Saber enseñar en la universidad
La reciente Ley Orgánica para el Sistema Universitario (LOSU) plantea que los nuevos profesores de universidad deben recibir formación pedagógica para dar clase. Esperemos que este propósito del anterior ministro de universidades Joan Subirats, gestor de la nueva ley, se lleve a buen término, pues como dice el dicho popular, una cosa es saber algo y otra es ser capaz de enseñarlo de manera eficaz.
En la universidad hemos pasado muchos años dando por supuesto que un licenciado o graduado que se ha doctorado, ya sabe enseñar sus conocimientos y que puede afrontar el reto de llevar una asignatura con clases de más de cincuenta alumnos y alumnas manejando los resortes de una profesión tan complicada y exigente como es la de profesor de universidad.
Pero la realidad nos ha demostrado que muchos profesores y profesoras noveles pasan varios años de su vida realizando un autoaprendizaje por ensayo y error, buscando información, preparando recursos para sus clases, elaborando materiales, etc. Este largo periodo de autoformación puede constituir un serio perjuicio para el alumnado.
Como dice un proverbio conocido en el ámbito académico, el profesor los primeros diez años como docente sobrevive como puede, los siguientes diez años enseña lo que sabe, venga a cuento o no y, finalmente, los siguientes diez enseña lo que necesitan sus alumnos. Evidentemente el proverbio simplifica el problema, pero por ahí van los tiros.
La necesaria formación pedagógica del profesorado universitario novel
Aquí, los pedagogos, sin atribuirnos la exclusividad del tema, tenemos mucho que decir, si no queremos que el profesorado novel universitario desperdicie sus capacidades durante muchos años, sobreviviendo o, como hacen algunos, explicando a su alumnado el tema de su tesis doctoral, porque es de lo que saben y en lo que se encuentran cómodos, aunque no venga a cuento. Al final del camino, casi todo el profesorado sabe dar clase, y la mayoría lo hace muy bien, con una u otra metodología, pero se trata de acortar ese camino y de transmitir a los nuevos profesores las técnicas pedagógicas y didácticas que son necesarias para la docencia. Parece mentira que algo tan lógico no se haya planteado hacerlo hasta este momento, pues con un coste mínimo, se puede aumentar la eficacia del sistema educativo universitario de modo notable.
¿Cómo se hace en otros ámbitos educativos?
En otros niveles del sistema educativo, todo el profesorado, en mayor o menor medida, recibe la formación pedagógica necesaria para ejercer su profesión. Los maestros estudian durante cuatro años las metodologías específicas para enseñar al alumnado de Educación Infantil y Primaria. Los que quieren ser profesores de ESO, FP, Bachillerato o Escuelas de Idiomas, además de su titulación, tienen que realizar un máster de formación pedagógica y didáctica específica que dura un año y en el que tienen dos meses de prácticas. Es evidente que no es suficiente para preparar al profesorado para una tarea tan compleja, y por eso se está hablando de ampliar esta formación, pero al menos es algo. Pero un profesor universitario se enfrenta a una tarea sumamente compleja sin los recursos ni la preparación necesaria para desarrollar todo su potencial educativo.
Una propuesta pedagógica para la formación del profesorado
Así que bienvenida sea la formación inicial del profesorado que se propone en la nueva ley, pero, con permiso de la Sra. ministra actual, Diana Morán, me voy a permitir darle algunos consejos sobre cómo debe ser esta formación. Llevar más de cuarenta años como profesor en todos los niveles del sistema educativo, creo que me permite semejante atrevimiento. Si la nueva formación va a consistir exclusivamente en asistir a unos cursos teóricos de formación pedagógica y didáctica, estaremos añadiendo una nueva tarea burocrática al ya sobrecargado profesorado universitario, pues necesitará un nuevo certificado para ejercer la profesión, y en el mismo habrá invertido un tiempo desproporcionado para un aprendizaje muy teórico y desvinculado de las situaciones reales de enseñanza/aprendizaje.
