Universidades emprendedoras para impulsar la innovación permanente

En un artículo anterior, se fundamentaba que las universidades deben visionar su función de fomento de la innovación como elemento clave de su valor para la sociedad. Además, se establecía su deber de abordar -como promotoras- acciones de refuerzo de la cultura de la transferencia del conocimiento.

Por otro lado, también se argumentaba que, para potenciar el proceso de transferencia, se debe tener en cuenta el valor preponderante de las personas en él. Por lo tanto, potenciar las capacidades emprendedoras universitarias resulta un factor clave de su proactividad en la mejora de la transferencia de conocimiento.

Este hilo conductor nos lleva a unir dos conceptos de la cadena relacional: innovación y emprendimiento. Ambos resultan vinculados, interdependientes. De modo que alcanzar la necesaria innovación permanente a escala colectiva requiere de la transferencia de conocimiento que propician las personas emprendedoras.

La capacidad innovadora de las nuevas iniciativas se potencia cuanto más apoyadas están en conocimiento disruptivo. Por ello, la universidad promotora debe serlo activando procesos formativos integrales: en conceptos a aplicar, conocimiento establecido, y en método de aplicación, herramientas y valores transversales, con capacidad multiplicadora del valor de los primeros.

La universidad emprendedora para una sociedad innovadora

La universidad promotora de crecimiento social debe ser una universidad emprendedora, gestora del conocimiento para dar apoyo a crear de forma sostenible una sociedad innovadora en la que formar profesionales e investigadores emprendedores, apoyar la creación (spin-offs y startups) y el crecimiento de empresas productivas e impulsar la capacitación para este apoyo de las administraciones.

Llevar a cabo esta funcionalidad por cada universidad requiere un método referencial común. Europa nos lo suministra aportando un marco para el desarrollo de las competencias emprendedoras, EntreComp, como lo hizo con DigComp para las digitales. En él se establecen las capacidades que, con mayor o menor intensidad, deben aplicar las personas para impulsar el crecimiento social, como se ve en la Figura más abajo.

El objeto de este marco es fomentar el necesario espíritu emprendedor como prioridad global para el desarrollo, estableciendo las capacidades en las que se deben educar y entrenar para luego implementar, con una intención de armonizar y crear un escenario referencial para el emprendimiento. Éste se entiende, así, como capacidad transversal de las personas que, actuando sobre oportunidades e ideas, y usando recursos adecuados, consiguen transformarlas en valor, económico, cultural o social para sí mismas o para otras.

Al establecer esa referencia común para el mundo educativo y el del trabajo, el marco se convierte en un poderoso apoyo para la transferencia del conocimiento a través de las personas y, así, de la innovación. En efecto, EntreComp define la competencia emprendedora como un conjunto de capacidades aplicables tanto en el desarrollo personal (formación, empleabilidad, autoempleo) como en el de participación en el social, a través del mercado laboral o la colaboración.

Capacidades para impulsar el crecimiento social

En tres áreas, ideas y oportunidades, recursos y acción, EntreComp despliega 15 capacidades que desarrolla en 442 resultados de aprendizaje. Todo ello, estructurado en un modelo progresivo de 4 niveles:

  1. Básico, en el que cada persona necesita el apoyo de otras.
  2. Intermedio, en el que la persona actúa con cierta autonomía.
  3. Avanzado, que propicia la asunción de la responsabilidad.
  4. Experto, en el que la autonomía ya está totalmente desarrollada. Aporta a la persona capacidad para liderar e impulsar la transformación, la innovación y el crecimiento.

Figura. Esquema de EntreComp

Universidades Emprendedoras para impulsar la innovación permanente

Estas capacidades son las que señala el World Economic Forum como las tendentes a ser más demandadas socialmente al potenciar el pensamiento crítico, la creatividad o la inteligencia emocional. A través de estas capacidades se pueden encontrar mejores soluciones a problemas complejos. Apoyándose en la gestión de equipos, la coordinación con otros equipos, la negociación para el acercamiento de intereses, el análisis y la toma de decisiones flexibles y sostenibles. Es decir, soluciones innovadoras para el desarrollo colectivo.

La sociedad innovadora necesita a la universidad investigadora/emprendedora

Las universidades deben ser consideradas y considerarse como verdaderas protagonistas de la capacitación innovadora de la sociedad. De la necesidad de sus funciones relativas a generar y transferir conocimiento debe surgir, por responsabilidad, su actividad promotora. Así, la sociedad necesita universidades con un doble carácter:

  • El investigador que las distingue como creadoras de conocimiento.
  • Y el emprendedor que las sitúa como elementos indispensables para trasladarlo en aplicaciones generadoras de crecimiento.

