La idea de la universidad de Wendy Brown. Una crítica a la racionalidad neoliberal
Wendy Brown (1955) es una de las académicas e intelectuales más influyentes de las últimas décadas en Estados Unidos. Licenciada en Economía y Ciencia política por la Universidad de California Santa Cruz, y doctora en Filosofía política por la Universidad de Princeton, Brown es profesora de la Universidad de California Berkeley desde 1999. En sus publicaciones individuales y colectivas, Brown ha escrito sobre el feminismo, los derechos LGTBI, la soberanía política, la democracia y, de forma especial en los últimos años, sobre la racionalidad neoliberal.
Brown ha desarrollado su idea de la universidad en varias obras recientes. En su libro publicado en 2015 El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo, la estadounidense realiza una crítica a la privatización de las universidades públicas de su país, que, a su juicio, se han visto invadidas por la racionalidad neoliberal que describe a lo largo del libro. Por otra parte, en su capítulo «The vocation of public university», incluido en el libro de 2018 The Idea of the University: Histories and Contexts (editado por Debaditya Bhattacharya), Brown se refiere precisamente a la vocación que deberían tener las universidades públicas.
El pueblo sin atributos
En esta primera obra, Wendy Brown presta especial atención a los trabajos de Foucault para realizar una crítica a la racionalidad neoliberal. Como ella misma señala en el primer capítulo: “Me uno a Michel Foucault y a otros en una concepción del neoliberalismo como un orden de razón normativa que, cuando está en auge, toma la forma de una racionalidad rectora que extiende una formulación específica de valores, prácticas y mediciones de la economía a cada dimensión de la vida”. De esta forma, con la racionalidad neoliberal se concibe al ser humano en todos los aspectos de su vida como homo oeconomicus.
El homo oeconomicus
Siguiendo la obra El nacimiento de la biopolítica de Foucault, Brown expone cuáles son las notas características de la economización neoliberal, ya que admite que la economización no es un fenómeno exclusivo del neoliberalismo, sino que se ha producido a lo largo de la historia. La primera característica es que, en comparación con el liberalismo económico clásico, en el neoliberalismo el ser humano es homo oeconomicus siempre y en todas las esferas.
La segunda característica es que el ser humano toma la forma de capital humano para favorecer su competitividad y se aprecia su valor como una figura de intercambio. La tercera es que el modelo para el capital humano es cada vez más el capital financiero o de inversión y no solo el productivo o empresarial. Es decir, las decisiones de su vida tienen que ver con mejorar el valor futuro de sí mismo, ya sea a través de la educación, el entrenamiento o el ocio.
Para Wendy Brown, una de las principales consecuencias de la predominancia del homo oeconomicus es que desaparece el fundamento para una ciudadanía preocupada por las cosas públicas y el bien común, eliminando la idea de pueblo, de un demos que afirma su soberanía política colectiva. De esta manera, se produce la derrota del homo politicus (la criatura que se gobierna a sí misma y gobierna como parte del demos), dejando atrás hasta al humanismo mismo.
Así, a lo largo de este libro, la pensadora estadounidense analiza las consecuencias que la implantación de la racionalidad neoliberal ha tenido en la vida política, recurriendo también a Marx y a otros autores para comprender mejor su impacto sobre la ciudadanía, la vida política y las formas colectivas de participación en el poder.
La universidad neoliberal
Por último, Wendy Brown cierra su libro con una reflexión sobre cómo el neoliberalismo ha impactado a la educación superior, tanto en las universidades privadas como en las públicas, preocupándose especialmente por sus consecuencias sobre la democracia. Para Brown, hay cuatro efectos del neoliberalismo en la educación superior pública:
- El primero, que desaparece la noción de bienes públicos de cualquier tipo, y se produce el consiguiente cuestionamiento de por qué las universidades deberían ser accesibles públicamente.
- El segundo es que la democracia misma se transforma, requiriendo de capital humano con habilidades técnicas y no de participantes educados en la vida pública.
- El tercer efecto es que los sujetos se configuran como capital humano de autoinversión y se endeudan para ello.
- Por último, el conocimiento y el pensamiento se valoran casi exclusivamente por su contribución a la mejora de capital.
El neoliberalismo impacta en la democracia a través de la educación debido en gran parte a la progresiva desaparición del acceso libre y gratuito a la enseñanza, junto con las crecientes desigualdades socioeconómicas. El fomento de la educación superior pública a finales de los años sesenta en Estados Unidos supuso el alfabetismo, pero también el acceso a las humanidades a las clases más desfavorecidas.
Por ello, la actual expansión del neoliberalismo implica el deterioro de la educación humanista, ya que los valores culturales la desdeñan, el capital no se interesa en ella, y los Estados no invierten en ella. De esta manera, la universidad se reconstruye siguiendo las exigencias del mercado, fomentando las habilidades técnicas y abandonando anacronismos como las humanidades.
La pensadora estadounidense afirma que las consecuencias más serias de la neoliberalización de la educación superior no son solo la comercialización de la vida universitaria, sino los efectos que tiene sobre la ciudadanía democrática, ya que los individuos se convierten en mero capital humano, dejando de ser un público listo para participar en la soberanía popular.
