Los mitos fundacionales de la universidad
La universidad como construcción social se ha originado y evolucionado a partir de diversas ideas que pueden ser consideradas como mitos fundacionales o núcleos de contenido que cuando se analizan desde perspectivas diversas nos permite comprender cuál es la relación de esta institución casi milenaria con el resto de la sociedad y la impronta que se conserva en las instituciones de educación superior contemporáneas.
Se considera que la primera universidad surgió en el Medioevo por el interés de los estudiantes que acudían a Bolonia, provenientes de diferentes sitios de Europa, para escuchar las explicaciones de los comentaristas del Corpus iuris civilis romano. Era fundamental el estudio de las leyes (derechos y deberes) como reguladoras de la vida social, de forma que se puede proponer que el mito fundacional de la Universidad de Bolonia (1088) consistió en conocer cómo se daban las relaciones entre los hombres. Por su parte, la Universidad de París (1150) se estableció por los clérigos de las escuelas catedralicias cuya preocupación central era la Teología y por tanto estaba al servicio de las necesidades doctrinales de la Iglesia Católica. En este caso el mito fundacional se refería a entender la relación de los hombres con Dios. De otro lado, en la Universidad de Oxford (1167) no había tal subordinación del saber a la teología, lo que le permitió adquirir el carácter de un centro de estudios científicos con una preocupación por el conocimiento y la forma como se podría acceder a los misterios de la naturaleza, pero con un fuerte énfasis en las «siete artes liberales»: por ello se consideran el humanismo y la ciencia como mitos fundacionales de esta universidad.
Después de un poco más de siete siglos de una relación estrecha con los poderes eclesiástico y monárquico, la institución universitaria sufrió un proceso de cambio radical que permitió el surgimiento de lo que ahora conocemos como universidad moderna y que es posible asociar con modelos o moldes[1] de particularidades propias dependiendo de los movimientos sociales, ideológicos y políticos que ocurrieron en Europa a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Según el pedagogo y filósofo español Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), a principios del siglo XX se podían identificar tres tipos principales de universidades heredadas de aquella transformación, de los cuales se desprenderían otros que más adelante adquirieron identidad propia como por ejemplo la universidad de investigación que se consolidó después de la segunda mitad del siglo XX.
El modelo napoleónico, representado en la Universidad Imperial, se ocupaba por la formación de individuos capaces del desempeño profesional para la burocracia gubernamental, de forma que su mito fundacional se podría considerar la relación del hombre con el Estado. La nueva universidad anglosajona evolucionó a partir de la tradición científica y los más elevados criterios culturales, para dar respuesta a las demandas intelectuales de la élite social y política, que luego se asoció con la necesidad de consolidar una educación disciplinar que respondiera a las necesidades de la sociedad industrial como parte de la consolidación del utilitarismo. En este caso el mito fundacional sería la relación del hombre con el poder, tanto en lo político, lo económico y lo científico. En Alemania, la combinación de la Ilustración y el Idealismo germanos con la recuperación del espíritu nacional, permitió la creación de una universidad basada en los principios de la educación liberal unidos a la investigación científica, la universidad de investigación humboldtiana, lo cual hizo que su mito fundacional fuera la relación del hombre con el conocimiento sobre la naturaleza. La unión de la educación liberal con la búsqueda de conocimiento científico y el interés por incidir en el desarrollo socioeconómico y militar, mediante un proceso intenso de innovación tecnológica, permitió que se estableciera la universidad norteamericana de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, que tuvo como mito fundacional una relación pragmática del hombre con la sociedad. De esta se derivaron la universidad insignia, con profundos efectos en las regiones donde se ubica, además de la universidad de clase mundial y la universidad de investigación global, que se reconocen por ser las instituciones con mayor impacto mundial en la ciencia y en la promoción de los procesos de innovación.
Notas
[1] Alfonso Borrero, S. I., prefiere el término moldes en vez del de modelos porque corresponden más bien a modos de ser universitario que no tienen una definición unívoca de universidad (Borrero, 2008b, p. 252).
Bibliografía
Borrero, Alfonso. (2008). La universidad. Estudios sobre sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias. i: Historia universitaria: La universidad en Europa desde sus orígenes hasta la Revolución francesa. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Giner de los Ríos, Francisco. (1916). La universidad española (Obras completas, ii). Madrid: Universidad de Madrid.
Patiño, Pablo. (2017). La universidad colombiana. Horizontes y desafíos. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia y Editorial Magisterio.