Necesitamos más endogamia universitaria para mejorar la calidad de la docencia
Mucho y mal se ha hablado de la endogamia universitaria. De hecho, se suele describir como uno de los principales problemas de las universidades españolas. Sin embargo, puede resultar curioso saber que esta mala fama que tiene la endogamia solo sucede en España, lo mismo que también sucede con la visión que la mainstream tiene sobre las revistas open acces y el exceso de celo con respecto a los artículos indexados en el JCR. De nuevo Spain is different.
Argumentos en contra de la endogamia
La palabra endogamia significa, según sus orígenes griegos, “matrimonio con personas de la misma casta, aldea, tribu u otro grupo social”; significado que surge de las raíces endo (dentro) y gamos (matrimonio) y el sufijo ia (cualidad). Traducido al mundo académico se refiere al hecho de que las personas que estudian en una universidad acaban trabajando en ella. Pero ¿por qué se considera que la endogamia es perversa?
Los argumentos que afirman que la endogamia es perversa se centran en que está relacionada con las corruptelas, al favorecer la contratación a través de prácticas clientelares (contratación de familiares y de “amiguetes”), en vez de basarse en el mérito y la capacidad.
Se asocia, además, con una cultura contraria a la eficiencia y “pueblerina” en vez de potenciar la movilidad internacional y la competitividad. Esto produce aislamiento, “aldeanismo” y escasa productividad, según los detractores de la endogamia. También le atribuyen otros males como el estancamiento del conocimiento y la acumulación de poder. Se recomienda la lectura de este artículo publicado anteriormente en este blog.
Cuestionar las críticas en contra de la endogamia
Estas críticas parten de un enfoque totalmente equivocado: el carácter local no está reñido o no tiene por qué ser contrario a la globalidad, la excelencia y la exigencia. El concepto de aldea global y de glocalidad ponen el énfasis en la relevancia de lo local y lo próximo en un contexto de globalidad y de mayores exigencias de calidad. Contratar como profesorado a personas que conocen mejor que nadie la realidad a la que se van a tener que enfrentar es una gran ventaja, pues estarán mejor capacitadas para adaptar los programas curriculares a las necesidades docentes concretas del territorio en el que actúan (economía, cultura, lengua, …). Lo que además no les va a impedir adquirir otras capacidades también necesarias y convertirse así en buenos profesionales. ¿O es que acaso el profesorado local no tiene capacidad para ser un buen profesional de la docencia y la investigación?
El tópico según el cual lo que viene de fuera siempre es mejor habría que descartarlo ya, porque entre otras cosas no es cierto y lo que hace es infravalorarnos. Con respecto a la acumulación de poder, ésta se puede producir independientemente de si haya endogamia o no, pues vendrá dada por el uso del poder que hagan quienes están en las categorías profesionales más altas (catedráticas y titulares de universidad).
Sin embargo, la tan deseada competitividad trasladada a lo público y a la enseñanza, es la que más daño está haciendo en la calidad de la docencia.
La obsesión por las publicaciones en revistas de impacto internacional (los famosos JCR) reduce el tiempo que el personal docente e investigador dedica a la preparación de las clases, la evaluación del estudiantado e incluso a las propias horas de clase. Los sistemas de retribución y promoción del profesorado en la universidad cada vez están más basados en la investigación centrada en publicar en revistas de mayor impacto internacional, dejando de lado (reduciendo el peso) de los méritos docentes, lo que provoca desmotivación en las actividades enfocadas a la enseñanza.
Por otra parte, la contratación de personal docente e investigador en la universidad siempre se ha de hacer con criterios de mérito y capacidad y de manera rigurosa; independientemente de los orígenes locales o internacionales de las personas candidatas. No está demostrado que el profesorado local esté peor capacitado que el profesorado que viene de fuera. Aquí es donde hay que poner el énfasis, en la realización de concursos para la contratación inicial de profesorado con criterios de rigor y evitando siempre el clientelismo.
Clientelismo y endogamia son dos conceptos diferentes y no tienen por qué ir unidos o relacionados.
Por otra parte, los planes de Bolonia, el Espacio Europeo de Enseñanza Universitaria y los programas Erasmus han abierto las universidades al mundo, de manera que una gran parte del estudiantado de una universidad española, al finalizar sus estudios universitarios, lo hace con la experiencia de haber realizado parte de su formación universitaria en una universidad extranjera. De la misma manera, al profesorado, para promocionar (vía acreditaciones nacionales), se le exige realizar estancias en otras universidades, lo que abre sus perspectivas y les permite conocer otras realidades más lejanas. Y por si esto fuera poco, el uso de las nuevas tecnologías en el ámbito docente (videoconferencias, …) permite trabajar a nivel mundial sin necesidad de desplazarse físicamente, manteniendo contacto permanente con otros grupos de investigación internacionales. En este contexto, hablar de endogamia tiene muy poco sentido, al menos como una práctica negativa.
