El prestigio social de los profesores universitarios

Hace unos meses, por fin, se publicaron los resultados (y las bases de datos) de la Encuesta sobre Prestigio Ocupacional y Estructura Social del CIS, con trabajo de campo entre octubre de 2013 y marzo de 2014. Se trata de una encuesta muy rica, sobre todo para analizar la experiencia de trabajo de los españoles, y que apenas debe de estar explotada. La traigo aquí porque incluye una pregunta sobre el prestigio social de profesiones y ocupaciones cuyos resultados nos permiten situar el de los profesores de universidad (y de otros niveles de la enseñanza) en el marco de un conjunto de profesiones y ocupaciones que refleja con rigor la variedad existente.

Para medir dicho prestigio se pidió a los entrevistados que contestasen a la siguiente pregunta:

«Ahora voy a mostrarle una lista de profesiones o trabajos. Me gustaría que puntuara, por favor, cada uno de ellos, de 0 a 100 según el prestigio o valoración social que cree que tienen en la sociedad española actualmente. Por ejemplo, dependiente de comercio… Si usted piensa que esta es la profesión peor considerada de todas las que usted conoce debería darle 0 puntos. Si pensara que es la mejor debería darle 100 puntos. Si piensa que no es ni una cosa ni otra, debe darle los puntos que usted considera justos (no hay una puntuación correcta)».

Se trata de una pregunta usada por primera vez en 1991 y que, con otra similar, sirvió de base para el principal estudio sobre prestigio ocupacional en España, el de Julio Carabaña y Carmuca Gómez (publicado en 1996). Una variante de esa pregunta la utilizamos en la encuesta que sirvió de base para el informe El prestigio de la profesión docente en España: percepción y realidad (Fundación Europea Sociedad y Educación, 2013). Como se comprueba en el enunciado de la pregunta, se pide al entrevistado que estime el prestigio o consideración social que cree que tiene una ocupación; no el que él o ella le asignaría, sino el que percibe que tiene.

En esta ocasión se ha recogido información sobre 285 ocupaciones y profesiones, preguntando por el prestigio de cada una a muestras de unos 300 entrevistados. Con sus respuestas puede calcularse la media de prestigio asignada a cada ocupación o profesión, tal como se recoge en el gráfico siguiente.

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La ocupación con “más prestigio” sería la de “médico especialista” (con una puntuación de 84,02), seguida muy de cerca por la de “bombero” (82,6). La ocupación con “menos prestigio” sería la de “astrólogo o adivinador” (26,7), seguida de cerca por las de “miembro del gobierno central” (30,4) y la de “diputado del Congreso” (32,5).

Como se observa en el gráfico, las profesiones ligadas a la enseñanza tienen un prestigio alto o, como poco, medio-alto, con la excepción de la de “profesor de música” (63,9). No es de extrañar, pues, a pesar de la percepción que suelen tener de su prestigio los profesores de las enseñanzas obligatorias, el público suele tenerlos en alta (o medio-alta) estima. Lo cual es algo bastante común en los países desarrollados y es así en España, al menos, desde 1991, como refleja el siguiente gráfico, que apuntaría a que, por término medio, el prestigio social de las profesiones de la enseñanza es hoy (2013), si acaso, más elevado que más de veinte años atrás.

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Si nos centramos en las profesiones con más prestigio podremos observar con más claridad la posición relativa del profesorado de universidad. En el cuadro siguiente muestro las 40 profesiones con prestigio más elevado en 2013. Se ve con claridad que casi todas pertenecen a la categoría 2 de la CNO-11, la de “técnicos y profesionales científicos e intelectuales”, que agrupa profesiones para las que se requiere algún tipo de titulación universitaria. Apenas hay 8 excepciones; la más llamativa es la de “bombero”, que ocupa el segundo lugar de la clasificación, y no probablemente de manera azarosa, pues en nuestra encuesta de 2011 ocupó un lugar parecido.

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Los catedráticos y los profesores de universidad ocupan la 5ª y la 6ª plaza, prácticamente ex aequo, con 78,5 y 78,4 puntos, respectivamente. En 1991, la profesión de profesor de universidad ocupaba el puesto 13º, con una puntuación casi idéntica (77,9) a la actual. Sí habría cambiado la puntuación de los maestros de Primaria (entonces de EGB, considerados en conjunto con los de Preescolar): ha pasado de 70,3 a 74,9 (74,2 para los de Infantil). Y también lo habría hecho la de profesor de Secundaria, pasando de 63 a 73,8, si bien las categorías no son del todo comparables, pues en 1991 se preguntó por profesores de distintas especialidades de la enseñanza secundaria.

No siempre reciben una mayor valoración los profesores universitarios en comparación con los de enseñanzas obligatorias. En la encuesta de 2014 que sirvió de base para el estudio Opiniones de los españoles sobre sus universidades: algunas perspectivas (publicado por la Fundación Europea Sociedad y Educación en 2014), el juicio medio sobre el nivel de preparación para dar clases y la vocación de los  profesores universitarios resultó algo más negativo que el expresado dos años antes sobre los profesores de Primaria y Secundaria, como se comprueba en el siguiente gráfico, extraído de dicho informe.

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Quizá los datos no sean del todo comparables, dada la distinta metodología de las encuestas, pero quizá reflejen diferencias reales. Si es así, la falta de encaje entre los niveles de prestigio y los niveles de preparación y vocación asignados a los profesores universitarios podría ser el punto de partida de una nueva averiguación (en profundidad) acerca de los determinantes del prestigio social de los profesores universitarios en España, tarea que está por hacer.

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