Las microcredenciales y la formación a lo largo de la vida

La formación a lo largo de la vida es un concepto que refleja la necesidad de mantener procesos de formación continua a lo largo de la vida profesional, incluso prescindiendo del adjetivo «profesional».

Existen numerosos documentos recientes sobre la materia que dan justificación a esta necesidad. Se proclama en el pilar europeo de los derechos sociales el derecho de las personas a recibir una formación que les permita participar en la sociedad y en los cambios y transiciones de su vida laboral. Se cita en el documento de la UE “Un nuevo modelo de industria para Europa” (2020) que tan solo en los próximos cinco años, ciento veinte millones de europeos tendrán que mejorar sus capacidades o reciclarse profesionalmente, lo que supone una cifra mareante.

El concepto de formación permanente no es nuevo, es una idea muy extendida y desarrollada desde hace varias décadas, aunque hemos pasado de esta denominación, más tradicional, a la más actualizada de formación a lo largo de la vida LLL (Lifelong Learning).

De forma general, con algo más de concreción, conviene insistir en que las instituciones de la Unión Europea, en noviembre de 2017, proclamaron el pilar europeo de los derechos sociales. Su primer principio, que copio textualmente a continuación, es bastante auto explicativo:

“Todo el mundo tiene derecho a una educación, formación y aprendizaje permanente inclusivo y de calidad, a fin de mantener y adquirir competencias que permitan a las personas participar plenamente en la sociedad y gestionar con éxito las transiciones en el mercado laboral”.

Dimensión social de la formación a lo largo de la vida

Este principio europeo, desde el punto de vista conceptual, puede extenderse sin mucho esfuerzo a todo el planeta y refuerza la dimensión social que adquiere la formación a lo largo de la vida. En las próximas líneas profundizaremos algo más en la importancia social de esta actividad, en la necesidad actual de su despliegue de forma eficaz, en el papel que juegan y pueden jugar las universidades, y de forma muy particular las universidades españolas.

La dimensión social de la formación a lo largo de la vida afecta a todos los niveles formativos.

Para comenzar es preciso reconocer que la formación a lo largo de la vida, y de forma particular la formación asociado a la actividad laboral y las transiciones de los trabajadores a lo largo de su vida profesional, tiene sentido en todos los niveles formativos, en muchos casos asociados a la formación profesional, pero también en el ámbito de la educación superior.

El análisis sin restricciones de la demanda potencial y de los instrumentos que pueden ayudar a su despliegue excede con mucho de las dimensiones de este breve post. Es por ello, que vamos a restringir la reflexión al ámbito de la educación superior, dejando para otra ocasión la reflexión dedicada al ámbito de la formación profesional. Aún más, vamos a restringir el análisis al papel de las microcredenciales como un instrumento clave para el despliegue masivo de la formación a lo largo de la vida.

 Las microcredenciales en el ámbito de la educación superior

En el comunicado de la reunión de 49 ministros europeos de educación superior celebrada en Roma en noviembre de 2020, en el marco de la EHEA (European Higher Education Area), se felicitaban por los resultados conseguidos en el vigésimo primer aniversario de la Declaración de Bolonia y establecían las líneas maestras del futuro de la educación europea.

En ese comunicado se insistía en la necesidad de mantener vías flexibles y abiertas como parte de la inspiración del proceso de Bolonia. Se indicaba de manera explícita que, además de los programas completos de grado y posgrado desarrollados por las instituciones de educación superior, estas deberían ofrecer unidades de aprendizaje más pequeñas capaces de actualizar las competencias profesionales, culturales y transversales en varias etapas de la vida profesional y personal.

Entre estas unidades más pequeñas y flexibles se hace referencia de forma explícita a las microcredenciales como instrumento al servicio de esta mayor flexibilidad y se encarga al grupo de seguimiento del proceso de Bolonia BFUG (Bolonia Follow-Up Group) que explore y desarrolle esta cuestión.

