Año 2023: Policrisis, Inteligencia Artificial y Formación Universitaria
Fuentes tan dispares como la revista Telos 121 o el 6º Plan Vasco de Formación Profesional, señalaban a finales de 2022 que estamos ante cambios notables que conllevarán disrupciones profundas en los ámbitos tecnológico-digital, energético-climático y sanitario-social que resultarán en un modelo económico y social muy distinto que en poco se parecerá a lo conocido hasta el momento.
Reforzando todo lo anterior, la UNESCO (2022) indica que “existe un consenso científico sobre el hecho de que las décadas que preceden a 2050, y la década de 2020 en particular, serán fundamentales para el futuro de los seres humanos y todas las demás formas de vida en la Tierra”; y añade que “a medida que nos adaptamos a un mundo en el que hay más información textual y gráfica disponible al instante en un teléfono móvil que en todas las enormes bibliotecas físicas que han existido a lo largo de milenios, la educación debe ir más allá de la mera difusión y transmisión del saber y garantizar que el conocimiento empodera a los alumnos y que se utiliza de forma responsable. Uno de los principales retos educativos es dotar a las personas de herramientas que les permitan dar sentido al extenso océano de informaciones que se encuentra apenas a unos clics de distancia”.
Así pues, ante un contexto altamente cambiante, a menudo disruptivo, deberíamos pensar si las nuevas herramientas pueden facilitarnos los cambios y adaptaciones que requerirán las personas para vivir plenamente en sociedades que enfrentan múltiples crisis tal como quedan señaladas por The Global Risks Report 2023 (Figura 1).
Mundo cambiante en el sector educativo
Desde una mirada educativa, el final del 2022 y el comienzo de este año están poniendo de manifiesto la relevancia de la Inteligencia Artificial (IA) y, en particular de la herramienta ChatGPT.
Las entradas en este blog de Faraón Llorens (¡¡¡con la colaboración de ChatGPT !!!) y Andrea Padrón son significativas en este sentido. Las posibilidades que ofrece -aún en sus primeros estadios- han generado respuestas que van desde la prohibición de su uso hasta -evitando el pánico- impulsar su utilización racional y crítica. También ha sido puesta a prueba en contextos universitarios -con valoraciones bastante satisfactorias- y, en nuestro contexto, se ha contrastado su capacidad para hacer frente a la EVAU -con resultados dispares, pero que, sin lugar a dudas, superan las capacidades, en este caso históricas, de la mayoría de la población, cuando menos en mi entorno-.
La IA y la era digital
Una visión más amplia de las posibilidades y limitaciones de esta herramienta nos indica que la IA generativa se va ampliando con aplicaciones de la misma empresa para la generación de imágenes -como DALL-E-, o bien con nuevas herramientas de otras empresas, de manera que se avanza que 2023 puede ser un “año próspero” en el desarrollo de Inteligencias Artificiales que integran lenguaje e imágenes en una herramienta… eso sí, con todos los problemas, sesgos, prejuicios… que la IA presenta en la actualidad.
Mark Coeckelbergh (2021) recoge distintas iniciativas y propuestas que orientan y norman -a diseñadores, desarrolladores, usuarios…- frente a los desafíos éticos y sociales que plantea la IA. Así mismo, son múltiples los esfuerzos que para su regulación se están desarrollando tanto a niveles nacionales como en contextos transnacionales; así, podemos señalar en España la Estrategia Española de I+D+I en Inteligencia Artificial (2019), y, posteriormente, la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (2020). Por su parte la Comisión Europea consolidó el Libro Blanco sobre la Inteligencia Artificial (2020), y poco después el Informe sobre Inteligencia Artificial en la Era Digital (2022); y desde la UNESCO (2021) se ha propuesto la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial. Evidentemente los aspectos y consideraciones de índole ética son de extraordinaria importancia y relevancia en el desarrollo de la IA para todos los campos -es decir, para toda la vida- en los que la misma se vaya a aplicar, y como señala Coeckelbergh deberá ser, “además de una ética negativa que imponga límites […] una ética positiva con el objetivo de desarrollar visiones buenas de la vida y de la sociedad” que también deberá preguntarse “sobre el impacto de la IA en otros seres vivos y considerar el problema de que pueda haber una tensión entre valores e intereses humanos y no humanos”.
Ahora bien, dado que el objetivo de esta entrada es reflexionar desde la perspectiva educativa se prioriza esta mirada dejando quizás para otro momento la profundización en los aspectos éticos.
Chat GPT y su controversia
En principio, las principales reacciones al uso de ChatGPT en educación se ha dado en relación con: a) la conducta no deseable del alumnado, b) la necesidad de repensar los procesos de evaluación, c) las posibilidades para aprovechar esta nueva herramienta. Son, efectivamente, cuestiones que hay que abordar -y modificar/solucionar- más con la tendencia que apunta a que todo lo existente -además de ir mejorando progresivamente- no es más que la punta de lanza en la búsqueda de una Inteligencia Artificial General (IAG) cuyo impacto será todavía mayor, o sea, difícilmente imaginable.