La endogamia en la empresa privada: ¿buena o mala?
Otro aspecto importante que cuestiona la mala imagen de la endogamia es estudiar lo que hacen las empresas.
La mayoría de las empresas practican la endogamia como una manera de conseguir una cultura organizativa propia diferenciadora y un personal que sea capaz de identificarse con el proyecto de empresa, altamente motivado y eficiente.
Cada vez son más las empresas que desarrollan planes formativos propios, con el propósito de capacitar a sus personas trabajadoras en las mejores y más actuales técnicas y conocimientos para así mejorar su rendimiento en los puestos de trabajo que ocupan en la empresa. Y también diseñan planes de carrera profesionales con el fin de favorecer la promoción interna entre sus miembros. Esto no está reñido con la contratación de personal externo, cuando es necesario, pero las empresas miman a sus personas trabajadoras porque saben que así conseguirán una plantilla más implicada y una mayor productividad. ¿Por qué esto que es tan bueno para las empresas no lo ha de ser para la universidad?
La universidad, al igual que las empresas, está en su derecho de retener el capital humano que ella misma ha formado, porque de esa manera puede recuperar la fuerte inversión que requiere formar a una persona en el ámbito universitario.
Se consigue así un capital humano fuertemente motivado e implicado en el proyecto, conocedor de la realidad más próxima y a la vez capacitado al mismo nivel que los de fuera.
Por todo lo explicado, mi opinión es que la universidad no debería dejar de ser endogámica, sino que debería de serlo aún más. La endogamia es una fortaleza que hay que saber aprovechar. El estudiantado local puede convertirse en profesorado de excelencia, creando un círculo virtuoso a través del cual mejorar la calidad de la docencia. Necesitamos profesorado vocacional que no solo esté dispuesto a investigar y a publicar en revistas de prestigio, sino también a dedicar una parte importante de su trabajo a la docencia, a impartir clases de calidad. Conocer la realidad local en la que nos movemos, su cultural, su lengua y sus necesidades concretas en cada materia o especialidad, es un recurso valioso que no nos podemos permitir el lujo de perder.
Yo siento una gran satisfacción cuando un/ una estudiante va pasando por los diferentes niveles universitarios (grado, postgrado y doctorado) hasta que se convierte en profesorado de la universidad y pasa a ser compañero o compañera de departamento. El problema no es que el profesorado se haya formado en la misma universidad, el problema es algo más estructural que viene de un sistema universitario mal financiado y excesivamente burocratizado, que lejos de facilitar, pone todo tipo de obstáculos a la capacitación y al trabajo creativo de sus investigadores y profesorado, además de mantener unas condiciones laborales poco dignas (salarios bajos, elevada carga docente y administrativa, …).
La endogamia en otros países europeos: el camino a seguir
En los países más avanzados de Europa en materia de docencia universitaria (Finlandia, Suecia, entre otros) existe un sistema de promoción interna del profesorado que aquí calificaríamos de altamente endogámico.
En otros países, cuando una persona inicia su carrera profesional universitaria accediendo a una plaza de profesorado, ya no tiene que competir con otras personas en su proceso de promoción. Las promociones del profesorado son internas y nadie de fuera puede presentarse a la plaza; todo lo contrario que sucede en España.
Lo importante en estos países es disponer de unos criterios rigurosos de mérito y capacidad en el momento de entrada de la persona en la universidad (el equivalente a profesorado ayudante, ayudante doctor y asociado en España). Después, su carrera profesional dependerá exclusivamente de su esfuerzo y trabajo. Es decir, endogamia al 100%. En España, el profesorado universitario, cada vez que se enfrenta a una promoción, ha de hacerlo con el riesgo de tener que competir con candidatos externos. Esto destruye cualquier tipo de creatividad y obliga a quien promociona a dejar de lado (en muchos casos) sus responsabilidades docentes e investigadoras durante el período de preparación del concurso-oposición.
¿Este sistema de promoción en las universidades españolas garantiza que la persona que va a ocupar la plaza sea la mejor o más preparada? Claramente no. En el resto de las Administraciones Públicas sí que existen las promociones internas, ¿porqué en la universidad no? Nos enfrentamos a un agravio comparativo difícil de justificar.
En definitiva, la endogamia bien entendida puede ser una valiosa fuente de recursos y capacidades que proporcione a las universidades españolas los ingredientes necesarios para la mejora de la calidad en la docencia y en la investigación.
