El triángulo de la reputación universitaria
El curso deja un nuevo mandato a las universidades: reconstruir la confianza pública, la reputación universitaria. En su libro What are Universities for?, el profesor de la Universidad de Cambridge, Stefan Collini, nos dejó su diagnóstico sobre el estado actual de la educación superior:
“Nunca antes en la Historia han sido tantas y tan importantes las universidades como ahora, y nunca antes han sufrido una ausencia de confianza y una pérdida de identidad como hoy en día”.
La reputación de las universidades en decenso
El Instituto Gallup ha puesto números a esta inquietud: en apenas diez años, en Estados Unidos, la confianza en la educación superior ha perdido veinte puntos (del 57% en 2015 al 36% en 2023). Hace apenas un mes, el Pew Research Center ofreció nuevos datos para la preocupación: el 49% afirma que hoy en día es menos importante tener un título universitario para conseguir un trabajo bien remunerado que hace 20 años.
La desconfianza no es un rasgo propio del sistema universitario estadounidense. Si bien menos acusada, la deslegitimación se encuentra también en otros países y regiones. Recientemente, el Policy Institute del King’s College of London destacaba la indiferencia de las universidades entre las prioridades políticas de la gente a la hora de influir en el voto. Ocupan el puesto 26 entre 29 temas de interés público.
Causas de la perdida de relevancia en la reputación universitaria
La explicación a esta pérdida de relevancia es multifactorial y heterogénea según territorios. Mencionaré los motivos más conocidos: el aumento del coste de las matrículas en algunos países, la pérdida de valor de los títulos universitarios, la consolidación de nuevas vías de acceso al mercado laboral y el desgaste institucional al que han llevado ciertos debates, donde ha primado la intersección ideológica y política sobre la misión académica. En un clima de polarización y disolución de relaciones, la confianza en las instituciones es lo primero que se pierde.
Ante esta situación, puede ayudarnos a reflexionar la teorización clásica de la reputación corporativa. La confianza es el activo estratégico (patrimonio intangible) que más cuesta construir y, como vemos, menos cuesta también perder. Por tanto, si conocemos cómo se construye la reputación, podremos obtener algunas guías de reconstrucción.
El triángulo de la reputación universitaria
Con la claridad y sencillez de la profesora Violina Rindova, podríamos decir que la reputación universitaria se construye desde tres enfoques, como los lados de un triángulo: “de dentro afuera”, “de fuera adentro” y “de lado a lado”. La figura requiere una breve explicación:
- el enfoque «de dentro afuera» vincula la misión, la cultura y el rendimiento universitario con el valor para los grupos de interés;
- el enfoque «de fuera adentro» aborda las percepciones, creencias y actitudes de los grupos de interés respecto a la institución;
- y, por último, el enfoque “de lado a lado” ejerce una mirada interpretativa y colaborativa con el contexto: los marcos culturales y sociales que conforman el entorno donde la universidad habita.
Una gestión estratégica de la reputación reclama una mirada ponderada sobre los tres lados evitando desequilibrios de poder; porque, de hecho, de eso se trata: la universidad, los grupos de interés y el entorno conforman un juego político de posiciones relativas: si uno gana, el otro pierde, alterándose así el centro de gravedad en las relaciones.
Históricamente, sin embargo, lo que ha sucedido es que la geometría de la reputación ha gravitado en torno a dos de sus lados: los grupos de interés y el entorno, dejando al vértice de la propia institución el espacio reducido sobrante. La imagen puede parecer teórica pero algunos ejemplos actuales pueden ayudarnos a visualizar la figura.
Algunos ejemplos sobre los tres enfoques
La gestión de los stakeholders ha aportado muchos beneficios en los últimos años pero se ha demostrado también que la relaciones son complejas y a veces asimétricas (estudiantes vs donantes, por ejemplo). Las universidades, algunas de élite mundial, han adoptado un rol protagonista en el espacio público con posiciones de liderazgo moral en determinadas causas sociales. Las tensiones geopolíticas recientes y la presión de determinadas narrativas correctas han llevado a numerosas universidades a cuestionar su misión y liderazgo. La reflexión de momento se ha saldado con replanteamientos impensables hace apenas un año (véase la vuelta a la neutralidad institucional y los cambios de posición en Harvard, entre otras universidades no solo americanas).
Lo que la crisis de confianza ha descubierto es que descuidar la misión universitaria tiene también riesgos reputacionales.
La reputación es un estado de opinión inestable, complejo y multifactorial que debe cultivarse con profesionalidad y esmero desde los tres enfoques. Cuidar el ecosistema relacional; aprender a convivir en el entorno; y clarificar el propósito para el que nacieron. Hace poco The Harvard Crimson editorializaba sobre el turbulento año universitario. El periódico sostenía que detrás de las controversias del contexto y las partes interesadas se esconde una pregunta sin resolver sobre la misión universitaria: “¿existimos para educar e investigar o para promover el bien social?”. Doce años después de la advertencia de Stefan Collini, la pregunta sobre la identidad sigue alzando el vuelo.
El eje social implica planificar y ejecutar decisiones que a menudo tienen una fuerte carga política. Al hacerlo, la institucion univerditaria se convierte en un think tank con agenda ideologica, sujeta a los ataques de otros grupos políticos y todo ello en un contexto muy polarizado.