Desde mi perspectiva, quisiera subrayar las posibilidades y amplio alcance que la Inteligencia Artificial nos puede ofrecer, y que debería permitir no solo -que también- reflexionar sobre la evaluación, las actitudes del alumnado, los métodos de trabajo… sino también sobre el qué enseñar y, sobre todo, el para qué enseñar. Esta reflexión no es nueva, y -en mayor o menor medida- las distintas leyes educativas (LOMLOE, Ley de FP, LOSU) impulsan la misma, en particular, a través de la determinación del perfil de salida/egreso del alumnado que operativiza dichas finalidades. Se busca -volviendo a las palabras del Informe Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo contrato social para la educación– una educación intergeneracional relacionada con el conocimiento y la investigación, que posibilite reconstruir las relaciones entre nosotros, con el planeta y con la tecnología, muy en la línea de lo también anteriormente subrayado por la UNESCO en 2017, y que en su aplicación en las universidades españolas recogía posteriormente en este blog Pablo Rodríguez.
(Poli)crisis
A nadie escapa que la amplitud y complejidad de estas (poli)crisis y demandas dificulta enormemente la integración en los curriculum de las temáticas y tecnologías que se nos presentan -y, a menudo, nos avasallan con muy distintos intereses- en las distintas titulaciones. Desde el ámbito profesional en el que me he desempeñado durante más de tres décadas, me preocupa particularmente qué cambios, actualizaciones, modificaciones… deberíamos hacer en los programas de formación -inicial y continua- de docentes para que estos/as puedan ofrecer a las generaciones más jóvenes una educación de base amplia que sea relevante social, cultural, ambiental, tecnológica y, con posterioridad, laboralmente, de manera que pueda no solo detenerse sino también retrasarse notablemente el simbólico Reloj del Fin del Mundo.
Digame como ago
Hola Alismar. Una primera respuesta a tu pregunta/demanda sería recordar a Antonio Machado y subrayar que “no hay camino, se hace camino al andar”. Con todo, y a partir de mi experiencia, trataré de marcar algunas ideas de forma sintética (siempre ubicado en la formación de docentes -primaria, secundaria…- que se hace desde/en la Universidad). Y digo lo de “marcar algunas ideas” de forma intencionada ya que la primera de ellas es: “pensar global y actuar local”. Lo anterior tiene mil y un justificaciones en el ámbito educativo, pero, para ser breve, te remito al informe de la UNESCO (2022) mencionado. Colofón de lo anterior es que difícilmente podré indicarte (ni lo intentaré) casi nada concreto si no conozco tu contexto.
Un segundo punto (no son lineales, por lo que a menudo hay “pasos adelante y atrás”, otras “hay que trabajar en paralelo”…) es analizar cuáles de todas esas problemáticas/cuestiones queremos (y podemos) abordar en la formación inicial del profesorado (dando por imprescindible que tendrán progresión en propuestas de formación continua), y adaptarlas -traducirlas- al nivel educativo en una primera aproximación. Unido a lo anterior, y aprovechando que tenemos curriculums basados en competencias, es necesario pasar de las problemáticas a las competencias -y correspondientes resultados de aprendizaje- que queremos que el alumnado haya desarrollado/logrado al final del proceso/etapa educativa en la que estamos.
En ese proceso nos aparecerán contenidos relevantes que provienen de asignaturas tradicionales (lenguaje, matemáticas, sociales, filosofía…) y otras que quizás vengan de temáticas más actuales (programación, ética de la IA, pensamiento computacional, antropoceno, transhumanismo, colonialismo -social, cultural, económico…-, ecología aplicada…); al mismo tiempo, es muy probable que nos surja la necesidad de “actuar de otra manera”, de utilizar otras metodologías (estudio de casos, análisis de objetos y sistemas, trabajo por proyectos, trabajo por indagación y/o investigación, aprendizaje-servicio…). Por supuesto que lo que también habrá que hacer es repensar la evaluación (esto da para mucho, claro). Y, cada vez más, vemos que también los espacios son “educadores” por lo que deberemos hacerlos más “educativos”. Y quien habla de espacios, habla de infraestructuras (plataformas, móviles, ordenadores…) y de modos/formas/formatos (presencial, híbrido, on line, individual, en grupo pequeño, en grupo grande…). Y asumimos que todo ello va acompañado de cambios en los roles y dinámicas del profesorado y del alumnado.
No quiero alargarme, pero voy con lo más importante: formación continua del profesorado y trabajo en equipo (estoy hablando del profesorado de la universidad), que debe ser apoyado e impulsado desde el propio centro y desde la administración.
Finalizaré diciendo que no se puede “abordar todo”, que hay que priorizar -«traduciendo» lo global a lo local-, y que hay que trabajar con ahínco, convicción, interés, en equipo (vuelvo a subrayar esto), de forma dialógica -también con padres y entes externos-… y, sobre todo con humildad y tranquilidad. Pero, hay que ir HACIENDO (eso sí, de momento, con h).
Espero que lo señalado te sea de utilidad, ya que no se trata de alargar sine die esta conversación (por muy constructiva que me/nos esté resultando).
Buenos días Eugenio. Enhorabuena por el artículo que me ha resultado muy estimulante. Me preguntaba si sería posible contactar contigo fuera de este foro. Si así fuera te estaría muy agradecido.
Gracias de antemano y saludos cordiales.
Néstor
[…] Estuve recientemente en la Universidad de La Laguna, en Tenerife, en unas jornadas de innovación educativa. El tema era el uso de la inteligencia artificial en la educación, y en ellas pude comprobar el creciente interés por la IA que hay en este ámbito. […]
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