El partenariado entre estudiantes y profesores universitarios: ¿es posible?

Empezaremos respondiendo a la pregunta sobre este partenariado de manera breve: sí, es posible. Y añadiremos algo más: es una relación necesaria, importante y fundamental si defendemos una universidad responsable socialmente.

La relación de partenariado entre estudiantes y docentes universitarios se puede definir como un proceso recíproco de colaboración. Los participantes tienen la oportunidad de contribuir por igual, aunque no necesariamente de la misma manera, en los procesos de gobernanza de la institución universitaria. El fin es conseguir el cambio, la mejora y la innovación, tanto a nivel curricular como a nivel institucional.

Relaciones colaborativas con los alumnos 

Que el profesorado pueda compartir esta función no significa que el conocimiento, la experiencia, las responsabilidades o el estatus de unos y otros sea exactamente el mismo. No se trata de aparentar una falsa simetría, sino de respetar y valorar las contribuciones de todos los participantes. Es importante reconocer los roles de cada uno y crear las condiciones para que todos sientan la confianza suficiente para entablar un diálogo honesto.

La revisión bibliográfica muestra experiencias exitosas e investigaciones sobre dicha relación. La mayoría de ellas pertenecen al ámbito anglosajón, aunque no solo ocurre allí y abarcan diversas áreas de conocimiento y asignaturas de distinta tipología.  La relación de partenariado implica diversos niveles de participación. Desde la conceptualización o la toma de decisiones con relación a una asignatura hasta los procesos participativos para la mejora de un grado universitario. También afecta a la toma de decisiones sobre el calendario del curso, la hibridación de la enseñanza u otros aspectos académicos.

Se proponen procesos participativos estables facilitados por la institución, y con consecuencias visibles en la toma de decisiones. 

El foco de la relación de partenariado es, justamente, la participación activa del estudiantado universitario. No consiste solamente en “dar voz” a los estudiantes en un momento, una materia y con un docente determinados sin posibilidad de ser reproducidas ni escalables. Se trata de promover y crear procesos participativos estables.

La metodología que lo permite: el codiseño

La metodología usada en la relación de partenariado es el el codiseño. El codiseño se basa y se integra en las metodologías de participación ciudadana. Tiene como objetivo último dar poder a los estudiantes en sus procesos de aprendizaje, concibiéndolos como agentes activos. No solo participan en actividades de aprendizaje, sino que también las diseñan y las revisan críticamente.

El codiseño permite que docentes y estudiantado mejoren de manera conjunta la docencia, el aprendizaje y la institución universitaria. Para desarrollar procesos de codiseño, es recomendable empezar siempre clarificando los propósitos y planificando la naturaleza del trabajo conjunto a desarrollar. Es crucial crear objetivos compartidos, asegurando que docentes y estudiantes se reconocen entre ellos, además de a sí mismos. También deben reconocer la relación de partenariado como legítima y promover la comunicación, visibilizando los avances. Por último, es imprescindible que los acuerdos a los que se llegue se materialicen e implementen, de manera que sean visibles y que sus resultados puedan ser evaluados, en un proceso iterativo de análisis, reflexión y mejora.

El partenariado entre estudiantes y docentes: una búsqueda de respuestas compartidas

La relación de partenariado basada en el codiseño promueve la colaboración entre profesorado y estudiantado y el compromiso entre ambas partes para participar conjuntamente en proyectos de cambio, mejora e innovación. Dichos proyectos pueden ser mucho más efectivos en la medida que incorporan los puntos de vista y las experiencias de estudiantado y profesorado.

El diálogo entre las dos perspectivas y el intercambio de roles permite ponerse en el papel del otro para comprender su posición y buscar respuestas compartidas.

Este proceso cambia significativamente la relación entre ellos, y la relación que mantienen con la institución universitaria. Se genera una institución que los estudiantes pueden dejar de percibir como distante y ajena a sus intereses, abriéndose al papel transformador que pueden ocupar dentro de la misma.

 

Comentarios
  1. Andrea Padrón dice: 23/11/2020 a las 11:18

    Quiero entender la finalidad última de esta entrada y estoy hasta cierto punto de acuerdo con ella, pues creo que los universitarios se implican, en general, poco en su formación y su institución. Ahora bien, sin haber leído la bibliografía a la que hace referencia la autora, me preocupa enormemente la visión de «codiseño» u «objetivos compartidos». Creo que en la universidad nos estamos acercando peligrosamente a los mismos males que ya hay en la educación obligatoria en los que parece que el papel del profesor es simple acompañante del proceso de formación de los alumnos que tienen casi tanto que decir al respecto con el profesorado. Es cierto que la autora señala que no hay que confundirnos con una «falsa simetría» -y menos mal-, ahora bien, a pesar de esa frase precisamente es eso lo que me parece que desprende el resto del texto. Una idea de que habría que modificar los programas según los intereses y las inquietudes del alumnado.

    Seguramente no he acabado de entender lo que buscaba transmitir la autora; creo que me ha faltado algún ejemplo más claro de cuál sería esa propuesta. Ciertamente estoy muy a favor de buscar maneras de motivar a los alumnos universitarios, de hacerles ver la importancia de su formación y la misión de la universidad. Pero creo que eso parte de no perder de vista que el papel del profesorado, creo, es convencer con argumentos, conocimientos y rigurosidad de la importancia de nuestra materia, «llevarnos al huerto» a los estudiantes… y no al revés. No creo que se trate de marcar objetivos conjuntos en los que los alumnos puedan determinar qué es importante y qué no, pues sería tanto como asumir que los años de preparación del profesor y su experiencia no son valiosas en absoluto, siquiera para discernir qué es importante de lo que no.

    Por otro lado, no puedo pasar a una cuestión mucho más anecdótica, pero considero que la palabra «partenariado» es un calco horrible que deberíamos de hacer un esfuerzo por evitar. Entiendo que quizás en algunos contextos académicos la intoxicación es tan marcada que es difícil darse cuenta de lo extraño que suena en un texto en español. Sobre todo, teniendo en nuestra lengua varias opciones preferibles: https://www.fundeu.es/consulta/partenariado-1834/

  2. Magdalena Flores dice: 23/11/2020 a las 20:45

    Es interesante esta entrada, interesante en el sentido que despierta la curiosidad el término «partenariado». La primera observación/recomendación que me sugiere es la necesidad de definir de manera explicita ¿qué entiende la autora por partenariado? de igual manera, habría que enunciar sus referentes bibliográficos.
    Por otra parte, me parece muy loable su propuesta de renovar o rediseñar las estrategias de funcionamiento y de estrategias de enseñanza en las universidades. El problema principal que habría que considerar, por lo menos para el caso de las universidades públicas en México, es el papel de «todo poderoso» que culturalmente persiste entre los profesores, quienes se niegan rotundamente a renovar sus estrategias pedagógicas amparándose de manera tendenciosa en «la autonomía», la «libertad de cátedra», los «derechos sindicales», etc., que rigen en las normativas de las universidades.

  3. Albert Corominas dice: 26/11/2020 a las 13:39

    Me pregunto de dónde sacaría tiempo el profesorado para las actividades de codiseño.
    En todo caso, no debemos olvidar que, entre las llamadas misiones que se le han ido atribuyendo a la universidad, la de proporcionar formación para el ejercicio solvente de profesiones no es la menor. Y que ello, con los planes de estudios correspondientes, reduce significativamente el margen para el codiseño de los objetivos.


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