Pensemos en los y las estudiantes

Sobre la comunidad universitaria y los estudiantes

De los y las estudiantes solo insistimos habitualmente en los resultados de su proceso de aprendizaje.

Cuando reflexionamos sobre los problemas de la comunidad universitaria, en nuestros análisis fijamos la atención en los profesores (prioritariamente, con insistencia en sus condiciones de trabajo, las trayectorias académicas, la financiación de la investigación, entre otras) o el personal de administración y servicios (al que se presta menor interés); mientras que de los y las estudiantes solo insistimos en los resultados de los procesos de aprendizaje (tasas de éxito, duración de los estudios, porcentajes de abandono, empleabilidad y. poco más), que son requeridos en los procesos de acreditación ex post por parte de las agencias de calidad.

Pero hay un hecho objetivo: la comunidad universitaria está formada por personas que tienen conocimientos y los desean transmitir; por personas que sostienen la infraestructura de gestión cotidiana; y por personas que quieren aprender el conocimiento que les transmiten sus profesores así como compartir durante los años de sus estudios un modelo de socialización del conocimiento entre iguales, para una formación basada en la contextualización de un aprendizaje crítico y autónomo. Este aprendizaje les permitirá, una vez egresados, desarrollar una actividad profesional acorde con su formación académica.

Los espacios de comunicación transversal con los y las estudiantes, más allá de los órganos colegiados y de relación específica profesor/estudiante en las materias del currículo académico, están insuficientemente desarrollados.

Las universidades públicas adquieren un compromiso con la sociedad que las financian con sus impuestos y que deberían rendir cuentas no solo de sus resultados en campos de investigación, transferencia, innovación y divulgación (competencia de sus profesores), sino también en los aspectos relacionados con la docencia y la aportación a la sociedad de sus egresados.

La participación y gestión democrática en las universidades

El autogobierno de la universidad, basado en la asunción de responsabilidades en diversos niveles por parte de profesores, PAS y estudiantes, requiere un feedback de todos sus miembros.

Tanto en los órganos colegiados como en los procesos de elección de representantes a cargos académicos, la participación de los y de las estudiantes en dichos procesos experimenta una abstención directamente proporcional a la complejidad del cargo académico y a su proximidad a los estudiantes. Pensemos en las elecciones a Rector. Esa participación es de un rango infinitesimal, debido a razones cuantitativas no solo ligadas al valor del hecho de que una persona/un voto viene limitada por el peso relativo del colectivo involucrado, sino a otras razones como que la opinión en los procesos democráticos formales no tiene una continuidad en lo cotidiano.

A modo de ejemplo las encuestas de evaluación de la docencia son utilizadas para “informar” a las autoridades académicas y a los profesores (para quienes representan un incentivo de cara al reconocimiento de quinquenios docentes) sobre ciertos apartados relativos al aprendizaje. Sin embargo, el alumnado no dispone de una visión completa de los resultados tanto agregados como desagregados por asignaturas como de la opinión del profesorado sobre los resultados del aprendizaje.

La ausencia de una participación activa genera una carencia efectiva de validación por parte de los y las estudiantes y una tendencia a renunciar a su involucración en dichos procesos.

Creo que, institucionalmente, tanto las autoridades académicas de las universidades como su profesorado desconocen el pensamiento y actitudes de los estudiantes en todo lo referente a su vida cotidiana no solo en relación con los servicios ofrecidos, sino más allá del aprendizaje normalizado. El papel de las asociaciones de estudiantes debería ser reforzado en todos estos aspectos complementando sus intereses específicos.

Un estudio de contrastes con la realidad de los estudiantes

De cara a que las instituciones universitarias dispongan de una imagen dinámica de sus estudiantes para articular políticas de contraste y mejora, debo resaltar el informe que cada año elabora el Observatorio EsdeES (Espacios de Educación Superior).

Sobre la experiencia universitaria

En las 14.563 entrevistas que sustentan el análisis llevado a cabo para el informe del año 2024, los estudiantes emiten una valoración positiva pero poco entusiasta de su experiencia universitaria, resaltando el hecho de que las mujeres señalan una mayor satisfacción que los hombres.

Los planes de estudio son percibidos por los y las estudiantes como poco flexibles para adaptarse a las inquietudes personales.

En el caso de las universidades presenciales los estudiantes perciben una escasa compatibilidad con la realización de otras actividades personales y profesionales en un rango claramente inferior al de las no presenciales. Quizá hay que destacar el hecho de que la atención psicoemocional es el apartado peor valorado por los y las estudiantes.

Sobre los procesos de aprendizaje

En cuanto a los procesos de aprendizaje, se señala una carencia en la adquisición de habilidades transversales así como una mayor incorporación de las tecnologías del aprendizaje y de la digitalización, especialmente en las universidades no presenciales públicas frente a las no públicas.

La valoración de las opciones de realización de prácticas externas así como la apertura de más posibilidades de movilidad en otras universidades se consideran insuficiente.

Percepción de los antiguos alumnos

Por otra parte, los antiguos alumnos valoran de manera muy positiva el impacto en su vida del paso por la universidad, sobre todo en la vinculación de la actividad laboral y la adquisición de competencias profesionales. He de destacar que las universidades deberían conocer esta opinión para articular políticas de mejora en su transparencia a la sociedad y aprender de esa valoración de los egresados.

Los antiguos alumnos están poco satisfechos de su relación posterior con las universidades en las que se graduaron.

Los profesores tienen una visión más positiva de la universidad que la que tienen estudiantes y antiguos alumnos. A su vez lo mejor valorado de las universidades por parte de los estudiantes son sus profesores con parámetros como su conocimiento en las materias que imparten, su disponibilidad y concertación de tutorías personalizadas.

Finalmente, cabe resaltar que la puntuación media de recomendación que dan los estudiantes en relación con las universidades públicas por comunidades autónomas es de 7,79/10 (Valencia), 7,40/10 (Cataluña), 7,06/10 (Madrid) y 7,02/10 (Andalucía).

A modo de conclusión

Creo que los estudiantes deben elevar su voz en la universidad, dinamizando focos de encuentro con otros sectores de la comunidad universitaria, aportando su visión directa no solo en los problemas docentes que les atañen sino también en su reflexión sobre el papel, como bien común, de la universidad en la sociedad. Recuperar un liderazgo de la institución universitaria es indispensable así como los estudiantes son indispensables para la identidad de la institución.

Un impulso a las opiniones de los estudiantes en un foro como este blog contribuiría a la ampliación de nuestra visión colectiva.


 

 

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Comentarios
  1. pmerino@uvigo.es dice: 22/04/2025 a las 12:36

    Estoy totalmente de acuerdo contigo, preciado amigo Paco.
    En todo caso, me parece, aunque no estoy totalmente seguro, que en algunas universidades privadas, no en todas, la integración de los estudiantes es mayor que en la mayoría de las públicas, sobre todo en aspectos relacionados con la tutorización y seguimiento de las actividades y necesidades personales de los estudiantes.


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