La Universidad, la mujer de César y este
Aunque sean situaciones aisladas, no dejan de ser sonrojantes los casos de centros universitarios gobernados arbitrariamente por caciques académicos, la concesión de títulos aparentemente sin el menor rigor ni exigencia de esfuerzo al “estudiante”, los expedientes X, tanto o más paranormales que los de la serie de televisión homónima, los tribunales “Guadiana”, que aparecen y desparecen como por arte de magia o algunos trabajos académicos que, como las meigas, se dice que haberlos haylos, pero a los que solo les hemos visto la carátula, como si de la Santa Compaña se tratasen. Se me enciende la cara de vergüenza ante este panorama que, como poco, afea a las universidades como instituciones y pone en cuestión a las personas que conformamos sus comunidades universitarias.
La Universidad, como la mujer de César y este, tiene que ser una institución inmaculada y también tiene que parecerlo. El problema es que hay algunos césares en la Universidad que actúan sin sujeción a las leyes y hacen de su capa un sayo, mientras que la institución académica no siempre actúa con la diligencia necesaria para evitarlo o, cuando el mal ya está hecho, para extirpar sus cánceres. Por cierto, que nadie busque en mi referencia a César y a su mujer ningún tipo de sesgo de género. De hecho, pensé en hablar también de Cesárea y de su marido, pero me parece que ya tenemos bastante lío con la que está cayendo.
La institución académica no siempre actúa con la diligencia necesaria.
No podemos escudarnos, aún siendo cierto y demostrable, en que los profesores que no cumplen son pocos, que los casos de corrupción son habas contadas en el conjunto de las instituciones académicas o que los plagios se detectan y se ponen en evidencia cada vez más rápido. No es suficiente. La Universidad tiene la mayor responsabilidad entre todas las instituciones de actuar sin tacha. La educación va más allá del saber de las disciplinas y supone también educar en valores y educar a ciudadanos y profesionales como personas responsables y con firmes principios éticos. La Universidad es el templo del conocimiento y del avance científico, y la ciencia solo avanza desde la búsqueda de la verdad y la purga sin paliativos del engaño, el plagio, la ignorancia y la mala praxis.
En la Universidad, como en cualquier organización compleja, es inevitable que algunos de sus miembros abusen de su poder, se escaqueen, carezcan de escrúpulos, engañen y no se rijan por las leyes. Al fin y al cabo, se trata de una institución de personas y, como tal, no puede ser ajena a los vicios y mezquindades de algunas de ellas. No obstante, por su esencia, por lo que ha sido a lo largo del tiempo y, sobre todo, por lo que ha de ser, la Universidad ha de liderar a la sociedad también en la ejemplaridad, reconociendo sus culpas y actuando sin contemplaciones ante lo que de un modo u otro atente contra su misión: la mejora permanente de la sociedad a través del conocimiento.
La Universidad ha de liderar a la sociedad también en la ejemplaridad.
Por todo esto, y como académico orgulloso de la universidad pública española, no puedo dejar de sentirme avergonzado por ciertas actuaciones que se están poniendo en evidencia, que me abochornan y ante las que ni podemos ser tibios ni escudarnos en que son casos excepcionales y no representativos de la Universidad que tenemos. Siendo esto cierto, estos casos aún representan menos a la Universidad que queremos llegar a tener, así que desde la universidad española, desde la CRUE, desde los equipos de gobierno universitarios, todos y cada uno de los miembros de las comunidades universitarias, cada uno según el alcance de su responsabilidad, debemos decir bien alto: ¡Basta ya! Levantemos más incluso nuestra voz que cuando legítimamente reclamamos un dinero que no llega y una autonomía a menudo castrada. Y para que las palabras suenen y resuenen creíbles, se debe actuar inmediatamente y con luz y taquígrafos. De otro modo, y con razón, la sociedad retirará a la Universidad, “SU” Universidad, el respeto y la confianza que hasta ahora siempre le ha otorgado.
Magnifico articulo de un catedrático y Rector realmente admirable en su vision de lo que debe ser la Universidad en España y su impacto en la sociedad reflejo a su vez de la huella de Senen Barro en su paso por la Universidad de Santiago de Compostela
Quizás el secreto de esos comportamientos que se citan en el artículo, no tienen en cuenta que «La educación va más allá del saber de las disciplinas y supone también educar en valores y educar a ciudadanos y profesionales como personas responsables y con firmes principios éticos. La Universidad es el templo del conocimiento y del avance científico, y la ciencia sólo avanza desde la búsqueda de la verdad y la purga sin paliativos del engaño, el plagio, la ignorancia y la mala praxis.
Pues así debería ser, «La Universidad ha de liderar a la sociedad también en la ejemplaridad» y a eso se llega con una base de educación en valores que empieza en la familia, continúa en los colegios,….
[…] atente contra su misión: la mejora permanente de la sociedad a través del conocimiento.” (Artículo de Senén Barro, ex-rector de la Universidad de Santiago de Compostela en […]
Posicionamientos de rectores y ex-rectores ante el “caso máster” de la URJC: http://www.observatoriuniversitari.org/blog/2018/09/26/posicionamientos-de-rectores-y-ex-rectores-ante-el-caso-master-de-la-urjc/
Considero un error limitar el impacto de malas praxis en la universidad española a habas contadas. La transparencia muestra que en pocos años, motivadas las prisas provocadas por el cambio de los programas de doctorado se puso en marcha la impresora de titular… se cuentan por miles los que egresaron cada año desde el 2014 y casi el 90% con Sobresaliente Cum Laude. No somos pocos los que hemos estado en tribunales y nos han «Invitado» a que por deferencia con director de tesis, un sobresaliente.
Ningún país serio presenta 70.000 doctorados en pocos años con casi 90% de sobresaliente cum laude.
La universidad española presenta desconcierto por la cada vez mayor transparencia recuerda a la excelente novela de saramago «ensayo sobre la ceguera». Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.
https://www.educacion.gob.es/educabase/tabla.do?path=/Universitaria/Tesis/2016/l0/&file=ETD106.px&type=pcaxis&L=0%3C/font%3E
Revisen en sus universidades, facultades, departamentos… revisen el sistema de elección de rectores arropado por catedráticos y casi nula participación de alumnado (ni mucha estimulación al voto), revisen los procesos de nombramientos, la gestión de la Aneca, y tantos más asuntos porque si se calla es por un tema de sentido común: dónde encuentra trabajo un docente investigador de carrera si se le excluye de la academia (les diré que muchos que no entran van a otros países, pero eso no ayuda a la introspección que requiere el tema).
El caso de la URJC no es ni por asomo la punta del iceberg, es un agujero del que empieza a verse que algo falla.