Por ello propongo una formación práctica, complementaria de la teórica, que debería ser llevada a cabo por un profesorado excelente.
Formador de formadores
Es fundamental seleccionar bien a este profesorado que podemos llamar formador de formadores. ¿Cuáles deberían ser sus características?
- Tener experiencia contrastada y haber obtenido valoraciones muy positivas de su alumnado de manera continuada.
- Conocer los conceptos, principios y teorías fundamentales de la educación.
- Dominar diversas metodologías didácticas como la lección magistral participativa, el trabajo cooperativo, el aprendizaje por proyectos, grupos de discusión, clase invertida, manejo de las nuevas tecnologías aplicadas a la educación, etc.
- Dominar los métodos fundamentales que existen para evaluar la adquisición de conocimientos.
- Conocer las técnicas emocionales más eficaces para gestionar una clase numerosa y saber cómo llevar las tutorías.
Este profesorado de contrastada calidad humana y profesional, sería el encargado de proporcionar el aprendizaje práctico al profesorado novel. Para este cometido sería necesario mandar a los noveles con ellos para que vean y aprendan cómo trabajan en clase. Pero no con uno ni con dos, sino con los suficientes como para aprender estilos docentes y metodologías prácticas variadas, así como formas de gestionar los conflictos y dificultades propios de la docencia.
Estoy convencido de que la mayoría de estos profesores estarán encantados de acogerlos de modo voluntario en sus clases, simplemente por un sentido de responsabilidad profesional y amor hacia la docencia de calidad. Pero no se debe caer en una endogamia de titulación.
Un futuro profesor de química, de historia o de biología, debe poder asistir a las clases de uno de pedagogía, de filosofía o de medicina y viceversa, pues de lo contrario no dejaríamos de mirarnos en nuestro propio ombligo.
El que sean titulaciones de ámbitos muy diferentes no es óbice para que se puedan aprender metodologías muy diversas y variadas.
Formación eficaz con costes mínimos
Esta modalidad formativa tiene un coste mínimo y es complementaria a los cursos de formación. Solo hay que tener voluntad organizativa para seleccionar al profesorado adecuado, ofrecerles los estímulos necesarios, que más que económicos, deberían ir en la línea de reducción de horas de docencia o de gestión y, sobre todo, convencerles de que su labor formativa es imprescindible para la calidad de la docencia universitaria. Sin duda, este profesorado excelente sería capaz de transmitir al nuevo profesorado la sapiencia acumulada durante años y años de docencia, y esto les produciría una gran satisfacción, pues no hay nada más gratificante que sentirte valorado y saber que estás contribuyendo a una docencia de calidad.
Totalmente de acuerdo. Incluso los propios profesores de un departamento o asignatura concretos podríamos aprender mucho de nuestros compañeros, aunque lamentablemente exista entre algunos docentes cierto complejo de exponer su conocimiento delante de otro que pueda completarlo y/o corregirlo. Ante una cuestión didáctica, sobre la que me pronuncié con la única y humilde «auctoritas» de mis más de 40 años de experiencia docente y la corrección sobre la marcha de mi vida académica de mis muchísimos errores, un compañero novel reivindicó amablemente, con razón, el derecho a errar en su propia metodología para también corregirse en caso de constatarse el error. ¡Por supuesto! pero… ¿Y si acortamos ese camino desde esa formación previa compartida, como señala el artículo?
Muy buena reflexión. Estoy de acuerdo con todo lo que expone. En mi caso, me he «fogueado» en la formación para personas adultas (orientación laboral), y he aprendido más y mejor que con cualquier formación teórica que haya realizado. Está muy bien conocer la parte teórica de la enseñanza, cómo explicar y el qué, pero nada sustituye a la práctica y, como el autor, creo que es muy buena idea aprender viendo cómo lo hacen otro profesorado con más experiencia, y de otras disciplinas diferentes a la de uno mismo.
