El lucro injustificado de las revistas académicas
Durante los dos últimos años, dos revistas académicas que ocupaban los lugares más prestigiosos en el ámbito de la filosofía política -que es un ámbito hermano del mío propio, la filosofía del derecho, la Jurisprudence, como dicen en inglés-, han dejado de publicarse en su forma previa.
Su editor era uno de los cinco grandes editores comerciales de carácter académico más poderosos en el mundo, Wiley -los otros cuatro son Elsevier, Springer, Taylor & Francis y SAGE-. Se trata de Journal of Political Philosophy y Philosophy & Public Affairs.
¿Dos casos de codicia excesiva?
Más allá de las circunstancias concretas del desencuentro entre Wiley y los editores de las dos revistas académicas (ver cada caso aquí y aquí, respectivamente), estos hechos muestran un problema general: la codicia excesiva de estas editoriales académicas. Obtienen sus ganancias casi exclusivamente del dinero público; o, en el caso de sistemas con mayor presencia de universidades privadas, como los Estados Unidos, del dinero de los estudiantes y de los donantes de instituciones académicas que, en general, son non-profit.
Los trabajos que publican son escritos por académicos e investigadores que pueden escribirlos porque reciben sus salarios de instituciones públicas o non-profit. La revisión y evaluación de dichos trabajos las realizan estos mismos académicos del mismo modo. Todo esto lo hacemos gratuitamente. Es más: en algunas publicaciones la publicación requiere una contribución económica.
Las suscripciones a estas revistas académicas, cada vez más costosas, se realizan también con dinero de estas instituciones o, a menudo, con dinero procedente de fondos para la investigación cuya fuente es, casi siempre, de naturaleza pública. Es más, para acceder a la condición de open access, es decir, para que los lectores pueden acceder libremente a un determinado artículo, es necesario pagar por cada artículo una cantidad que oscila entre los 1.500 y los 3.000 euros, dinero que de nuevo surge de los fondos de investigación de los autores.
Se trata de una situación insostenible, un lucro excesivo que fluye de manera injustificada de las arcas públicas a los bolsillos privados de estas editoriales.
La competición por la calidad de las revistas académicas
Sin embargo, el sistema actual tiene algunas ventajas: genera un mecanismo razonablemente confiable para establecer la calidad de las publicaciones. Todos los académicos sabemos cuáles son las revistas académicas con más reputación en nuestro ámbito y sabemos también que cuánto más prestigio tiene una, más difícil es publicar en ella. De este modo, se genera un incentivo muy potente para mejorar la calidad de las publicaciones.
El sistema de revisión por pares, más exigente cuánto más prestigiosa es la publicación, también coadyuva crucialmente a mejorar los trabajos que ven la luz.
Todos tenemos la experiencia de las virtudes del sistema y sabemos cómo se es capaz de mejorar la calidad de la primera versión sometida al juicio de los evaluadores de la revista. Por otro lado, el sistema también tiene la virtud de hacer visibles los trabajos de jóvenes investigadores, en especial de aquellos que trabajan en la periferia de las mejores universidades y de los mejores centros de investigación. Es su modo de acceso a la comunidad académica de referencia.
El reto de reducir el lucro excesivo
Hay una gran presión para mantener el statu quo, dadas las ventajas que despliega. Sin embargo, ¿hay algún modo de preservar estas ventajas y eliminar o, al menos, reducir el lucro excesivo que reciben los editores de las revistas académicas?
Las dos revistas a las que me refería al principio, con un impulso debido a sus previos editores, han comenzado un proceso conducente a la publicación de una revista, en el primer caso citado con el nombre de Political Philosophy; la segunda revista, Philosophy & Public Affairs se halla en un proceso muy semejante, planteada como de libre acceso online y soportada por una institución non-profit.
Existen ejemplos muy relevantes de esta vía, muchas de las grandes editoriales de las mejores universidades son instituciones sin ánimo de lucro: Oxford University Press, Cambridge University Press, Harvard University Press, Chicago University Press, por ejemplo.
Las tres grandes virtudes que el sistema de publicaciones académicas debe reunir son: la calidad académica, la independencia intelectual y, en la medida de lo posible, el acceso libre a las publicaciones. El sistema actual preserva la calidad, pero la codicia de sus propietarios ha puesto en peligro, a menudo, el acceso libre y, en algunas ocasiones, también la independencia de sus editores académicos.
Dejar el saber humano en manos del mercado sin restricciones genera estas consecuencias indeseadas, es decir, lo sitúa a merced de la codicia injustificada de algunos de los actores que operan en él. Parece que las cosas están comenzando a cambiar, por fortuna.
El ideal es que el saber humano sea un bien público, un bien del que nadie pueda ser excluido y un bien que no convierta en rivales a sus usuarios.
La necesidad de calidad en la produción científica es innegable y necesaria, pero, la producción de conocimientos no debe ni puede devenir en objeto de mercado. Exceletne artículo.