Organizar enseñanzas frente a reconocer aprendizajes
En la entrada de hoy, se reproduce un fragmento del Cuaderno de Trabajo 2 de STUDIA XXI, «La universidad informal«, en el que Javier Vidal, editor del blog, reflexiona, entre otras cosas, sobre la diferencia entre organizar las enseñanzas frente a reconocer los aprendizajes en la universidad.
Mientras en la universidad se discute sobre los efectos profesionales de sus títulos, la exigencia de cursar enseñanzas regladas (mejor si son reguladas por el Estado), la necesidad de la oficialidad de las mismas y cómo imprimir sus cartones, otras instituciones se preocupan por el aprendizaje de los futuros profesionales, venga de donde venga su formación. Es un hecho que este tipo de aprendizaje ya se está dando, por iniciativa de los sujetos, incluso al margen de cualquier institución organizada. Y cada vez existen más oportunidades para ello. Los conocidos como MOOC (Massive Online Open Course) son el mejor ejemplo de ello. Le recomiendo al lector que busque un curso de su especialidad, de aquello que siempre quiso aprender o de la mejor de sus aficiones, y lo siga hasta el final, disfrutando de él, y que saque conclusiones sobre la distancia entre cómo lo aprende y la acción docente que realizamos en las universidades. Existen ya demasiadas oportunidades fuera de los muros de las universidades como para mantener una defensa numantina del valor de lo oficial.
Una de las iniciativas más próximas en este campo es la recomendación de 20 de diciembre de 2012 del Consejo de la Unión Europea sobre la validación del aprendizaje no formal e informal. En ella se definen términos familiares como el aprendizaje formal, en el que se enmarca la formación oficial y propia de las universidades.
Aprendizaje formal, el que tiene lugar en entornos organizados y estructurados, dedicado específicamente al aprendizaje, y por lo general da lugar a la concesión de una cualificación, por lo general en forma de certificado o de título, y abarca los sistemas de enseñanza general, de formación profesional inicial y de enseñanza superior.
Pero la recomendación no trata de lo formal. Le interesan los otros dos tipos de aprendizaje y, sobre todo, la exigencia de la sociedad para que se organice de alguna forma su reconocimiento. La idea es simple: si ya se sabe algo, no es necesario pasar por una institución para aprenderlo, sólo hace falta que alguien certifique que ya se sabe. El segundo tipo de aprendizaje es el no formal:
Aprendizaje no formal, el derivado de actividades planificadas (en cuanto a objetivos didácticos y duración) en el que existe alguna forma de apoyo al aprendizaje (como, por ejemplo, una relación entre estudiante y profesor) (…)
Por último, lo más novedoso, y lo que más puede incomodar a instituciones formales es la demanda de sistemas que reconozcan el aprendizaje informal.
Aprendizaje informal es el resultante de actividades cotidianas relacionadas con el trabajo, la familia o el ocio y que no está organizado o estructurado en cuanto a objetivos, tiempo o apoyo para el aprendizaje. El aprendizaje informal puede ser no intencionado desde el punto de vista de quien aprende ( ).
Además de estos, define otros, no menos inquietantes para instituciones de educación formal, como son: los recursos educativos abiertos; la auditoría de competencias; la validación de cualificaciones; los resultados del aprendizaje que se definen en términos no sólo de conocimientos, sino también de capacidades y competencias; o el reconocimiento del aprendizaje previo, tanto si se trata de educación formal, no formal o informal.
El objetivo de esta recomendación, como su nombre indica, es promover que los Estados miembros establezcan los procedimientos para el reconocimiento de los aprendizajes no formales e informales. Es decir, se asume que las personas aprenden de formas diferentes y que, cuando deban demostrar lo que saben, sea en la situación que sea, deberían poder certificarlo.
¿Cuál puede ser el papel de las universidades en el reconocimiento del aprendizaje informal? La existencia de sistemas de reconocimiento de aprendizaje al margen de los sistemas de enseñanza puede ser considerado como una amenaza para las instituciones educativas existentes. Sin embargo, debemos reconocer que la universidad española ha estado tradicionalmente más preocupada por certificar aprendizajes (por el conocido método de hacer exámenes) que por realizar una enseñanza eficiente. Así que podemos decir que, si hay exámenes de por medio, la universidad es, sin duda alguna, una institución adecuada para realizar el reconocimiento de aprendizajes informales. No obstante, no creo que eso sea lo correcto ni la única vía.
No siendo fácil, parece que estaría bien prepararse para realizar reconocimientos de aprendizajes de conocimientos, capacidades y competencias. Para lo primero –conocimientos– la universidad ya lo está. Reconocer capacidades y competencias es algo diferente. Tener capacidad para organizar un equipo o trabajar con él, para exponer un proyecto, para aprender a lo largo de la vida (reciclarse) o para adaptarse a las nuevas tecnologías forma ya parte de lo que un profesional debe saber (Dávila, D. et al., 2014).
Pero este tipo de actividades de reconocimiento de aprendizajes no formales o informales distan mucho del tipo de actividades a las que las universidades están acostumbradas dentro de su universo formal. Las universidades españolas pueden adelantarse a esta demanda ofreciendo soluciones y aumentando su universo informal (ya están preparadas para ello).
Referencias
Dávila, D.; Mora, J-G. & Villa, L. (2014). «Do professional competencies influence leadership behaviour at work?» International Journal of Manpower. Vol. 35 Issue: 4, pp.514-535, https://doi.org/