Alianzas «Universidades Europeas» en la encrucijada (I): nuevas oportunidades

En la entrada de hoy y en la que publicaremos el jueves 23 han colaborado tres reconocidas autoridades en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES): Peter van der Hijden (Utrecht University) es un experto independiente con destacada experiencia directa de las Alianzas Universidades Europeas. Guy Haug, miembro de Studia XXI y editor de este blog, es uno de los arquitectos del EEES y experto en el desarrollo de políticas y estrategias para instituciones en el ámbito internacional. Carmen Pérez Esparells es Directora de Calidad univerdad y experta en financiación universitaria y en rankings globales.

 

La «Iniciativa Universidades Europeas» desplegada desde 2017 marca una nueva etapa más institucional, transformadora, holística, intensiva y de largo plazo en la cooperación universitaria europea.

Aunque el nombre nos suscita las mismas dudas que a Antonio Javer González en su entrada publicada en este mismo blog y a pesar de la alta tasa de participación de las universidades españolas en estas “alianzas”, sus profundas implicaciones estructurales y estratégicas siguen siendo poco conocidas en las plantillas universitarias, tanto PDI como PAS, y aún más entre el alumnado.

No se trata de una mera extensión de los tradicionales programas de movilidad y cooperación apoyados desde décadas por ERASMUS (+).  Nos encontramos ante un salto de gran alcance, que implica un elevado nivel de ambición en las políticas de Educación Superior totalmente nuevo en Europa, que combina nuevas oportunidades y caminos futuros por definir con algunas incertidumbres y riesgos.

Alianzas institucionales de gran alcance

El propósito de estas alianzas es abrir la puerta a transformaciones fundamentales en la docencia, la investigación y la gobernanza universitarias, lo que puede afectar hasta sus principios fundadores, como la autonomía institucional, la libertad de cátedra o la rendición de cuentas.

La expectativa de la UE es que las universidades socias definan de manera cada vez más común aspectos claves de su misión y sus estrategias, fomentando la excelencia y la relevancia docente e investigadora, la inclusión, la digitalización, la competitividad y la sostenibilidad.

Para ello, deben romper con la idea de espacio físico y movilizar, alinear, compartir, actualizar y ampliar sus recursos humanos (docentes, investigadores y gestores) y físicos, es decir, lo que podría llamarse una mini-fusión o meta-alianza. En noviembre de 2022, Peter Maasen, Bjorn Stensaker y Ariana Rosso, categorizan las alianzas como «meta-universidades» caracterizada por un complejo mix de cooperación y de competición entre los socios, en un artículo publicado en Higher Education.

Ejemplos de esta integración podrían ser la construcción de un campus virtual común;  la agrupación de sus programas de nivel avanzado en una “escuela de posgrado” conjunta híbrida;  el diseño de un nuevo programa semi-presencial donde cada socio abre sus cursos a todos los estudiantes de la alianza (y más allá); o la puesta en común de sus servicios de incubadoras y emprendimiento social. Todo esto afecta a través de la alianza a toda la comunidad universitaria de cada socio y a la sociedad en su conjunto.

Un nuevo modo de trabajo en equipo

En la práctica, todos los equipos interuniversitarios de trabajo (unos 20 por alianza) deberían estar apoderados para actuar de manera:

  • Relevante (con los socios y sus partes interesadas, con los objetivos regionales, nacionales y europeos y los ODS, a la vez que con el desarrollo de la propia alianza).
  • Sinérgica (sirviendo principalmente al entorno regional, pero también a audiencias en otros países).
  • Ambiciosa (yendo mucho más allá del estatus quo y de los modos habituales de movilidad).
  • Imaginativa (al menos algunas tareas deberían crear una chispa en su entorno).
  • Sustancial (identificando, incentivando e involucrando directa e indirectamente a numerosos académicos y administrativos para un periodo de 4+ años -por ejemplo, para desarrollar nuevos métodos de docencia/aprendizaje).
  • Creíble (siguiendo una hoja de ruta factible que permita lograr primeros resultados dentro de 4+ años).I
  • Independiente (realizable por equipos que gozan de una relativa autonomía).
  • Sostenible (en términos ecológicos, pero también financieros, es decir con una alta tasa de rendimiento, ya en el período inicial de 4+ años).
  • Escalable (no solo para unos pocos, sino progresivamente para la mayoría de beneficiarios).
  • Sistémica (que tenga un impacto demostrable, duradero y transformador en la universidad y en el entorno económico-social, en un determinado aspecto o área).

