La Universidad Española: balance de situación y ámbitos de mejora

El curso 2014/2015 fue el periodo en el que España hizo el tránsito desde la crisis iniciada en 2008, hacia la recuperación económica que hoy vivimos. Constituye, pues, un buen momento para hacer balance y sacar conclusiones sobre lo acaecido tras este difícil recorrido, podemos afirmar que:

  1. En primer lugar, el tamaño del sistema universitario español, tanto desde la demanda, como desde la oferta, es adecuado y no está sobredimensionado, y su actual estructura y amplitud resultan indispensables para que España pueda alcanzar el objetivo fijado por la Unión Europea de que el 40% de la población tenga estudios superiores para el año 2020. No tenemos ni demasiadas universidades, ni demasiados universitarios.
  2. Los precios públicos de nuestras enseñanzas universitarias están entre los más elevados de Europa y nuestro sistema de becas se sitúa entre los más débiles e insuficientes de los países de la OCDE. Nada puede justificar esta situación que atenta contra la igualdad de oportunidades y favorece la exclusión. Esta es la primera entre las prioridades a abordar, ahora que parece que la recuperación es un hecho.
  3. La crisis sigue completamente presente en las finanzas universitarias. El gasto de España en educación superior, medido como porcentaje del PIB, es inferior a la media de la Unión Europea y de la OCDE y, al contrario de lo acaecido en muchos de estos países desarrollados, ha retrocedido en los años de crisis. El gasto público en universidades se ha reducido en España un 17% desde 2010 hasta 2014 (y me atrevería a aventurar que seguiremos en esa posición en los años 2015 y 2016).
  4. La reducción de la financiación de la investigación ha generado una situación de verdadera emergencia. Con retrocesos del 47% de la financiación privada y del 21% en la de origen público, se está descomponiendo nuestro sistema de ciencia y tecnología y repercutirá a corto, medio y largo plazo en nuestro nivel de competitividad, donde España no deja de retroceder, y en la calidad del empleo que se crea en nuestro país.
  5. Las universidades, hemos perdido muchos recursos humanos, más de 7.500 empleos, de los cuales 3.486 han sido de profesores y 4.068 del personal de administración y servicios. Es una perdida muy grave, sobre todo por qué no ha sido posible reponerla con captación de talento joven y de excelencia, talento que ha sido condenado a expatriarse. Es un retroceso que no puede persistir y que es incompatible con la propia idea de universidad.

Y tras esta telegráfica descripción de como la crisis sigue habitando en la gran mayoría de las universidades españolas, nos interesa mucho referirme a los resultados.

Es necesario enfatizar que, a pesar de esta importante reducción de recursos económicos y humanos, y lejos de abandonarse, las universidades españolas han redoblado su esfuerzo y han conseguido mejorar sus resultados:

  1. Desde 2009 hasta 2015, han llevado acabo la adaptación completa al Espacio Europeo de Educación Superior y han mejorado el rendimiento académico un 23% en sus universidades públicas y un 4% en las privadas. Han seguido atendiendo una demanda estable de enseñanzas de grado y creciente en de las de máster.
  2. Han sido capaces de destinar 132 millones de euros anuales, de sus mermados recursos, a paliar los efectos regresivos de la nueva política de becas y ayudas al estudio iniciada en 2012, desarrollando programas propios de ayudas a los estudiantes.
  3. Han sostenido el gasto universitario en I+D+i en el nivel de 2007, supliendo la caída de la financiación externa con aportaciones de sus propios presupuestos. En paralelo, han reducido sus gastos de personal un 6%, los corrientes un 15% y sus inversiones reales un 35%.
  4. Desde 2008 a 2014, han ampliado su producción científica un 54%, y han incrementado un 6% su impacto, publicando casi el 55% de sus artículos científicos en revistas del primer cuartil.
  5. Y lo más importante, han seguido proporcionando más de 200.000 titulados/año al mercado laboral español, personas de alta cualificación imprescindible para el desarrollo y la competitividad de nuestra economía, la reducción relativa de su nivel de desempleo y la mejora de la calidad del mismo. El número de empleados universitarios no ha dejado de crecer en este periodo, 450.000 entre 2007 y 2014, al mismo tiempo que el mercado de trabajo perdía 3 millones de empleos.

En nuestra opinión, son resultados destacables, las universidades hemos seguido trabajando bajo condiciones muy complicadas, y con menos recursos han mejorados sus resultados, es decir, su productividad.

El actual gobierno de las universidades, tantas veces cuestionado, ha permitido afrontar está difícil situación con cohesión interna y ha sido capaz de obtener, al mismo tiempo, mejoras contrastadas de eficiencia y eficacia.

Aun así, tenemos mucho que mejorar, hay aspectos esenciales de nuestra actividad que deben presentar un balance más positivo. Todos ellos mejorarían con más rapidez si dispusiéramos de algunos recursos adicionales, si se revirtieran -en todo o en parte- los recortes de recursos públicos y los descensos de las aportaciones privadas. Pero, en cualquier caso, la universidad española seguirá, como ha hecho durante los últimos seis años, en un proceso de avance continuo que no debe detenerse. Permítanme señalarles al menos algunos de los ámbitos donde esta mejora es necesaria:

