¿Perderemos el tren de la transformación digital?
La transformación digital consiste en una completa reconversión de los modelos de negocio y de las interacciones basada en las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). No debe confundirse con la digitalización, que en una de sus acepciones consiste en la mejora de las operaciones y los procesos utilizando las TIC. Puede ver un análisis más profundo y detallado en el excelente artículo de Faraón Llorens “Transformación digital versus digitalización”.
A principios del siglo pasado, los países y sociedades que fueron capaces de acometer la revolución industrial han sido mucho más productivos, tienen economías más fuertes y estables, disponen de puestos de trabajo de mayor calidad y valor añadido, y disfrutan de un elevado estado de bienestar. Igualmente, los países que sean capaces de realizar su transformación digital disfrutarán de todas esas ventajas a lo largo de las próximas décadas. Y no hay sitio para todos: al igual que con la revolución industrial, los primeros países que se digitalicen saturarán la capacidad productiva, dejando muy atrás a los países que lleguen más tarde.
España es líder mundial en despliegue de fibra óptica, en penetración del DNI digital y en diversos otros indicadores de capacidades digitales. Sin embargo, nuestros indicadores de transformación digital son muy pobres. Esto genera una tremenda paradoja que nos lleva a preguntarnos: ¿por qué no estamos aprovechando nuestras capacidades para ser líderes en transformación digital?
La transformación digital está teniendo un impacto similar al que tuvo la revolución industrial.
España necesita, por tanto, realizar una fuerte inversión en transformación digital para no perder esta nueva revolución industrial que supondrá un completo cambio de la estructura socioeconómica.
Áreas en que el COVID-19 ha impulsado la transformación digital
La crisis del COVID-19 ha supuesto, en cierta forma, un avance de las grandes ventajas que la transformación digital traerá consigo. Pueden resumirse en las siguientes áreas:
- Teletrabajo.
- Comercio electrónico.
- Telemedicina personalizada.
- Docencia digital.
- Administración digital.
- Vehículo autónomo eléctrico.
- Industria Conectada 4.0.
Todas estas áreas de cambio producirán conjuntamente una transformación urbana, una transformación rural y una transformación laboral. A continuación, detallo las ventajas de dos de dichas áreas que son de particular importancia en el ámbito universitario: el teletrabajo y la docencia digital.
Ventajas del teletrabajo en la universidad
La crisis de la COVID-19 ha forzado a las universidades a implantar teletrabajo de forma masiva y en un muy corto espacio de tiempo. Está claro que el teletrabajo no ofrece la productividad, la interacción, la facilidad de intercambio ni la buena química personal que ofrece el trabajo presencial. Sin embargo, el teletrabajo ofrece importantes ventajas que es conveniente analizar.
- Mayor tiempo disponible. En áreas urbanas, puede suponer un aumento del 18,8% ya que se gana 1,5 horas/día de transporte sobre una jornada de 8 horas diarias. Este ahorro de tiempo puede utilizarse en parte para el trabajo, para compensar la menor productividad inherente al teletrabajo. Esto se podría hacer con un cierto incremento de la jornada, en función del tipo de trabajo que se desarrolle. El resto de este ahorro de tiempo se podría dedicar a actividades personales y familiares.
- Mejor conciliación laboral-familiar. Se puede disfrutar de la comida con la familia, y parte del ahorro neto de tiempo que supone puede dedicarse a la vida familiar y personal.
- Mejora del bienestar. La supresión del transporte con el cansancio y estrés que conlleva implica una mejora del bienestar personal, y una reducción del riesgo de accidentes.
- Reducción de emisiones CO2. La reducción del transporte supone una reducción de emisiones en torno a 1,5 Toneladas por persona y año, en el supuesto de que se trasladen al trabajo en automóvil de una persona de ocupación.
- Mayor control de epidemias. El teletrabajo permite reducir los contactos humanos tanto durante el transporte como en el centro de trabajo, contribuyendo a un mejor control de epidemias.
- Mayor flexibilidad. Permite a la universidad y al trabajador establecer un rango de condiciones de trabajo mayor que el actual, ligado únicamente a la presencia física y al control horario. El teletrabajo facilita, tanto al trabajador como a la universidad, la realización de contratos indefinidos en base a una cierta tasa de producción. Este compromiso de producción permite, en los casos en que es posible, que el trabajador desarrolle su labor en la jornada de su conveniencia, siempre que cumpla con las ratios de producción contratados. Si se ha contratado la tramitación de un cierto número de expedientes semanal, el trabajador puede realizarlos a su conveniencia por las mañanas, por las tardes, unos días por la mañana y otros por la tarde siempre que al final de la semana haya producido la cantidad establecida.
Lógicamente, este tipo de pacto no es posible en todos los puestos de trabajo, pero sí en muchos de ellos. Incluso fuera del ámbito universitario, con la introducción de la Industria Conectada 4.0 y el concepto de “gemelo digital”, el teletrabajo es crecientemente posible en entornos fabriles.
Finalmente, la realización de reuniones por teleconferencia o por sistemas de presencia virtual reduce la necesidad de viajes largos, con la consiguiente reducción de CO2 del transporte aéreo.
