Universidad, sí; pero, para qué

Algo pasa en y con la Universidad. Se escuchan y publican continuamente opiniones sobre la Institución. En cualquier caso, « hay que arreglarla»; en ello, todos de acuerdo. Pero, cómo y para qué. Álex Rodríguez escribe: «Los comunistas, los fascistas, los herederos de la Ilustración. Todos ellos querían abolir el antiguo orden mundial para crear uno nuevo y supuestamente mejor. Ahora, en el siglo XXI, quienes levantan esa bandera son los profetas de Silicon Valley» [1].

La superioridad tecnológica, por su naturaleza, es efímera. En un momento de sus respectivas historias todas las grandes civilizaciones ─Babilonia, Egipto, China, Grecia, Roma─ tuvieron el estado del arte en sus manos. Cada una de ellas permitió que su ventaja se difuminara; la civilización marchitó cuando perdió el liderazgo tecnológico y, con ello, rindió el internacional. En Biblos, donde la princesa fenicia Europa fue raptada por Zeus, la gente deambula entre las ruinas de una veintena de civilizaciones. Cada una de ellas se consideró invencible o permanente.

¿Es la Universidad, en su conjunto, un «estado», una civilización?

Los estados, aun los más poderosos ─poder tecnológico, económico y político─, están descubriendo los límites de su influencia. Universitas magistrorum et scholarium, una corporación de docentes y discentes dedicada a la educación superior e investigación que data de 1088, siendo su alma mater la de Bolonia, está en su origen dedicada a la enseñanza de la ius gentium. Pudiera considerarse, también, la primera institución «global» por sus objetivos intelectuales e intercambio continuo de sus integrantes ─Constitutio Habita─, amén del hecho distintivo de la libertad académica [1]. Novecientos veintinueve años de liderazgo cultural global ─ni el estudio ni la investigación reconocen ni respetan fronteras, nacionales ni intelectuales─ es bastante tiempo; el suficiente para que comiencen a crujir las cuadernas.

Menos tiempo ha necesitado una simple frase para convertirse en una de las tradiciones más añejas y arraigadas de la Universidad de Wisconsin. La «Idea de Wisconsin», un principio general: la educación debe llegar a las vidas de la gente que viven más allá de las fronteras de la Universidad. La génesis de la idea se atribuye al primer presidente de la Universidad, Charles Van Hise quién, en 1905, declaró que: «I shall never be content until the beneficent influence of the University reaches every family of the state ». Con el tiempo, la idea representa el compromiso de la Universidad como servicio público.

¿Serán necesarias nueve centurias para que tal aspiración se globalice?

Michael M.E. Johns escribe: «At the turn of the century, this school of medicine [Johns Hopkins University School of Medicine] created the first rigorous, science-based medical curriculum in the nation. The curriculum was emulated by most medical schools and became the standard for medical education in this century. When I assumed the position of dean in 1990 ─en España se publicaba la LOGSE─ the dawn of Johns Hopkins’s second century was approaching […] When I gave [en 1996] Dr. De Angelis and her committee its charge, I suggested that our basic philosophy of medical education must be directed not toward creating a neurosugeon, a family practioner, a cardiologist, or a general pediatrician but toward creating an undifferentiated “stem cell” physician who is so well preparedd that he or she is fully capable of taking any career path after medical school. The new curriculum is preparing students for the demands and responsabilities of a new era of medicine, science, and medical arts[3]

Sigo con medicina por proximidad personal. En el libro, llamemos de texto, de cirugía en varias universidades norteamericanas y al pairo de lo anterior puede leerse: «The primary responsibility of medical schools is to educate medical students to become competent clinicians.» El prefacio concluye: «This educational package is designed to help you achieve your goal of becoming an adept clinican[4]

Por estos lares, en 1999, se firmaba la Declaración de Bolonia que daría lugar al Espacio Europeo de Educación Superior. Cualquier parecido con los ejemplos anteriores es pura coincidencia, en caso que haya alguna coincidencia. Debe salvarse el programa Erasmus ─Constitutio Habita─ por el que estudiantes motivados tienen la oportunidad de huir una temporada; lo menos importante es que traigan buenas notas; lo que interesa es que aprendan otras lenguas y conozcan otras gentes. La universidad, las innumerables y sobrantes universidades obsoletas ─siempre hay alguna excepción notable─  mantienen idénticos contenidos, utilizan textos milenarios ─en páginas y en algún caso conceptuales─; facultades que mantienen una visión medieval ─por favor, universidades, al menos, departamentales; pero, ojo, los justos─ y multitud de másteres, variopintos la mayoría. Todo a la carta del cuerpo docente y con el beneplácito de los órganos de gobierno conformado según criterios alquimistas. Sorprende el silencio de los discentes tan dados a la asamblea. Señalar que el movimiento «privado» consiguió, en términos generales, lo mismo pero con más árboles y verde.

