¿Llega un tsunami a las universidades? La formación a lo largo y ancho de la vida

La formación a lo largo y ancho de la vida se consolida en los últimos decenios como el principal paradigma educativo en la sociedad del conocimiento. Ya no concebimos nuestra trayectoria profesional sin un continuo aprendizaje y las empresas e instituciones de todo tipo así también lo requieren. Más allá del ámbito laboral también valoramos los tiempos y espacios para crecer intelectualmente, para gozar de la cultura en sus múltiples manifestaciones. Aspiramos a construir una sociedad más culta, que revierta en progreso, bienestar y compromiso cívico.

Sociedad del conocimiento y formación a lo largo y ancho de la vida

Impulso internacional y europeo

Como bien sabemos, nos encontramos en un contexto de grandes transformaciones sociales, económicas y tecnológicas que exige formarse permanentemente.

Todo ello, sin duda, está impactando e impactará más todavía en los esquemas tradicionales de la formación y en las políticas educativas de gobiernos e instituciones. Sin querer extenderme, las distintas instituciones internacionales y los gobiernos impulsan políticas, normativas y programas en esta línea.

La Organización de las Naciones Unidas, mediante el objetivo 4 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible advoca por «garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos». La Unión Europea, asimismo, también ambiciona que la formación permanente sea un pilar básico para la competitividad, la cohesión social y el desarrollo personal de los ciudadanos europeos.

La Estrategia de Lisboa del año 2000 ya fijaba el objetivo de que la Unión Europea se convierta en la sociedad basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo. El Comunicado de 2001 propone crear un espacio europeo de aprendizaje permanente definiéndolo como «toda actividad realizada en cualquier momento de la vida con la finalidad de mejorar conocimientos, habilidades y competencias tanto desde una perspectiva cívica y social como ligada al mundo laboral».

El Plan de Acción (2021) para la implementación del Pilar Europeo de Derechos Sociales establecía el hito de garantizar que por lo menos un 60% de la población adulta participe de una experiencia formativa cada año.

Finalmente, el Marco Europeo de Cualificaciones (EQF) y el impulso reciente de las micro credenciales (Consejo de Europa, 2022) van en la misma dirección.

Impulso legislativo en España

Desde el punto de vista legislativo, España tampoco se ha quedado atrás y recientemente ha aprobada tres normas clave en este ámbito: la Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional (2022), la Ley Orgánica del Sistema Universitario (2023) y la Ley de Empleo (2023), con referencias explícitas a la formación continua y el desarrollo profesional constante.

Contexto y retos de la formación a lo largo de la vida en España

En este contexto, y más allá de las normas jurídicas, ¿dónde nos situamos hoy en día? ¿Cuáles son los principales obstáculos para consolidar la formación a lo largo y ancho de la vida en nuestro país y cómo deben responder las universidades?

También de forma muy esquemática, enumero siete grandes retos:

  1. Afrontar la gran fragmentación de políticas, una alta heterogeneidad de realidades entre territorios, así como las barreras de acceso y participación en la formación continua.
  2. Dar respuesta al momento histórico de grandes transformaciones y con gran velocidad:  transición verde, digitalización, desarrollo de la inteligencia artificial y transformación del mercado de trabajo
  3. Ejecutar una apuesta política decidida y estable por la formación a lo largo de la vida, ya que hoy en día es una realidad muy alejada del objetivo europeo. Sin ir más lejos, según datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat) tan solo un 13,3% de la población catalana de 25 a 64 años participó en actividades formativas el año 2022.
  4. Superar una nueva brecha social, la del acceso a la formación continua. No podemos permitir que, según cómo se organice y se provea, la formación a lo largo de la vida mantenga o incluso amplifique la distancia entre aquellos con más posibilidades (mayor cualificación, mayores recursos, mejor capital cultural) y los que tienen menores opciones (menor cualificación, entornos socioculturales precarios, capital cultural bajo, paro o precariedad laboral).
  5. Desarrollar solamente programas formativos con un rendimiento económico directo y dejar de atender otras vertientes como la educación cívica y democrática, el gozo cultural y otras oportunidades más allá del aprendizaje puramente profesional.
  6. Atender aspectos clave como los estándares transparentes, el acompañamiento individual y la información sobre competencias potenciales y adecuación al propio perfil profesional.
  7. Anticiparse a los cambios demográficos de los próximos años: estancamiento y descenso progresivo del número de estudiantes jóvenes y, al mismo tiempo, aumento significativo de las necesidades de formación de la ciudadanía y el mercado de trabajo.