Por primer vez leo un artículo referido a la mal llamada endogamia universitaria con el que estoy plenamente de acuerdo. En la universidad española se ha dejado de lado la docencia en pro de los «grandes investigadores» rompiendo el equilibrio necesario entre docencia e investigación. Estoy harta de que lleguen «grandes investigadores» definidos así por el número de JCR y su índice «h» y que consideran a la docencia como una carga. Incluso quienes piensan que la presencialidad en los departamentos no es necesaria y por tanto pueden vivir en otra ciudad, porque con «venir a clase» ya es suficiente, mientras los que estamos aquí, resolvemos los problemas cotidianos que se presentan y que son tareas que hay que realizar como atender a alumnos, solucionar una avería que se ha producido etc., mientras ellos escriben papers, aunque este ya es otro tema.
Un artículo muy interesante por los argumentos que ofrece a favor de la endogamia universitaria. Es muy certero en su punto final, pero me temo que también se presentan algunas ideas erróneas y se plantean cuestiones que se sostienen poco o mal:
– En efecto, no hay que confundir endogamia con promoción interna y estabilización en puesto permanente. Es una confusión muy frecuente en España, sobre todo porque mucha gente parece no tener una idea clara de cómo es y cómo debería ser la carrera académica. Hay que distinguir contratos de entrada a la carrera universitaria, con compromiso de estabilización (Profesor Ayudante Doctor, Investigador Ramón y Cajal, Investigador Beatriz Galindo y similares), de contratos posdoctorales o laborales (asociados) que no conllevan promoción y estabilización. La promoción interna de los primeros no es endogamia; su contratación favoreciendo a los locales es endogamia (y, a veces, corrupción o clientelismo). Es como si una empresa solo contratara a quienes hubieran hecho prácticas extracurriculares con ellos. ¿Cuáles son los perfiles y procesos de contratación de las empresas internacionales, que son el equivalente a una universidad? ¿Son iguales que a los de una PYME de barrio?
– La idea de que contratar a uno de la casa es «recuperar la inversión» se fundamenta en dos falacias. La primera es que, si se usa un argumento puramente cuantitativo-económico, la lógica conduce a que las universidades deban eliminar todos sus programas de doctorado, pues como hay un superávit de doctores en el mundo, no hace falta invertir en formar doctores propios porque se pueden contratar los que provengan de otras universidades, con el consiguiente «ahorro» de «formación». La segunda es que la universidad no invierte en formar a una persona a nivel de posgrado con el objetivo de que luego trabaje en la institución, sino que esta formación es una necesidad social que debe cubrir la universidad. Su función es la de formar doctores de gran calidad que puedan competir por puestos de trabajo con sus pares, sean del país que sean.
– Establece una falsa oposición entre investigación y docencia. No hay obsesión por publicar en revistas de impacto internacional, es que hacerlo es una parte fundamental de nuestras obligaciones universitarias, junto con el impartir clases de impacto internacional y dirigir tesis de impacto internacional. Hacen falta, eso sí, recursos para apoyar este trabajo y control efectivo de todas nuestras labores (castigando a quien no da su docencia o la da mal, así como a quien no investiga o lo hace mediocremente).
– La idea de que «Contratar como profesorado a personas que conocen mejor que nadie la realidad a la que se van a tener que enfrentar es una gran ventaja, pues estarán mejor capacitadas para adaptar los programas curriculares a las necesidades docentes concretas del territorio en el que actúan (economía, cultura, lengua, …)» no se sostiene: en primer lugar, porque una persona de fuera de un territorio contratado para trabajar en una universidad debe estar plenamente capacitado para esas mismas adaptaciones (si no lo está, no da la talla para trabajar en la universidad; en segundo lugar, las necesidades docentes de la universidad, por su naturaleza, deben abarcar diferentes niveles de actuación: urbano, local, regional, nacional, internacional y mundial.
– Las estancias breves y las videoconferencias aportan solo parte de la perspectiva internacional que necesita la universidad española: la experiencia laboral, docente e investigadora, como profesor de plantilla en otros sistemas universitarios es lo que permite detectar puntos fuertes y débiles estructurales del sistema propio.
– Un elemento central de la investigación y docencia en la universidad es la renovación constante de perspectivas, metodologías y temas de trabajo. Contratar a alguien formado en la casa facilita enormemente la reproducción/continuidad de líneas de investigación ya existentes, frente a las nuevas líneas que debe aportar alguien de fuera.
– La endogamia niega a los estudiantes opciones que tiende a generar una plantilla con profesores con trayectorias variadas y con variadas redes de contacto. En mi campo, la diferencia entre departamentos endogámicos y menos endogámicos es estratosférica.
– El artículo, ante todo, obvia las décadas de malas prácticas que han aquejado las contrataciones en las universidades españoles, aun a día de hoy: ¿cuántas plazas de Ayudante Doctor o equivalente salen perfiladas para alguien de la casa? ¿Cuántas valoran más los méritos de candidatos de la casa? ¿Cuántos baremos han dado puntos extra a alguien simplemente por su vinculación previa con la institución?
