El abandono de los estudios de grado: un problema perenne
En términos comparados, la proporción de cada cohorte en España que alcanza estudios universitarios es muy elevada. Cada año acceden a la universidad española alrededor de 350.000 alumnos de nuevo ingreso, la tasa neta de matriculación en la universidad se sitúa en el 33% (uno de cada tres jóvenes de 18 a 24 años está matriculado en la universidad) y el 34% de la población de 25 a 34 años ha completado estudios universitarios [1]. No obstante, tales datos se ven empañados por un fuerte abandono de los estudios de grado, y sobre ello me gustaría reflexionar en esta entrada.
Las cifras del abandono de estudios de grado en España
Déjenme que primero presente algunas cifras. Para empezar, entenderemos por abandono de estudios de grado aquella situación en que un estudiante universitario abandona los estudios en que se matriculó como parte de una determinada cohorte de ingreso, independientemente de si eso significa un cambio de grado o el abandono de la universidad.
El Gráfico 1 muestra la evolución de la tasa global de abandono para cada cohorte de ingreso a la universidad española desde el curso académico 2011-2012 o, lo que es lo mismo, la proporción de cada cohorte de ingreso que no está matriculada ni ha finalizado los estudios de grado en que se matriculó tras cuatro años. Como se puede comprobar, el problema no es menor.
Algo más de una cuarta parte de quienes comienzan un grado universitario abandona los estudios en los que se matriculó.
Y tampoco es nuevo: la tasa de abandono universitario ha permanecido inalterada para las últimas seis cohortes de ingreso de las que se dispone de información.
El dato es más alarmante si nos fijamos en la tasa de abandono durante el primer año de estudios, situada alrededor del 16%.
Dicho brevemente, una sexta parte de los alumnos de cada cohorte de ingreso abandonan el grado en que eligieron matricularse durante el primer curso, y eso representa dos terceras partes del abandono total.
Gráfico 1. Evolución de la tasa global de abandono y la tasa de abandono al primer año, por sexo.
Fuente: elaboración propia a partir de Ministerio de Universidades. Estadísticas de rendimiento académico.
Nota: Datos de las universidades presenciales españolas.
El abandono universitario en función del sexo, la titularidad y el área de estudios
Como en muchos otros indicadores educativos, las diferencias por sexo en el abandono universitario son muy notables (Gráfico 1). Mientras que la tasa global de abandono se sitúa alrededor del 33% para los hombres, cae ligeramente por encima del 20% entre las mujeres; y si nos fijamos en el abandono durante el primer año, la tasa se sitúa en el 20% para los hombres y por debajo el 15% entre las mujeres.
No puede decirse en ningún caso que entre las mujeres no haya un problema de abandono, pero la probabilidad de abandonar los estudios de grado es significativamente menor entre las mujeres que entre los hombres.
Aunque no se muestra en el gráfico adjunto, es interesante señalar que la tasa de abandono de estudios de grado es muy similar en la universidad pública y privada. Para la cohorte de ingreso 2018-2019, el 16,9% de quienes se matricularon en una universidad pública abandonaron el primer año, e hicieron lo propio el 15,6% de quienes optaron por una universidad privada. La diferencia es algo mayor, aunque aún poco relevante, si nos fijamos en la tasa global de abandono de la cohorte de ingreso 2016-2017: el 26,9% en la pública y el 23,9% en la privada.
Asimismo, buena parte del abandono universitario se concentra en unas áreas de estudio concretas (Gráfico 2). Las carreras técnicas (Ingenierías e Informática) son las que presentan un mayor nivel de abandono, con una tasa global que se eleva hasta el 39%.
En las ingenierías, una cuarta parte del alumnado de nuevo ingreso en la universidad abandona en el transcurso del primer año.
En cambio, en las áreas de Salud y servicios sociales y, particularmente, Educación, las tasas de abandono son más moderadas, cayendo hasta el 14% en el caso de la tasa global y por debajo del 10% en el caso de la tasa de abandono el primer año. Además, parece claro que la concentración de alumnado masculino y femenino en las distintas áreas de estudios explica buena parte de la brecha de género en las tasas de abandono.
Gráfico 2. Tasa de abandono de estudios de grado (global y el primer año), por área de estudios.
