La asociación entre la tasa de ocupación y el nivel de sobrecualificación de las titulaciones universitarias en España

El INE publicó ayer los resultados de su primera Encuesta sobre la Inserción Laboral de los Titulados Universitarios. Se refiere a la situación laboral en 2014 de los titulados en el curso 2009-2010, y nos ofrece interesantes datos según distintas características de los egresados. Entre ellas tiene un interés especial la de su titulación. En la nota de prensa del INE puede el lector encontrar información sobre las carreras con mejores o peores tasas de empleo o paro. Son las imaginables, según el saber común, y según otro ejercicio estadístico llevado a cabo por el Ministerio de Educación, basado en este caso no en una encuesta, sino en los registros de la Seguridad Social. Las cinco “mejores” son: Ingeniería en Electrónica, Medicina, Ingeniería en Automática y Electrónica Industrial, Ingeniería Aeronáutica e Ingeniería Naval y Oceánica. Las cinco “peores” son: Filología Francesa, Diplomatura en Navegación Marítima, Filología Árabe, Historia del Arte y Ciencias del Mar.

También puede encontrar información sobre la percepción que tienen los titulados ocupados acerca de los requisitos de titulación que, a su juicio, requiere su trabajo. Con esas percepciones puede construirse un indicador, subjetivo, de sobrecualificación: estarían “sobrecualificados” los ocupados con título universitario que, a su juicio, desempeñan un trabajo que no requiere titulación universitaria. En la nota de prensa del INE también encontrarán las titulaciones con los porcentajes más bajos de “sobrecualificados”. Las cinco “mejores” son: Medicina, Odontología, Ingeniería Aeronáutica, Grado en Fisioterapia y Filología Catalana. Las cinco “peores” son: Geografía, Diplomatura en Relaciones Laborales, Diplomatura en Gestión y Administración Pública, Historia del Arte y Bellas Artes.

En esta anotación tan solo quiero señalar una asociación interesante, relativamente obvia, entre ambos indicadores (tasa de ocupación y sobrecualificación), y que se observa en el gráfico siguiente. Está construido con los datos de las titulaciones con más de 600 titulados, y que contarían con submuestras superiores a 100 casos.

En el gráfico se observa con claridad que cuanto mayor es la tasa de ocupación de una titulación, menor es su nivel de sobrecualificación subjetiva, y viceversa, cuanto menor es la tasa de ocupación, mayor la sobrecualificación.

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Es decir, hay titulaciones que encajan mucho mejor que otras en la demanda del sector privado y el sector público, no solo en términos cuantitativos (mayor tasa de ocupación) sino cualitativos (llevan a trabajos en los que probablemente se requiere esa titulación o, al menos, otra de nivel universitario). Dos ejemplos típicos son las varias ingenierías y la medicina. En general, se trataría de titulaciones con perfiles profesionales tradicionalmente claros, y muy orientadas, precisamente, a la preparación profesional de sus titulados. Probablemente, se trata también de carreras en las que “se controla” la producción de titulados mediante notables restricciones al ingreso en los estudios y/o mediante niveles de exigencia elevados una vez iniciados.

Otras titulaciones encajan mucho peor. Dos ejemplos típicos serían los estudios de geografía e historia o de bellas artes. En general, se trataría de titulaciones de las que no cabe esperar una orientación nítida a la preparación profesional, y en las que pesan más otras funciones tradicionales de la universidad, como el enriquecimiento cultural, la adquisición de conocimientos interesantes por sí mismos, o la formación en disciplinas científicas mucho menos ligadas a la producción de bienes y servicios (públicos o privados). Probablemente, se trata también de carreras en las que la producción de titulados está mucho menos limitada mediante restricciones al ingreso y/o con niveles de exigencia elevados.

Quizá deba preocuparnos que los niveles de “desencaje” sean especialmente altos en España, en comparación con otros países, pero, desde luego, no deberíamos extrañarnos por la existencia de niveles sustanciales de “desencaje” aquí o en cualquier otro país.

La lógica de la producción de bienes y servicios no tiene por qué coincidir con la lógica de la vida universitaria. Muchos (o, al menos, algunos) incluso dirán que es bueno que no coincidan.

 

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