Todo ello impactará de pleno en las universidades y será imprescindible una nueva política universitaria que favorezca la flexibilidad, la adaptabilidad y la organización académica y de gestión.

De un reto compartido a una estrategia conjunta de país

El impulso de la formación a lo largo y ancho de la vida implica la colaboración activa de muchas instituciones y organismos: gobiernos y organismos públicos en todos sus niveles, empresas y asociaciones empresariales, sindicatos, universidades, escuelas, institutos y centros de FP, agencias de evaluación de la calidad, instituciones del tercer sector social, entidades culturales, etc.

Hasta ahora, su diseño e implementación se ha llevado a cabo con un mosaico heterogéneo de medidas y programas, con escasa concertación.

En este sentido, es imprescindible transitar de un modelo de reto compartido donde cada actor concibe y desarrolla sus iniciativas de forma poco colaborativa (con resultados desiguales, solapamientos, escasa coherencia en su arquitectura e interoperabilidad, falta de estrategia, etc.) a un modelo de estrategia conjunta de país.

Algunas variables clave en el contexto universitario

Es imprescindible generar una agenda compartida en materia de promoción y extensión de la formación a lo largo de la vida, donde las universidades deben constituirse como un agente relevante.

En el caso de Cataluña, lo estamos intentando (todavía en una fase inicial embrionaria) mediante la denominada Plataforma Conocimiento, Territorio e Innovación, que agrupa las universidades públicas, las principales patronales y las cámaras de comercio, así como la Generalitat de Catalunya y otras empresas e instituciones.

Como hemos dicho, las universidades deben jugar un rol crucial. Su experiencia y empeño pueden determinar la robustez de las políticas y programas en la materia. Sin embargo, para poder desarrollar este papel deben transformarse profundamente, especialmente las universidades públicas. La formación a lo largo y ancho de la vida debe constituir también el núcleo de la misión institucional (no en la periferia como hoy en día) y para ello formar parte intrínseca del encargo docente del profesorado, estar previsto en la oferta académica ordinaria y con precios públicos.

Superar dificultades: más autonomía, apostar por la equidad

En este contexto, una disfunción que ya se observa es la disparidad entre las capacidades de las universidades privadas y las públicas en nuestro país. Las universidades privadas gozan de altos grados de libertad, flexibilidad y capacidad organizativa para actuar con diligencia o ofrecer cursos de cualquier tipo, formato y orientación. Por el contrario, las universidades públicas carecen de la suficiente autonomía, flexibilidad y capacidad humana y de gestión. La burocracia las puede ahogar o impedirles ser creativas e innovadoras. Por ello, ven muy limitadas sus capacidades para responder adecuadamente al reto crucial de la formación a lo largo y ancho de la vida. Resolverlo debe ser una prioridad urgente de la política pública, también mediante una mayor y mejor financiación pública.

Finalmente, como he comentado anteriormente, debemos prestar una atención preferente a los problemas de equidad. Según como se desarrollen las políticas para la formación a lo largo y ancho de la vida (así como la concertación que proponemos), podemos construir una mayor brecha social, entre aquellos que van a ir aumentando sus capacidades profesionales y los que inevitablemente seguirán instalados en la precariedad, la baja cualificación y todo lo que conlleva de marginación, pobreza, paro, etc.

Debemos evitar en todo momento ahondar en la brecha social, en este caso la brecha del conocimiento y de las competencias personales y profesionales.

Para ello, los gobiernos y las universidades públicas deben actuar con la máxima responsabilidad, diligencia y capacidad para que la formación a lo largo y ancho de la vida sea una realidad para toda la ciudadanía.


 

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Comentarios
  1. Carmen Perez-Esparrells dice: 27/02/2025 a las 20:11

    Una sugestiva reflexión que pone en el punto de mira, de nuevo, a los gobiernos y especialmente a las universidades públicas “por falta de libertad, flexibilidad y capacidad organizativa para actuar con diligencia” ante los nuevos retos de la formación a lo largo y ancho de la vida. Apunta soluciones, con gran acierto, entre otras, la necesidad de que este tipo de formación esté “en el núcleo de la misión institucional y no en la periferia y forme parte del encargo docente del profesorado: oferta académica ordinaria y precios de matrícula”. Enhorabuena, Josep M.

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  3. […] Fonte | Autor: Josep M. Vilalta […]

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