Qué se le puede pedir a un becario y qué se le debe pedir a un universitario
En anteriores he entradas he abordado algunos aspectos referentes al sistema de becas universitarias. Primero escribí sobre la relación entre el sistema de ayudas al estudio y el sistema de precios de la universidad pública. Luego retomé la cuestión para mostrar cuánto contribuye el sistema de becas a los procesos de movilidad social. Aproveché en esas entradas para describir los requisitos que dan acceso a la condición de becario. No obstante, dejé para mejor ocasión tratar los requisitos académicos para la concesión y mantenimiento de la beca.
La pregunta sobre la que me gustaría reflexionar con ustedes en esta entrada es la siguiente: ¿Qué debe exigirse en términos de rendimiento a un alumno becario?
Antecedentes
Pongámonos en antecedentes. En el año 2013 se aprobó una reforma del sistema de becas universitarias en la que se endurecieron los requisitos académicos para el acceso y mantenimiento de las ayudas al estudio (Real Decreto 609/2013).
Por un lado, se elevó la nota media para poder optar a la beca. El corte para solicitar la exención de matrícula quedó fijado en un 5,5, mientras que el umbral para la ayuda económica adicional se situó en un 6,5 para las carreras de “letras” y un 6 para las carreras de “números”. Por otro lado, la nota media pasó a formar parte del cálculo de la cuantía variable a la que optaba el alumno, de modo que quienes rindiesen mejor obtendrían más dinero del total presupuestado.
En el año 2018 se redujo a 5 la nota mínima para optar a la exención de matrícula, pero se mantuvieron los umbrales de rendimiento para la cantidad dineraria adicional (Real Decreto 951/2018). A su vez, se incorporó una nueva modalidad de cuantía fija ligada a la excelencia en el rendimiento académico, de modo que estudiantes becarios con más de un 8 de nota media serían recompensados con una cantidad de entre 50 y 125 euros.
Finalmente, el pasado verano se promovió una nueva reforma del sistema de becas por parte del actual ejecutivo que eliminó la nota media como criterio de concesión de las ayudas, aunque se mantuvo la cuantía fija ligada a la excelencia en el rendimiento académico (Real Decreto 688/2020). En el nuevo modelo, los alumnos becarios deben superar un porcentaje mínimo de créditos aprobados sobre el total de créditos matriculados para mantener la ayuda.
Las ayudas al estudio como respuesta a la necesidad económica de los alumnos
A fin de valorar tales modelos, partamos de dos hechos bien establecidos por la investigación académica.
Primero, las barreras económicas constituyen una de las principales razones que explican la infrarrepresentación del alumnado de extracción social baja en la universidad. Precisamente porque lo sabemos, hemos creado un sistema de ayudas económicas al estudio que pretende evitar que los costes directos, indirectos y de oportunidad frenen el acceso a la universidad u obliguen al abandono.
Segundo, los incentivos económicos tienen la capacidad de incrementar el nivel de rendimiento de los alumnos. Como también sabemos esto, hemos creado premios a la excelencia académica (el error es llamar becas a estos premios) y recompensamos a los alumnos más brillantes con una cuantía dineraria. Por poner un ejemplo claro, las matrículas de honor eximen del pago de los créditos correspondientes en la matrícula del año siguiente.
Sabiendo que ambas cuestiones son ciertas y disponiendo de mecanismos independientes para abordar ambas, ¿por qué mezclarlas? Tan absurdo es premiar únicamente el rendimiento excelente del alumnado que demuestra una situación de necesidad económica (la cuantía fija ligada a la excelencia académica), como exigir un rendimiento mínimo superior a quien tiene más dificultades para estudiar (la nota mínima para la concesión de la ayuda).
El rendimiento del alumnado becario
El debate sobre los requisitos académicos para el mantenimiento de la beca es muchas veces acalorado. ¿Por qué pagarle los estudios y concederle una cantidad de dinero adicional a quien no ofrece luego el rendimiento mínimo exigible? Reflexiones así invitan a pensar que tenemos un problema particular con el rendimiento del alumnado becario. ¿Por qué si no este interés en el rendimiento de este colectivo específico y no del conjunto del alumnado universitario?
