Sociedades científicas, universidad e investigación matemática

Las sociedades científicas constituyeron el primer eslabón en la organización de los investigadores matemáticos desde mediados del siglo XIX. A modo de ejemplo la London Mathematical Society fue fundada en 1865 con el fin de promocionar y extender el conocimiento matemático, sirviendo como referente para la American Mathematical Society, que tiene su origen en la New York Mathematical Society creada en 1888.

En nuestro país, la Real Sociedad Matemática Española (RSME) tiene sus orígenes en la Sociedad Matemática Española fundada en 1911 por un grupo de matemáticos, entre los que se encontraban Luis Octavio de Toledo y Zulueta y Julio Rey Pastor. La iniciativa surgió en el primer congreso de la Asociación Española para el Progreso de la Ciencia (AEPC), donde se planteó la conveniencia de constituir una sociedad de matemáticas con la finalidad de contribuir al asentamiento de la matemática en nuestro país, en la línea renovadora e impulsora de la ciencia protagonizada por la Junta de Ampliación de Estudios en unos momentos en el que el papel de la universidad carecía del protagonismo que tiene en la actualidad.

Fruto de ello fue la denominada Edad de Plata de la Ciencia Española, que fue brutalmente interrumpida por la contienda de 1936-1939 e hibernada durante los años de la dictadura franquista.

Con la eclosión del sistema universitario a partir de los años 70, la investigación matemática ha conocido un impulso espectacular en nuestro país.  Esta aportación al blog desea poner de manifiesto que, en unos momentos de incertidumbre y cierto pesimismo, debemos aportar soluciones colectivas e ilusionantes desde la perspectiva de la Real Sociedad Española de Matemáticas (RSME) a los problemas suficientemente diagnosticados en nuestro sistema de I+D y que requieren de acciones urgentes e inmediatas.

El grado de Matemáticas se imparte en 25 universidades, con una oferta de gran atractivo (en términos de más altas notas de corte en las PAU), con dobles grados en áreas como Matemáticas/Física, Matemáticas/Computación, Matemáticas/Economía, que muestran la flexibilidad en una formación integral perfectamente alineada con las universidades más prestigiosas del mundo.

Ocho universidades españolas figuran entre las 200 primeras del mundo en Matemáticas y la producción matemática española representa el 4% del total mundial.

Ocho universidades españolas figuran entre las 200 primeras del mundo en nuestro campo, la producción matemática española representa el 4% del total mundial, con un índice de impacto superior a la media y ocupando posiciones destacadas (entre el 8 y 10 lugar durante los últimos 10 años) en el ranking mundial de publicaciones de matemáticas. Numerosos matemáticos españoles figuran en los comités editoriales de prestigiosas revistas de nuestro campo. Este trabajo bien hecho es el reflejo de un compromiso colectivo de una generación de matemáticos que, a mediados de los años 70, rompió el corsé provinciano, realizó estancias postdoctorales en universidades de referencia en el ámbito anglosajón y trató de reproducir las buenas prácticas contempladas y vividas en esos centros.

Pese a las limitaciones de la estructura universitaria, se pudieron llevar a cabo iniciativas de gran visibilidad internacional  como la celebración del año mundial de las Matemáticas en 2000, el International Congress of Mathematicians (ICM) en Madrid en 2006 y, en 2019, Valencia acogerá el International Congress of Industrial and Applied Mathematics (ICIAM). Esa capacidad organizativa, reconocida a nivel internacional, constituye una excelente carta de presentación ante la sociedad española por parte de un colectivo científico no muy numeroso (unas 3.500 personas) y cuya labor es desconocida por amplios sectores de nuestro país.

La estructura universitaria ha sido el gran soporte para el asentamiento de los investigadores en Matemáticas, pero la crisis iniciada en 2008, con la cadena de recortes económicos en la financiación de proyectos, contratos pre y post doctorales y estabilización de los investigadores, puede generar un camino sin retorno que amenaza con quebrar sustancialmente la solidez de nuestra actividad.

La búsqueda de una reflexión transversal sobre los problemas a medio y largo plazo debe ser fruto de una reflexión colectiva de las instituciones universitarias, los centros de investigación como el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT-CSIC-UAM-UCM-UC3M), el Basque Center of Applied Mathematics (BCAM), ambos reconocidos como centros Severo Ochoa, el CRM, los institutos universitarios, pero también las sociedades científicas como la RSME, la Sociedad Española de Matemática Aplicada (SEMA), la Sociedad de Estadística e Investigación Operativa (SEIO), la Societat Catalana de Matemáticas (SCM). Situaciones lamentables, como el impago de cuotas anuales a la Unión Matemática Internacional (IMU) por parte del MINECO en el período 2012-2014, han generado un vacío  que ha sido cubierto con el traspaso por parte del Ministerio al Comité Español de Matemáticas (que agrupa las sociedades matemáticas antes señaladas)  del estatuto de organización adherida y que, en consecuencia asume la representación de nuestro país ante la IMU.

En unos momentos en que se habla de pactos por la ciencia, por la educación, entre otros, me gustaría señalar algunos prerrequisitos que, desde la perspectiva de la comunidad matemática, son indispensables para avanzar en la consolidación de nuestra posición a nivel internacional.

  1. Estabilidad en las políticas de recursos humanos en el medio y largo plazo, con un énfasis especial en el período predoctoral y postdoctoral. La conjunción de acciones entre universidades, institutos de investigación y las administraciones autonómicas y estatal es fundamental.
  2. Atracción y retención del talento matemático en el ámbito internacional, cambiando de manera radical los modelos de contratación existentes en la actualidad y aproximándonos a la figura del tenure track.
  3. Programas de financiación no sólo de proyectos «convencionales» sino también de los llamados «retos», junto con el apoyo a las redes temáticas ya existentes y que constituyen la argamasa organizativa de referencia en el momento actual.
  4. Fomento de una mayor presencia internacional de los matemáticos, no sólo en los centros de decisión (españoles y europeos) sino también en el seno de las sociedades matemáticas internacionales.
  5. Desarrollo del tejido asociativo a través de sociedades científicas que pueden ofrecer una reflexión «desde fuera»  del entramado institucional universitario con una perspectiva autónoma , que no neutral, sobre algunos de los problemas anteriormente señalados.

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