¿Tienen los profesores universitarios plena capacidad docente?
Leo en el BOE, (núm. 70, de 23 de marzo de 2023, la Ley Orgánica 2/2023, de 22 de marzo, del Sistema Universitario, la Sección 1.ª “El profesorado de los cuerpos docentes universitarios, en él, el Artículo 68 «Cuerpos docentes universitarios») al final del apartado 1 lo siguiente:
«El profesorado perteneciente a estos cuerpos tendrá plena capacidad docente e investigadora».
Creo que todas las universidades entienden como la responsabilidad docente e investigadora la plena la capacidad de desarrollar todas las actividades docentes e investigadoras sin restricción. Desde que pertenezco a los cuerpos docentes universitarios, siempre he leído lo mismo y, en el caso particular de las actividades docentes, dicha afirmación me produce cada vez más perplejidad.
Construcción de un plan de estudios
Me gustaría empezar visitando la página web donde se recoge el arduo trabajo de la Red Española de Agencias de Calidad Universitaria (REACU) en el que aparecen 16 documentos relacionados con los protocolos para la evaluación de los diferentes programas universitarios.
El último de ellos lleva por título «Directrices y orientaciones para la elaboración y evaluación de los planes de estudio de títulos de Grado y Máster universitario en diferentes modalidades de enseñanza», que fue aprobado en la reunión de REACU del 29 de noviembre de 2021. Sus apartados son: preámbulo, marco de referencia y definiciones, directrices, y orientaciones para la implantación del título.
Les animo a leérselo y, quizá, coincidan conmigo en que lo que se dice es un conjunto de lugares comunes. Más, si tenemos en cuenta la inteligencia colectiva de todas esas personas (PDI’s, PTGA’s y Estudiantes) que llevan muchos años manteniendo a flote eso que llamamos «universidad».
Un recordatorio
Como ya dije en un artículo anterior en este blog titulado ¿Qué se enseña en la universidad y por qué? sigo defendiendo que, en España, los estudios universitarios, en general, se caracterizan por estar supervisados y estructurados a todos los niveles llegando a detalles inconcebibles. La ANECA y otras entidades, cuyas actuaciones en algún sentido son para aplaudir, tienen un objetivo (entre otros) que, desde mi punto de vista, es nefasto. Me refiero a la tarea que les han encomendado relacionada con supervisar y aprobar las propuestas de todos los planes de estudio de grado y de máster que obligatoriamente les tienen que ser presentados por cualquiera de las universidades cuando éstas consideran que es necesario hacer alguna modificación.
Esa tarea concreta, personalmente, me ha parecido siempre una desconfianza en aquellos profesores de cada universidad que, según ellas mismas, tienen plena capacidad docente e investigadora. En la misma línea podríamos hablar de la autonomía universitaria, que al parecer no tiene ninguna valía en este aspecto.
Por no extenderme más, su actuación ha transformado al ecosistema universitario español, en algo que tiene poca diversidad genética condenando a la grisura el futuro de las universidades, eso sí, contando con el apoyo de la mayoría de los decanos y directores de centros que “callan y por lo tanto otorgan”.
Hagamos otra pregunta
¿Nuestro sistema educativo está haciendo lo que consideramos que debe hacer?
Me preocupa el bloqueo creativo manifestado por los responsables de ministerios y de consejerías en torno a la educación universitaria. Es evidente que toman decisiones constreñidos por ideologías y valores heredados socio culturales y esto puede derivar en establecer procedimientos estandarizados que parecen novedosos y teóricamente miran por las perspectivas laborales inmediatas de los estudiantes. Indudablemente, ambos aspectos son importantes pero, implícitamente, por omisión docente, les estamos pidiendo a los estudiantes que acepten ciegamente su lugar en un sistema donde pocos se benefician a expensas de muchos y donde las ganancias están por encima de la salud del planeta, de los trabajadores y de los enfermos.
Estamos formando estudiantes para que se adapten a la sociedad actual y no para que construyan un mundo mejor que está por hacer.
Mi opinión personal es que, además de lo que se les enseña a los estudiantes, habría que prepararlos para que no admitan sin cuestionamiento nuestros actuales valores y sistemas sociales. Al final de sus estudios deberían estar dispuestos a intentar mejorarlos, perturbarlos o desmantelarlos. Pero eso no se conseguirá si el objetivo de la educación es justificar el statu quo en vez de generar agentes de cambio. Sabemos que no podemos elegir de dónde venimos, pero dicen que sí podemos decidir hacia dónde vamos. Por el momento y en estos lares, pienso que no estamos mal pero tampoco vamos bien.
¿Qué hace falta?
Hace falta más valentía y confianza en todo tipo de profesores que, siguiendo al BOE, tienen plena capacidad docente e investigadora, aunque ni ellos mismos se lo creen, visto lo visto en las diferentes normativas existentes.
Un ejemplo de ello son los libros blancos en los que se justifica que todos los estudios de Títulos de cada Grado aseguren unos contenidos comunes, que son la mayoría, uniformizando los estudios, en contra de algo que desde mi punto de vista debería ser lo habitual, la variación genética que describe la diferencia en el ADN entre los individuos (universidades). Y recuerden que existen múltiples fuentes de variación genética, incluyendo la mutación y la recombinación genética.
Conclusión
Para gustos los colores, que en este contexto viene a significar que cada profesor que tenga plena capacidad docente e investigadora puede tener sus propias y respetables preferencias en la vida en relación con lo que yo he manifestado, tantas y tan diferentes como colores existen.
Pero qué quieren que les diga, el gris me gusta a veces para vestir un traje, pero me enerva la grisura universitaria. Estoy seguro que lo podríamos hacer mejor si nos liberasen de tanto dirigismo y burocracia que, a fin de cuentas, es más de lo mismo para todos y además es lo más fácil de proponer.