Tesis doctorales: me atrevo con una predicción
Ayer, día 11 de febrero de 2016 se terminó el plazo para defender tesis doctorales por el plan antiguo, para entendernos.
Los que ya no hayan defendido su tesis doctoral tendrán que adaptarse a la nueva normativa, más exigente en la acreditación de actividades formativas previas, plazos y en el propio trabajo de investigación a presentar.
Este plazo ha provocado una actividad frenética durante estos últimos meses de doctorandos, directores, miembros de comisiones evaluadora y unidades administrativas de gestión de doctorado. Pero también ha supuesto un elevado uso de salas y salones para las presentaciones, fotocopiadoras y encuadernadores, así como de cafeterías y restaurantes para atender adecuadamente a un momento tan especial para los que consiguen el título y para quienes han apoyado la elaboración de los trabajos de investigación durante los últimos años. Mi sincera felicitación a todos los que lo han conseguido. Y lo repito, para que no suene a felicitación cínica (teniendo en cuenta lo que voy a decir después), mi sincera felicitación. Una tesis doctoral es, en (casi) todos los casos, el fruto de un enorme trabajo casi obsesivo durante años.
El problema que tendremos en España, como sistema universitario, es que nos vamos a salir en las estadísticas (y que no vamos a saber qué hacer con tanto conocimiento científico acumulado en tan poco tiempo). En España se vienen doctorando unas 8.000 personas por año y en el 2016, debido a la situación comentada, estimo que se superarán las 20.000. A mi, esto me parece un problema de imagen serio. Cuando unos y otros (sobre todo desde fuera) nos pregunten cómo es posible, lo achacaremos a un requisito administrativo y nos quedaremos tranquilos, como nos quedamos cuando supimos que se establecía ese plazo.
El origen de esto es la necesidad de establecer el plazo a partir del cual lo anterior ya no vale. Si ponemos en marcha un nuevo sistema para doctorar a alguien, tenemos una necesidad administrativa de no admitir lo anterior como válido a partir de las 00:00 de un día. A partir de ese momento ya no te convalidamos tu formación previa. En España entendemos bien, especialmente en el mundo académico, el término convalidar, pero no lo entendemos como dar validez a una formación previa, sino que entendemos que se trata de afirmar que la formación previa es casi igual que la formación que se quiere certificar. Vamos, que te convalido una asignatura por otra si se parecen lo suficiente. Así que, como la anterior formación de doctorado no se parece a la nueva, no te la convalido, pongo un plazo para garantizar derechos adquiridos y si no llegas, como si no hubieses hecho nada antes: vuelta a empezar.
Sin embargo, eso no razonable. Si, hasta ayer día 11, acepto que la formación que has demostrado te sirve para ser doctor, porqué hoy día 12 ya no lo es. No hay ninguna razón académica o científica que lo justifique. El concepto que nos cuesta asumir y adoptar es el de reconocer (frente a convalidar). Aunque no se parezca la formación anterior a la nueva, puedo reconocer que es suficiente para terminar y defender tu tesis, y establecer puentes, si es necesario, para incorporarse a la nueva situación.
Aunque seguro que hay razones para el deadline establecido, me preocupa que el 11 de febrero de 2016 no sea dead para los doctorandos, sino el dead para la credibilidad de la formación de doctores en España (sea la que sea la que tengamos ahora). He hecho una revisión rápida y no hay ninguna efemérides importante para ese día. Así que podríamos establecerlo como el Día Mundial del Doctorado Español. Como estamos acostumbrados a celebrar derrotas, esto me parece oportuno. Veréis porqué pienso así.
Mi predicción es que cuando salgan las cifras oficiales de número de doctores nuevos en 2016 comparadas con otros países, nadie podrá dar una explicación razonable sobre el tema y ese indicador sobre nuestra capacidad de formación de investigadores será inservible. Alguno de nuestros buenos investigadores trabajando en el extranjero lo verá y escribirá un artículo de opinión en Nature, Science o en The Cronicle of Higher Education y las sospechas de que lo que hacemos en España en este asunto tampoco es serio dejarán de ser sospechas. Es probable que esa sensación permanezca durante bastante tiempo. Y nuestros esfuerzos por auto-etiquetarnos como de Excelencia Internacional habrán sido en vano.
En caso de que los lectores crean que mi predicción es acertada, abrimos un concurso de ideas para atenuar el impacto negativo. En el caso de que crean que no lo es, no hace falta respuesta.
Otra cosa diferente es el anecdotario que ya anda circulando sobre lo que ha sucedido estos días. Muy jugoso. Pero ya dejo aquí la entrada para no molestar a nadie (más).