Afortunadamente, el Ministerio de Universidades publica las estadísticas de rendimiento del alumnado becario y no becario anualmente. La Tabla 1 recoge tales indicadores y arroja una conclusión clara: el alumnado becario rinde mejor que el alumnado no becario.
Tabla 1. Indicadores de rendimiento universitario por condición de becario.
Por un lado, comprobamos que los becarios se matriculan en un mayor número de créditos cada año, aprueban un mayor porcentaje de los créditos en que se matriculan (tasa de rendimiento), aprueban un mayor porcentaje de los créditos a los que se presentan (tasa de éxito) y se presentan a un mayor porcentaje de los créditos a los que se matriculan (tasa de evaluación).
Por otro lado, el alumnado becario invierte un menor tiempo en completar sus estudios universitarios -tanto en las titulaciones de 4 años como en las de 5 años- y obtiene una mejor nota final en su expediente académico.
Finalmente, los becarios se cambian a otras titulaciones y abandonan los estudios en que se matriculan en la universidad en menor proporción.
Valoren ustedes esos datos teniendo en cuenta, además, que los becarios disponen de menos recursos (económicos y no económicos) de apoyo al estudio y tienen una mayor necesidad de compatibilización de la actividad estudiantil con el trabajo remunerado.
¿Existen alumnos no becarios en la universidad pública española?
No parece, por tanto, que tengamos un problema particular con el rendimiento del alumnado becario y, aún así, discutimos acaloradamente sobre cuánto más debemos exigirle con respecto al alumnado no becario. Pero lo peor de esa discusión es que obvia una realidad inapelable: no existen alumnos no becarios en la universidad pública española.
Generalmente, llamamos alumno becario a quien se le cubre el 100% del coste de su matrícula, pudiendo además concedérsele una cantidad dineraria adicional. A su vez, nos equivocamos al llamar alumnado no becario a aquellos a los que cubrimos entre el 75% y el 85% del coste de su matrícula. La cuestión es sencilla: a todos los alumnos en la universidad pública española se les financia la inmensa mayor parte del coste de sus estudios (al menos en primera matrícula).
Siendo esto así, ¿de verdad no es absurdo exigir un 6,5 a quien se le financia el 100% del coste de la matrícula y no imponer ningún umbral de rendimiento mínimo a quien se le financia el 75%? ¿Por qué estamos tan preocupados con el rendimiento del alumnado “100% becario” (que representa un tercio del total del alumnado) y no con el rendimiento del alumnado “75% becario” (que representa los dos tercios restantes)?
Qué se le debe pedir al alumnado universitario
Tras todo lo dicho, ¿es justo pedirles a los becarios un 6,5 para mantener su beca? En mi opinión, no. Obsérvese que, para muchos becarios, mantener la beca es condición sine qua non para permanecer en la universidad. Pedirles un 6,5 como criterio de concesión de la ayuda es equivalente a pedirles un 6,5 cada curso para permanecer en la universidad. Eso constituye un nivel de exigencia muy por encima del que imponemos al resto de universitarios.
Quizás hay quien argumente que esa mayor exigencia académica al alumnado becario es lo que provoca su mayor rendimiento. Si a un alumno le pides un 6,5 para quedarse en la universidad, sacará un 6,5. Y si eliminas ese umbral en la concesión de las ayudas, el rendimiento del alumnado becario caerá. Quizás sea cierto pero, ¿por qué ese razonamiento solo es aplicable a los alumnos que reciben una beca?
La cuestión no debería ser cuánto se le puede exigir a los becarios. La respuesta a esa pregunta es obvia: lo mismo que al resto una vez cubierta su mayor necesidad económica. La pregunta debería ser cuánto se le debe exigir al alumnado universitario en su conjunto. Si me preguntan a mí, creo que hay margen para ser mucho más exigentes en la universidad española.
En definitiva, el sistema de becas tiene por objetivo único atender situaciones de necesidad económica del alumnado que desea completar estudios universitarios. Siendo así, ningún criterio no económico debiera interferir en la concesión de las ayudas o en el cómputo de su cuantía. Si queremos premiar el rendimiento excelente, creemos un mejor sistema de reconocimiento del talento. Si queremos castigar el bajo rendimiento, elevemos la exigencia académica impuesta sobre el conjunto del alumnado, no sobre una parte.
Excelente entrada. Gracias.