La cuenta atrás y la óptica geométrica

Un juego de metáforas sobre los valores universitarios

Hay una grieta en todas las cosas

Así es como entra la luz

Anthem (Leonard Cohen)

 

La pervivencia de la humanidad

Tal y como lo viene haciendo anualmente desde 1947, el Boletín de Físicos Atómicos ha actualizado recientemente el estado de la “cuenta atrás para la medianoche”, que simboliza, según sus predicciones, el tiempo de pervivencia que le resta a la humanidad.

El minuto y medio representado en un esquemático reloj analógico que, por segundo año consecutivo, nos otorga el boletín, constituye la imagen poderosa de nuestro avance imparable hacia ese metafórico final. Desde su concepción y, hasta bien entrado el siglo XXI, la cuenta atrás ha estado inextricablemente entrelazada con los conflictos bélicos y, específicamente, con la escalada armamentística nuclear; no en vano el lapso de tiempo más largo que ha predicho el boletín coincide con el momento histórico de arrolladora esperanza que supuso el final de la Guerra Fría en los primeros años 90 del siglo XX: 17 eternos minutos en 1991. No fue hasta hace casi dos décadas, en 2007, cuando se añadió la crisis climática como variable decisiva en la evolución desfavorable de las condiciones de vida en la Tierra.

Una amenaza incierta

En este año 2024 se ha sumado, a la destrucción causada por las dos terribles guerras que nos asolan – las dos a las que prestamos atención, pues en total suman al menos cincuenta más -, y a las cicatrices que nos imprimirá el haber vivido en 2023 el año más cálido jamás registrado, la incierta amenaza de la expansión incontrolada de la inteligencia artificial, por su “potencial bélico y de desinformación, que amenaza la democracia”. Nos encontramos, por tanto, con que un comité de acreditados científicos, que cuenta con varios premios nobel entre sus filas, equipara las posibles consecuencias negativas del desarrollo de las tecnologías más punteras del planeta con las de las más crueles confrontaciones humanas y las de la inexorable pérdida de habitabilidad ligadas al deterioro consciente de nuestro entorno ambiental. Es decir, según el criterio expresado en la más reciente edición del Boletín de Físicos Atómicos, nos enfrentamos a la diseminación descontrolada de un peligro con un poder de destrucción similar al de la reacción en cadena originada por la desintegración radiactiva de núcleos atómicos. Y, como siempre sucede, la acción gubernamental emanada de tantas cumbres resplandecientes bajo la nevada de las buenas intenciones, no llega a tiempo, o es inadecuada y poco afinada, cuando no errática y contraproducente.

¿No hay esperanza, entonces, para revertir esta compleja deriva que nos aboca a la autodestrucción?

La grieta

Desde nuestros propios parámetros, tomando como referencia la extensión de una vida humana, la historia de la vida en la Tierra es un segmento mínimo en la larga cinta temporal que representa la edad del universo; tan solo una finísima grieta separa el momento actual del extremo final de ese segmento. Y es precisamente la existencia de esa rendija la que puede contener las claves de nuestro futuro…

Según las leyes de la óptica geométrica, cuando un haz de luz atraviesa una delgada rendija, la ilumina uniformemente y emite ondas en todas direcciones, produciendo un patrón de difracción. Estas ondas secundarias, a su vez, interfieren entre sí, y pueden hacerlo de manera constructiva, multiplicando la luz, o de manera destructiva, aniquilándose mutuamente. Como sugieren los icónicos versos de Leonard Cohen, una interferencia constructiva proyectaría en un horizonte luminoso la angosta y oscura grieta de nuestra cuenta atrás hacia la media noche, y propiciaría un giro definitivo en nuestra circunstancia vital.

El conocimiento: ciencia y ejemplo

Entre los científicos que alertaron en 1947 del peligro de autodestrucción de la humanidad se contaban varios de los que participaron en el denominado Proyecto Manhattan, concebido para el desarrollo de armas atómicas durante la Segunda Guerra Mundial, y ello tras comprobar las mortíferas consecuencias que puede tener el fruto del estudio teórico, del avance de la ciencia, y del desarrollo de la tecnología, cuando se deposita en manos insensatas. El director del proyecto, el físico Robert Oppenheimer, comprendió como nadie su alcance, y por ello fue uno de los cofundadores del Boletín de Físicos Atómicos que esculpió el concepto de la cuenta atrás. En el cine hemos podido ver recientemente la vida de Oppenheimer y puede resultar interesante analizar cómo ha impactado en ciertos estudiantes la recreación de los campus universitarios europeos y americanos en la década de los años 30 del siglo XX.

La vocación científica de los profesores, el deseo de aprender de los estudiantes – siempre arracimados en torno a sus maestros, cargados de libros y cuadernos -, el entusiasmo por la nueva física que entonces emergía, y el extraordinario resultado de la colaboración multidisciplinar, quedan plasmados en la película de Cristopher Nolan, basada a su vez en la rigurosa y extensa biografía de Bird y Sherwin titulada Prometeo Americano, publicada en 2005. Ese retrato ha calado, pues bien entrada la tercera década del siglo XXI podemos ver a jóvenes estudiantes cruzando nuestros campus portando libros, gruesos volúmenes impresos en papel, escenificando un retorno del formato físico que no podemos entender en los tiempos del almacenamiento en la nube sino como una llamativa metáfora. No hemos de olvidar que esta misma generación de jóvenes ha sido testigo del papel desempeñado por el trabajo científico en la contienda librada contra la pandemia del coronavirus en 2020, que culminó con el rápido hallazgo de una vacuna y consiguió que una alerta mundial de proporciones inéditas no descontara tiempo en el cómputo de la cuenta atrás de la edición de 2021.

Serán, sin duda, los estudiantes que hoy se esfuerzan en nuestras aulas y sueñan con contribuir a un mundo mejor los que sabrán marcar el rumbo para que la inteligencia artificial no sea una amenaza, sino una herramienta de progreso, y revertirán así el funesto destino cuyo latido ya nos golpea.

Apuntando, con precisión geométrica, el rayo de luz.

 

 

Comentarios
  1. Carmen Pérez Esparrells dice: 16/02/2024 a las 07:50

    Enhorabuena, profesora Castán. Totalmente de acuerdo contigo, la solución nos la darán nuestros propios estudiantes, de los que aprendemos todos los días.


¿Y tú qué opinas?