Orientación académica y profesional del alumnado

Introducción

Uno de los objetivos de todo sistema universitario consiste en formar profesionalmente a los estudiantes, para así facilitar su acceso al mercado laboral. Un mercado de trabajo ciertamente complejo, en evolución constante y que, en no pocas ocasiones, presenta rasgos que permiten sospechar que existe un cierto desajuste no solo entre las expectativas del alumnado que accede a la universidad y la realidad formativa que éste se encuentra en ella, sino también entre aquéllas que son propias de la empresa y la actual formación teórico-práctica que corresponde a nuestros egresados. De ahí, precisamente, la importancia de que las universidades, en un trabajo conjunto con los colegios e institutos, así como también con las empresas, sean capaces de diseñar atractivos y útiles servicios de orientación académica y profesional.

Orientación académica y profesional previa al acceso a la universidad

La orientación académica y profesional del alumnado no debe iniciarse en el momento de acceder a la universidad, sino mucho antes. Una orientación “previa” que debe potenciarse, en especial, en el último curso de la ESO, momento éste en que el estudiante debe estar en condiciones, con la suficiente información, de optar entre el Bachillerato y la Formación Profesional; así como también en los dos cursos que integran el actual Bachillerato: en primero, para saber elegir entre las diferentes modalidades (social, científico, humanístico, artístico) y en segundo, para no equivocarse, o hacerlo lo mínimo posible, en el momento de enfrentar las pruebas de acceso a la universidad y elegir el Grado en que matricularse.

Todo ello con una directa implicación de las propias universidades que deberían saber explicar, con mayor sencillez y auténticas campañas de sensibilización y cercanía, lo que son capaces de ofrecer a nivel formativo. No basta con montar un stand en el correspondiente salón de educación e inundar a padres y alumnos con trípticos o enlaces web, sino que mucho más importante es saber escoger a aquellos docentes universitarios, mejor valorados por su propio alumnado, para implicarlos en las campañas de visitas a los diferentes centros escolares de cada población ya que, en última instancia, jugarán un papel decisivo a nivel motivacional y en orden a despertar vocaciones.

Para ello, pensando en los “futuros estudiantes” deben aprovecharse, en positivo, concurrentes instrumentos formativos: plataformas de difusión de la oferta y servicios, jornadas de orientación en los institutos de secundaria, jornadas de puertas abiertas en los centros universitarios, participación activa de las universidades en experiencias formativas a desarrollar en la educación secundaria, y elaboración de publicaciones e informaciones en formato virtual sencillo y atractivo para un público adolescente.

Solo si antes de acceder a la universidad ponemos los cimientos de la formación académica y profesional del alumnado, estaremos en condiciones de evitar esa tan negativa proliferación de estudiantes universitarios que, tras cursar el primer curso del Grado que han elegido, descubren qué esa no es su vocación y abandonan su formación superior o, en el mejor de los casos, tras la correspondiente frustración, se encaminan a otra especialidad, tras perder un valioso año de sus vidas.

Orientación académica y profesional durante la vida universitaria

Orientación académica y profesional que lejos de acabar con el acceso al sistema universitario, debe prolongarse a lo largo y ancho de toda la vida universitaria del alumnado. Tarea que resulta útil iniciar con las jornadas de bienvenida a los estudiantes de primer curso del Grado, pues ofrecerán una cierta seguridad y acompañamiento a quienes, por vez primera, se ven inmersos en una nueva experiencia vital y formativa que poco tiene que ver o debiera tener que ver con la enseñanza primaria y secundaria; así como con la definición e implementación de programas de acogida adaptados a los diferentes perfiles del alumnado de nuevo acceso, de alojamiento e, incluso, de asesoramiento sobre servicios que presta la universidad y seguros.

Formación que debe continuar con un constante servicio de orientación por parte de la universidad, con implicación del propio alumnado de los cursos superiores del Grado, que permita al alumnado adaptarse a su propia realidad académica y vital (por ejemplo, sabiendo, según su situación familiar y laboral, cuál debe ser su itinerario de matrícula más idóneo), así como ir conociendo, paulatinamente, cuáles pueden ser las mejores salidas profesionales, derivadas de su futura titulación, que mejor pueden adaptarse tanto a sus preferencias, conocimientos, competencias y habilidades, como también a la realidad, en cada momento particular, del mercado laboral. En esta línea, bien podría hablarse de un modelo de “Pasaporte para la Profesión”.

En este punto resulta especialmente útil la organización de un equipo de orientadores de cada facultad, que están llamados a diseñar un conjunto de actividades de orientación llamadas a facilitar la construcción del proyecto personal y profesional del alumnado en beneficio de su futura incorporación al mercado de trabajo, así como la elección de su mejor itinerario de “formación continuada”. Actividades que deben organizarse a la medida de lo que sea más adecuado para cada titulación y con participación activa de profesionales del mundo de la empresa o la administración que puedan exponer su experiencia profesional respecto a salidas profesionales vinculadas con los contenidos propios de cada Grado, Máster o Doctorado.

