Se acabó la distinción, llegó la normalización y mandó a parar…(1)

Conclusiones personales de los Estudios de Prácticas Culturales de las Universidades andaluzas.

En estos días recientes en los que Andalucía ha sido foco demoscópico de este país, intentaremos, de nuevo, aportar algunas certidumbres y preguntas sobre las prácticas culturales de los universitarios andaluces y su posible proyección al resto del Estado. Además, reflexionaremos, aunque sea de manera colateral, sobre el tránsito de nuestro profesorado de una cierta consideración pasada como intelectual a su actual papel de experto micro especializado, así como mostraremos el fenómeno de normalización sufrido por nuestros estudiantes y profesores

 Nuestro profesorado ha mutado desde su consideración cultural y social como intelectual a un papel de mero experto.

 Nos basaremos, para ello, en el excelente repositorio abierto de microdatos y análisis que es el Observatorio Cultural del Proyecto Atalaya (liderado por el Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Cádiz, financiado por la Junta de Andalucía y conformado por las diez universidades públicas andaluzas). Este observatorio viene atesorando, ininterrumpidamente desde el año 2005 hasta la actualidad una base de datos con más de 35.000 encuestas a estudiantes, P.D.I., PAS y ciudadanos de las poblaciones con campus universitarios en Andalucía.

 

 

Y con el objetivo de acercarnos a este mundo cambiante, lo haremos basándonos en las dos últimas oleadas de este Observatorio: estudiantes (2020) y personal docente investigador y personal de administración y servicios (2022).

Prácticas culturales del PDI andaluz

Aunque, como algunos trabajos académicos han demostrado, el papel del profesor universitario como intelectual y prescriptor cultural en el tardofranquismo y en la transición está poco evidenciado y algo trufado por un cierto barniz de hipérbole. Sí es cierto que este período generó a partir de casos individuales muy reconocidos la generación de un arquetipo de profesor universitario con discursos profundos, miradas universales y, por encima de la especialización que tuviera, con enfoques humanistas integrales.

La LOU, la LOMLOU, la universalización de la Universidad y el actual panorama de exigencias bibliométricas han abocado a nuestro profesorado universitario a un nivel de especialización y de peritaje tan delimitado que ha favorecido la desaparición de esos líderes culturales del pasado, quizás más de nuestro imaginario que de la realidad, emergiendo expertos universitarios cuyos saberes están tan especializados que su participación en la sociedad y en los grandes debates de nuestro tiempo se circunscriben a lo concreto, olvidando lo holístico, los sistémico y perdiendo así reputación social.

Desde un análisis bourdieano, la distinción cutural se mitiga tanto que cada vez más los profesores universitarios son más parecidos a los ciudadanos de su misma cohorte socioeconómica.

El ser profesor universitario no genera un hecho sociológicamente diferencial en cuanto a sus niveles de prácticas culturales.

Este enfoque es refrendado por el último trabajo de campo realizado durante este año 2022. Analicemos algunos aspectos del mismo:

Televisión y cine

 Alrededor del 60 % del profesorado ve la televisión a diario, siendo el televisor el soporte elegido (93,6 %). Alrededor del 32 % lo hace aproximadamente 1 hora diaria cuando se trata de días laborables, mientras que el 20 % del PDI aumentan su consumo al doble (dos horas) los fines de semana.

Los canales más vistos son La 1, con valores cercanos al 50 % y la Sexta, con valores cercanos al 40 %. Los porcentajes más bajos son para el seguimiento de Canal Sur (10,5 %) y Telecinco (11,9 %). Los programas más vistos son los informativos seguidos de las películas (53,9 %) y series (43,4 %)

El 94,1 % del profesorado posee algún tipo de acceso a TV o servicios en streaming de pago. En este sentido, la plataforma más contratada es Netflix, que es la elegida por 8 de cada 10 encuestados.

En relación con el cine, el 32,2 % del profesorado afirma ver películas solo los fines de semana, siendo las plataformas audiovisuales el medio más usual para el visionado de películas (83,4%), seguido de las salas de cine (47,2 %), mientras que el cineclub parece estar en desuso y solo es usado por el 1,2 %.

Radio y música

Seis de cada diez profesores encuestados afirman escuchar la radio, principalmente desde el coche (55,1 %) o desde el móvil (40 %). Más de la mitad del personal afirma escuchar música a diario, y alrededor del 30 % de ambos colectivos dice hacerlo algunos días a la semana. En el caso de los soportes utilizados para la escucha de música, el móvil es el elegido por el 56 %, muy seguido por el coche (50,2 %). Los dispositivos menos usados para la escucha de música son el tocadiscos y el MP3/4/5/6, usados por menos del 5 % de la muestra.