– Si se defiende la endogamia, hay que ser coherente y reclamar que quienes se forman en una universidad española no deben poder optar a contratos de otras universidades españolas o extranjeras. Hay que estar a las duras y a las maduras. ¿O se puede bloquear a gente de fuera a la hora de ofrecer un contrato estable a la vez que se potencia que la gente de dentro acceda a contratos de otras instituciones?
Está claro que las dos cosas son importantes: atraer talento de fuera, y retener/promocionar talento de dentro. El desastre se produce cuando no hay procesos de promoción interna, y por tanto ésta solo puede hacerse mediante «concurso público». Os invito a releer esto que escribí hace un tiempo pero no ha cambiado nada. https://www.universidadsi.es/y-mi-plaza-cuando-sale/
Tan importante es captar talento de fuera, como estabilizar y promocionar el talento de dentro. Lo que es un desastre es que las dos cosas tengan que chocar entre sí, y que la promoción interna (?) tenga que hacerse mediante concurso público (!)
Hace unos años escribí esto y no ha cambiado nada, ni tiene visos de cambiar. https://www.universidadsi.es/y-mi-plaza-cuando-sale/
Tan importante es captar talento de fuera, como estabilizar y promocionar el talento de dentro. Lo que es un desastre es que las dos cosas tengan que chocar entre sí, y que la promoción interna (?) tenga que hacerse mediante concurso público (!)
Si buscáis en este mismo blog la entrada: «Y mi plaza ¿cuándo sale?» ahí hacíamos reflexiones similares.
Nélida, muchas gracias por remitir a tu entrada, que me parece interesantísima porque es a lo que debería avanzar el sistema español. A eso se deben sumar mecanismos para evitar beneficiar a aspirantes de la casa para puestos de inicio de la carrera, que es donde radica la endogamia tan maliciosa para el sistema universitario español.
*Nelia (perdón por la errata)…
«Contratar como profesorado a personas que conocen mejor que nadie la realidad a la que se van a tener que enfrentar es una gran ventaja, pues estarán mejor capacitadas para adaptar los programas curriculares a las necesidades docentes concretas del territorio en el que actúan (economía, cultura, lengua, …)»
O sea, que si eres de Jaén y te has presentado y ganado una plaza en, digamos, Burgos, vas a ser incapaz de explicar Antenas o Derecho Civil a los chavales porque no sabes adaptarte a «sus necesidades locales». ¿En serio?
Defender una propuesta contra el discurso dominante merece mi mayor consideración, lo que no significa que comparta los argumentos del profesor Sanchis. Como el debate, vía los comentaros, ya es extenso y muy interesante, solo quiero añadir dos consideraciones:
– La supresión (LOSU) de la acreditación para el acceso a la carrera docente (prof. ayudante doctor) da pie a augurar un renovado auge de la endogamia, que se moderó desde la LOMLOU. Si no teníamos bastante, desde ahora, en muchas universidades, tendremos más.
– «Javier» expone los perjuicios que causa la endogamia a la investigación y «JJ» rebate el argumento sobre la supuesta ventaja de la endogamia en cuanto a la adaptación de los programas curriculares a las necesidades del entorno. Pero es mas, un exceso de endogamia perjudica gravemente la calidad de la docencia, ya que tiende a ser una poderosa barrera para la renovación y actualización de los contenidos: el aprendiz repite lo que ha aprendido del oficial y este, lo que le enseñó el maestro (así, podemos tener programas de asignaturas con contenidos muy parecidos a los que tenían hace, pongamos, cuarenta años).
Agradezco enormemente los comentarios sobre el artículo, porque además sirven para enriquecer el debate. Además, algunos de dichos comentarios son realmente interesantes y útiles; otros, en cambio, no lo son tanto. Lamento profundamente que en algunos casos no se me haya entendido, seguramente porque no he sabido explicarme bien. Insisto en una idea clave: la contratación de personal local por parte de las universidades no tiene porque ser una barrera de renovación y actualización de contenidos, ni hacerse a través del amiguismo. Precisamente, el contenido de fondo del artículo es que lo importante es el rigor en la contratación. Decir que contratar a personas que conocen mejor la realidad del contexto en el que van a desenvolverse, no es decir que si eres de otro lugar (Jaén, por ejemplo) no vas a ser capaz de adaptarte; y desde luego, que los conocimientos teóricos y prácticos se pueden adquirir o tener sin necesidad de ser del lugar. En este caso, me parece que el error está en la interpretación que se hace de determinadas ideas, supongo que por prejuicios. Sabía del riesgo que iba a correr al comenzar diciendo que estoy a favor de la endogamia. Alguien dice que parto de algunas falacias; me parece que es todo lo contrario, algunos parten de falacias y de prejuicios que les impide interpretar mejor lo que algunos escribimos. En ningún momento se habla en el artículo de bloquear a nadie, si no de poner en valor lo local. Tampoco se trata de beneficiar a nadie, ni a locales ni a externos, si no de aplicar criterios rigurosos enfocados a cubrir las necesidades de los departamentos, atendiendo a una docencia de calidad para los estudiantes. Insisto, no trato de ocultar las malas prácticas en las contrataciones, si no todo lo contrario. Las empresas internacionales establecen sus propios procesos formativos para que sus empleados conozcan su filosofía y cultura organizativa; las universidades deberían hacer lo mismo. Y sobre todo, poner en valor lo nuestro, lo propio, lo local. No siempre lo de fuera es mejor. Esa es la idea fuerza de fondo del artículo. Quiero dejar claro que nunca he puesto en oposición a la docencia y la investigación; todo lo contrario, la investigación puede ser muy útil para mejorar la calidad de la docencia y la docencia puede ayudar a investigar. Son dos aspectos que siempre han de ir unidos. Pero desgraciadamente, lo que está pasando en la realidad es que por las imposiciones de las acreditaciones, promociones, …, algún profesorado está descuidando la docencia porque parece que lo único que le va a servir para promocionar es la investigación, mejor dicho, la publicación de artículos en revistas indexadas en el top. Negar esta realidad no ayuda en nada.
