¿Sabemos los docentes “alinear» los contenidos que impartimos?

Mucho se está hablando estos días de los mejorables resultados de los estudiantes españoles en las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment). Estos estudiantes de Secundaria en tres años podrán estar en la Universidad. Obviamente la educación en sus distintos niveles es un entramado muy complejo de causas y efectos, y nadie tiene la panacea. Todos los educadores y docentes intentan aportar lo que pueden para que en cada etapa educativa se produzca un verdadero aprendizaje y no simplemente un “ir pasando” de curso o de asignatura.

Para lograr esto, la formación del profesorado es uno de los factores imprescindibles, y lo es muy especialmente en el nivel universitario, como se ha mencionado repetidamente en este blog, por ejemplo aquí. Cada vez más universidades se toman en serio este tema, y en universidades de nuestro entorno existen numerosos modelos donde la universidad española puede mirarse al espejo y tomar inspiración si existe voluntad para ello.

¿Innovar por innovar?

Por mi parte, recientemente he tenido la ocasión de visitar la Universidad Tecnológica de Delft, en los Países Bajos, considerada una de las mejores del mundo en el ámbito de la ciencia y tecnología. Allí existe un importante programa de formación del profesorado, que además de cursos y actividades de formación inicial y continuada, se ocupa de comprobar que los docentes diseñan y llevan a cabo el programa de sus asignaturas de acuerdo con la formación recibida. Existe también allí una comunidad de intercambio de ideas entre docentes, donde éstos pueden compartir experiencias e impresiones sobre su práctica docente, y un “laboratorio de docencia” donde se experimenta con distintas actividades de innovación educativa.

Pero no caigamos en la tentación de equiparar lo innovador con lo deseable, ni tampoco los métodos de décadas pasadas con lo descartable. En ambos casos se necesita espíritu crítico y espíritu investigador, para saber lo que funciona y lo que no.

La TU Delft basa la formación del profesorado en un concepto que tiene ya unas décadas, pero que ha probado repetidamente su efectividad. Se trata del alineamiento instruccional (instructional alignment), llamado también instrucción referida a criterios (criterion referenced instruction). La idea fue desarrollada en las décadas de 1960 a 1990 por varios autores, entre ellos el profesor australiano John Biggs, autor de numerosos artículos de investigación al respecto, así como del libro “Teaching for Quality Learning at the University”.

Antes de explicar en qué consiste el alineamiento instruccional, vamos a contextualizarlo, relacionándolo con el problema de la ratio (tratado aquí). En la década de 1980, el investigador estadounidense Benjamin Bloom estudió el rendimiento del alumnado con instrucción individual (ratio 1:1) y lo comparó con el rendimiento en la instrucción habitual en grupo. Obtuvo que la diferencia de rendimiento era considerable. Esto se llamó el problema 2-sigma, ya que estadísticamente, el rendimiento con instrucción individual estaba dos desviaciones típicas por encima del rendimiento con instrucción colectiva. Pues bien, el alineamiento instruccional ha demostrado a lo largo del tiempo ser una de las maneras más efectivas de resolver el problema 2-sigma, es decir, de conseguir que los resultados con instrucción colectiva se acerquen a los resultados de la instrucción individual.

Tanto es así, que en esos años algunas instituciones educativas rechazaron este método porque producía calificaciones “demasiado buenas”, dando la sensación de poca exigencia en la institución educativa, y porque se difuminaba la clasificación en “buenos” y “malos” estudiantes, rompiendo los esquemas habituales. Algunos de los creadores de la idea se pasaron entonces a la empresa privada, donde no parece suponer ningún problema que los empleados aprendan todo lo que deberían (ver referencia aquí)

El alineamiento instruccional

Veamos entonces en qué consiste el alineamiento instruccional.

El alineamiento instruccional trata de alinear tres elementos de la enseñanza/aprendizaje: los objetivos, las actividades de aprendizaje, y la evaluación.

Quizá algunos recordemos, cuando éramos estudiantes, haber pasado por asignaturas donde “lo que se daba en clase no tenía nada que ver con el examen”. Claramente ahí había una falta de alineamiento entre las actividades de aprendizaje y la evaluación. En otros casos, el examen versaba sobre el mismo contenido de las clases, pero tratado de diferente manera: quizá las clases eran teóricas y el examen era práctico; quizá se nos pedía una labor de análisis o síntesis que en las clases no se había trabajado. Aquí también hay una falta de alineamiento. En otras ocasiones, no teníamos claro lo que se esperaba de nosotros: en ese caso, fallaba el alineamiento de los objetivos (o nuestro conocimiento de ellos).

Actualmente las universidades elaboran guías docentes detalladas, en las que los objetivos de aprendizaje deberían estar claros. Sin embargo, no siempre está claro que este planteamiento se traduzca en una práctica docente real. Para llevar a cabo una docencia “alineada”, el docente debería presentar a su alumnado cuáles son los objetivos de aprendizaje, y señalar qué objetivo se persigue con las distintas actividades realizadas en clase. Finalmente, se realizarán actividades de evaluación en consonancia con las actividades hechas en clase.

