¿Dominar lo aprendido? Un experimento mental

Hay muchas cosas, en el ámbito universitario como en muchos otros, que se siguen haciendo de cierta manera, quizá porque siempre se han hecho de esa manera.

Un ejemplo sería cómo en cualquier Universidad del mundo las materias se organizan por períodos de tiempo fijos, normalmente semestres. El estudiante cursa la asignatura durante ese tiempo fijo y a continuación se examina. Si domina la materia sacará una nota alta; si sabe lo suficiente, digamos la mitad de la materia, aprobará (pero ya no tendrá ocasión de aprender los contenidos que le faltan, y estas “lagunas” le pueden perjudicar en lo sucesivo). Y si saca una nota demasiado baja, deberá cursar la asignatura de nuevo en otro semestre.

Es decir, todos estudian durante el mismo período de tiempo, pero obtienen distintos resultados. ¿Qué pasaría si fuese a la inversa? Es decir, si cada persona estudiara durante una extensión de tiempo distinta, pero todos obtuvieran el mismo resultado: idealmente, llegar a dominar la materia con un nivel alto.

Mastery Learning

Esto que mencionamos es lo que se conoce como mastery learningaprendizaje para dominar la materia y es más común de los que pensamos.

Se hace, por ejemplo, para obtener el carnet de conducir. Nos preparamos durante un tiempo, que para cada persona puede ser variable, pero al final toda persona que obtiene el carnet ha llegado al mismo resultado: un examen teórico completado con al menos un 90% de aciertos, y un dominio razonable de la conducción del vehículo.

Y es que no todo el mundo aprende al mismo ritmo ni de la misma forma.

Puede parecer que no hay remedio, porque la enseñanza ha de ser colectiva; las clases se imparten para todos a la vez y el examen se hace para todos a la vez. Pero, ¿es inamovible este sistema?

La Universidad tiene mucha inercia y nos parece imposible salirse de los cauces, pero hagamos, a la manera de Einstein, un experimento mental. Imaginemos que no existe la pauta temporal de los semestres y que uno puede dedicar a una asignatura el tiempo que necesite. Para ello, además de las clases presenciales o en remoto, existirían materiales de apoyo (escritos, audiovisuales), tutorías individualizadas, etc.

En este proceso sería muy importante la evaluación formativa. Siguiendo con el ejemplo del carnet de conducir, en la autoescuela podemos hacer simulacros de examen y ver en qué hemos acertado y fallado, para así perfeccionar nuestro conocimiento. Los fallos no nos penalizan: nos enseñan. Más adelante ya llegará el examen “de verdad” con la evaluación sumativa.

La tecnología como recurso para el aprendizaje adaptativo

La evaluación formativa puede hacerse por las vías tradicionales, pero también actualmente -y de hecho ya es ampliamente utilizado- se pueden diseñar tests automatizados en plataformas de aprendizaje (Moodle, etc.) con feedback incorporado para el estudiante. Con ayuda de la tecnología, existen ya muchas opciones de aprendizaje adaptativo que se adecúa a las necesidades de cada estudiante en cada momento, permitiéndole avanzar al ritmo adecuado para obtener los mejores resultados. Con ello también mejora la motivación del estudiante, ya que ésta se ve profundamente afectada por el exceso o defecto de velocidad. Seguramente la Educación Superior es un terreno donde se podría experimentar más con las posibilidades del aprendizaje adaptativo.

Así pues, tras un proceso de seguimiento personalizado, cuando el candidato ha alcanzado un buen dominio de la materia, podrá examinarse: en nuestro experimento mental, no tendría por qué examinarse todo el alumnado a la vez.

En otros ámbitos distintos del universitario, por ejemplo en el mundo empresarial, este concepto no tiene nada de extraño. Si la empresa se propone que sus empleados aprendan a manejar un determinado material, sistema, etc. lo importante será, más que el tiempo que empleen, el hecho de que lleguen efectivamente a dominar lo aprendido. Y no valdrá con saber la mitad.

