Un nuevo Estatuto del PDI (II): Conciliación, igualdad e internacionalización

Si queremos ofrecer un proyecto de vida a largo plazo para que las mejores personas se dediquen a innovar y hacer ciencia, entre los aspectos elementales que habría que salvaguardar en un Estatuto del Personal Docente e Investigador están la equiparación de derechos y la conciliación.

En este sentido, junto a la estabilidad laboral, dentro de las mejores aportaciones posibles del futuro Estatuto del PDI estarían las medidas para garantizar, por una parte, que las políticas de igualdad y conciliación, en términos de corresponsabilidad, sean aplicadas realmente en la evaluación, la contratación, y toma de decisiones en todos los niveles de gestión. Por otra parte, será necesario aplicar la discriminación positiva durante el desarrollo profesional (acceso a recursos y puestos de relevancia), mientras la realidad de las cifras continúe poniendo de manifiesto, como actualmente ocurre, que la decisión de tener descendencia penaliza a las mujeres investigadoras (en ningún caso a los investigadores) o que los puestos mejor remunerados y con mayor prestigio social (las cátedra de universidad) siguen estando ocupados mayoritariamente por varones. Un Estatuto del PDI universitario o es feminista, o no será justo.

En cuanto a la apuesta por la internacionalización de nuestra ciencia, se plantea la obligatoriedad de vinculación del PDI universitario a instituciones extranjeras durante una etapa de su carrera. Siendo necesaria, es importante señalar no obstante que no se debería imponer al PDI el coste de la internacionalización de la I+D española.

Habría que estudiar bien qué se puede y qué se debe exigir, haciendo más énfasis en obtener resultados concretos (producción internacional e internacionalizada) que en el establecimiento de metas temporales (tiempo pasado fuera de España).

Es imprescindible ajustar esta exigencia a los medios modestos que tenemos y a las particularidades de las diferentes áreas de conocimiento científico (e.g., no es lo mismo aprender una técnica de laboratorio o investigar un archivo que analizar datos o escribir un ensayo), así como a las circunstancias personales del personal investigador, impidiendo en todo caso que las investigadoras se vean obligadas a renunciar a la maternidad, o que esta frustre o ralentice su carrera profesional. La internacionalización una asignatura pendiente, pero el Estatuto debería explicitar que se proveerá de los recursos necesarios, económicos y jurídico-laborales (derechos de conciliación en términos de corresponsabilidad entre mujeres y hombres) en el diseño de esta exigencia. Debe ser garantizada la igualdad de oportunidades en el más amplio sentido -de mujeres y hombres, y de personas de ambos sexos con independencia de su origen social-, en el acceso a los puestos docentes de las instituciones de educación superior, y en la promoción profesional.

En resumen, son muchos los aspectos susceptibles de mejora y hay un gran margen de maniobra para dar un paso adelante.

La negociación del nuevo Estatuto del PDI Universitario es una gran oportunidad y un reto enorme: marcará profundamente el futuro de la ciencia y la universidad española.

En nuestro país, una formación universitaria que está entre las mejores del mundo es la única herencia que recibiremos muchas personas. La concepción en la España democrática de la educación superior como un derecho fundamental constituye, con diferencia, uno de los mejores patrimonios que tiene la ciudadanía, y esta forma nuestra de entenderla también puede ser un aliciente para las personas que hacen ciencia. Quizá por eso haya que atemperar el denuedo y la ligereza con la que se pretende reformar desde algunos foros el sistema universitario español, evitando caer en la simplificación banal de sus problemas (que son muchos y complejos). Ojalá que la norma que se está negociando sea una oportunidad para mejorar nuestras universidades, manteniendo la misma apuesta política que en su día se hizo por democratizarlas.

En este sentido, el Estatuto del PDI puede constituir un pilar fundamental de nuestro sistema educativo, una herramienta de progreso, y a la vez la expresión de gratitud de nuestros gobernantes hacia sus instituciones universitarias y su personal docente e investigador, que en su día hizo y que en la actualidad hace posible que en el desarrollo personal de la ciudadanía exista una igualdad de oportunidades real. Un Estatuto del PDI para que la universidad y la ciencia sigan siendo, además del mejor ascensor social en España, verdaderos ejes sobre los que vertebrar nuestro progreso social y económico.

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