Los criterios de evaluación de las convocatorias postdoctorales en España
Tras la tesis doctoral, la búsqueda de financiación para realizar el primer postdoc es un paso indispensable y decisivo para la continuación de la carrera investigadora. En un post anterior (ver aquí) introduje algunas de las dificultades que encuentra un recién doctor si desea continuar la carrera investigadora en la universidad española y centré el análisis en la convocatoria Juan de la Cierva, que es la principal convocatoria de contratos postdoctorales a nivel estatal que puede solicitarse durante los primeros cinco años tras acabar el doctorado. En esta entrada analizo los requisitos y criterios de evaluación de algunas de las convocatorias autonómicas que cubren la misma etapa investigadora que la convocatoria Juan de la Cierva.
En concreto, la tabla 1 recoge los criterios de evaluación de la convocatoria Juan de La Cierva y otras seis convocatorias autonómicas. La convocatoria “Atracción Jóvenes Doctores” de la Comunidad de Madrid presenta unos criterios de evaluación idénticos a los de la convocatoria Juan de la Cierva, mientras que las otras cinco convocatorias analizadas valoran diferentes aspectos con distinto peso. La principal diferencia entre estas cinco convocatorias autonómicas y las convocatorias estatal y madrileña radica en el requisito de presentar un proyecto de investigación como una de las piezas centrales de la candidatura, lo cual suele conllevar una disminución del peso otorgado al historial científico-técnico del grupo de investigación.
Tabla 1. Criterios de evaluación de los candidatos en siete convocatorias de contratos postdoctorales
El proyecto de investigación permite evaluar la proyección futura del candidato y no limitar su valoración a logros pasados (como ocurre en las convocatorias Juan de la Cierva y Atracción Jóvenes Doctores). La presentación de un proyecto de investigación es un requisito indispensable para poder evaluar si la actividad que llevará a cabo el candidato es relevante y pertinente. Además, sin un proyecto de trabajo, la rendición de cuentas por parte de los investigadores seleccionados es prácticamente inviable. Pero si el proyecto es una pieza central de la mayoría de convocatorias postdoctorales, ¿por qué no está presente en la convocatoria Juan de la Cierva? Desde mi experiencia, creo que la respuesta se encuentra en el trabajo que conlleva la evaluación de un gran número de proyectos. Una solución posible sería dividir la evaluación de los candidatos en dos fases, de tal forma que tan sólo se evaluaran los proyectos de investigación de aquellos candidatos que pasaran a la segunda fase. Esta modificación del proceso de evaluación para reducir la carga del proceso y agilizar la resolución se instauró hace unos años en la convocatoria de contratos predoctorales FPU (Formación del Profesorado Universitario).
La convocatoria de las Islas Baleares (Margalida Comas y Vicenç Mut) además de evaluar sobre 15 puntos el proyecto de investigación mediante un comité científico externo, otorga otros 18 puntos a la adecuación del proyecto a los objetivos del Plan de Ciencia, Tecnología, Innovación y Emprendimiento de las Islas Baleares. Vale la pena detenernos a plantearnos: ¿deberían todas las convocatorias valorar positivamente si el proyecto de investigación se adapta a los objetivos científicos regionales y/o tiene la capacidad de beneficiar a las sociedades locales? Desde mi punto de vista, este criterio de evaluación es un acierto, ya que materializa el compromiso investigación-sociedad y conecta las instituciones académicas con la política regional. Todo candidato antes de escribir el proyecto debe plantearse cómo éste está ligado a los objetivos de investigación regionales, lo que le pone en contacto con la realidad sociopolítica de la región, creando una conexión más estrecha entre academia y sociedad. Además, este criterio ayudaría a desmitificar la imagen del investigador móvil y global que puede desarrollar su trabajo independientemente de su localización física.
La convocatoria Beatriu de Pinós de la Generalitat de Catalunya también evalúa sobre 15 puntos la importancia científica del proyecto y reserva otros 15 al impacto del mismo. En este caso, el impacto esperado del proyecto tiene en cuenta: i) el impacto estratégico en el campo de conocimiento, ii) el desarrollo de nuevos productos o procesos y iii) la diseminación de los resultados a la sociedad general. La convocatoria catalana también destaca por ser la única que incluye como criterio de evaluación el plan de formación del candidato, a pesar de que todos los textos de estas convocatorias destacan el carácter formativo de los contratos postdoctorales.
