Entre la necesidad y el hartazgo ante una reputación basada en rankings de universidades

Ya vienen los rankings de universidades

Los meses de junio y julio son momentos en los que los futuros universitarios de nuestro país están decidiendo qué estudiar. Más allá del boca a boca (amigos, familiares, conocidos), existen hoy día muchas herramientas y recursos de información, tales como los sitios web de las propias universidades, las plataformas de redes sociales, las campañas de publicidad (tanto offline como online) y, cada vez más, sistemas de recomendación basados en inteligencia artificial (Chat GPT, entre otros) y, por supuesto, los rankings.

Los rankings de universidades se han convertido en una de las armas más poderosas que utiliza el estudiantado (y sus familias) para tomar decisiones.

Los rankings, tanto nacionales como internacionales, tienen un efecto “halo” que los convierte en herramientas muy influyentes en la construcción de la identidad (interna) e imagen (externa) de las universidades, determinando en gran medida la percepción de su reputación en la sociedad.

Rankings de universidades a nivel nacional

Debido a su cobertura selectiva y a la mayor cantidad de indicadores utilizados (especialmente los relativos a docencia), los rankings universitarios nacionales constituyen la herramienta más adecuada para aquellos estudiantes que desean permanecer en el territorio español.

En España, son dos las fundaciones responsables de elaborar las clasificaciones más reconocidas: la Fundación BBVA que, junto al Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) elaboran el u-ranking, y la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), responsable del Ranking CYD. Ninguno de estos rankings emplea encuestas de reputación.

También existen otras clasificaciones en España empujadas por la prensa, como por ejemplo el Ranking 50 carreras, publicado por El Mundo. Este ranking sí se basa principalmente en encuestas de reputación, recopiladas directamente del profesorado, a través de los centros y facultades.  Dada su difusión mediante el periódico -generalmente en los meses de primavera, antes de iniciarse los procesos de acceso a la universidad-, el impacto de esta clasificación es muy alto entre los estudiantes españoles y sus familias.

No es de extrañar pues que cada vez más las universidades públicas y privadas utilicen estas clasificaciones nacionales para “ensalzar” las bondades de sus titulaciones. También se emplean por los equipos de gobierno y de comunicación de las propias universidades para mejorar y aumentar su reputación a nivel nacional. Es un modo de captar muchos y talentosos futuros estudiantes universitarios, tanto de grado como de máster y doctorado.

¿El fin justifica los medios? 

Rankings de universidades a nivel internacional

Los globales

La reputación a nivel mundial proviene principalmente de los rankings universitarios globales (RUG). Por lo general, son más utilizados por aquellos estudiantes que desean cursar títulos universitarios en instituciones prestigiosas en países diferentes al de su residencia. Es probable que entre estos estudiantes se encuentre una mayor proporción de personal investigador (pre o postdoctoral), por lo que la reputación en la misión investigadora (precisamente la principal dimensión mostrada en estos rankings internacionales) es la que prevalece.

Nadie predijo que las clasificaciones universitarias mundiales iban a tener tanto éxito (quizás demasiado) y que cambiarían las reglas del juego en el sector de la educación superior.

Así ha venido ocurriendo desde principios del siglo XXI con la aparición del Academic Ranking of World Universities (ARWU), conocido popularmente como el Ranking de Shanghái, elaborado por primera vez en 2003 por la Universidad de Jiao Tong en China. Actualmente, está editado por la consultora ShanghaiRanking Consultancy.

Como un acto reflejo, la consultora Quacquarelli Symonds unió fuerzas con la revista Times Higher Education (THE) en Londres para lanzar justo un año después en 2004 el THE-QS, un tipo de ranking por el que el HM Treasure (departamento ministerial del gobierno del Reino Unido) ya habría mostrado interés a través de un informe independiente, con el fin de ayudar a evaluar el rendimiento de las universidades británicas en el mundo.

Ambas entidades se mantuvieron unidas hasta 2010, momento en el que separaron debido a diferencias metodológicas y comenzaron a publicar de forma separada el ranking THE y el ranking QS.

