¿Podemos mejorar la inclusividad de nuestros grados más selectos?

Algunas afirmaciones, a veces olvidadas

Una de las ventajas del sistema universitario español respecto al anglosajón es que la entrada en la universidad es menos complicada y más predecible.

No hay que preocuparse de escribir “declaraciones personales” (personal statements), ni decir en el CV que has participado en las olimpiadas matemáticas, eres campeón de ajedrez y CrossFit, tienes una startup  de IA, y has pasado dos veranos en algún país exótico como cooperante.

Sin embargo, este sistema no es del todo absurdo y tiene alguna ventaja. Permite tener en cuenta factores extracurriculares que, en principio, hacen posible conseguir mayor diversidad del alumnado. Esto, a su vez, puede ser deseable para fomentar equidad intergeneracional, por ejemplo. Las universidades públicas españolas no son, en general, demasiado selectivas y, por tanto, parecería que no necesitamos muchas reformas para mejorar la inclusividad, fuera de conseguir que más estudiantes de niveles socioeconómico bajo lleguen a la universidad. Y esto es, más bien, un problema de los niveles inferiores.

Por contra, algunos grados y dobles grados sí que son extremadamente selectivos en nuestro sistema universitario y creo que una política de la que les voy a hablar puede tener interés en nuestro caso, y no sería muy complicada de instrumentar en la práctica. Además, argumentaré que puede ser útil no solamente para la universidad.

Las políticas de percentil top 

Voy a basar mi discusión en un reciente artículo de Zachary Bleemer sobre las políticas de percentil top, que se implementaron durante una época en el estado de California para entrar en sus prestigiosas universidades públicas, las University of California.

El estado tiene otro sistema menos selectivo de universidades públicas, las California State Universities. En concreto, el sistema se llama de “Elegibilidad en el contexto local” (o ELC por sus siglas en inglés). El sistema garantiza el acceso a las universidades selectivas a los estudiantes que se encuentran entre el 4% de las mejores calificaciones obtenidas en sus institutos de Secundaria.

Efectos de las políticas

Lo primero que hace el autor citado arriba es averiguar si la política tiene algún efecto en que los estudiantes afectados puedan entrar en algún campus de la University of Califormia. Dado que la política está definida por un número preciso, el 4% de notas mejores en el instituto, el efecto se puede identificar con una “regresión de discontinuidad”.

Básicamente, se miran las tasas de admisiones de estudiantes que quedan ligeramente por encima o por debajo de ese 4%. Tanto para las universidades más selectivas del sistema, UCLA y Berkeley, como para las menos, no hay ningún estudiante afectado. Pero, para cuatro de los campus, San Diego, Irvine, Davis, y Santa Barbara, los estudiantes ELC en los institutos del cuartil inferior por notas se vieron afectados positivamente, teniendo entre un 10% y un 35% más de probabilidad de ser admitidos por su estatus ELC, y un 12 por ciento de esos estudiantes decidieron ir ahí en lugar de a otras universidades.

Efectos de la distancia

Para ver otros efectos sobre los estudiantes admitidos se utiliza una variable instrumental. En concreto, la distancia que separa el instituto donde se gradúan de la universidad donde son admitidos. Se aprovecha el hecho de que algunos estudiantes admitidos viven más cerca que otros de esas universidades de élite y que esa distancia es exógena a la decisión. Así se obtienen estimadores con mayor credibilidad causal (como hacemos Samuel Bentolila, Marcel Jansen y un servidor para ver el impacto de la FP dual).

Con esta estrategia, se estima que los estudiantes que se matricularon en esos campus aumentaron la probabilidad de graduarse en cinco años entre 30 y 34 puntos porcentuales y de matricularse en estudios de posgrado entre 22 y 47 puntos porcentuales.

Efectos sobre los salarios

Los efectos estimados sobre los salarios son menos precisos: matricularse en UC Davis aumentó los salarios anuales en aproximadamente 25.000$, pero en los otros campus no es estadísticamente significativo.

Una vez se estiman estos resultados, que son bastante creíbles, se realizan una serie de ejercicios de modelización y de simulación disciplinada por los datos que permiten averiguar más cosas y hacer ejercicios contrafactuales.

Los resultados son potencialmente más sujetos a alguna duda razonable, pero aun así muy interesantes.