Me temo que sigue mezclando conceptos, problemas y posibles soluciones relacionados con la universidad española actual:
– En su artículo y comentario afirma que «el contenido de fondo del artículo es que lo importante es el rigor en la contratación» y todos estamos de acuerdo con esto, pero el rigor de la contratación en el nivel de entrada a la profesión universitaria (Profesor Ayudante Doctor, Investigador Ramón y Cajal, etc.) debe incluir mecanismos para evitar el sesgo a favor de candidatos locales, que ha prevalecido durante décadas en España, como demuestran los datos (compárese el nivel endogámico español con el de los países con los que queremos competir). Estos mecanismos no existen en España salvo en casos específicos (en el caso de los contratos Ramón y Cajal, haciendo que sean comisiones externas a las universidades contratantes las que evalúen y seleccionen a los candidatos).
– La idea de «valorar el talento local» tampoco la niega nadie. La mejor (¿la única?) forma de valorar el talento local es cuando se reconoce su valía por agentes externos porque se evita el sesgo interno. Llevo 20 años oyendo a colegas decir que sus procesos de contratación son muy rigurosos y objetivos, de manera que garantizan que se lleva la plaza el mejor candidato. Curiosamente, los colegas de la Universidad X me dicen que lo que sucede es que los mejores candidatos son los formados en la Universidad X, los colegas de la Universidad Y me dicen que los mejores candidatos son los de la Universidad Y, los colegas de la Universidad Z me dicen que los mejores candidatos son los de la Universidad Z, etc. Curioso, ¿no cree?
– Si hay profesores que descuidan su docencia, entonces se debe notificar a las autoridades universitarias competentes (vicerrectores y rector) para que emprendan medidas disciplinarias contra esos colegas que no hacen bien su trabajo. Es lo mismo que habría que hacer si algún colega descuidara su investigación (apenas dando a conocer resultados de investigación, publicando trabajos de baja calidad, etc.).
– La endogamia dificulta uno de los pilares de la universidad: la diversidad y universalidad de las enseñanzas y las dinámicas que deben imperar fuera y dentro de las aulas. Cada institución universitaria es diferente y las experiencias que se adquieren trabajando para ellas, también. Y quien viene «de fuera» aporta, por tanto, una experiencia tremendamente útil para los estudiantes que no puede aportar quien no ha trabajado fuera.
– Lo que hace falta para romper barreras actuales de la universidad española es a) evaluar realmente la actividad docente e investigadora de los nuevos profesores «post contratación» inicial y que lo que se haga o deje de hacer en un departamento tenga consecuencias (buenas o malas) en dicho departamento; b) dar recursos para que todo nuevo contratado pueda iniciar su línea de investigación y docencia propia para enriquecer el departamento; y c) recompensar lo que se considera buenas prácticas a nivel internacional e identificar y contrarrestar las malas prácticas.