Los «bibliométricos»

Existen otros rankings de universidades basados exclusivamente en investigación científica. Emplean una metodología fundamentada en la Bibliometría y tienen reputación dentro del campo de los estudios cuantitativos de la ciencia. Se trata del CWTS Leiden Ranking y del Scimago Institutions Ranking. Sin embargo, a pesar de la mayor fiabilidad y transparencia de sus resultados, estos rankings tienen mucha menos popularidad entre los estudiantes y los medios.

Las familias de rankings de universidades

Aun cuando el producto principal de THE y QS bascula en torno al World University Ranking, durante los últimos años se ha producido una explosión de nuevos rankings especializados en ambas consultoras. Cubren aspectos de diversa índole, tales como rankings por disciplinas y áreas, por la edad de las universidades (universidades jóvenes), por alineación con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), etc. De esta forma, se ha pasado a hablar de “familias de rankings”.

Por ejemplo, la familia del ranking THE cuenta actualmente con una docena de rankings, ofreciendo de este modo un amplio portfolio de productos de información de universidades, con el que se consigue un mayor número de “ganadores”.

Es decir, una universidad puede rendir de forma discreta en un ranking, pero obtener una posición destacada en otro. De esta forma, las universidades comienzan a dirigir sus esfuerzos a posicionarse en aquellos rankings de la familia más adecuada a sus políticas y estrategias institucionales. Por su parte, las consultoras se garantizan la participación de las instituciones y, con ello, la provisión de datos institucionales).

Los rankings, ¿modelos de negocio?

Tal y como Ellen Hazelkorn y Philip Albatch señalan magistralmente en un post de University World News, estos rankings se han convertido en auténticos modelos de negocio. Se basan fundamentalmente en vender datos agregados, principalmente a partir de la información aportada por las propias instituciones. Asimismo ofrecen servicios de asesoría y consultoría a aquellas universidades que “voluntariamente” se lo solicitan.

Los principales consumidores de estos rankings internacionales no son el estudiantado o personal docente e investigador, sino las propias universidades.

Esto crea un sistema paradójico: las universidades financian la laboriosa recopilación de información con sus recursos humanos y la aportan a los rankings de forma gratuita; ante el miedo por la pérdida reputacional en caso de no hacerlo, pagan a sus editores por (parte de) la información agregada.

En la carrera reputacional

Uno de los motivos principales para acudir a estas consultoras por parte de los líderes universitarios es aumentar su reputación a nivel mundial y  nacional. También permite determinar el rendimiento de las universidades “competidoras”.

En la decisión de solicitar estos servicios (a veces relativamente caros) no sólo está el deseo de mejorar; en ocasiones, se explica por el miedo a que otras universidades sí puedan sacar partido de estas asesorías para escalar posiciones.

La solicitud de estos servicios de asesoría empieza a ser una práctica habitual en universidades de Oriente Medio, Norte de África, Asia y América Latina para atraer estudiantes internacionales. 

¿De la necesidad al hartazgo?

Las salidas

No obstante, los mayores expertos en rankings a nivel internacional están llamando la atención sobre un movimiento contrario que podría apuntar a cierto nivel de saturación y cambio de rumbo.

Del ansia por ocupar buenas posiciones en los rankings globales universitarios se podría pasar a la postura de abandonarlos.

Como muestra de ello, algunas universidades han decidido dejar de suministrar datos a las consultoras responsables de los rankings. En concreto, instituciones como la Universidad de Rhodes (Sudáfrica), la Universidad de Zúrich (Suiza), la Universidad de Utrecht (Países Bajos) y algunos de los Institutos de Tecnología de India decidieron recientemente no proporcionar datos al THE-WUR. Incluso, han animado a su profesorado a no participar en las encuestas que realiza.

Los efectos de las salidas de los rankings de universidades

Los efectos que conlleva abandonar el suministro de datos a un ranking son todavía inciertos. 

Algunos de ellos implicarían que la universidad podría desaparecer del listado; o bien podría seguir apareciendo con métricas reconstruidas de forma alternativa (cercanas o no a la realidad);  o figurar en él sin sumar el aporte de aquellos indicadores dependientes de la información institucional, con la consiguiente pérdida de posiciones, de visibilidad y de reputación.

