e-learning no es educación: el futuro de la docencia universitaria con la integración de la formación online en nuestras clases
La idea de reflexionar sobre la denominada “e-formación/e-learning/formación online” surge unos meses antes del punto de inflexión en las vidas de todos los que leen este artículo. En la revisión de un examen a una alumna, cuando aún la pandemia era ciencia-ficción al estilo Isaac Asimov, le pregunté cómo podía haber cometido un error particular. Le insistí diciendo que en clase lo había repetido muchas veces y, en tono de humor, lo justifiqué: “soy muy pesada, ya lo sabes, como tu madre todos los días recordándote si llevas el DNI en el bolso”. Asintió cabizbaja y dijo: “¡tienes razón!”, pero, cuando levantó la cabeza, añadió: “lo he aprendido de un vídeo de YouTube”.
Ante esa respuesta me quedé perpleja y le repliqué: “pero, ¿no tienes suficiente con el contenido del campus virtual?, ¿no está bien organizado?, ¿no es útil el manual gratuito que os cuelgo?”. Aunque suene muy violento, veinte años de docencia comprometida justificaban tanta pregunta en ese momento. Ella apesadumbrada añadió: “es más ameno”. Ese adjetivo me dejó sin palabras.
Con este trasfondo decidí indagar sobre cuáles eran los motivos de una alumna universitaria para estudiar un examen con un vídeo de YouTube en vez de repasarse las presentaciones, resúmenes, manual y ejercicios del campus virtual seleccionados y preparados por su profesor que, al fin y al cabo, es quién le va a evaluar su examen. Incluso porqué no acudir a una tutoría y preguntarme directamente, existiendo esa posibilidad.
Adaptación de contenidos a la generación Z
Carlos García Morcillo, profesor titular de Inteligencia Artificial de la Universidad de Castilla la Mancha me dio la clave: “El 70 % de los millennials (personas nacidas en las dos últimas décadas del siglo XX) utilizan habitualmente YouTube para aprender o profundizar en sus intereses formativos”. De hecho, prefieren aprender mediante un vídeo de YouTube que leyendo un libro. Tanto es así, que el 67 % afirma que pueden encontrar en esta plataforma un vídeo de cualquier cosa que quieran aprender. En una interesante reflexión sobre la evaluación de vídeos en la docencia, María Antonia García Benau hacía hincapié en el uso de la tecnología en nuestros alumnos universitarios y las características de la generación Z.
¿Y cuáles son esas características que justifican el uso de un vídeo de dudosa autoría y veracidad, en vez de los conocimientos de un profesor titular de una universidad? La pregunta a esta respuesta enlaza con las bondades de la formación online.
- En primer lugar, el uso que hacen de la tecnología, a diario, marca una gran diferencia con otras generaciones. Utilizar un libro o un documento impreso no forma parte de la rutina diaria de quienes acuden a la universidad.
- En segundo lugar, la imagen es clave, mostrando una clara preferencia por lo visual. Recuerdan más una imagen que un texto.
- En tercer lugar, viven la inmediatez en primera persona, todo tiene que ser ya, aquí y ahora. La formación online reúne esas tres necesidades de la generación Z: está en la tecnología, entra por los ojos y es de acceso prácticamente inmediato.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que plataformas Coursera, MIRIADAX, YouTube, Linkedin, TedTalk ofrecen cada vez más cursos de formación online universitaria y MOOCs. La oferta actualmente es sorprendente. Mediante una simple búsqueda en cuestión de segundos tendrás un tutorial: de cocina básica, manualidades, cómo cambiar el aceite al coche, aprender chino, cómo enlazar dos bases de datos, aprobar matemáticas, hacer una llave de yudo olímpica, una salida de ajedrez, empaquetar un regalo, saber morse… la formación continua durante toda nuestra vida va a ser una constante, y más hoy en día. Incluso se están desarrollando canales de formación profesional.