Es importante tener claro que no se han creado los mismos mecanismos para controlar la investigación que para controlar la docencia. El profesorado que descuida su actividad investigadora no va a poder promocionar, se quedará estancado en su puesto porque no va a poder obtener sexenios de investigación y, por tanto, no podrá acreditarse. En cambio, si descuida su docencia, su carrera universitaria se va a ver mucho menos afectada. Porque, insisto, los mecanismos no son los mismos. Actualmente, en las universidades públicas españolas se premia mucho más la investigación que la docencia. Esto es así aunque haya gente que no lo quiera ver. Y comunicarlo a las autoridades universitarias competentes no sirve de nada o de muy poco. Del mismo modo, se ha generado una visión según la cual los que vienen de fuera son más competentes y capacitados para ejercer un puesto de PDI, sobre todo, en su faceta investigadora. Y derivado de ello, se considera que cuando un puesto (de profesor ayudante doctor, por ejemplo) es cubierto por alguien de fuera, será mucho mejor para la universidad. Derivado de esto, se ataca la endogamia y se centran en ella todos los males de la universidad. Este es el punto de partida y el error que se comete. Acaso, ¿si se garantizara que todas las plazas de nueva contratación fueran ocupadas por personas externas a la universidad de origen, se conseguiría acabar con las contrataciones sesgadas y procedentes del amiguismos?, ¿mejoraríamos en calidad de la docencia?. Rotundamente no. Porque el problema no está en que se contrate a una persona de la misma universidad (local) si no que se contrate con criterios y prácticas no rigurosas. Y esto no es confundir o mezclar conceptos, problemas y soluciones. Esto es enfocar correctamente el problema para darle una solución. Mientras continuemos centrándonos en atacar la endogamia para acabar con ella, los problemas de las universidades derivados de las contrataciones seguirán existiendo. Se está utilizando la endogamia para ocultar el verdadero problema de fondo. Esta es la idea del artículo.
Pues si esa es la idea del artículo, creo que necesita reescribirlo porque un artículo que acaba con «En definitiva, la endogamia bien entendida puede ser una valiosa fuente de recursos y capacidades que proporcione a las universidades españolas los ingredientes necesarios para la mejora de la calidad en la docencia y en la investigación» no tiene nada que ver con lo que señala en su último mensaje. ¿Hacen falta mejores mecanismos para controlar la docencia? Sí. También habrá que hacer algo con las autoridades universitarias (in)competentes que no hace su trabajo al respecto, por cierto. ¿Es la endogamia bien o mal entendida parte de la solución? No. ¿Es mejor que saque una plaza de acceso a la carrera universitaria alguien de fuera que alguien que se ha formado en la misma universidad (con méritos docentes e investigadores semejantes)? Sí, pues las ventajas mínimas que tiene el candidato de la casa (fundamentalmente, una menor curva de aprendizaje del funcionamiento burocrático de la institución) palidecen al lado de las ventajas que aportan un candidato de fuera (factores esenciales para un puesto de este tipo: diversidad, regeneración, nuevas líneas de investigación, nuevas formas de trabajar en clase, nuevas redes para docencia e investigación, etc.). ¿Hay que acabar con las contrataciones sesgadas y procedentes de amiguismos? Por supuesto que sí. ¿Es la endogamia bien o mal entendida parte de la solución? No. Como ya he dicho, muchísimos colegas con los que he hablado afirman a la vez que luchan contra las contrataciones sesgadas asegurándose de que se usan criterios y prácticas rigurosas, y que los candidatos de su universidad son los mejores para los puestos. Algo falla, ¿verdad? Lo triste es que tengan que ser jueces los que enmienden las planas a vicerrectorados y comisiones en los casos más clamorosos. Si se contratara solo a gente no formada en la propia universidad, ¿mejoraría la docencia? Pues mire, en principio, sí, pues se evitará la reproducción de metodologías docentes endogámicas y se enriquecerá con metodologías docentes exogámicas: es un «win-win» de manual para los estudiantes y la docencia. Así que me temo que el artículo sí que presenta una significativa confusión y mezcla de conceptos, problemas y soluciones, como puede ver.
Enhorabuena, al menos, por aportar una visión diferente a un debate que aún no se le da la magnitud que merece. Solo aportar alguna idea adicional.
Creo que promoción interna debería ser compatible con contratación externa a todas las escalas. Lo que no es normal es que una persona que desarrolle su carrera en un centro extranjero tenga MUY complicado acceder directamente a una plaza de su nivel, por ejemplo, titular o catedrático. Sabemos que eso es MUY poco frecuente en el sistema universitario español. Esto genera un incentivo, a mi parecer inadecuado, que consiste en que personas que deseen tener una experiencia internacional dilatada en sus primeros años de carrera (normalmente postdoc) opten por acortarlos al mínimo posible y apliquen a ayudante doctor, ya que estar muchos años fuera puede penalizar (alejarse del dept) y, además, al final vas a tener que empezar desde el nivel inicial igualmente.
Otra idea similar es que hay gente muy formada, con tesis en otros países (hay actualmente incentivos para hacer tesis en universidades «prestigiosas» extranjeras), pero que luego ven cómo este hecho les penaliza cuando regresan a sus países de origen, pues son candidatos locales los que entran a través de prácticas sospechosas. Alguien local que hace la tesis en el extranjero, con calidad, y que desea regresar, debería ser considerado un activo muy importante también. Fácilmente adaptable a la cultura organizativa local. Hay muchos colegas sufriendo esto en países del sur de Europa, se me ocurre Italia.