Y ello aun cuando el principal valor histórico de las arrinconadas humanidades ha sido fomentar que los estudiantes conozcan el mundo para ejercitar su libertad y no convertirse en esclavos. No obstante, este ideal ha desaparecido en las universidades, ya que la escasa educación en humanidades se plantea para construir y ordenar la mente del capital humano, como un bien de consumo más, y no para formar una ciudadanía democrática.
Wendy Brown concluye su capítulo sobre la educación superior refiriéndose a la progresiva privatización de las universidades públicas, cuestionando el sistema de evaluación y contratación de los académicos y profesores universitarios (que valora más la investigación que la docencia), y el consiguiente derrumbe de la calidad de la enseñanza.
Su análisis final es pesimista, dado que se encuentra con la paradoja de Rousseau: la supervivencia de la educación humanista depende de un reconocimiento de su valor para la democracia; pero la supervivencia de la democracia también depende de un pueblo educado para ella.
Sin embargo, como ella misma señala, en su texto no realiza ninguna propuesta de rehabilitación de la educación o de la democracia liberal. Es conveniente recurrir, por tanto, a su capítulo de libro sobre la vocación de la universidad pública para encontrar alguna reflexión propositiva respecto a este asunto.
La vocación de la universidad pública
En este capítulo, Brown parte de la idea de vocación de Max Weber para concretar qué entiende por ella: la vocación se caracteriza por la pasión y la sobriedad frente a un campo particular conocimiento, y se apoya en una ética propia de ese ámbito. Es necesario protegerla frente a condiciones históricas que tratan de corromperla, y en la actualidad está amenazada por la desaparición de los valores sustantivos en un mundo ordenado por la racionalización, la burocracia y el capitalismo.
Rasgos de la vocación universitaria
En este texto, Brown realiza otra crítica profunda y detallada al impacto que tiene la privatización y otros fenómenos derivados del neoliberalismo en las universidades públicas estadounidenses. Sin embargo, en este caso resulta más interesante centrarse en la vocación que le atribuye a la universidad pública. La académica considera que su vocación tiene dos rasgos básicos:
- la investigación y la educación orientadas a los predicamentos y los retos del mundo contemporáneo;
- y la educación e inclusión en sus investigaciones de aquellas personas históricamente excluidas debido a la casta, clase, religión, región, raza, etnicidad, género y cuerpo.
Los predicamentos de la educación e investigación universitaria
Por su parte, algunos ejemplos de los predicamentos de la educación e investigación a los que se refiere Wendy Brown son:
- los poderes y fuerzas transnacionales creados por el hombre, pero no controlados humanamente;
- la integración global y el peligro que la globalización genera en los Estados nacionales;
- las luchas históricas por las desigualdades;
- el cambio climático y el agotamiento de los recursos, etc.
Es decir, lo principal para Wendy Brown sería imaginar una universidad orientada por los gritos del mundo, sus peligros y sus necesidades, e imaginar una investigación y una educación que los respondan. Si la universidad pública quiere sobrevivir y contribuir al mundo, no puede subordinarse a los tipos de conocimiento necesarios para los regímenes económico y político actuales, sino centrarse en los predicamentos identificados con la supervivencia del planeta y las especies, la desintegración de la democracia y las formas libres de existencia humana.
La inclusión de investigadores e investigaciones históricamente excluidas
Respecto al segundo rasgo, para la intelectual estadounidense, esta inclusión de los sectores sociales desfavorecidos se debe a la necesidad de reparación histórica, igualdad de oportunidades, inclusión social y producción democrática y diversa del conocimiento. A esta vocación se suman otras tareas como la enseñanza de habilidades necesarias para determinadas profesiones, pero estas tareas podrían realizarse en instituciones no universitarias. Lo importante de la vocación de la universidad pública es que resulta fundamental para la democracia y para evitar el despotismo, como señalaba en su libro El pueblo sin atributos. Si la universidad no recupera esta vocación, concluye Brown, las universidades simplemente vivirán de los ciudadanos, y dejarán de existir para ellos.
Conclusión: en defensa de la ciudadanía y de la democracia
El análisis que ofrece Wendy Brown de la situación de la universidad contemporánea resulta muy sugerente, no solo por su certera crítica a la progresiva invasión de la lógica del mercado y la racionalidad neoliberal en la educación superior, sino también por la finalidad que atribuye a esta. La educación superior debe contribuir a la formación de ciudadanos libres que estén en condiciones de participar en la democracia.
Especialmente importante es, además, su defensa de las humanidades, defensa que acerca a Brown a otros autores ideológicamente muy lejanos a ella ya expuestos en este blog (por ejemplo, Alasdair MacIntyre). La permanencia de las humanidades en la educación superior es esencial no solo porque contribuyan a esta formación cívica de los estudiantes, sino porque en sí mismas son más susceptibles de escapar de la lógica del mercado.
En definitiva, se comparta o no su crítica a la neoliberalización de las universidades o sus propuestas de mejora y de currículo, una de las principales fortalezas de sus textos es su defensa de la ciudadanía y la democracia, cuestiones de radical importancia en los tiempos en los que vivimos.
Es necesario sumar puntos de vista diversos sobre la Universidad en nuestros días. La forma en que Irene Lanzas nos presenta la mirada de Wendy Brown es óptima. Algo semejante dijo, hace ya algunas décadas, Robert P. Wiolf en The Ideal of the University (1971). Cuando tenga algo de tiempo escribiré sobre este autor,
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