible que todos los miembros de unas comunidades tan numerosas como las universitarias se comporten ejemplarmente, pero las universidades públicas han de ser ejemplares. Consejos de gobierno y consejos sociales tienen que velar por que, sin excepciones ni vacilaciones, se erradiquen les irregularidades y se reviertan las decisiones organizativas que han mostrado sus peligros y limitaciones.

Las universidades públicas deben fomentar la transparencia y, sobre todo, un cambio cultural que propicie el rechazo activo de las prácticas incorrectas en las universidades mismas y en las entidades en que participan.

 

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Comentarios
  1. […] Origen: Rehabilitar la universidad pública, revaluar el máster universitario – Universidad, sí […]

  2. […] Enlace al post original   Rehabilitar la universidad pública, revaluar el máster universitario […]

  3. Enrique Díez Barra dice: 20/11/2018 a las 11:02

    Casi nadie ajeno a la universidad es capaz de distinguir un «máster universitario» de un «máster» ¿Cómo no va a ser oficial un máster que imparte una universidad pública? se preguntan amigos y hasta estudiantes de alguno de esos másteres sin el adjetivo universitario. ¿Pensáis que es tiempo de denominar máster oficial a eso que llamamos máster universitario?


¿Y tú qué opinas?