  1. Debemos ampliar la proporción de los estudiantes que estudian un máster, actualmente un 10,4%, de los que cursan un grado. En la Unión Europea superan el 20%.
  2. Debemos diseñar una estrategia reforzada para mejorar y ampliar, a un tiempo, nuestra internacionalización y nuestra capacidad de atracción de estudiantes internacionales tanto de grado, como de máster. Introduciendo el inglés como lengua docente ordinaria y aprovechando mucho más intensamente nuestra posición de referencia en los países de habla hispana. La deseable atracción de profesores e investigadores no será posible si no cambia la normativa laboral y retributiva, y mejoran los recursos disponibles.
  3. Debemos atender muy especialmente las evaluaciones que de inmediato se han de producir sobre el desempeño de los títulos de grado y lograr una mayor adaptación de nuestros currícula a las necesidades sociales y del mercado de trabajo. Es imprescindible que nuestros egresados encuentren con mayor facilidad su primer empleo de calidad. Debemos ampliar la empleabilidad de nuestros egresados con una formación que no sólo se preocupe de proporcionarles el mejor nivel de conocimientos sino, también, las más adecuadas habilidades y destrezas.
  4. Hemos de lograr que la totalidad de nuestra capacidad investigadora y de innovación se active, y que nuestra oferta de capacidades y de servicios, sea mucho más accesible para las empresas y la totalidad del tejido productivo. Esta es -sin duda- una asignatura pendiente de la economía española en general y de la universidad española en particular. Nuestros resultados son, en este terreno, todavía muy pobres. Para seguir incrementando la extensión y el uso de nuestras patentes, e incrementar la colaboración de la capacidad científica y tecnológica de nuestros grupos de investigación con el tejido productivo, además de ampliar la inversión de España en I+D+i, debemos activar algunos incentivos, como el hasta ahora fallido “sexenio tecnológico”, para los profesores universitarios.

Hay otros objetivos, que no será posible alcanzar sin cambios estructurales. Las universidades españolas no se situarán en puestos de relevancia internacional mundial, si no hay una apuesta decidida del país por ampliar su esfuerzo en I+D+i, mayor gasto público, pero –sobre todo- mucho mayor gasto privado.

La posición de las universidades en los rankings internacionales son, no solo, pero sí en gran medida, un síntoma de la intensidad y la estabilidad del sector de la investigación y la innovación en cada país.

Tampoco escalaremos posiciones en las clasificaciones internacionales si no logramos proporcionar a nuestras universidades una regulación más flexible y más respetuosa con su declarada, y escasamente aplicada, autonomía universitaria. Una nueva regulación en cuyo marco sea posible, entre otras muchas cosas, atraer los mejores estudiantes y también el mejor talento, retribuyéndolo adecuadamente, para incentivarlo y retenerlo.

Hasta aquí, un sintético inventario de problemas, resultados y objetivos de mejora del sistema universitario español, sobre el que la batería de datos de esta nueva edición 2016 de la Universidad Española en Cifras nos han permitido extraer un análisis solvente y un diagnóstico riguroso.

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Comentarios
  1. Francisco Miguel Martínez Verdú dice: 24/10/2016 a las 12:42

    Enhorabuena por este acertado análisis, si bien me gustaría añadir algunos aspectos.

    A- Lo de la recuperación económica no lo comparto. Quizás sea tangible para las clases medias y altas, incluso con trabajos altamente cualificados, como los nuestros como profesores universitarios funcionarios, pero no en otros estratos sociales, y tampoco en numerosos perfiles universitarios temporales y/o en formación.

    1- Lo acepto, no lo comparto sobre todo pensando en el futuro inmediato con la inversión de la pirámide poblacional en España. Y esto no está tan lejos …, y se mantendrá por muchísimos años. No sabemos abordar en este sentido la «japonización» de España. Reaccionaremos tarde, como casi siempre, cuando el «cisne negro», o mejor la fábula de la rana en una olla, nos alcance.

    2- Completamente de acuerdo.

    3- Yo intuyo que irá a peor. Y lo más grave es que las Universidades en España no piensan estratégicamente en modo antifrágil (Taleb), cuya lectura recomiendo para los actuales y futuros estrategas universitarios.

    4- Completamente de acuerdo: inadmisible. Por lo que toca hibridación del conocimiento, aunque no se desee. No creo que se vuelva a los años de «vacas gordas» en las décadas anteriores.

    5- Ok de nuevo, y más talento que se va a perder, tanto por la experiencia acumulada y la nueva. Recomiendo leer con detenimiento el reciente libro de Lynda Gratton: http://www.100yearlife.com/ , y sus contribuciones para cambios posibles en la Universidad. También opino que existe un convencionalismo en los puestos de trabajo en PDI y PAS que se no ajustan a los talentos que se desarrollan paulatinamente. Con lo cual, irá generando más ineficiencia en la Universidad, tanto a nivel PDI como PAS.

    B- Completamente de acuerdo, a pesar de …; pero en 5) ¿cuántos de nuestros egresados siguen trabajando en España, en Europa, o ya fuera de nuestro continente? ¿y en lo «suyo», o evolucionado? Pensamos en local, y no en global.

    C- Creo que pensar en mejoras pidiendo más «dinero» no es lo que viene desde la UE. Seamos transparentes con nuestras comunidades universitarias y contextos sociales.

    1234)- Completamente de acuerdo: + autonomía universitaria para nuevos perfiles universitarios (re-distribución de roles y tareas) que lideren estas oportunidades globales. Incluso sin descartar ser agentes activos y líderes en la nueva sociedad de coste marginal (Rifkin).

    3)- Aprovechar las aportaciones «100-year life» (ver enlace arriba) para pensar estratégicamente a largo plazo, y de forma global, y antifrágil.

    D)- Para conseguir captar más fondos privados, con todo lo que ello implica, para bien y mal, se necesita mejorar la profesionalización de la Universidad pública, sobre todo el talento para el liderazgo, y no el horizontal, sino el vertical, con amplitud de miras, y una clara VOCACIÖN de SERVICIO a la SOCIEDAD, a las generaciones venideras.


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