Fuente: elaboración propia a partir de Ministerio de Universidades. Estadísticas de rendimiento académico.
Nota: Datos de las universidades presenciales españolas, referidos a la cohorte de ingreso 2018-2019 para la tasa de abandono el primer año y a la cohorte de ingreso 2016-2017 para la tasa global de abandono.
¿Abandono del sistema universitario o cambio de grado?
Finalmente, el Gráfico 3 distingue el abandono por cambio de estudios del abandono del sistema universitario. Si nos fijamos en la tasa de abandono durante el primer año, algo más de la mitad se debe a un cambio a otra titulación universitaria, lo que refleja situaciones en que el estudiante concluye que se ha matriculado en unos estudios que no le satisfacen. La otra mitad se corresponde con el abandono del sistema universitario, reflejando ahora situaciones en que el estudiante llega a la conclusión de que es la propia universidad la que no le satisface. Lamentablemente, desconocemos si estos estudiantes optan por otras opciones formativas (como los Ciclos Formativos de Grado Superior) o si abandonan el sistema educativo en su conjunto.
Las cifras son similares al descomponer la tasa global de abandono: alrededor de la mitad se debe a un cambio a otro grado universitario, mientras que la otra mitad es el resultado de abandonos del sistema universitario.
Gráfico 3. Tasa de abandono de estudios (global y el primer año) en función de si el alumno cambio de grado o salió del sistema universitario.
Fuente: elaboración propia a partir de Ministerio de Universidades. Estadísticas de rendimiento académico.
Nota: Datos de las universidades presenciales españolas, referidos a la cohorte de ingreso 2018-2019 para la tasa de abandono el primer año y a la cohorte de ingreso 2016-2017 para la tasa global de abandono.
¿Cómo reducir el abandono en la universidad?
Llegados a este punto, espero haberles convencido de que el abandono universitario es un problema importante que no hemos sabido atajar en los últimos años. A la vez que la matriculación universitaria se ha estabilizado en cifras muy elevadas, la tasa de abandono de estudios universitarios también ha hecho lo propio. Es cierto que la mitad de dicho abandono implica movimientos entre titulaciones y no la renuncia a completar estudios universitarios, pero no por ello el problema es menor.
Debe recordarse que a todo el alumnado matriculado en la universidad española se le cubre al menos entre el 75% y el 85% del coste anual de sus estudios.
Naturalizar unas cifras de abandono tan notables es muy costoso, no solo porque el abandono supone un gran coste emocional para el alumno que abandona los estudios en que se matriculó, sino porque implica un enorme coste económico para el sistema universitario.
La elección de estudios de grado
Es asimismo interesante reflexionar sobre las razones que llevan a un estudiante universitario a abandonar sus estudios. A mí se me ocurren dos fundamentales (además de muchas otras complementarias). Por un lado, ese estudiante puede sentir que no eligió correctamente y, tras conocer la realidad de un grado, decidir que no es ahí donde mejor encajan sus intereses y expectativas. Este tipo de situaciones impactarán fundamentalmente en la decisión de abandonar tras el primer año, lo que, como hemos visto, representa unas dos terceras partes del abandono total. Eso quiere decir que la mayor parte del abandono es el resultado de un proceso de elección de grado ineficiente, en el sentido de no conducir a un resultado satisfactorio para el alumno.
Parece obvio, por tanto, que debemos mejorar la calidad de la información que los alumnos preuniversitarios tienen sobre los distintos grados. A modo de propuesta, podría ser interesante pensar en un primer año universitario de naturaleza transversal dentro de cada área de estudios, donde el alumno solo escoge el área pero no aun el grado. Eso permitirá elegir posteriormente con un mejor conocimiento sobre la realidad universitaria.
La exigencia de los estudios de grado
Por otro lado, el estudiante que abandona puede sentirse satisfecho con la decisión que tomó al escoger un cierto grado, pero no ser capaz, por muy distintas razones, de satisfacer la exigencia académica de los estudios que eligió. Parece lógico pensar que este tipo de abandono no se concentrará únicamente en el primer año, sino que se producirá también en años posteriores, engrosando así en mayor medida la tasa global de abandono.