Y no olvidar que cuando alguien quiere salirse del guión, la férrea administración velará por devolver a la senda establecida al descarriado.

Pacto educativo para primaria, secundaria y formación profesional, desde luego. Pacto Universidad-Sociedad- Empresa [5], también. Urge, primero porque se ha perdido el norte. Segundo, porque la «tercera revolución» [6] ─convergencia de las ciencias de la vida, ciencias físicas e ingeniería─  ha cogido, una vez más, desprevenidas a la mayoría de las universidades. Tercero, Google y NASA establecieron, en 2008 ─dos años antes en España se publicaba la LOE─, la Singularity University; al principio mantuvieron, exclusivamente, contacto con universidades punteras o admitían estudiantes «peculiares», pero ahora la política es incorporar departamentos punteros. «We prepare you to seize exponential opportunities», es su moto. En resumen, we prepare you para cerrar unas cuantas y, las que queden, empresalizarlas.

Notas

  1. Vanguardia, «El Imperio de Silicon Valley y su nuevo orden mundial», Dossier enero/marzo 2017; 63: 3.
  2. John Desmond Bernal, The Social Function of Science, London: Faber & Faber, 1939. Michael Polany, The Contempt of Freedom: The Russian Experiment and After, New York: Arno Press, 1940; The Logic of Liberty, University of Chicago Press.
  3. Catherine D. De Angelis, «Foreword», The Johns Hopkins University School of Medicine Curriculum for the Twenty-first Century, Baltimore&London: The Johns Hopkins Unversity Press, 1999; p. vii. Michael M.E. Johns (n. 1941), se incorporó a la Universidad Johns Hopkins en 1984 como Jefe del Servicio de ORL & Cirugía Cabeza y Cuello; fue nombrado decano en 1990, cargo que desempeñó hasta 1996. Cuando M.M.E. Johns escribió este prefacio ocupaba el puesto de Executive Vice President of Health Affairs. The Robert W. Woodruff Health Science Center. Atlanta, Georgia, USA. En la actualidad desempeña puesto similar, en el gabinete del presidente de Emory University.
  4.  Peter F. Lawrence, senior ed., R.M. Bell & M.T. Dayton, eds., «Preface», Essential of General Surgery, Filadelfia: Lippincot Williams & Wilkins, 1997; pp. v-vi (5ª ed., 2012). El libro tiene un total de poco más de 550 páginas lectivas aliviadas por multitud de figuras y esquemas, y contiene la totalidad de la cirugía que un estudiante debe conocer. En 2013 aparecería a LOMCE.
  5. «The best thing to do now, if you want to change the world, is to start a company », Mark Zuckerberg a Katherine Losse, The Boy Kings: A Journey into the Heart of the Social Network, New York: Free Presss, 2012.
  6. National Research Council of the National Academies, Facilitating Transdisciplinary Integration of LIfe Sciences, Physical Sciences, Engineering, and Beyond, Washington, D.C.: The National Academies Press, 2014. Phillip A. Sharp et al., The Third Revolution: The Convergence of the Life Sciences, Physical Sciences, and Engineering, Washington, D.C.: MIT Press, 2011.

 

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Comentarios
  1. Francisco Miguel Martínez Verdú dice: 08/02/2017 a las 20:08

    Me ha gustado este tipo de síntesis, y enfoque. Estamos ante una competición global entre Universidades, http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-02-08/profesores-matematicas-globalizacion_1328111/ ,
    y un diseño difuso, pero con directrices más transparentes hacia la armonización (globalización), del futuro socio-económico y tecnológico de la humanidad.
    Y la Universidad no será la misma que ahora para dentro de 50 años …, e incluso su núcleo histórico: http://www.magisnet.com/noticia/24813/en-abierto/la-ensenanza-en-las-aulas-del-futuro.html .
    Y no sé yo si estaremos preparados para implementar eficazmente innovación educativa para lo que viene, tal como se ha analizado recientemente en algunos entradas en este blog colectivo.


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