Viviendo tiempos interesantes… en una «universidad europea».

Mi universidad, la Universidad de Cádiz, es una institución de tamaño medio en el contexto nacional: está dentro del corte de las 1.000 mejores universidades de Shaghai (ARWU 2022) y, como todas las universidades de tamaño medio con una oferta generalista, capea los temporales financieros y normativos con menos recursos que las grandes y con menos ligereza que las pequeñas. Nuestra distinción, en términos bourdieanos, siempre ha venido de nuestros estudios pluri-disciplinares en torno a lo marino-marítimo, de nuestro campus de excelencia internacional CEIMAR y de nuestra conexión con el territorio –de la necesidad virtud ya que tenemos cuatro campus por toda la provincia de Cádiz–. En ese contexto, a principios de 2018, nuestro Rector de entonces recibió la información de una convocatoria inminente de la Comisión Europea para lanzar unos “súper-campus” en las que sería difícil alcanzar el corte en la primera convocatoria, pero en la que era posible aprender mucho para las siguientes.

Universidades Europeas: una propuesta de intercambio que supera a ERASMUS+

Esa convocatoria de súper-campus europeos tuvo padrino, aunque con más grandeur que nuestro José Luis López Vázquez. Según nos han repetido hasta ya la saciedad, en septiembre de 2017, el presidente francés Emmanuel Macron, durante su discurso de la Sorbona sobre el futuro de Europa, pidió la creación en 2024 de veinte universidades europeas para construir “una red de universidades en toda Europa con programas que hagan que todos sus estudiantes estudien en el extranjero y tomen clases en al menos dos idiomas “. Ese “todos” no intuía ni por asomo la llegada en dos años y medio de una pandemia de muerte y desigualdad. La iniciativa de Universidades Europeas se apruebó en la Cumbre Social de Gotemburgo en noviembre de 2017 para impulsar redes de universidades en toda la UE que permitirían a los estudiantes obtener un título al combinar estudios en varios países de la UE y contribuir a la competitividad internacional de las universidades europeas.

Subyacía la idea de dar un “salto cuántico” a partir de las mejores prácticas de ERAMUS +.

En el fondo, subyacía la idea de diseñar, con algo de antelación, universidades que ganasen en tamaño y en internacionalización para ocupar el espacio que, de hecho, en enero de 2020 dejaría la salida de las Universidades británicas como consecuencia del Brexit. Se trataba de partir de esa buena idea que siempre ha sido el programa ERASMUS+ pero superándolo en ambición, aunque más adelante ya veremos que no en recursos.

¿Era posible entrar a formar parte de esa alianza?

Nuestro Rector de aquella época reclutó a un catedrático de la Universidad como delegado del Rector para las Universidades Europeas y le pidió un resultado concreto: “intenta que entremos en la primera convocatoria, pero, si no, que sea en la segunda”. Este Profesor, junto a otro compañero de fatigas de su mismo departamento, comenzó a recorrer distintos puntos de Europa buscando socios adecuados para conformar una alianza de universidades europeas en el que el mar fuera su contexto, pero no su especialización. Es decir, entre junio y octubre de 2018, con un modesto powerpoint, un puñado de buenas ideas y mucha ilusión iniciaron un periplo con éxitos y fracasos por diferentes universidades que reunían el perfil y respetaban un “balance geográfico” adecuado.

Tras el lanzamiento de la primera convocatoria en octubre de 2018 y hasta febrero de 2019 en que se cerró, los representantes de las seis universidades que constituyeron la alianza fueron pergeñando un diseño de universidad piloto para tres años muy ambicioso, social e innovador. Se incluyeron estructuras de gobernanzas que suponían un ensayo de lo que podría ser una universidad europea con estatus legal en el futuro y, así, nació SEA-EU, the European University of the Seas.

Formación de la alianza

El 26 de junio de 2019 llegó la noticia sorprendente, hasta para nosotros, de que nuestra alianza era una de las 17 elegidas.

Aquel día lo vivimos como si hubieran designado a nuestra pequeña ciudad como sede de unas olimpiadas.

En el fondo, se repetía ese cuento entrañable pero episódico del pequeño que entra en el club de los grandes. ¡Entre 54 alianzas candidatas, éramos uno de las 17 seleccionadas! Poca gente fue consciente del esfuerzo que supuso y, sobre todo, del impulso que suponía para una universidad media liderar una ilusión de esta magnitud.

Y, a mí, en una primera época en segunda línea y ya más recientemente en el corazón del equipo de coordinación de la Alianza me ha tocado vivir, según el proverbio chino, tiempos interesantes.