Una respuesta al alumnado y aprendizaje actual

Se puede pensar que una enseñanza más individualizada se traduciría en una pérdida de la colaboración o interacción entre el alumnado. Pero también es cierto que la mayoría de nuestros campus tienen suficiente matrícula como para que pueda darse una interacción provechosa en grupos más pequeños y de ritmo más homogéneo.

Además, en una época de aprendizaje a lo largo de la vida y de globalización, existe una diversidad cada vez mayor de alumnado y de situaciones. Cada vez con más frecuencia, hay estudiantes que comienzan sus estudios a cualquier edad; que tienen otras obligaciones laborales o familiares; que amplían sus horizontes con nuevos estudios, más similares o menos a su formación previa; hay movilidad internacional que añade retos y a menudo dificultad; hay estudiantes con diversidad funcional y sensorial, etc. etc. Todo esto añadido a la heterogeneidad que siempre existe en cualquier grupo por homogéneo que parezca.

Y no solo se trata de aquel alumnado que pueda necesitar más tiempo, sino también, ¿por qué no permitir un progreso más rápido a la parte del alumnado que necesite menos tiempo para aprender?

¿Cómo está evolucionando la Educación Superior?

La evolución de la Educación Superior parece dirigirse, en la medida de lo posible, hacia un aprendizaje más individualizado. Por ejemplo, hace unas décadas, no había más opción que asistir a las clases y tomar apuntes; hoy existen campus virtuales donde se pueden consultar los materiales audiovisuales o escritos según cada estudiante lo necesite a lo largo del curso, realizar pruebas de autoevaluación, etc.

También es interesante que algunas universidades, sobre todo en modalidades online, oferten todas las asignaturas en ambos semestres del año, de modo que si un estudiante no alcanza el nivel requerido, puede volver a cursar la misma asignatura en el semestre que viene a continuación, sin tener que esperar al siguiente año académico. Sin embargo, esto aún está lejos de una mayor personalización del tiempo empleado.

Dicha personalización del tiempo permite la posibilidad de exigir un mayor dominio de lo aprendido en la asignatura, dominio que puede ser difícil lograr en el período acotado de un semestre. Con una atención individualizada, materiales adecuados y una temporalización flexible, todo o una gran mayoría del alumnado debería ser capaz de aprehender la materia a un nivel de excelencia y no solo con un conocimiento parcial.

Cuestión de tiempo

El concepto de mastery learning se maneja desde hace varias décadas. Parece demostrado que el hecho de dilatar (o contraer) el tiempo empleado para alcanzar los objetivos de aprendizaje, junto con una tutorización lo más individualizada posible, redunda en un mejor aprendizaje.

Incluso, cuando se empezó a experimentar con ello en los años 80 del siglo XX, surgieron voces críticas con la idea porque eliminaba casi totalmente la desigualdad entre los estudiantes y la varianza en los resultados, al conseguir que prácticamente todos obtuvieran una nota alta.

Esto nos hace preguntarnos cuál percibimos que es la finalidad de la Universidad, y en general del sistema educativo. ¿Es la excelencia en la adquisición del conocimiento? ¿O es más bien ordenar al alumnado en una escala, según sus resultados?

Este rechazo a una “excelencia global”, que rompería con ideas preconcebidas muy arraigadas, puede ser una de las razones por las que nunca se ha experimentado con el mastery learning a gran escala.

Mirar al futuro

Es cierto que, cuando volvemos de nuestro experimento mental a la realidad, nos damos cuenta de que este planteamiento está muy lejos de poder implementarse, porque supondría una deconstrucción de toda la estructura tal como está diseñada. Habría que repensar el papel del profesorado, del alumnado, de las infraestructuras físicas y burocráticas, así como los medios económicos dedicados y muchos pormenores más.

Pero, a pesar del duro choque con la realidad, lo que siempre es posible es hacernos preguntas. Por ejemplo: ¿Es factible, aunque sea difícil? Si es difícil, ¿cuáles son los obstáculos que lo impiden? Y lo que es más importante, ¿este planteamiento conduciría a una mejor preparación de nuestros titulados, futuros profesionales y ciudadanos? Porque si así fuera, quizá merecería la pena tomarlo en consideración.