Beneficios potenciales de las Alianzas Universidades Europeas

Estas alianzas pretenden impulsar un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) más integrado y conectado, con un enfoque en la innovación, la competitividad, la inclusión y la sostenibilidad. Bajo esta premisa se plantean nuevos beneficios para las instituciones:

Acelerar los procesos de transformación digital

Las alianzas pueden acelerar los procesos de transformación digital que ya están en marcha a nivel de socios, al proporcionar plataformas para el intercambio de experiencias y buenas prácticas, y aprovechar las herramientas que brinda la inteligencia artificial.

Sobre todo, las alianzas pueden ayudar las instituciones socias para que se conviertan en actores más fuertes, tanto a nivel local como internacional, dentro y fuera de cada alianza Universidad Europea.

Acelerar reformas pendientes

Las actividades y el ímpetu de las alianzas pueden lograr que se aceleren las reformas pendientes en la educación superior de varios países, como ya lo señaló la Comisión Europea en su Comunicación del 18 de enero de 2022 sobre una Estrategia Europea para las Universidades.  En particular, recomiendan eliminar las barreras que plantean las normativas nacionales para la atracción y retención del talento y el acceso a las universidades públicas.

Generar economías de escala

La puesta en común y el uso compartido de tecnología digital, bibliotecas, equipos y laboratorios de alto coste permiten hacer economías de escala y de alcance, aumentar el rendimiento académico y mejorar la relevancia de los aprendizajes, sirviendo de casos de éxito para el resto de universidades europeas.

 Optimizar los recursos disponibles 

La mayor parte de los costes adicionales del desarrollo de una alianza (por la cooperación y la integración, las redes, las reuniones, algunos puestos de trabajo y la digitalización) corre a cargo de la beca Alianzas Universitarias Europeas de ERASMUS+ (hasta 14,4 millones de euros para un periodo de 4 años para alianzas de al menos 9 socios).

Los socios deben demostrar que sus fondos propios (procedentes de recursos nacionales y de fondos competitivos) permiten cobrar un 20% de los costes de desarrollo de la alianza. No obstante, es obvio que estos costes representan apenas una pequeña parte del coste total de las actividades desempeñadas por una alianza, que siguen corriendo a cargo de los estados miembros y sus universidades.

Es importante lograr que se alineen las políticas nacionales y europeas, en cuanto a sus objetivos (tarea ya sustancialmente cumplida) y sus marcos normativos (un área donde queda un largo camino por recorrer).

No conviene tampoco olvidar que el estatus de Universidad Europea puede dar acceso a otros fondos europeos para ciertas actividades (Horizonte 2030, Fondos Estructurales, Instituto Europeo de Tecnología e Innovación), así como a ciertas subvenciones nacionales especificas en varios países.

Resultados desde julio de 2022

Desde julio 2022 (publicación de los resultados de la tercera convocatoria) funcionan 44 Alianzas que cuentan en total con 340 universidades socias. Un reciente informe publicado en enero de 2023 para el Parlamento Europeo concluye que la iniciativa ha logrado sus objetivos en términos de participación, señalando la buena cobertura geográfica de las alianzas y destacando su impacto.

Más allá de muchas universidades de referencia (las grandes, intensivas en investigación, que salen bien en los rankings), están aquí involucradas otras categorías de universidades, que hasta ahora carecían del estímulo, la capacidad institucional y/o los recursos imprescindibles para realizar las transformaciones de gran alcance que se pretende fomentar. Este efecto arrastre es indudable para aquellas universidades más pequeñas o locales y con menor investigación.

Valoramos positivamente estos primeros resultados de la iniciativa Universidades Europeas por la enorme oportunidad que supone. No obstante, hay que calibrar también sus riesgos y sus incertidumbres, como se verá en la siguiente entrada.

 


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