¿Deberíamos revisar el alcance del término inteligencia? (II)
Como veíamos ayer al hablar de inteligencia humana, ocurre algo parecido con la inteligencia artificial, un término que está hoy en evolución constante y cuyo alcance es creciente.
Inteligencia artificial
Marvin Minsky, uno de los padres de la IA, dice que el término inteligencia es escurridizo, dado que es establecido por el horizonte temporal de nuestra ignorancia en cuanto a cómo puede funcionar la mente. Así, con la palabra inteligencia nos referimos a los procesos desconocidos con los cuales nuestro cerebro resuelve problemas que consideramos difíciles. Sin embargo, cuando logramos dominar una habilidad, ya no nos impresiona ni mistificamos el hecho de que otras personas hagan esa tarea.
En la misma línea, otro experto en IA, Nils Nilsson, hace años dijo que muchas tecnologías bajo el paraguas de la IA dejarán de ser etiquetadas como tales y pasarán a ser solo algoritmos cuando sean lo suficientemente generales y, por tanto, sean adoptadas de forma habitual por los desarrolladores.
Un ritmo imparable
Esto lo podemos ver claramente en el avance de la automatización y los tipos de problemas que resuelve y como en un pasado podíamos etiquetar de inteligente lo que ahora simplemente vemos como normal. Baste recordar que a los primeros ordenadores, que ocupaban habitaciones enteras, se les llamaba cerebros electrónicos porque podían hacer cosas, para ese momento, prodigiosas y resolver problemas difíciles.
Mantener abierta la definición de inteligencia artificial refleja la capacidad de evolución constante y de amplio alcance de esta.
Esa misma relatividad y deslizamiento podemos encontrarlo en la percepción de la tecnología. Douglas Adams, en tono satírico, pero no por ello exento de razón, propuso una caracterización de la tecnología según tres momentos de la vida de cada uno: todo lo que ya existe en el mundo cuando naces forma parte natural de cómo funciona este; lo que se inventa entre tus 15 y 35 años es nuevo, emocionante y revolucionario, pudiendo formar parte de tu profesión; y lo que se crea después de cumplir 35 años va contra el orden natural de las cosas.
Hablemos pues de ir contra natura y la destrucción de la humanidad. Nick Bostrom nos hace reflexionar sobre un mundo en el que la inteligencia humana haya sido superada por una superinteligencia artificial poniendo en riesgo la condición humana. Nos es baladí: en mayo de 2023 expertos en IA y personalidades públicas expresaron su preocupación por el riesgo de la IA.
El oxímoron de la inteligencia artificial
Cuando a finales de 2022 apareció ChatGPT, todos nos esmeramos en hacerle preguntas ocurrentes para ponerlo a prueba. Los comentarios sobre estos chatbots de IA generativa basados en LLM se fueron polarizando. Pero esta polarización frente a la tecnología no es nueva, ni exclusiva de la IA, aunque sí la ha revivido.
Así, podemos detectar dos posturas extremas: los tecnófilos con su mundo ideal defendiendo los beneficios que aporta la tecnología como solución a los muchos problemas existentes en la actualidad; y, los tecnófobos (aunque es más culto hablar de neoluditas) con el planteamiento de realidades distópicas y deshumanizadas.
Tecnófilos vs tecnófobos
El primer grupo decía que era verdaderamente impresionante, que se podía conversar como con un humano. Incluso hubo un ingeniero de software que comentó que parecía que tenía conciencia y experimentaba emociones humanas, aunque estas declaraciones le costaron el puesto de trabajo.
El otro grupo se empeñó en demostrar que la IA no es inteligente. Que fallaba más que una escopeta de feria, que era un loro sofisticado, que se inventaba las cosas, que no te podías fiar … En fin, se dedicó a menospreciarla.
Ambas posturas tienen parte de razón, porque como dice el dicho, todo es según el color del cristal con que se mira.
Buscando puntos de encuentro
Un ejemplo de lo antedicho nos lo proporciona la característica de los sistemas de IA generativa llamada alucinación, es decir, generar respuestas o resultados erróneos, que carezcan de sentido e incoherentes: dibujar una mano con seis dedos o dar una referencia inexistente puede utilizarse tanto para atacarla como para ensalzarla. Depende de qué se quiera conseguir.
