Una reflexión sobre nuestros «sistemas universitarios», al hilo del U-Ranking 2016

Recién abierta la temporada de primavera, aparecen los rankings multidimensionales elaborados en España. Se inaugura con el U-Ranking  realizado por la Fundación BBVA y el IVIE en su edición 2016. Aunque surge con vocación de atender la demanda de los estudiantes y de sus familias para comparar estudios universitarios (en esta edición son más de 2.700 grados universitarios oficiales de 831 escuelas y facultades de 61 universidades públicas y privadas), cada vez más tiene mayor predicamento en la comparación entre universidades (especialmente en relación con el ranking de productividad) y entre Comunidades Autónomas,  ofreciendo también los resultados agregados del rendimiento de los sistemas universitarios a nivel autonómico.

En la prensa de estos días, ha sido muy comentada la posición de algunas universidades, lo cual produce gran satisfacción en los líderes universitarios de las instituciones mejor valoradas y descontento entre aquellos que ocupan las posiciones más bajas en el ranking. Pero la cuestión en la que me quiero centrar no es ésta,  sino en la evolución temporal de los diferentes sistemas universitarios por Comunidades Autónomas, en concreto, la de los “grandes”, que agrupan no sólo un volumen importante de estudiantes universitarios, sino la masa crítica de investigadores del sistema universitario español.

Una vez más, esta clasificación, igual que ha ocurrido en las ediciones de otoño de los rankings globales más conocidos e influyentes (el llamado Ranking de Shangai, el Ranking del Times Higher Education o el QS Ranking) pone de manifiesto la supremacía del sistema universitario catalán sobre el resto y de tres de sus universidades públicas, que se sitúan en las primeras posiciones de este estudio, encabezada por la Universitat Pompeu Fabra. Como ha señalado uno de los directores del informe, Francisco Pérez, las razones que explican la buena salud de las universidades catalanas pueden estar en “las políticas públicas de fomento de la competencia y en la internacionalización de sus universidades, que llevan funcionando bastantes años y que han dado resultados atrayendo investigadores punteros y reforzando los equipos de investigación”.

Ya he comentado en este blog (ver aquí) que se está configurando el “mercado global” de la educación superior y que las reglas del juego han cambiado. Los policy makers y nuestros gobernantes deben ser astutos y facilitar, con la regulación autonómica y con un buen sistema de incentivos, el cambio necesario en los sistemas universitarios autonómicos, cambio que solo parece que se ha producido en el sistema catalán. Y mientras se pongan “piedras” a la internacionalización del profesorado, como recientemente parece haber ocurrido en alguna universidad valenciana, y no se sienten las bases de una verdadera política autonómica en materia de universidades en coordinación con la política científica y tecnológica a nivel estatal, seguiremos en la senda de una brecha mayor entre nuestras universidades, las catalanas y el resto de universidades europeas.

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Comentarios
  1. […] de los rankings globales, cuestión que he tratado en otras entradas de este mismo blog (aquí, aquí y […]


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