Orientación académica o profesional posterior a la universidad

En un mundo y mercado laboral tan cambiante cada vez adquiere una mayor relevancia la formación continuada del alumnado. La universidad no termina con el Grado. Así, junto a los estudios de Máster oficiales, algunos de ellos habilitantes para el ejercicio de una profesión, como así acontece, por ejemplo, con los de Abogacía; cada institución universitaria, de la mano de un trabajo conjunto y compartido con el tejido productivo y social que le rodea, debe ser capaz de ofrecer un modelo de formación continuada basado en cursos de extensión universitaria, postgrados o masters no oficiales, que responda a las necesidades del mercado laboral que, de forma directa, demanden sus propios egresados.

Unos titulados que, a diferencia de lo que cabe apreciar en el momento presente, no pierdan su sentimiento de pertinencia a la universidad y la sientan como propia a lo largo de toda su vida. Todo lo cual, además, si se hace bien, puede acabar por potenciar no solo la concienciación participativa en el sistema universitario de los llamados “alumni”, sino también su implicación en clubs organizados en función de la realidad que es propia de diferentes ámbitos de conocimiento. Una comunidad de antiguos alumnos que debe implicarse en el intercambio de conocimiento, de relaciones, de identificación de oportunidades, en el asesoramiento en la carrera profesional, en actividades formativas de orientación y en la ayuda a las iniciativas de emprendimiento.

Conclusión

Como así me supieron transmitir, desde mi primer día en la universidad, ésta no puede ni debe ser vista como una fábrica de titulados que adquieren conocimientos (a veces demasiado teóricos), competencias y habilidades en el aula universitaria; sino, antes al contrario, como una experiencia vital en mayúsculas (suelen recordarse como algunos de los mejores años de nuestra vida) en la que cabe aunar formación especializada en una materia, formación a nivel personal y formación profesional orientada a la actividad laboral, ya sea en el sector público o privado. Una vez más, universidad, sociedad y empresa se sitúan en una clara situación de dependencia recíproca que tiene mucho que aportar en aras a la orientación y formación académica y profesional de nuestro alumnado.

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Comentarios
  1. BAHAMONDE FALCON LUIS dice: 29/04/2022 a las 12:32

    Es muy estimulante que una profesora joven de la Universidad de Barcelona, manifieste una preocupación sobre uno de los temas pilares de nuestra sociedad la educación, y relativos a la inserción laboral efectiva de nuestros jóvenes.

    Es cierto que su propuesta de un inicio de la promoción laboral de nuestros jóvenes debería iniciarse en la enseñanza secundaría y bachillerato, pero tambien como bien indica, en los primeros años de formación universitaria.

    Su propuesta debería de hacer reflexionar a nuestra administración y tejido social entre los que me incluyo en que una decidida participación en la transferencia del conocimiento profesional y laboral nos sacará de este pozo de mas del 30 % de paro juvenil, aún bien formado. Es muy triste por nuestra parte de reconocer graduados universitarios en las taquillas de los cines o de cobradores en los supermercados, además de la frustación personal, se añade el despuilfarro de recursos que financian parte de su formación.
    Por nuestra parte como Agencia INNOBAIX, siempre estaremos dispuestos a colaborar en hacer posible la inserción laboral de nuestros jovenes debidamente formados.

    Muy cordialmente

  2. Leticia Artiles dice: 29/04/2022 a las 18:32

    Muy oportunos los criterios que ofrece la profesora. Como complemento considero que un complemento es desarrollar capacidades en la gobernanza universitaria para trazar estrategias en la inclusión de la Investigación Formativa, atendiendo las relaciones que se establecen entre las asignaturas de la malla curricular, horizontal y verticalmente; formar pirámides de formación que articulen a los estudiantes de diferentes asignaturas, de diferentes años, donde se produzcan el mismo accionar del proceso de enseñanza aprendizaje, un conocimiento multi e interdisciplinar que desarrolle sus capacidades de problematización e integración de la realidad social en la que se va a insertar, en ese mercado trabajo que al hoy es de alta complejidad. Es obligado que esos procesos lo realicen las universidades vinculadas a su entorno económico, social, político real, y para ello en la planificación y organización tener en cuenta las partes interesadas empresas, industrias, sociedad civil y otros que son los receptores de los futuros graduandos

  3. Nacho Varela dice: 07/11/2022 a las 12:11

    Opino que el comentario que me antecede y que firma Leticia Artiles es un buen ejemplo de algo que hay que evitar en el día a día de la Universidad: el lenguaje críptico, tan común en el mundo académico, y que no es más que la manifestación de la falta de rigor y saber, con palabras y expresiones rebuscadas que no llevan a ningún sitio.


¿Y tú qué opinas?