Entre los estilos musicales preferidos por los profesores andaluces se encuentran el Pop/Rock español (61,1 %) y el Pop/Rock internacional (63,5 %). La música clásica aparecería en tercer lugar seguida por un 39,9% del profesorado.

Un 24 % del profesorado asiste a 2 o 3 conciertos al año mientras otro 24 % no acude a ninguno.

 En cuanto a la asistencia a conciertos, el 24,3 % de PDI afirma asistir dos o tres veces al año a este tipo de eventos, mientras que el 23,8 % dicen no hacerlo nunca o casi nunca.

Lectura

En el tradicional templo de la cultura letrada, la lectura cuenta con algunos datos de mucho interés. Con relación a la lectura de prensa, 6 de cada 10 miembros del PDI afirman hacerlo a diario, siendo la prensa digital casi exclusivamente el más utilizado, alrededor del 90 %.

Solo un 10 % del profesorado lee prensa diaria en papel y apenas un 40 % lee diariamente libros no profesionales.

En lo que respecta a los libros no profesionales, la frecuencia de lectura baja, situándose en el 39,4 % para los que lo hacen diariamente. El tiempo medio dedicado semanalmente a la lectura de libros no profesionales se sitúa en 5,60 horas.

Los tipos de libros o géneros literarios preferidos por los participantes del estudio son la literatura española actual (55 %) y la literatura extranjera actual (47,2 %). Significativamente, los géneros relacionados con el arte son los menos leídos, con valores por debajo del 10 %.

En cuanto a la adquisición de libros, la compra en tiendas físicas se sitúa de media en 7,6 ejemplares por año. La compra de libros a través de Internet están en 4,9 de media. Por último, la media de libros descargados de Internet se sitúa en 4,2. El soporte elegido para la lectura por el 67,1 % es el libro en papel. Alrededor de una de cada cuatro personas prefiere un dispositivo tipo Kindle para esta actividad.

Actividades escénicas

La actividad escénica preferida por la mitad de los participantes en el estudio es el teatro  (50 %), seguida por los musicales (20,9 %), El circo es el menos valorado, siendo elegido por un 1,4%. Uno de cada cuatro miembros del personal PDI de las universidades andaluzas afirma asistir dos o tres veces al año a este tipo de espectáculos, mientras que alrededor del 20 % afirma hacerlo nunca o casi nunca.

Práctica cultural

Entre las actividades culturales que los participantes eligen para realizar de manera individual o en grupo, las más valoradas son la fotografía (30 %) y pintar y dibujar (20,9 %). La menos valorada es esculpir (1%).

El PDI de las universidades públicas andaluzas gasta una media de 87,3 euros mensuales en cultura.

En cuanto al uso o asistencia que el personal ha hecho de los servicios culturales ofertados por las universidades andaluzas, aquellos en los que los porcentajes de asistencia habitual presentan valores más altos son las exposiciones de artes plásticas (alrededor del 15 %) y las actividades musicales, a las que asiste de manera habitual el 13,9 %.

Considerando todo lo ocurrido durante la pandemia, los dos cambios que en mayor medida ha sufrido el PDI han sido :

  • El uso de de nuevos medios de práctica cultural (39,3 %)
  • La disminución de su consumo cultural” (37,5 %).

 Prácticas culturales del estudiantado andaluz

Antaño el factor territorial se convertía en uno de los elementos que diferenciaban a unos de otros en cualquier cuestión sociológica. En la actualidad, las tres oleadas del Estudio de Prácticas Cuturales de los Universitarios no generan diferencias significativas entre estudiantes de universidades de interior y de universidades costeras o entre universidades históricas y universidades jóvenes. Tampoco se encuentran diferencias entre estudiantes de universidades de gran tamaño y los de universidades pequeñas. Los procesos de normalización, al principio del siglo XXI a través de los medios de comunicación de masas y, posteriormente, derivados de la aceleración de la digitalización de las formas de consumo cultural, han conformado un estudiantado más homogéneo y con una práctica más individualizada de la cultura.

Como indica Antonio Ariño, nuestro mejor sociólogo de la cultura en la actualidad, “se ha producido un desplazamiento del centro de gravedad desde la cultura letrada hacia la cultura audiovisual. Esta cultura mediada tiene un espacio privilegiado de consumo en el hogar y se desliza progresivamente (…) hasta ubicar su punto de anclaje en la propia persona”. Poco más que añadir.

La juventud universitaria usa frecuentemente y de forma generalizada Internet con un promedio de 6 horas diarias y 10 los fines de semana. Buena parte de este tiempo se emplea en sus relaciones sociales. Las alumnas están conectadas a Internet una media de 30 minutos más que los alumnos durante los días laborables.

El auge de los soportes digitales

En lo referente a la televisión, aunque continúa usándose el dispositivo tradicional, mayoritariamente irrumpen la televisión de pago y los servicios en streaming. El 83,1 % de los hogares del estudiantado cuenta, al menos, con una plataforma de este tipo.