Una caída podría ser entendida por los usuarios del ranking como una merma en rendimiento de la institución, lo que sería falso. No obstante, el “poder” del ranking precisamente es el de crear una verdad (la consecuencia de una baja visibilidad se puede traducir en una merma de estudiantes internacionales), a partir de una mentira (la sensación percibida de caída en el rendimiento por su peor posicionamiento en el ranking o incluso su ausencia).

La magnitud del problema

Habrá que monitorizar el rendimiento de las universidades que han abandonado el THE en el tiempo para conocer los efectos reales de dicha decisión en las instituciones. También hay que observar cómo evoluciona el tratamiento que estos rankings les dan en el futuro (exclusión total o no). De momento, parece una decisión valiente, pero arriesgada.

No obstante, los datos oficiales indican que la participación en THE-WUR no deja de crecer . Esto podría indicar que los países de zonas geográficas en desarrollo, ausentes hasta ahora en los rankings, están tratando de llegar a estas clasificaciones para promocionarse, constituyendo un nuevo mercado.

No creemos que el abandono de unas pocas universidades suponga actualmente un gran problema al THE-WUR.

Con todo, solamente un abandono en masa de universidades prestigiosas o de todo un sistema universitario nacional en una familia de rankings, por ejemplo, la del THE, podría suponer el inicio de un cambio de rumbo real en el sector de la educación superior.

Apuntes finales 

En general, los movimientos de las universidades españolas con respecto a los rankings son inciertos.

En el caso de los rankings nacionales, algunas universidades aparecen muy mal paradas (ver por ejemplo u-ranking). Dado que estas clasificaciones se consultan fundamentalmente por estudiantes españoles, principalmente de grado y con poca movilidad geográfica, la ausencia de estos rankings podría suponer una merma en la matrícula de grado.

En el caso de los rankings internacionales, la ausencia de las universidades podría tener un efecto en la atracción de estudiantes con talento de Máster y Doctorado, especialmente en algunas zonas geográficas con mucha población estudiantil (por ejemplo, Latinoamérica o Asia).

La ausencia de algunas instituciones supondría una merma en prestigio internacional, pero no solo. Conllevaría, sin duda, pérdidas económicas y problemas de financiación.

La saturación de las universidades (y del personal encargado de suministrar información), especialmente de las pequeñas y medianas con apenas recursos tecnológicos y humanos, podría acelerar el cambio de tendencia. A ello se añade el hecho de que algunos de los nuevos rankings son meras variantes de las familias THE y QS.

Por su parte, las universidades anglosajonas de mayor prestigio parecen menos interesadas en consumir recursos para poder suministrar datos a los rankings globales sin conocer bien el verdadero retorno de esa inversión. Interesarse por el retorno creará un efecto dominó que cambiará, sin duda, el “mercado global” de la educación superior.

Por último, el movimiento de las universidades europeas, arrastradas por la iniciativa europea CoARA (Coalition for Advancing Research Assessment) será clave para comprender el devenir de los rankings globales.

¡Habrá que esperar!


 

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Comentarios
  1. Carmen Perez-Esparrells dice: 02/07/2024 a las 10:05

    Un placer reflexionar una vez más con mi colega y amigo de la Universitat Politècnica de Valencia sobre un tema que nos apasiona a ambos y en el que trabajamos juntos: el devenir de los rankings y algunos de los retos futuros ante las decisiones de las universidades de elite y sus líderes sobre si participar o no en algunos rankings, la presión de las universidades de países en desarrollo por aparecer en estas clasificaciones «a toda costa», las implicaciones del movimiento de las universidades europeas con la iniciativa CoARA. No se lo pierdan y saquen sus propias conclusiones.

  2. Eva dice: 02/07/2024 a las 13:33

    ¡Enhorabuena por la entrada! Esta reflexión desde el punto de vista de los usuarios aclara conceptos y abre caminos de reflexión futuros.

  3. […] se ha comentado en repetidas ocasiones el cuidado que hay que tener en el uso de esta medida imperfecta que son los rankings de universidades, por lo que no nos detendremos en este aspecto. Este ranking (y todos los demás) mide lo que mide […]


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