Grados transdisciplinares: una opción para la formación básica universitaria

Si atendemos a la evolución de las ciencias y humanidades a lo largo de las últimas décadas observaremos que hay un desfase notorio entre la veloz ramificación y especialización de las disciplinas, de los modos de investigar e innovar, y la estructura de las ofertas formativas de las universidades. Esta brecha está produciendo incertidumbres crecientes en la planificación educativa

El conocido manifiesto de Michael Gibbons y otros La nueva producción del conocimiento. Dinámica de la ciencia y la investigación en las sociedades contemporáneas (1994) señalaba que se había producido una transformación en la investigación. Los autores indicaban un cambio entre un Modo 1 tradicional de disciplinas y un Modo 2 lleno de interconexiones transdisciplinares e hibridaciones de lo académico y lo social.  Añadamos a estas constataciones la emergencia de numerosas especialidades que no pueden ser clasificadas fácilmente en las ramas del árbol de la ciencia. No se trata del tan traído y llevado problema de la brecha entre la formación universitaria y las “necesidades del mercado”, sino de una tensión y fractura entre la producción y reproducción (formativa) de conocimiento.

La adecuación de los sistemas de grado

Las universidades a lo largo y ancho del mundo han hecho lo que han podido, casi siempre imitándose unas a otras. En el caso español hemos visto la explosión de posgrados de máster que tratan de acortar las distancias entre formación e investigación y desarrollo. Con todos los más y menos que tiene el sistema de grados/posgrados diseñado en Bolonia, es una solución de urgencia que ha permitido una elasticidad de la que carecían los viejos planes de estudio de las universidades. No obstante, hay razones para pensar que los problemas de formación orientados a crear una base de innovación que permita una cierta soberanía científica y tecnológica se extienden más allá y más profundamente que la formación de posgrado. La brecha está ya en los grados y probablemente también en el diseño de la educación secundaria.

Se trata del problema de formar a personas con capacidades transversales que sepan conectar áreas distantes del conocimiento disciplinar en las nuevas líneas de investigación emergentes en las que se mezclan ingenierías, ciencias básicas, ciencias sociales y humanidades en entornos de problemas que exigen atención a muchas dimensiones.

Cada sociedad y cultura debe hacer compatibles la formación de acuerdo con el estado general del conocimiento, lo que puede conseguirse bien con las disciplinas tradicionales, y la adquisición de capacidades propias de innovación en la línea de una soberanía de investigación. Esta segunda línea exige una formación más plástica e imaginativa.

Por supuesto esto no implica que haya que desatender la formación especializada que proporcionan las disciplinas tradicionales. La cuestión es si las disciplinas tradicionales pueden ofrecer ya la formación necesaria para la innovación en todas estas áreas emergentes.

Es aquí donde creo que la alternativa de crear nuevos grados trans y no interdisciplinares (como los aclamados dobles grados) puede resultar un camino que si se generaliza puede contribuir a una reforma sustancial de la educación universitaria.

Mi experiencia personal con algunos de estos nuevos grados me permite pensar que son experimentos sociales del mayor interés.

Nuevos grados en humanidades

Cuando hace más de veinte años se propuso el grado de Humanidades, la mayoría de las universidades, y la mayoría del profesorado de las disciplinas honradas por siglos, pusieron el grito en el cielo y solo aceptaron con renuencia abrir este grado, encomendándolo casi siempre al profesorado que no tenía más remedio que aceptar estas nuevas asignaturas. Han pasado veinte años y con altibajos ha sido un grado que se ha mantenido. Posiblemente no era el Liberal Arts Degree que prometía ser y, seguramente, habrá que revisar con cuidado su futuro.

Mi universidad, la Carlos III de Madrid, optó por mantenerlo y no recrear las especialidades tradicionales. Y creo que, también con más y menos, ha ido razonablemente bien. En los últimos años, en el marco de la Alianza 4 Universidades (Autónoma de Madrid, Autónoma de Barcelona, Pompeu y Fabra, Carlos III de Madrid) se han creado y puesto en marcha varios grados de este tipo: grado en Filosofía, Política y Economía, grado en Ciencias y grado en Ciencia, Tecnología y Humanidades. La Carlos III de Madrid, por su parte, ha puesto en marcha un grado en Historia y Política y otro grado en Estudios Culturales.

Todos ellos se mueven en el marco de lo que podríamos llamar Tercera Cultura, más allá de la trágica división de ciencias y humanidades, e incluso de ciencias sociales y humanidades. En todos ellos se está ahora experimentando y aprendiendo de la experiencia, pero también todos ellos, están compuestos por títulos de asignaturas muchas de ellas transversales y generalmente con contenidos frescos que aúnan la atención a la metodología con la apertura a los problemas del mundo contemporáneo.

No es la solución a los muchos problemas de las universidades, cierto. Tampoco resuelve la brecha entre disciplinas y las nuevas formas de producción del conocimiento, cierto.

No son siempre acogidos estos grados con entusiasmo por parte del profesorado ni con comprensión por parte de los padres de los alumnos (quienes, sin embargo, tienen mucho más claras las cosas), cierto. Pero es una apasionante experiencia de innovación educativa que estoy seguro que producirá generaciones de investigadoras e investigadores con una amplia formación que les capacitará para entender la complejidad de los problemas en las nuevas áreas emergentes.

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Comentarios
  1. KENNETH DELGADO SANTA GADEA dice: 22/03/2022 a las 15:28

    Estoy de acuerdo, la división en especialidades viene del siglo XIX y tiene que ser superada para comprender la realidad. Es necesaria la visión multidisciplinar e interdisciplinar para avanzar hacia lo transdisciplinar.

  2. Esperanza Marcos Martínez dice: 23/03/2022 a las 14:37

    Enhorabuena por este tipo de experiencias.
    En URJC hemos creado también un grado transdiciplinar en Ingeniería de Servicios (Ingeniería, Empresa, Humanidades y Ciencias Sociales). La cogida de egresados está siendo un verdadero éxito.
    Me alegra saber que hay mas expeirnecias en esta dirección!!

  3. JM dice: 23/03/2022 a las 18:13

    La división en especialidades surgió en el siglo XIX, pero debido a una razón fundamental. La cantidad de conocimiento acumulada en cada disciplina supera con creces la capacidad humana, simplemente no era viable ser investigador y estar poco especializado. Dicho esto, incursiones ocasionales en otras disciplinas pueden ser útiles para obtener ideas, por lo que una formación inicial amplia es deseable, pero conforme se avanza en la educación es preciso incrementar el grado de especialización.

  4. JM dice: 23/03/2022 a las 18:16

    De todas formas, un grado excesivamente difuso hace muy difícil la realización posterior de un master especializado. Por ejemplo, un alumno con un «grado en filosofía, política y economía», lo tendría bastante mas difícil para culminar con éxito un master en economía avanzada que un egresado de un buen grado en economía.

  5. JM dice: 23/03/2022 a las 18:25

    La mitad de los egresados de titulaciones de ccc sociales y comportamiento, así como los de humanidades no pueden trabajar en actividades relacionadas con sus estudios (46% en cc sociales, 49% en humanidades), véase
    https://nadaesgratis.es/admin/el-futuro-laboral-del-colectivo-universitario
    Habría que analizar si los grados son mas difusos tienen mas dificultades, mi impresión es que si.


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