Sí, tiempos interesantes porque he ido viendo cuántas personas en mi universidad y en las universidades socias han creído en el enfoque, he contemplado como se rompían barreras impensables hace unos años y cómo, poco a poco, aunque no al ritmo que nos gustaría, la idea de una universidad europea se iba abriendo paso. Para la primera fase (2019-2022) la financiación fue de 5 millones de euros.

Participación actual de universidades europeas

Actualmente, tras las sucesivas convocatorias en 2019, 2020 y 2022, hay 44 universidades europeas activas y con financiación integrando a 340 instituciones de educación superior, lo que supone que un 8% de las universidades europeas pertenecen a alguna alianza reconocida y financiada bajo esta iniciativa (véase tabla 1 inferior).

Gráfico 1: Balance de la Iniciativa de Universidades Europeas por países (mejorar).

Alemania, Francia, España y Polonia (como se observa en la gráfica 1) encabezan el ranking de países con mayor número de universidades incluidas en alianzas.

España aumenta en siete universidades su presencia en la Iniciativa de Universidades Europeas

¿Hasta dónde quiere llegar la Estrategia Europea de Universidades?

El objetivo marcado por la Estrategia Europea de Universidades es apoyar a un total de 60 alianzas de universidades europeas que incorporen a más de 500 instituciones de educación superior a mediados de 2024, para lo que se dedicará 1,1 billones de euros del programa Erasmus+ en el periodo actual 2021-2027.

En el caso de nuestra alianza SEA-EU, en julio de 2022, recibimos de nuevo, quizás ya con algo menos de efusión y sorpresa, la publicación de los resultados de esta tercera convocatoria por la que conseguíamos renovar la financiación de nuestra alianza obteniendo 14,4 M€ de financiación directa (18M€ con la cofinanciación de las nueve universidades) para desarrollar la alianza en el período 2023-2026. A los seis socios pioneros (Cádiz, Brest, Kiel, Gdansk, Split y Malta), incorporamos tres nuevas universidades socias (Algarve, Parthenope Nápoles y Nord). Pasamos así, al menos para los próximos cuatro años, a compartir un súper-campus con más de 150.000 estudiantes y 18.000 profesores y personal no académico.

Y ahora, en el interregno entre la primera fase que estamos a punto de finalizar y la segunda que nos llevará al menos hasta 2026, es un buen momento para hacer balance de esta iniciativa y para animar a aquellas universidades españolas que no lo han conseguido a que perseveren en la convocatoria recientemente abierta por la Comisión Europea.

Algunas reflexiones sobre la iniciativa y su funcionamiento

Problemas de «marca» y de objetivos

La primera reflexión tiene que ver con la marca confusa elegida por la Comisión Europea para esta iniciativa: “universidades europeas”. ¿No son el resto de las universidades individuales ya universidades europeas? La etiqueta además es larga cuando terminas añadiéndole el acrónimo y el nombre de tu alianza. Hay que sumarle que el sello que distingue esta iniciativa es poco usable como distintivo y genera confusión. En fin, que hubiéramos ganado mucho, en el nivel de reconocimiento externo de la marca, con el uso de alguna fórmula cercana a súper-campus europeo o similar.

¿Cómo gestionar ese altísimo nivel de exigencia de los objetivos de la convocatoria y el todavía mayor nivel de expectativas de nuestras comunidades?

La segunda conclusión proviene de la distancia existente entre los objetivos de la iniciativa y los recursos que se le asignan. La creación de estos consorcios es tan buena idea que cuando la explicas a las comunidades universitarias y a grupos de interés es asumida con rapidez y con entusiasmo. ¿Y cómo gestionar ese altísimo nivel de exigencia de los objetivos de la convocatoria y el todavía mayor nivel de expectativas de nuestras comunidades? Para explicarlo mejor veamos el objetivo de esta iniciativa que tiene como lema “construyendo las universidades del futuro”:

“The European Universities initiative is pivotal to achieving the ambitious vision of an innovative, globally competitive and attractive European Education Area by 2025, in full synergy with the European Research Area and the European Higher Education Area, by transforming the institutional cooperation between higher Education institutions and bring it to the next level. It mobilises all four missions of Higher education institutions: education, research and innovation and service to society. They will test diverse innovative and structural models for implementing and achieving systemic, structural and sustainable cooperation, in full respect of higher education landscape diversity. They will serve as inspiration for the wider higher education sector.”