El cine se consume mayoritariamente online, a través de las plataformas de pago o de las descargas gratuitas, alejándose de las salas de proyección tradicionales.

La música también trasciende a los soportes y formas tradicionales de consumo, escuchándose las canciones mediante descargas (cada vez en un entorno, afortunadamente, de legalidad) y no los discos completos.

En la lectura de prensa y libros no profesionales se extiende el uso del soporte digital. Desaparece casi en su totalidad la lectura de los periódicos en papel.

Actividades culturales

La actividad o manifestación cultural de consumo por la que los universitarios andaluces muestran mayor interés es por la “música». Ésta obtiene una media de interés de 4,55 sobre 5. Sin embargo, escuchar la radio es la actividad peor valorada, con una media de 2,33 puntos sobre 5.

Las actividades culturales más realizadas por los universitarios andaluces son la fotografía, pintar/dibujar, hacer música y escribir libros.

El gasto realizado en cultura por los estudiantes andaluces se sitúa en una media de 34,6 €. al mes. Son los alumnos de Artes y Humanidades los que mayor gasto realizan.

De entre los servicios o actividades culturales que ofrecen las Universidades Públicas andaluzas, las actividades musicales son las que mayor interés despiertan entre sus alumnos. No obstante, a pesar del interés máximo, solo el 6,1 % de los entrevistados afirma haber asistido de manera habitual a las mismas.

Los resultados nos muestran un patrón común de consumo digital de cine, música, radio, prensa y de literatura, que están desplazando las prácticas culturales tradicionales.

A modo de conclusión

Hemos escuchado en alguna ocasión, no sin cierta amargura, que una persona “pasó por la Universidad, pero la Universidad no paso por ella”. Nuestros profesores, estudiantes y personal no académico cada vez se mimetizan más con el resto de los ciudadanos. El hecho de ser universitario no genera, al menos de forma generalizada, unas prácticas culturales más intensas o diferenciadas.

El paso por la Universidad no genera, per se, una mayor intensidad o diversidad de nuestras prácticas culturales.

La Universidad ya no aporta distinción por sí misma y, a pesar de los esfuerzos aislados y meritorios de muchos Vicerrectorados relacionados con la dimensión cultural, la cultura ya sea humanística, artística, técnica o científica no está entre las principales prácticas de nuestras comunidades universitarias, como tampoco está entre las principales prácticas de nuestra ciudadanía. Nos hemos pegado tanto a la sociedad que, cada vez, nos parecemos más a ella.

 

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Bibliografía:

ARIÑO VILLAROYA, Antonio (2010). PRÁCTICAS CULTURALES EN ESPAÑA: Desde los años setenta hasta la actualidad. Madrid, Ariel.

BORDIEU, Pierre (ed. or. 1979). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Taurus.

Nota bene

(1) En una escala de auto-ubicación ideológica en la que el 0 representa la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha, el PDI de las universidades públicas andaluzas se sitúa en un 3,9 de media. Debieron quedarse una buena parte en casa en las pasada elecciones del 19J.

(2) Ficha técnica de las dos encuestas:

– Encuesta de prácticas culturales del estudiantado de las universidades públicas andaluzas. 3600 entrevistas, realizadas mediante encuesta web entre el 28 de septiembre y el 23 de diciembre de 2020, presentando un error muestral para el total del+/-1,63% y un +/-4,9% para los datos de cada universidad.

– Encuesta de prácticas culturales al PDI y PAS de las universidades públicas andaluzas. 1800 entrevistas, realizadas mediante encuesta web entre el 24 de enero y el 14 de abril de 2022, afijada proporcionalmente al peso de cada universidad y colectivo profesional, presentando un error muestral para el total del+/-2,27%.

 

Comentarios
  1. JM dice: 06/07/2022 a las 11:08

    La base cultural de una persona se adquiere fundamentalmente en educación secundaria y bachillerato, la etapa universitaria difícilmente añade mucho al estar bastante especializada. Hace 80 años, cuando se llega a la universidad, todo el mundo tenía conocimientos de matemáticas, física, química, latín, griego, literatura., etc… No se entendía bien la especialización extrema. Luego se dividió el bachillerato en ciencias y letras, y después en mas ramas. Cada vez mas especializado. Se llega a la universidad con formación transversal mas superficial. Se demanda menos al alumno de bachillerato, permitiendo que alumnos menos aventajados accedan, pero al igualar por la base los alumnos que nutrirán la academia tienen una menor formación general. El nuevo Bachillerto general abre una vía de mejora, pero mi impresión es que le falta profundidad, no esta pensado como una vía para alumnos excelentes sino para alumnos confusos.


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