Esto no es tan fácil como pudiera parecer. El alineamiento no solo ha de consistir en los contenidos; también en los niveles cognitivos en los que se trabaja, por ejemplo según la taxonomía de Bloom (como mencionábamos aquí) Los niveles, de más bajo a más alto, se pueden denominar: recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar, crear (o equivalentes). Así, para mantener el alineamiento, las actividades de aprendizaje y las de evaluación han de discurrir en el mismo nivel. Por ejemplo, no podemos dar clases en las que solo se enseñe a recordar, y después esperar que los estudiantes en el examen sepan aplicar o analizar. Si queremos esto último, hay que trabajar esas habilidades en la clase, además de dejarlo claro como objetivo de aprendizaje.

Qué es y qué no es el alineamiento instruccional

Tampoco estaría alineado, y tampoco es efectivo, lo contrario: trabajar en clase actividades a niveles cognitivos superiores, pero después presentar actividades de evaluación a niveles inferiores. En este caso el alumnado probablemente sabrá el tipo de evaluación que le espera, y el aprendizaje se producirá a los niveles inferiores que son los que se van a evaluar.

No se deben confundir estos planteamientos con enseñar a resolver “problemas/supuestos/ejercicios tipo”. En el método alineado, los objetivos de aprendizaje podrían consistir precisamente en desarrollar habilidades para resolver problemas o supuestos novedosos. Si ese es el caso, dicho objetivo debe ser conocido por los estudiantes, y en clase deben realizarse actividades enfocadas a desarrollar estas habilidades de resolución de problemas. Entonces el examen podrá consistir en resolución de problemas o supuestos nuevos y no vistos en clase, siempre relacionados con el aprendizaje que se ha llevado a cabo. Lo que quebrantaría el alineamiento sería resolver problemas tipo en clase, pero presentar problemas nuevos en el examen.

Ciertamente, el alineamiento debe orientarse a aquello que se quiera conseguir. Si el objetivo es resolver ejercicios tipo, y si las clases se destinan a estos ejercicios y la evaluación también, entonces existe un alineamiento correcto, y el alumnado aprenderá a resolver ejercicios tipo. Pero si se le plantea a este alumnado otras preguntas diferentes, aunque sean sobre el mismo tema, no estarán preparados. Es lo que les ocurre en las pruebas PISA a los estudiantes españoles, que están entrenados para cuestiones “tipo” pero no para utilizar niveles cognitivos superiores (interpretar, analizar, relacionar…) Nuestro sistema educativo en general parece estar bastante desalineado con este tipo de pruebas. Y esto no facilita la transición al sistema universitario, donde sí que deberían utilizarse las habilidades cognitivas superiores.

Por tanto, el alineamiento instruccional puede servir para facilitar cualquier tipo de aprendizaje, incluso el aprendizaje mecánico, pero donde está su verdadera potencia es en conseguir un aprendizaje significativo.

Un aprendizaje que nos ayude a pensar, a relacionar, a organizar la información, y a basarnos en los conocimientos transmitidos para seguir creando conocimiento. Esta es, en definitiva, la razón de ser de la Universidad.

 

Comentarios
  1. Miguel Angel dice: 12/12/2023 a las 09:39

    Entrada muy interesante, y veo bastantes coincidencias con la enseñanza universitaria de la Física. Las asignaturas de fundamentos físicos en los estudios científicos-técnicos suelen ser las más difíciles (peor ratio de aprobados) porque en un cuatrimestre lectivo no da tiempo a enseñar al alumnado a enfrentarse a problemas distintos de los tipo y al razonamiento conceptual, salvo que la vocación del alumnado sea alta. Esta competencia requiere que en niveles educativos y especialmente en otras asignaturas del mismo curso también se aplique ese alineamiento institucional. Pero no todos los docentes están capacitados (formados+motivados) para impartir la asignatura desde el nivel de recordar hasta el de crear. Hacen falta incentivos docentes y una verdadero coordinación diagonal entre docentes (vertical + horizontal).

  2. Carmen Pérez Esparrells dice: 13/12/2023 a las 07:45

    Enhorabuena, profesora Campos por la entrada. Efectivamente, la clave está en la formación del profesorado, que debería ser continua!

  3. John Mario Osorio Trujillo dice: 14/12/2023 a las 01:52

    Bastante profunda y sintética la publicación. En torno a lo que se llaman «Salidas del estudiante» Student Outcome lo que se referencia es lo debido. Tiene coherencia y deberíamos, como docentes, visualizarla así, pero me apego a la práctica que se menciona inicialmente y es que será siempre necesario formar el talento humano en entender, comprender y aplicar efectivamente el alineamiento instruccional. Gracias por compartir


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