En definitiva, al margen de la voluntad política expresada por los ministros europeos de educación superior en la Declaración de Roma, es un clamor la necesidad de que profesionales y graduados mantengan un nivel de actualización de los conocimientos profesionales y vitales compatibles con el estado del conocimiento en cada momento, cubriendo la diferencia entre la formación inicial y los requisitos de ese momento.

Todo esto, en un marco de referencia que se caracteriza por la rápida y acelerada evolución durante el tiempo de la vida profesional de un trabajador.

Flexibilidad y dinamismo en la oferta, un requisito para formarse a lo largo de la vida

Las titulaciones de grado, máster y doctorado no son la única solución a este problema. Son necesarias unidades de formación de menor tamaño, más flexibles y dinámicas, pero de gran calidad, que sirvan de instrumentos de formación a lo largo de la vida para profesionales en ejercicio, pero también para recién graduados, añadiendo a la formación que reciben, mochilas (en sentido figurado) que permitan una mayor especialización o la actualización a una tecnología, metodología, etc., reciente.

Esta gran demanda está siendo cubierta por un amplísimo grupo de agentes públicos y privados, entre los que están las instituciones de educación superior, pero también asociaciones y colegios profesionales, sindicatos y organizaciones patronales, la industria y las empresas, las plataformas digitales globales, etc. Este variado grupo de oferta precisa de cierta estandarización que haga entendible la formación recibida por los agentes participantes (empleadores, empleados, las administraciones públicas, etc.) y de un sistema de garantía de calidad, que permita distinguir la formación que cumple objetivos frente a unos estándares y la que no. Y es en este punto donde las microcredenciales juegan un papel decisivo.

Qué son las microcredenciales 

Siguiendo las orientaciones y trabajos de la Comisión de la Unión Europea, se define una microcredencial como una prueba del resultado del aprendizaje adquirido en una experiencia de corta duración.

Estos resultados de aprendizaje deben haberse valorado conforme a estándares transparentes.

La prueba de la formación recibida se incorpora en un documento certificado en el que aparece el nombre del estudiante, los resultados de formación obtenidos, el método de evaluación, la institución que acredita el certificado. Las microcredenciales son propiedad del estudiante que las puede compartir, trasladar e incluso combinar con otras unidades de formación en programas más amplios. Todo el proceso de estar soportado por sistemas de garantía de calidad también estandarizados.

La orientación de la Unión Europea a las microcredenciales se recoge en el documentoA European Approach to Micro-credentials. Output of the micro-credentials Higher Education Consultation Group ( December 2020).  En este documento se realiza un amplio análisis sobre la cuestión entrando en numerosos detalles.

Elementos constituyentes

Por recoger alguno de los aspectos claves que pueda ayudarnos a entender mejor esta orientación europea, en el documento se relacionan los elementos constituyentes clave de las microcredenciales:

  • Una definición transparente y común
  • Una lista detallada de la información fundamental que debe incluirse en la microcredencial.
  • Alineamiento con los sistemas estándar europeos de cualificaciones EQF (European Qualification Framework) y NQFs (National Qualification Frameworks).
  • Aplicación de Sistemas de Garantía de Calidad Estándar.
  • Utilización del sistema europeo de créditos ECTS.
  • Reconocimiento: estudios posteriores y realizados por los empleadores.
  • Portabilidad: emisión, archivo y capacidad de compartir entre diferentes agentes.
  • Soluciones para la provisión y promoción de cursos que conducen a las microcredenciales.
  • Incentivos para estimular la adopción de microcredenciales.

Estos elementos clave conducirían al establecimiento de un estándar europeo de microcredenciales, semejante a lo que supuso en su día el suplemento europeo al título, que permitió homologar el resultado de aprendizaje de los títulos europeos en el marco del proceso de Bolonia.

Las entidades emisoras

Es verdad, que en este caso, podemos pensar en una gran variedad de agentes de muy variada naturaleza capaces de emitir, integrar y almacenar microcredenciales, lo que añade algunas complicaciones. En el caso del suplemento europeo al título, los emisores de estos certificados eran las universidades, lo que simplificaba el problema dado el alto grado de homogeneidad de las entidades emisoras.