En relación con estas situaciones, a nadie nos es ajeno el hecho de que las distintas áreas de estudio plantean un nivel de exigencia académica diferente, lo que en último término provocaría, como hemos visto, mayores tasas de abandono en carreras técnicas como Ingeniería e Informática. No obstante, ningún grado está exento de cierta complejidad y todos requieren habilidades y conocimientos concretos que es necesario haber comenzado a adquirir en los niveles preuniversitarios y seguir adquiriendo durante el transcurso del grado.
A pesar de que asistimos año tras año a un aumento en las notas de corte para el acceso a la universidad, eso no parece implicar mayores niveles de capacitación que reduzcan las tasas de abandono universitario. El filtro de la nota de acceso no parece ser más selectivo, solo artificialmente más alto, lo que en último término implica mantener niveles de abandono de estudios muy elevados en la universidad. Veremos en los próximos años si el replanteamiento de las pruebas de acceso a la universidad permite evaluar de manera más certera las habilidades y conocimientos necesarios para satisfacer la exigencia universitaria y, en último término, contribuye a que el abandono de quienes ingresan a la universidad se reduzca.
[1] Para más información actualizada sobre matriculación en la universidad española, puede consultarse la reciente publicación Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español, 2022.
Enhorabuena, Manuel, a ti y a todos los autores de la nueva publicación Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español, 2022. Con esta entrada abres boca para seguir leyendo los diferentes capítulos, con un análisis reflexivo en este caso sobre uno de los problemas más importantes de la misión docente de nuestras universidades y que, en ocasiones, se olvida intencionadamente.
Excelente trabajo con muchas claves para entender el fenómeno del abandono de los estudios de grado en España. ¡Enhorabuena!
Por nuestros Informes que, desde el Consejo Social, hemos venido realizado sobre el abandono de estudios de grado en la UC3M, quiero compartir un par de reflexiones que vienen al caso. La primera es el interés en distinguir entre abandono voluntario de los estudios decidido por el estudiante (cuyas causas constituyen el verdadero reto) y el abandono forzoso (o abandono inducido por las normas de permanencia que en algunas universidades, como la UC3M, son ciertamente estrictas). En la UC3M el abandono voluntario es el 60% del total del abandono y pensamos que ése es el asunto donde la universidad debe poner el foco.
Sobre las causas del abandono voluntario, el análisis realizado en vuestro estudio «Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español, 2022» contiene las claves mas relevantes. Únicamente quisiera aportar que en nuestros modelos la variable «cursar la titulación elegida en primera opción» resulta tambien significativa. Por dar un dato, en nuestra experiencia en la UC3M, incrementar en 8 puntos porcentuales (a lo largo de 7 cursos académicos) los estudiantes que se matriculan en su primera opción, se relaciona con haber reducido en 3 puntos porcentuales el abandono de los estudios de Grado.
Felicidades por el estudio!
Algunas sugerencias.
Me parecia interesante profundizar en la propuesta de un primer año común por áreas temáticas, con este fin creo que seria útil analizar el porcentaje de abandonos que regresan a un estudio de la misma area.
También sería interesante analizar la incidencia del nivel de estudios y del socioeconómico de los padres en el abandono y, en esta línea, de la percepción o denegación de ayuda económica.
La mayor tasa de abandono está en las carreras técnicas (un 39%). ¿Cuál es el motivo de abandonar más una carrera técnica que el resto? Cuando alguien accede a una cierta carrera técnica, ¿tiene claro en qué consiste y se corresponde con sus expectativas? ¿Cuál es la orientación que reciben en enseñanzas medias al respecto? ¿Cuál es la idea que la sociedad en general tiene de determinados estudios universitarios? Por ejemplo, el autor habla de carreras técnicas como «Ingenierías e Informática». Esto es como hablar de «Españoles y Andaluces». ¿Tienen los estudiantes que acceden a la Universidad claros determinados aspectos como que, por ejemplo, Informática es una Ingeniería, y no unos estudios sobre videojuegos u ofimática? Este es solo un ejemplo, pero extrapolable a otros estudios. ¿Coincide la imagen que la sociedad tiene de ciertas carreras con la realidad de estos estudios? La disonancia entre la imagen de los grados y su realidad aumenta conforme crece la diversidad de nombres de titulaciones del RUCT. Por ejemplo, alguien puede matricularse de un grado en «Inteligencia Artificial» y acabar descubriendo que lo que realmente va a estudiar es Ingeniería Informática o Matemáticas o Ingeniería Automática o Ingeniería de Telecomunicaciones (pero no todas), en función de quiénes hayan concebido el grado. Pero en todos los casos la agencia acreditación correspondiente ha permitido ofertar el grado con el mismo nombre.