 

Comentarios
  1. Fernando Ribas dice: 29/09/2022 a las 11:34

    Una gran idea, creo es posible implantarla, incluso se puede hacer de forma parcial y progresiva.
    Inicialmente algo complicado y un esfuerzo añadido por parte del profesor, pero en un par de años se amortiza y creo los estudiantes lo notarán.
    Como siempre hacen falta unos apoyos docentes adecuados en plataformas online que ya están bastante desarrollados en las universidades.
    Un saludo.

  2. MARIA DE LOURDES DIAZ NAVA dice: 29/09/2022 a las 18:50

    Opino que ya experimente como estudiante y como académica un modelo parecido. iniciemos en 1974 y terminamos la licenciatura en 1980. El Modelo Sistema Abierto de Enseñanza -SADE – Sobrevivió el sistema hasta el año 2000. Cada participante estudio bajo su propio ritmo. La institución programaba casi todas las materias -según disposición de espacio y de personal académico-. Los resultados fueron brillantes: Participantes que estudiaban porque deseaban, necesitaban aprender, todos mayores de 25 años -no como requisito, pero así se dio-, se asistía un día a la semana por materia, el estudio era -ahora aplico conceptos como aula invertida, en equipos, trabajo colaborativo, en cada materia se practicaban las habilidades blandas y se cubría la taxonomía de Bloom. El Modelo era por Competencias que alcanzaba cada materia y las asignaturas agrupadas para formar una Competencia profesional. La licenciatura conformada por 5 competencias profesionales. El estudio era al ritmo personal, -participantes que cursaban una materia o 5 al mismo tiempo. una materia se podía estudiar en 5 sesiones o en 5 meses. Egresados que en su vida profesional son titulares de empresas nacionales e internacionales, funcionarios públicos en altos responsabilidad, académicos, etc. Por qué se cerró, por incompetencia administrativa de los diferentes niveles de autoridades. POR FALTA DE CONOCIMIENTO DEL MODELO.

  3. Carmelo dice: 29/09/2022 a las 21:37

    Excelente planteamiento. Gracias por compartirlo e hilvanarlo tan resumidamente. La meta es clara y matizable (adaptable o flexible a una realidad muy diversa). El camino es el reto y la invitación. Se dan condiciones objetivas para emprenderlo con relativo éxito, si bien, debe pensarse distintas estrategias y momentos para su implementación (el paso a paso es el ritmo de la sensatez). «Esto lo cambia todo».

  4. Neila Campos dice: 29/09/2022 a las 22:47

    Muchas gracias por los comentarios, Fernando, Lourdes y Carmelo.
    Lourdes, muy interesante la experiencia que cuentas, no tenía noticia. Qué pena que se abandonase, justo en la época en que se podría haber empezado a hacer con apoyo digital. ¿Esto fue en España, o dónde? ¿Qué institución lo puso en marcha? ¡Gracias!

  5. Albert Corominas dice: 30/09/2022 a las 18:22

    Una cuestión muy relevante que suscita esta entrada: ¿debe bastar con saber la mitad para aprobar una asignatura? Ciertamente, ello es así en muchos, probablemente en la gran mayoría, de los procedimientos de evaluación. Pero que esta sea la costumbre (toda la vida se ha hecho así, etc.) no implica que sea razonable ni adecuada. Los procedimientos de evaluación deberían asegurar que se sabe (qué, cómo, por qué… según el caso) lo que es indispensable saber de la materia correspondiente.

  6. J dice: 30/09/2022 a las 23:09

    Es muy interesante, me parece una forma estupenda de garantizar un conocimiento profundo. Supongo que el problema principal es el coste del modelo, en tiempo para el alumno, y en necesidad de docentes,…me inclino a pensar en que si la idea si no ha prendido sea por alguna de estas razones. Identificar a los alumnos brillantes sigue siendo posible usando el tiempo que están matriculados. Aunque hay materias donde es preciso tener capacidades intelectuales más elevadas para sacar una calificación alta, y podrían cerrarse puertas a algunos alumnos que tal vez se graduarían con menos exigencia. Requiere cierto análisis, pero es una idea atractiva.


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