En base a los requisitos para poder presentarse a estas convocatorias, podríamos dividirlas en dos grandes grupos: i) las de “retorno” o “atracción de talento” que exigen que el candidato haya trabajado como investigador postdoctoral fuera de España durante 18-24 meses (Beatriu de Pinós, Atracción Jóvenes Doctores, Saavedra-Fajardo, FICYT-Clarín B) y ii) las que no exigen experiencia postdoctoral internacional previa. Dentro de este último grupo se encuentra la convocatoria APOSTD de la Comunidad Valenciana, la cual si bien no requiere experiencia internacional previa en investigación postdoctoral, exige durante el disfrute del contrato postdoctoral la realización de una estancia de al menos 12 meses en una institución fuera de la Comunidad Valenciana.
La convocatoria Saavedra-Fajardo de la Región de Murcia tiene unos requisitos muy particulares. Dentro de lo habitual en un contrato postdoctoral de retorno, los candidatos deben tener experiencia postdoctoral en el extranjero previa (18 meses ininterrumpidos). Más extraño es que se exija a los candidatos haber residido en la Región de Murcia durante los dos años anteriores al inicio del periodo de experiencia postdoctoral en el extranjero o durante diez años a lo largo de su vida. La convocatoria de contratos postdoctorales de Galicia (GAIN-modalidad A, no incluida en la Tabla 1) presenta un requisito similar: reserva el 90% de los contratos a investigadores que han realizado el doctorado o el grado dentro del sistema universitario gallego. La convocatoria valenciana APOSTD también tiene cierto carácter proteccionista con sus antiguos alumnos y otorga cinco puntos extra en el proceso de evaluación a aquellos doctores que obtuvieron financiación de la Comunidad Valenciana para realizar su tesis doctoral (véase en la Tabla 1 que como consecuencia de este hecho, los contratos APOSTD están valorados sobre 105 y no sobre 100 puntos). Estos requisitos limitan el acceso de muchos doctores a algunas de las convocatorias postdoctorales y poco tienen que ver con la excelencia ni con el beneficio que la actividad investigadora puede aportar a la sociedad regional. Además, desde mi punto de vista, contradicen el espíritu de libre concurrencia competitiva y apertura global que tienen la mayoría de las convocatorias postdoctorales.
Por último, es lícito preguntarnos, ¿qué financian estas convocatorias? Muchas de las convocatorias postdoctorales tan sólo financian el contrato del investigador, y a menudo ni siquiera lo financian de forma completa (la convocatoria madrileña se limita a financiar el 50% de cada contrato postdoctoral). El salario bruto anual del investigador postdoctoral varía entre los 21000€ de los contratos Juan de la Cierva-formación y los 35000€ de la convocatoria valenciana APOSTD, por lo que hay diferencias substanciales en el salario dependiendo de la convocatoria. Algunas de las convocatorias también otorgan financiación adicional para sufragar algunos gastos de investigación y formación (destacan entre las analizadas las convocatorias Saavedra-Fajardo, Beatriu de Pinós y FICYT-Clarín B). Esta financiación otorga cierta independencia a los investigadores postdoctorales respecto a los grupos de investigación en los que se incorporan. Sin ella, los investigadores postdoctorales serían totalmente dependientes de la financiación conseguida por el grupo de investigación, ya que en esta fase de la carrera investigadora no pueden presentarse como investigadores principales en la mayoría de las convocatorias de proyectos de investigación, lo cual compromete su autonomía. Una vez más, la convocatoria catalana Beatriu de Pinós destaca entre el resto al evaluar sobre cinco puntos la capacidad de liderazgo, autonomía y pensamiento independiente del candidato, habilidades deseables en todo investigador y que pasan desapercibidas en el resto de convocatorias.
Para aquellos interesados en obtener una visión más global de las convocatorias, recomiendo consultar el mapa de la carrera investigadora en España, publicado por el Ministerio de Economía, Innovación y Universidades.
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