No toda formación online es educación
Sin embargo, no todo vale. La educación va más allá de una simple visualización y asimilación de vídeos. El profesor cobra más importancia que nunca. Antes, el profesor, con su clase magistral, habilitaba el contenido del aprendizaje a sus alumnos basándose en sus conocimientos y su formación previa. Hoy en día, el profesor, con sus conocimientos, acompaña al alumno en su aprendizaje.
La madurez de un alumno universitario no alcanza para aprender por sí sólo, necesita de los consejos de un “maestro”. Por este motivo, hay que reivindicar la figura del profesor universitario a la antigua usanza, un profesor que inspire, que motive, que anime a los alumnos. Por supuesto, sus conocimientos son importantes, pero no basta sólo con saber mucho para enseñar. Hay que empatizar con estos jóvenes y, además, para ser esa guía en un mar de recursos, se hace imprescindible conocerlos y aplicar una pedagogía docente adecuada.
Desde luego, no existe una fórmula mágica. No todas las materias son iguales. Y ahí el papel clave del profesor para dirimir lo que es importante, para preparar a los alumnos en los fundamentos básicos de la materia, hacerles pensar por ellos mismos, con actitud crítica; en definitiva, que consigan con éxito el desarrollo personal e intelectual de los estudiantes. De este modo, tendrán los cimientos para saber si los contenidos de YouTube o cualquier otra plataforma, por muy entretenidos que sean, son erróneos o sirven realmente para aprender lo que necesitan.
Recuerdo la anécdota de un profesor, ya jubilado, que cuando empecé mi docencia siempre se quejaba del bajo nivel de los alumnos. Cada año las quejas iban en aumento. Cierto día, cuando estaba a punto de terminar su carrera, un compañero expresó verbalmente lo que yo pensaba: “¡Hombre! Si fuera como dices, después de tantos años con el mismo razonamiento, ¡ya no sabrían ni leer ni escribir!” Y es cierto, no podemos quedarnos en las quejas y en el “qué mal preparados están”, “qué poco saben” etc. Hay que recordar que han llegado hasta la universidad después de un bachillerato y una selección posterior. Y que dominan otros aspectos en los cuales, probablemente, nos superen (idiomas, ofimática, etc).
Si no puedes vencer, únete a tu “enemigo”
La formación online avanza a ritmos agigantados. La pandemia mundial del coronavirus ha hecho que lo que parecía futuro se haya hecho presente. Una frase muy manida que podemos hacer nuestra los profesores universitarios es aquella de “si no puedes con tu enemigo, alíate a él”. El enemigo número uno para muchos profesores en las aulas de hoy es el móvil. Sin embargo, me consta que muchos usamos el móvil de nuestros alumnos como instrumento de aprendizaje a través de Kahoots, por ejemplo. Lo que puede ser una herramienta perversa para la atención, se puede convertir en un mando interactivo individual (al estilo clicker).
De este modo, les motivamos a estudiar de manera diaria, a consolidar conocimientos y a no distraerse con el móvil porque lo están usando para contestar las preguntas. Al final de tanta repetición, como diría mi abuelo, algo les quedará ¿no?
La misma estrategia podríamos seguir con el uso de la formación online. Se trata, sobre todo, de no denostarla per sé, sino de utilizarla como aliada en la formación de nuestros alumnos. A veces cuesta mantener la atención de nuestros alumnos y muchos profesores recientemente están utilizando las clases invertidas o “flipped clasroom”, incluso en formato online, o el blended learning.
Hay cientos de definiciones y modalidades para describir las innovaciones educativas actuales, pero de lo que no cabe duda es que la formación online es una realidad, y no ha hecho más que empezar. Palabras como machine learning, artificial intelligence, adaptative learning, edutubers, social media learning, big data, chatbots, learning analytics, blockchain aplicado al e-learning, micro-learnings, tendremos que ir incorporándolas a nuestro vocabulario docente en breve.
Excelente!!
Genial artículo! Es muy reconfortante saber que somos muchos los docentes que compartimos esta nueva realidad con los estudiantes.
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[…] no atraen, los contenidos están en internet. Para qué gastar tiempo y esfuerzo cuando todo está a golpe de clic. Los alumnos no atienden, no participan y no preguntan, vienen a cuentagotas o salen de clase en […]