Recursos

Vistos los objetivos, veamos los recursos: si por ejemplo dividimos la financiación de la primera fase (5M€) entre, por ejemplo, una alianza con seis universidades el resultado es que, aproximadamente de media, cada universidad tiene la cantidad de 277.000 euros por año para conseguir este objetivo. Si hacemos la misma operación, en el caso de una alianza con nueve universidades que han renovado su financiación, descubrimos que los 14,4M€ suponen una financiación media para cada uno de los cuatro años de la segunda fase de 400.000 €.

¿Es posible atender el reto de transformar la cooperación institucional entre las instituciones de educación superior para llevarla al siguiente nivel, movilizando las cuatro misiones: educación, investigación e innovación y servicio a la sociedad? ¿Y, además, hacerlo probando modelos innovadores de cooperación y al mismo tiempo ser inspiración para otras universidades y redes? La respuesta es clara: es casi imposible, pero no vamos a dejar de intentarlo.

Estructura

Mi tercera aportación a este personal balance proviene de la carrocería sobre la que estamos diseñando estas alianzas ya que lo estamos haciendo desde las normas y procedimientos de un Erasmus+ puro en las dos primeras convocatorias y de un erasmus + con enfoque financiero lump sum (financiación a tanto alzado) para esta última. Una alianza no es un proyecto europeo organizado conforme a paquetes de trabajo: requiere de una arquitectura institucional diferente y “ad hoc” y, probablemente, cuando estas alianzas avancen en su estatus legal los cambios lleguen a este programa.

Investigación e innovación

Aunque la lista de temas para el debate sería amplia, finalizo con una reflexión sobre el lugar de la investigación y la innovación en esta iniciativa. Es evidente que un campus europeo del futuro no podrá tener estructuras y recursos estables y mutualizables de investigación con estos presupuestos que hemos detallado anteriormente. Se nos aportó una solución parcial y poco competitiva a través de de una convocatoria específica del programa europeo “Science with and for Society” (SWAFs) pero lo que parece necesario es incrementar los recursos para robustecer nuestros equipos y recursos de forma que nos permitan competir en las convocatorias específicas con posibilidades reales.

Este próximo cuatrienio para las 16 alianzas pioneras será un período, al mismo tiempo, emocionante pero decisivo ya que por encima de fórmulas legales tendremos que ponernos de acuerdo en qué competencias, títulos y servicios compartiremos y cuáles se quedan para el ámbito específico de cada universidad.

Mirando al futuro

Como dice nuestro Rector actual, “en los últimos tres años he hablado más con el Rector de Gdansk que con el de Salamanca”. Quizás porque ahora tenga más intereses en común con la universidad polaca que con la casa matriz de Unamuno.

Y a pesar de nuestros enfoques de mejora con la iniciativa, los que colaboramos en estas alianzas de universidades europeas sólo seguimos viéndole aspectos positivos a la misma, aunque llegue un momento de cansancio y es que vivir “tiempos interesantes” tiene también su parte de maldición, bendita maldición.

Enlace a la nueva convocatoria de Universidades Europeas

 

Comentarios
  1. Carmen Perez-Esparrells dice: 28/10/2022 a las 18:25

    Una acertada reflexión desde la experiencia sobre la problematica entorno a la marca «Universidad Europea» y su futuro de éxito en el panorama internacional.

  2. L dice: 01/11/2022 a las 00:50

    El problema de fondo, es que es un concepto poco definido. Una universidad es un colectivo de académicos y alumnos que conviven juntos; la fórmula de universidad europea trata de expandir este concepto a favor de un colectivo más amplio aglutinando a varios de estos grupos en varios países. Pero pero tampoco crea nada nuevo tangible. Ciertamente no es una universidad virtual, porque los profesores no conviven, y en general no se conocen ni en el mismo área de cada cual. Tampoco la mayor parte de ellos tienen a priori un particular interés en tratarse. Es una asociación comercial difusa, con una marca que si tiene éxito podría canibaliza la propia de cada universidad, y por tanto su fortaleza debilitaría la propia. Puede proporcionar recursos Europeos, supongo que es el motor principal. Beneficia a algunos alumnos a los que les gusta viajar, al proponer titulaciones con estancias consecutivas en diversos países, un súper Erasmus. Más allá de esto, todavía no tengo muy claro lo que se propone. No creo que nadie lo tenga claro. Quienes se han involucrado encuentran posibilidades tal vez, pero no se sabe para que. Por el momento mucho ruido y pocas nueces. Y las universidades que deberían ser nuestro modelo, casi todas en Estados Unidos o el Reino Unido, ciertamente no han triunfado haciendo esto,

  3. […] el nombre nos suscita las mismas dudas que a Antonio Javer González en su entrada publicada en este mismo blog y a pesar de la alta tasa de participación de las universidades españolas en estas “alianzas”, […]


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