Ventajas de la docencia digital en las universidades
Con la crisis de la COVID-19 se ha visto que la enseñanza masiva a distancia es perfectamente viable. Si bien es de una calidad claramente inferior a la enseñanza presencial, tiene también importantes ventajas que merece la pena destacar.
- Supresión del transporte. La docencia digital comparte con el teletrabajo la supresión del tiempo del transporte, y las ventajas que de ello se derivan. Tenemos por tanto mayor tiempo disponible, mejor conciliación familiar, mayor bienestar, menores riesgos, y muy importante, menores emisiones de CO2.
- Mejor control automatizado, de forma personalizada, de la actividad de cada alumno. Integrando además herramientas de inteligencia artificial es posible realizar un seguimiento personalizado. Se podrá proponer al alumno actividades específicas y alertar de forma temprana de un rendimiento académico subóptimo. Algunos expertos proponen mejorar aún más estos sistemas incorporando técnicas de “empujoncitos” (“nudges”), que han demostrado una gran eficacia en distintos entornos.
- Agrupar a los alumnos por objetivos. La docencia digital permite además agrupar a los alumnos por nivel de objetivos de aprendizaje de una manera mucho más eficaz que con la enseñanza presencial. Cuando mayor es la homogeneidad de los objetivos de aprendizaje, mayor es la eficacia del sistema educativo. En un grupo en el que se combinan alumnos con objetivos de aprendizaje muy diversos, resulta imposible establecer un ritmo educativo adecuado. Lo que para algunos alumnos resulta inabarcable, para otros alumnos resulta conocido y desmotivador. Los grupos más homogéneos provocan un rendimiento académico muy superior.
- Ruptura de la barrera geográfica. En un momento en que crece la despoblación de grandes zonas geográficas, resulta esencial poder ofrecerles un nivel de empleo y de servicios comparable a los de las grandes ciudades. Una oferta de docencia digital pública de alta calidad (conjuntamente con ofertas de teletrabajo, telemedicina pública y teleadministración) contribuiría sustancialmente a invertir la tendencia de despoblación que se observa en muchos países, incluido el nuestro.
Para terminar, y al igual que en el caso del teletrabajo universitario, prescindir de la necesidad de una concentración de presencia física y las aglomeraciones que conlleva, permite controlar mucho mejor las epidemias.
Las bibliotecas digitales
La docencia digital lleva asociado también el concepto de bibliotecas digitales. Estas ofrecen inmensas ventajas respecto al concepto tradicional de biblioteca centralizada y con soporte en papel. Durante siglos, se ha considerado una figura de mérito de una universidad el número de títulos de que disponía su biblioteca. En un mundo que camina hacia la publicación en abierto y con un creciente ritmo de generación de conocimiento esa figura de mérito está totalmente obsoleta.
Actualmente, solo tiene importancia el volumen de contenidos actualizados al que se tiene acceso y no el volumen acumulado de contenidos almacenados localmente. Igualmente, tiene gran importancia la intensidad de uso de esos contenidos por parte de los investigadores y alumnos, lo que a su vez está muy relacionado con la facilidad de búsqueda y la facilidad de acceso a los contenidos.
Impulsando la transformación digital en las universidades
En España se hizo un esfuerzo para impulsar la transformación digital de la universidad a través del proyecto “UNITAL: Universidad Digital”. Esta propuesta de gran alcance está liderada por Dominion Global y Telcaria Ideas, con la participación de las universidades de Alcalá, Carlos III de Madrid, Coruña, Extremadura, Málaga y Vigo, y del centro de investigación ITER.
El proyecto plantea una ambiciosa estrategia de desarrollo del sistema UNITAL, como sistema de transformación digital universitaria basado en tecnologías TIC de softwarización y virtualización combinadas con técnicas de inteligencia artificial. Lamentablemente, esta propuesta no se ha podido poner en marcha hasta el momento. Mientras tanto, vamos perdiendo posiciones en digitalización universitaria respecto a los países de nuestro entorno y dimensión.
España debería plantearse una estrategia de reequilibrio de las inversiones en infraestructuras, reduciendo las inversiones en infraestructuras físicas (carreteras, aeropuertos, ferrocarriles, aparcamientos, …) y traspasar esos fondos a inversiones en infraestructuras telemáticas (sistemas y aplicaciones de teletrabajo, de docencia digital, de tele-administración, de industria conectada 4.0, de comercio electrónico, de telemedicina, etc). Nuestro país ya dispone de un nivel de infraestructuras físicas muy elevado (incluso excesivo), mientras que tenemos un considerable déficit de transformación digital. Al mismo tiempo, la rentabilidad socio-económica de añadir una infraestructura física adicional es mucho menor que la dedicar esos mismos fondos a la creación de múltiples infraestructuras telemáticas.
Estupenda reflexión. Creo existe una sensación colectiva de que siempre llegamos tarde y mal a los tres universitarios. Este tren no es una excepción…
«No hay mal que por bien no venga», solo que «Al mal tiempo, buena cara». Quien iba a pensar que, pese a lo que se vio como un peso inicialmente -tratar de hacer tele-actividades- hasta los ninos lo están tomando con entusiasmo, quizá mas que los adultos.