Gracias por la reflexión, muy buen análisis.
Estoy de acuerdo en que convendría mejorar la información a los alumnos preuniversitarios sobre los distintos Grados. Esta información también sería bueno que incluyera otras opciones no universitarias. Creo que muchos estudiantes no van a un Ciclo Formativo de Grado Superior por desconocimiento y/o por motivos de prestigio social (el conocimiento de la formación profesional podría contribuir a mejorar el prestigio).
También es una pena que no sea fácil, como dices, saber si quienes abandonan la Universidad van o no a otro tipo de estudios. Sin que tenga valor estadístico, sí que conozco bastantes casos que han dejado la Universidad para optar por un Ciclo Formativo con buenos resultados y satisfacción (y empleabilidad).
La propuesta de «un primer año universitario de naturaleza transversal dentro de cada área de estudios» creo que merece ser considerada con mucha atención, no solo por su posible contribución a evitar abandonos, sino también porque puede ser una forma de garantizar que los grados proporcionen una formación básica de carácter generalista, tal como prevé la ley (que, a este respecto, es obvio que en muchos casos no se cumple).
¿Cómo reducir el abandono en la universidad?, esta pregunta es oportuna por cuanto que debemos partir de algo obvio, siempre habrá abandono. La cuestión es reducirlo, aunque tenemos que considerar, según el momento y el contexto, cuánto abandono es «soportable» o asumible socialmente. Para ello nos servimos de estudios comparativos (países mediterráneos mejor que nórdicos) y de cifras económicas (inversión y despilfarro). Luego están las medidas educativas y económicas que adoptemos. Estas han de estar en sintonía con el área de conocimiento, porque en las universidades públicas sabemos dónde se produce el mayor nº de abandonos. Mucho más en Ingeniería y Arquitectura que en Ciencias de la Salud, por poner un ejemplo. Y no deberíamos atender de igual forma el abandono según se trate de una u otra rama de conocimiento.
La complejidad es creciente, por esta razón necesitamos de este tipo de aportaciones/reflexiones. Gracias Manuel Valdés.
Es matizable, no obstante, algunas de las afirmaciones que se hacen en el artículo. Una de ellas: «A pesar de que asistimos año tras año a un aumento en las notas de corte para el acceso a la universidad, eso no parece implicar mayores niveles de capacitación que reduzcan las tasas de abandono universitario». Es demostrable que, a mayor nota de admisión obtenida por el alumnado (producto de enfrentar la oferta anual de plazas y la demanda anual de esas plazas), mayor es su persistencia en el 1º de grado, es «más resistente» al desajuste que existe entre lo que recibe en Bachillerato y lo que le exigimos en la Universidad (hoy sigue dándose ese salto: ambas etapas educativas se dan la espalda).
La PAU (hoy «EVAU») no tienen ninguna función evaluadora ni «orientadora». La nota de admisión al grado, hace años, se ha convertido en un predictor fiable del abandono (si tienes entre un 5 y un 6 sobre todo), así como del no abandono (si tienes un 9 o más).
Resumiendo mucho, porque esto da para mucho, sabemos en qué grados se produce un abandono «insoportable» en primero, podemos saber de qué centro de Bachillerato procede ese alumnado e incluso dónde se ubica su domicilio familiar, etc., a fin de promover acciones reparadoras (mejor información, mejores apoyos, mejor orientación) antes de que este alumnado acceda a la Universidad. Es muy difícil frenar el abandono en 1º si no intervenimos en colaboración con los centros de ESO y Bachillerato antes del acceso. Y los centros educativos deben contar con mayores recursos para llegar a las familias en la ESO, donde se fabrica gran parte del éxito académico futuro.
El abandono universitario que se produce de 2º a 4º, 5º o 6º sí es responsabilidad nuestra y es relativamente más abordable con bastantes posibilidades de éxito. Las normas de permanencia han de partir de las causas que influyen en el abandono, no ignorarlas.