Las universidades españolas han estado siempre en la formación continua, también de una forma secundaria cuando se comparan con los esfuerzos dedicados a los estudios de grado, máster y doctorado. A este hecho ha contribuido el que estos estudios de corta duración, en su mayoría inferiores a 30 ECTS, otorgando títulos con denominaciones como Experto, Especialista, etc., se imparten como títulos propios, sin que para este tipo de títulos se exija ningún tipo de acreditación o sistema de garantía de calidad.

La falta de regulación de los títulos propios de corta duración dedicados preferentemente a la formación a lo largo de la vida, ha provocado en las universidades una atención desigual.

En particular, las universidades privadas han sido más sensibles a la demanda y han respondido con mayor celeridad cuando se ha identificado una oferta clara y se han organizado títulos propios para satisfacerla. También cabe destacar el caso de las universidades politécnicas con una larga tradición de cooperación con el mundo empresarial, que les ha permitido mantener en una prioridad relativamente alta los programas de formación continua, muy conectados a las demandas del sector empresarial.

La existencia de algunos ejemplos de buenas prácticas no permite alterar la conclusión general de que la formación continua ha sido un asunto de baja prioridad en el sistema universitario español.

Satisfacer la demanda

Esta situación nos lleva a la satisfacción de la demanda de esta formación por parte de otros agentes públicos y privados, como, por ejemplo, los colegios y asociaciones profesionales, que generalmente tienen una oferta amplia de cursos de formación continua. También muchas grandes compañías han optado por la creación de universidades corporativas. No son universidades en el sentido legal del término, pero permiten diseñar una oferta orientada a satisfacer las necesidades de formación de sus empleados y, en ocasiones, se abren a otros demandantes de esta formación.

Algunos pensamos que el papel de las universidades en la formación a lo largo de la vida debe ser mucho más relevante. Así también piensa en Ministerio de Universidades como se refleja en le muy reciente presentación de la nueva y última redacción Ley Orgánica del Sistema Universitario. En esta nueva edición de la ley se introducen algunos cambios respecto de anteriores borradores, que serán objeto de otro post, pero específicamente se pone el acento en la importancia de las microformaciones y las microcredenciales, destinadas a graduados universitarios o personas con experiencia profesional acreditada.

Un camino por hacer

En la presentación del anteproyecto de la nueva LOSU, el ministro de universidades Joan Subirats insistió en la necesidad de ampliar el público objetivo de las universidades. Citó como dato el hecho de que el porcentaje de estudiantes universitarios mayores de 30 años en grado y posgrado es del 6%, abogando por extender la actividad universitaria a franjas de edad por encima de la treintena, dónde la formación a lo largo de la vida adquiere su verdadera dimensión.

En conclusión, algunos pensamos que las universidades deben intensificar su actividad en los programas de formación a lo largo de la vida, cumpliendo estándares de calidad, fácilmente entendibles por la sociedad y por los empleadores en particular. A este propósito un estándar europeo de microcredencial puede ser de gran ayuda. Entre tanto llega y se despliega, sistemas de acreditación nacional como mecanismos de prueba y error puede servir también a este propósito. Los requisitos de calidad exigibles a los títulos propios de las universidades forman parte de este paquete.

En todo caso, no podemos dilatar mucho la puesta en marcha de estos instrumentos. Nos jugamos mucho en el envite.

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Univerdad es el blog de Sudia XXI, un programa de trabajo que quiere acercar las universidades a los ciudadanos, involucrarlos en su mejora, hacerles reflexionar sobre los nuevos horizontes que estas les abren.

 

Comentarios
  1. Carmen Perez-Esparrells dice: 19/05/2022 a las 22:58

    Enhorabuena, Javier, por sacar a colación un tema de enorme y creciente interés.


¿Y tú qué opinas?