Si se utiliza la IA en situaciones en las que se quiere información veraz y precisa, como un trabajo académico, la alucinación no es apropiada. En cambio, si utilizamos la IA para crear imágenes novedosas, las alucinaciones pueden darnos un plus de creatividad e inspiración, al estilo en que las mutaciones genéticas (errores de copia) han dado variabilidad a las especies.
Podemos seguir defendiendo nuestra postura y buscando como desprestigiar la otra. Pero si lo hacemos con el propósito de vencerla y destruirla nos estaremos equivocando.
Tan peligroso (e inútil) es un tecnófilo ingenuo como un tecnófobo recalcitrante.
Necesitamos que se analicen los beneficios y riesgos de la IA, así como las características que hacen especial a la inteligencia humana y también sus limitaciones. Y si lo hacemos de forma colaborativa y complementaria, ¡miel sobre hojuelas!
Uno para todos y todos para uno
No se trata de decidir si IA sí o IA no. La opción de no IA ni es viable ni es conveniente. Superemos la ley del tercio excluso de la lógica clásica y apostemos por una tercera vía que he querido llamar AI (invirtiendo las siglas).
El aumento de inteligencia (AI) que representaría que ambas, la natural y la artificial, se pusieran a colaborar y se complementaran, sería la opción más inteligente (permitidme la redundancia).
En las universidades debemos formar universitarios que, junto a una inteligencia natural bien ejercitada, sepan sacar partido a la inteligencia artificial en su vida profesional (y personal).
De pequeño leí Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas y en los juegos utilizábamos la expresión ¡Uno para todos y todos para uno! Esta frase se convirtió en nuestro lema para expresar los valores de amistad, honor y lealtad que nos unía como grupo y en los que se fundamentaba la novela. Ya de mayor me atreví con los tres volúmenes de El Señor de los Anillos. Ahí me encontré con el anillo único, que contenía el poder de todos los demás anillos de poder y que, además, servía para gobernarlos a todos.
Corolario (segunda parte)
Para concluir, mi pregunta es si la inteligencia seguirá la línea de los tres mosqueteros y todas las inteligencias vistas establecerán sinergias para hacernos más inteligentes. O si siguiendo el planteamiento del señor de los anillos, existirá un anillo único, que, con aspecto de anillo normal, someterá a todos los demás.
Yo abogo por la suma de inteligencias.
Muchas gracias, Faraón, por el análisis de los matices conceptuales de este lío en el que estamos. Creo que son útiles. Soy más tecnófilo que tecnófobo, y me inclino por la opción de los mosqueteros, pero (intentando limitar mi ingenuidad) creo que es ineludible tener presente siempre al Cardenal Richelieu.
Esto de qué la inteligencia me recuerda a San Agustín de Hipona, que decía que sabía perfectamente lo que era el tiempo, porque lo notaba, pero que no podía decir qué era. Y me parece operativo seguir las ideas de Newton en el sentido de no emitir hipótesis, sino utilizar adecuadamente. Al fin y al cabo, no sabemos qué es la electricidad o qué es la gravedad, y no pasa nada. Tenemos bombillas y lanzamientos espaciales sin necesidad de divagar. La inteligencia es algo que reconocemos, que valoramos y de la que que apreciamos resultados. Pues eso.
Esto de qué es la inteligencia me recuerda a San Agustín de Hipona, que decía que sabía perfectamente lo que era el tiempo, porque lo notaba, pero que no podía decir qué era. Y me parece operativo seguir las ideas de Newton en el sentido de no emitir hipótesis, sino utilizar adecuadamente. Al fin y al cabo, no sabemos qué es la electricidad o qué es la gravedad, y no pasa nada. Tenemos bombillas y lanzamientos espaciales sin necesidad de divagar. La inteligencia es algo que reconocemos, que valoramos y de la que apreciamos resultados. Pues eso.
Gracias Faraón por compartir tus reflexiones sobre la IA. Me sumo a la sinergias de inteligencias que propones y pienso que encuentran su razón de ser cuando al predicarlas de la persona humana afirman su dignidad, y por lo tanto le humanizan.
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