Los hallazgos sugieren que los estudiantes desplazados por los que se admiten por ELC tienen una renta familiar mayor en 20.000$ y es un 15% más probable que pertenezcan a minorías subrepresentadas en el campus. Las simulaciones contrafactuales se usan para ver el impacto de aumentar el porcentaje de ELC del 4% al 9%. Se observa que, aunque los desplazados serían más pobres que la media de los estudiantes de su campus, la política mejora la diversidad.

Un sí a la inclusividad (con datos)

El artículo dice más cosas, pero creo que esto que les cuento es suficiente para mostrar que se trata de una política potencialmente útil para mejorar el acceso a personas de procedencias poco privilegiadas a estudios en los que en España es complicado entrar. Yo creo que es bueno, no solamente para ellos, sino también para la sociedad.

Creo que necesitamos estudiantes en medicina, en los dobles grados de matemáticas y física, o de economía/ADE y derecho que representen a más colectivos.

El que lleguen ahí enriquecerá la práctica de esas profesiones, y la experiencia americana demuestra que serán buenos profesionales, aunque la forma de hacerlo podría ser algo diferente.

Se podrían dejar un porcentaje de plazas para estudiantes que procedieran de institutos de alta complejidad. Aparte de las ventajas para los beneficiarios, esto podría generar además buenos incentivos para estudiantes y profesores de estos institutos en general. Podrían atraer a mejores estudiantes y generar buenas dinámicas. Si gracias a esto dejan de ser de alta complejidad, pues tanto mejor.

Par evitar algún tipo de resistencia social, igual se podrían ampliar las plazas de estos grados, en lugar de desplazar a nadie. En algunos casos es evidente que la oferta de plazas está restringida artificialmente para generar notas de corte y niveles de prestigio más elevados (cosa por otro lado de muy dudosa utilidad pública), con lo cual debería ser factible.

Dejo la discusión aquí. Seguro que los lectores encontrarás mil problemas con mi propuesta.

Pero les rogaría que en lugar de explicarme lo ignorante que soy, que ya lo sé y nuestros lectores habituales también, me hicieran contrapropuestas viables y empíricamente plausibles para mejorar la inclusividad de nuestros grados más selectos.


 

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Comentarios
  1. José Antonio Pérez dice: 11/01/2024 a las 13:02

    Antonio Cabrales nos plantea opciones alternativas a las actuales para el sistema de selección del alumnado en nuestras universidades. A. Cabrales nos invita, como es habitual en él, buen conocedor del panorama universitario internacional (lo ha vivido), a considerar soluciones alternativas a lo que hacemos en España.

    Coincido con su planteamiento de que es imprescindible mejorar la incorporación de estudiantes en dos líneas: a) mejorar la muy insuficiente igualdad de oportunidades de acceso a los estudios universitarios en nuestro país y b) ampliar la diversidad de perfiles. Muy importantes y necesarias las dos.

    Plantea también la necesidad de dimensionar la oferta de manera más coherente con la demanda, esto me parece absolutamente imprescindible, sobre todo si: 1) la demanda insatisfecha lo es 1ª preferencia, 2) la titulación tiene buenos indicadores de empleabilidad.

    Como siempre, A Cabrales sugiere mejoras del máximo interés para la mejora del Sistema, que deberían dar lugar a reflexiones y decisiones de los responsables institucionales.

  2. […] Enlace al post original […]

  3. Mariano dice: 25/02/2024 a las 19:48

    El autor, da por universalmente aceptado que «inclusividad» significa que haya un +/- 50% de hombres/mujeres, un determinado % de blancos, negros, hispanos, asiáticos, un % de cada barrio .. .en cada grado. Es una visión muy «americana» (o la que nos llega a través de los medios desde los EEUU), pero ¿por qué la da por universalmente aceptada?

    Para mi, inclusividad quiere decir que todos tengan las mismas oportunidades. Y si resulta que el 70% de los estudiantes de medicina son chicas, pues ¡adelante!. No quiero ni que se ponga un cupo de chicos, ni que se amplíen las plazas sólo para chicos chicos, ni nada por el estilo con tal de que la promoción de dentro de 6 años de médicos sea 50-50. Mantengo lo mismo para ingenierías, en dobles grados o en otras «clasificaciones» además del género (barrio, nacional/inmigrante, cristiano/musulmán/agnóstico, constitucionalista/independentista…).

    Quienes pensamos que «inclusividad» significa que esté abierto a todos por igual, tenemos una política es clara: ayudar a que todos tengan las mismas oportunidades de acceso a esos grados, mejorando la educación pre-universitaria.


¿Y tú qué opinas?