La edad media del profesorado de la universidad pública en España (I)

La dimensión de la cuestión: una primera comparación internacional

¿Está el profesorado de la universidad pública española demasiado “envejecido”? El cuadro 1 ofrece una respuesta internacional a esta pregunta. En él se compara la edad media del profesorado universitario en los países de la UE15 con datos recientes con la edad media de la población ocupada en esos países. Parto del supuesto de que los datos para el conjunto del profesorado valdrán suficientemente para el profesorado en las universidades públicas pues su peso suele ser entre claramente mayoritario y abrumador en los países considerados. Como se observa, en la gran mayoría de los casos la edad media del profesorado es superior a la del conjunto de los ocupados, pero la diferencia de edad varía mucho e, incluso, en algunos casos se incumple esa regla general. Las mayores diferencias se dan en Italia (6,2), Grecia (7,0) y España (4,8); y si solo tuviéramos en cuenta a la universidad pública, la diferencia española (6,5) sería mucho más acusada, situándose en el segundo lugar de la clasificación. Las diferencias menores se dan en Alemania y Luxemburgo, negativas en ambos casos, y en Países Bajos y Dinamarca, inferiores a un año en ambos países.

(*) Profesorado en los niveles 6 a 8 de la actual CINE; (**) 2014; (***) 2013. Fuente: elaboración propia con datos de Eurostat y del Ministerio de Educación.

Una posible hipótesis para explicar esas diferencias tendría que ver con la trayectoria anterior de cada sistema universitario, en particular, si está creciendo, en términos del número de profesores, o si permanece estable o, incluso, decrece. A igualdad de condiciones, si está creciendo, es más fácil que ingresen más profesores jóvenes, que tienden a bajar la media de edad (y la diferencia con la de la población ocupada en general).

Si está estable, o decrece, esa incorporación es más difícil, por lo que la tendencia al alza de la edad media se vería menos contrarrestada. No contamos con estadísticas internacionales que permitan dibujar con suficientes garantías esas trayectorias para un periodo largo, sobre todo por la abundancia de rupturas en las series y por la carencia de datos para muchos años en bastantes países. Sin embargo, las estadísticas de personal docente de la OCDE (datos no citados) sugieren, por una parte, que dos de los casos con diferencias de edad más bajas, Alemania y Países Bajos, lo son de crecimiento continuado desde hace bastantes años, y también es probable que lo sea el caso danés. Por otra parte, los casos italiano, griego y español son de prolongado crecimiento que se ha detenido o revertido en los últimos ocho o nueve años, pero también lo es el austríaco y su diferencia de edades es mucho más baja. En realidad, con los datos disponibles es muy difícil establecer una asociación clara entre el crecimiento de las plantillas y la edad media del profesorado. Pero al menos sabemos que el caso español destaca por una diferencia acusada entre la edad del profesorado y la de los ocupados en general. A continuación, se muestra que tampoco cabe establecer esa relación si observamos diacrónicamente el caso español.

Edad media del empleo público y de los asalariados en la última décadas 

El “envejecimiento” de la plantilla docente de las universidades públicas españolas podría, en principio, entenderse como un ejemplo del “envejecimiento” de la plantilla del sector público en general. Como se observa en el gráfico 1, la edad media de los asalariados del sector público casi no dejó de crecer entre 1991 y 2005, aunque se ha estabilizado en los dos últimos años*. En conjunto, ello ha supuesto un incremento de unos 6 años (de 39 a 45, aproximadamente). En el sector privado también ha aumentado la edad media, unos 5,5 años (de 35,5 a 41, aproximadamente).

Es decir, obviamente, no se trata de un fenómeno exclusivo del empleo público, sino que, en parte, tiene que ver con la demografía de las cohortes “típicas” en edad de trabajar. Sin embargo, la edad media de la población en esas edades (de 16 a 64 años) solo ha crecido en algo menos de 4 años (de 37,6 a 41,4), lo que implica que la población ocupada ha “envejecido” por razones no meramente demográficas.

Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta de Población Activa (INE).

Podemos hacernos una idea más cabal de esas razones si presentamos los datos del gráfico anterior mostrando las diferencias en la edad media de los asalariados en ambos sectores con la edad media de la población de 16 a 64 años. En el gráfico 2, como en el gráfico 1, se observa, en primer lugar, que la edad media en el sector público tiende a ser superior a la de dicha población, mientras que en el sector privado es inferior. Ello se debe, por un lado, a que suele haber muy pocos jóvenes empleados en el sector público, pues trabajar en él suele requerir una titulación y/o preparar y pasar unas determinadas pruebas, lo que requiere unos años de estudio extra, que no se requieren en la misma medida en el sector privado. Por otro lado, se debe a que el abandono de la vida laboral en las edades avanzadas ha sido tradicionalmente mucho mayor en el sector privado.

En segundo lugar, se observa cómo el crecimiento “extra” de la edad media de los empleados públicos tiene lugar, casi exclusivamente, en momentos de crisis económica, con las concomitantes limitaciones a la expansión del gasto público. Entre 1991 y 1996, la diferencia con la población general creció desde cerca de 1,2 años a cerca de 3. El periodo de crecimiento económico que se prolongó hasta 2007 apenas modificó esa diferencia. Ésta solo volvió a crecer claramente a partir de 2010/2011, cuando se empezó a ralentizar y, después (desde 2012), se revirtió el crecimiento del empleo público. Desde entonces a 2015 la diferencia de edad creció año y medio, hasta casi 4,6 años. Y solo ha empezado a reducirse recientemente, con la estabilización y recuperación del empleo público. Es decir, lo que sugieren los datos, grosso modo, es que la flexibilidad laboral externa de las administraciones públicas recae especialmente entre los más jóvenes, que suelen ser contratados temporales. En tiempo de bonanza se les contrata más, lo que limita el “envejecimiento” de las plantillas, pero en tiempos de crisis son los primeros en no ver renovados sus contratos, por lo que las plantillas “envejecen”.

Algo similar ocurre en el sector privado, aunque el efecto en la edad media de los ocupados es menos drástico. En la crisis de los noventa se redujo la distancia entre la edad media de los asalariados privados y la de la población general en 0,8 años. Con la recuperación del crecimiento a partir de 1996, dicha distancia, a diferencia de lo ocurrido en el sector público, volvió a aumentar, hasta situarse más o menos donde estaba en 1990/1991, en -2 años. Volvió a reducirse justo después del momento álgido del empleo (a finales de 2007), hasta alcanzar los -0,7 años a comienzos de 2013. Ello es el reflejo de que la caída en las tasas de ocupación durante la crisis fue mucho mayor en las cohortes más jóvenes, precisamente las más caracterizadas por la contratación temporal. Desde entonces la diferencia de edades se ha mantenido, lo que refleja que el crecimiento en las tasas de ocupación asalariada privada es similar en todos los tramos de edad.

Por último, el efecto neto de los cambios en la estructura por edades del empleo público y privado en España en los últimos treinta y muchos años ha sido que la distancia en la edad media del primero y la de la población general ha aumentado en 3 años, mientras que la distancia entre el sector privado y la población general solo se ha recortado en 1,2.


*He calculado la edad media a partir de los datos agregados que publica el INE en su página web, asignando valores medios a los intervalos de edad, y de 70 al intervalo abierto de mayor edad (70 años o más), que tiene muy pocos casos.


Fuente: Cuaderno de Trabajo 9 de Studia XXI, “Demografía universitaria española:aproximación a su dimensión, estructura y evolución“.

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