A pesar de las ideas anteriores, es importante manifestar el esfuerzo desproporcionado que hacen muchos «candidatos locales» durante los años previos a que salgan sus plazas, precisamente, porque saben que si lo dan todo por el dept. y por los catedráticos de turno, tendrán su recompensa. Pero esto no mejora la investigación, sino que es un reflejo del sistema de poder (y abusos derivados) que pervive en la universidad y, cómo no, de la insuficiente financiación y precarización.
Javier me propone reescribir el artículo. Se me ocurre algo mejor, ¿porque no escribe usted el suyo?. Lo que no puede hacer es decirme a mi lo que tengo que escribir. Yo tengo muy claras mis ideas y lamento mucho que usted ni siquiera las entienda, no digo ya que las comparta. Me dice que como puedo ver, no, perdone, no he visto con sus supuestos argumentos que esté equivocado en mis argumentaciones, si no todo lo contrario. Coincido con Next en que muchos investigadores formados en el exterior después tienen verdaderos problemas en volver y ser admitidos en centros de investigación españoles. Esto también es lamentable y se le debería de dar una solución. Pero esto sucede, no por la endogamia, si no porque tenemos una universidad con un problema muy grave de financiación y de recursos donde no se premia la investigación y el esfuerzo en la docencia. Este es el mal endémico de la universidad española y no la endogamia. Sabía que con el título del artículo y con el planteamiento del mismo iba a recibir muchos varapalos. En las redes sociales, como twitter me están linchando; muchos incluso se atreven a hablar de mi personalmente sin conocerme, cuestionando mi carrera universitaria y definiéndome como un catedrático con «principios feudales». Que alejados están de la realidad. Pero precisamente quería escribir este artículo porque estoy muy cansado de escuchar siempre los mismos argumentos en contra de la endogamia, que lo único que hacen es ocultar el verdadero problema de la universidad española. Así que he escrito lo que quería escribir, ni más ni menos.
Si algún día me invitan a escribir un artículo, estaré encantado de hacerlo. Yo no le he dicho lo que tiene que escribir. Lo que le he dicho es que si usted dedica el 80% de su artículo a hablar sobre el tema A, con afirmaciones como «mi opinión es que la universidad no debería dejar de ser endogámica, sino que debería de serlo aún más. La endogamia es una fortaleza que hay que saber aprovechar» o que «la endogamia bien entendida puede ser una valiosa fuente de recursos y capacidades que proporcione a las universidades españolas los ingredientes necesarios para la mejora de la calidad en la docencia y en la investigación», y dedica solo el otro 20% a los temas B y C y vinculándolos a A, difícilmente podrá quejarse de que sus lectores no hayan entendido que usted quería escribir realmente sobre los temas B y C. Por eso la sugerencia de la reescritura: si un estudiante me presentara un texto así, le obligaría a reescribirlo para aprobar. Coincido plenamente en que uno de los males endémicos de la universidad española es la limitada financiación y de recursos, con insuficientes mecanismos de control, de recompensa y de penalización de la buena docencia y la buena investigación. Pero otro de esos males endémicos es la endogamia y lo que conlleva, por lo que la solución a los problemas anteriores nunca podrá ser «necesitamos más endogamia». ¿Debemos distinguir entre promoción interna (que no es endogamia) y contratación inicial? Por supuesto. Pero, sobre todo, establecer mecanismos que impidan beneficiar a los candidatos locales.
Si eres de Jaén y te has presentado y ganado una plaza en, digamos, Burgos, vas a ser capaz de explicar Derecho Civil, pero no así en Galicia, o en Cataluña, o en Aragón, por ejemplo, a no ser que estudies ex novo el Derecho propio de esos territorios (lo mismo con algunas otras materias jurídicas en diversos territorios).
Se recurre al término endogamia para pretender descalificar no se sabe bien con qué intención. Me consta que las universidades privadas forman y contratan a sus propios estudiantes en atención al mérito que consideran conveniente, y nadie dice que sea malo. En las públicas siempre hay concurso público; lo contrario es ilegal. Y la autonomía universitaria ¿no debe extenderse también a la contratación? ¿O todo es una entelequia? La mejor política universitaria, menos controles y dejar hacer, eso sí, con petición de cuentas.