Les escribo desde Guatemala. Soy profesor de Derecho, 25 años de experiencia. Sí, definitivamente, un profesor universitario además de la competencia en su contenido científico-investigativo, debe acreditar competencia pedagógica. Es algo que no se debe dar por supuesto, de lo contrario estaríamos impartiendo «empíricamente» docencia universitaria, y después no nos «rasguemos las vestiduras» si las evaluaciones métricas del aprendizaje en la comunidad estudiantil universitaria no son las mejores, pero aun decir que «el sistema no funciona».
¿Qué hacer entonces? Miren nos guste o no tenemos que voltear la mirada y el oído hacia los que saben de esto, que son las Facultades de Pedagogía y Ciencias de la Educación. Parece básico decirlo, pero todos los docentes universitarios debemos profesionalizarnos en competencias, planificación, técnicas y estrategias de enseñanza-aprendizaje, modelo de educación virtual, mediación pedagógica, andragogía, entre otros contenidos y competencias docentes.
Las formas y los modos son responsabilidad de las autoridades académicas de cada Plantel pero también una autorresponsabilidad del docente.
Mirelo así, además de investigar y publicar, si tenemos carga docente, lo mínimo es prepararse para hacerlo profesionalmente. Verán como los resultados cambian. Más adelante y con el tiempo, ya incluso pueden desarrollarse pedagogía y didacticas adaptadas a la enseñanza-aprendizaje de cada disciplina. Pero hay que comenzar por lo básico (pedagogía para no pedagogos).
Cada país y cada Universidad, pública o privada, está en una línea de base en este tema, algunas universidades sobre todo privadas, ni lo discuten y ni preguntan si quiere: «todos a formarse o gracias por su buena intención de formar», e incluso cuentan con Departamentos de Formación y Asistencia Pedagógica a los docentes. Algunos sistemas de acreditación de carreras también lo exigen desde la perspectiva de la calidad docente y educativa.
Les comparto este artículo sobre una Propuesta de Programa de Formación inicial para la docencia universitaria(Sánchez Nuñez): https://rieoei.org/historico/deloslectores/sanchez.PDF
Un saludo hasta Valencia al profesor Cruz Perez y a la orden para compartir experiencias.
Francisco Mesa Davila
Quetzaltenango, Guatemala
fmxela@yahoo.es
Ciertamente, es muy interesante lo que planteas, Cruz. Es necesaria esa formación didáctica del profesorado universitario para elevar la calidad de la formación inicial que se ofrece en la Educación Superior. Me parece una buena estrategia hacer uso del plan de formación del profesorado de cada universidad. Si bien, la realidad a la que estamos sujetos los docentes universitarios, destierra, casi en su totalidad, la dimensión pedagógica (tan sólo en el DOCENTIA). La vida universitaria es estresante (como muchas otras hoy en día) y si queremos llegar a acreditarnos y a conseguir sexenios «de investigación», la calidad de la formación que ofrecemos es lo menos importante. La LOSU no sólo debiera exigir una formación pedagógica a través de «cursillitos y titulitos», sino que debiera favorecer la mejora educativa y refrendarla como un valor necesario para la acreditación. Sé que sobre este tema hablaríamos largo y tendido. Gracias por tu aclaradora aportación. Un saludo
[…] calidad docente que lejos de solo centrarse en la ponderación de experimentos o modas pedagógicas, debe perseguir por encima de todo la mejor formación del alumnado universitario, tanto en […]
Los docentes saben muy bien su disciplina pero pedagógicamente aún les cuesta planear una clase con estrategias pedagógicas y didácticas, técnicas didácticas e instrumentos de evaluación coherentes con el el enfoque pedagogico. Me parece interesante su propuesta «Formador de formadores». Gracias por la reflexión muy oportuna en estos tiempos.