Rafael, efectivamente, un contratado en Derecho tendrá que estudiar, conocer y entender el derecho propio del territorio si tiene que enseñar dicho derecho en clase, pero está plenamente capacitado para ello y todos, al empezar, asumimos docencia con materia de la que no somos especialistas, pero lo somos para formarnos en lo que necesitamos saber para poder impartirla. Es parte de la profesión, así que sin problema. A ver, se recurre al término «endogamia» sabiendo bien lo que se descalifica: la endogamia, es decir, favorecer o preferir a candidatos locales frente a candidatos de fuera. No tiene mucho misterio. En cuanto a las universidades privadas, depende: varias conozco yo que, al carecer de programas de doctorado, están obligadas a contratar siempre a gente formada en otras partes. Si otras practican la endogamia, entonces habrá que decir que es malo. Los problemas de las privadas en España también son más graves, viendo el bajo nivel que predomina en ellas y la condición de meras expendedoras de títulos de varias de ellas. La autonomía universitaria y la petición de cuentas conlleva, necesariamente, controles internos o externos. Hay sistemas universitarios donde, por ejemplo, los Recursos Humanos de la propia universidad tumban convocatorias de Profesor Ayudante Doctor si no hay un número mínimo (relativamente elevado) de candidatos para el puesto, precisamente para dificultar de entrada la endogamia (y luego hay otros procesos internos que hacen muy difícil que se genere endogamia).
He sido muy claro y concreto en mi artículo y las ideas clave son evidentes. Otra cosa diferente es que alguien quiera ver en el artículo otros aspectos para descalificarlo, o como hace Javier, «suspenderlo». Vaya, no esperaba que me fueran a poner nota por un artículo de opinión. Voy a hacer una última aclaración: las competencias locales no se refieren exclusivamente a conocimientos teóricos locales (como el Derecho Civil de un territorio determinado), se refieren sobre todo a competencias y habilidades relacionadas con el contexto geográfico, cultural, social y lingüístico del territorio en el que se ejerce. Y estas competencias no se adquieren con una formación teórica. Se pueden adquirir, sin duda, con el paso del tiempo, en la medida que se vaya conociendo mejor el territorio y sus peculiaridades, pero no se trata de un simple conocimiento teórico. Me reitero en el agradecimiento por los comentarios recibidos y ojalá sirva este artículo para que haya alguien que se replantee el tema de la endogamia como algo exclusivamente negativo. De no hacerlo así, seguiremos anclados en los mismos problemas eternamente, porque no hay más ciego que el que no quiere ver. Poner todo el peso de los males de la universidad en la contratación de personas que se han formado en la misma universidad es un grave error y muestra una visión muy limitada de la realidad. Decir que si se contrata a personas locales se van a seguir reproduciendo las mismas metodologías y los mismos procesos de trabajo, es un atentado contra el progreso, la innovación y la mejora del conocimiento y una falta de respeto grave hacia la gente joven que se está formando y que aspira a ser mejor que sus maestros. Este argumento en contra de la endogamia no se sostiene de ninguna de las maneras, por mucho que se repita. Así que, pongámonos a trabajar en lo realmente importante, y dejémonos de culpabilizar de los males de la universidad a los nuevos talentos que se forman en universidades en las cuales les gustaría trabajar, por diferentes motivos, pero entre ellos uno muy importante: la conciliación personal y familiar y el deseo de mejorar el contexto en el que uno ha nacido y se ha formado.
Pues sí, fíjese, los artículos de opinión, si su argumento principal se expresa de manera confusa, desestructurada y sin cohesión, pueden ir «a septiembre». Es más, la publicación de un artículo de opinión debería venir siempre acompañada por el debate y la crítica con quienes lo leen y «ponen nota». Me sorprende que se sorprenda. Pero me sorprende todavía más su última aclaración. Después de insistir en que su artículo lo que quiere realmente es denunciar que «tenemos una universidad con un problema muy grave de financiación y de recursos donde no se premia la investigación y el esfuerzo en la docencia», resulta que ahora defiende que las «competencias locales» que sustentan su argumento en favor de la endogamia «se refieren sobre todo a competencias y habilidades relacionadas con el contexto geográfico, cultural, social y lingüístico del territorio en el que se ejerce». Hablando en plata, que usted no quiere que la universidad contrate a alguien del pueblo de al lado (y ya si hablamos de alguien de fuera de España… ¡el horror! ¡el horror!), no sea que aporte algo nuevo a los estudiantes y estos vean en las aulas algo que no se corresponda con lo que ven en la calle. Pero igual lleva razón: después de todo, el contexto geográfico de la universidad es el mundo entero; su contexto cultural es el de la creación y difusión de conocimientos en todos los ámbitos de los saberes humanos; el contexto social es el de la formación teórica y práctica que debe convertir a los estudiantes en ciudadanos del mundo; y su contexto lingüístico es plurilingüismo que caracteriza a la universidad desde su fundación medieval, con el uso de linguas francas (hoy en día, el inglés) y del mayor número posible de lenguas según la variedad de la procedencia de estudiantes y profesores. Estamos de acuerdo en que hay problemas estructurales importantes en la universidad española, pero la endogamia, y mucho menos «más endogamia», no soluciona ninguno de ellos y empeora casi todos.
Si endogamia es favorecer o preferir a candidatos locales frente a candidatos de fuera, yo no conozco casos de endogamia. Habría que filtrar con ese criterio la cuantía endogámica real y denunciar los casos en que así sea.