Por eso, las universidades emprendedoras deben incluir la educación en competencias emprendedoras y la motivación al emprendimiento en su proceso formativo de los universitarios. Con independencia de su actividad, sean estudiantes, doctorandos o investigadores.

La educación emprendedora tiene un importante impacto en los jóvenes.  La mentalidad y la capacitación adquiridas mejoran su empleabilidad y su adaptación a los nuevos entornos profesionales demandados, cuando un 65% de la demanda futura es hoy desconocida. También su facilidad para aprovechar oportunidades de generar nuevas iniciativas propias basadas en su conocimiento y experiencia. Todo ello genera grandes resultados a nivel colectivo, ya que los emprendedores activos son motores de procesos innovadores que propician crecimiento.

Pero una universidad emprendedora no lo es por el mero hecho de formar profesionales emprendedores. Necesita también ser proactiva en generar escenarios de crecimiento social.

A través de la relación y colaboración activa -no de espera- con otros agentes (administraciones, empresas, otras instituciones universitarias o de investigación, o de desarrollo cultural y tecnológico…) las universidades deben propiciar la existencia de modelos estratégicos de desarrollo local en su entorno.

En el marco de estos modelos han de asumir la responsabilidad de la formación integral -en conceptos y capacidades- de las personas. No solo universitarias, sino también estudiantes no universitarios, profesionales, administradores públicos, desempleados o jubilados. También de la activación de dichas personas para transmitir el conocimiento y la experiencia que atesoran en iniciativas generadoras de crecimiento y desarrollo colectivo.

Acciones que la universidad emprendedora debe activar

A través de la actividad de las personas, gestionando su conocimiento y capacidades, la universidad emprendedora debe activar acciones que promuevan la innovación, la competitividad y el crecimiento de la estructura productiva. Particularmente, poniendo foco en iniciativas de autónomos emprendedores y Pymes.

Estas acciones deben estar coordinadas bajo estructuras de apoyo al crecimiento local. En ellas, la universidad debe colaborar tras participar en su concepción con el resto de agentes sociales, especialmente con las administraciones y las asociaciones empresariales.

Paralelamente, la universidad emprendedora debe formar parte de las entidades constituidas en su entorno, a través de una colaboración estrecha desde su diseño hasta sus procesos ejecutivos. Con ellas, dará apoyo y acompañamiento a la creación, atracción y asentamiento de nuevas empresas productivas en los sectores más estratégicos, por oportunidad y capacidad, de la sociedad.

Estas acciones dedicadas a las personas, al crecimiento del tejido productivo y a la creación y asentamiento estable de nuevas empresas favorecen fuertemente la estabilización del talento existente y la atracción de nuevo talento, siendo este el verdadero motor de una sociedad permanente innovadora.

Conclusiones

El crecimiento global y sostenible de la sociedad requiere una concepción de su gestión basada en la innovación (Sociedad Innovadora). Esto exige un adecuado modelo para la gestión del conocimiento, en el que la investigación para crear nuevo conocimiento, su transferencia y su aplicación innovadora son esenciales.

El emprendimiento, como cultura social, hace de las personas y las instituciones elementos innovadores. Por ello, debe formar parte de la trama exigida para hacer una sociedad innovadora.

Europa es consciente de esta cadena de vinculaciones que va de la capacidad emprendedora de las personas al crecimiento social a través de la innovación. Y es por eso por lo que ya hace una apuesta decidida por ello como valor y lo estructura.

Por tanto, las universidades, como responsables de la gestión del conocimiento para el desarrollo social, deben también ser instituciones emprendedoras.

La universidad como generadora de talento en la sociedad

Para serlo, deben acomodar su gestión del conocimiento a la demanda, exigida desde las necesidades sociales, en permanente evolución. Con ello han de:

  • Generar nuevo conocimiento en institutos y unidades de investigación.
  • Formar tanto en conocimiento como en competencias y en metodologías de su aplicación, para consolidar personas con capacidad emprendedora.
  • Transferir conocimiento a través de las personas emprendedoras o por intermediación de ellas. Esto garantizará capacidad innovadora y competitividad a la estructura productiva.
  • Coordinarse con el resto de agentes sociales, administraciones públicas y asociaciones y colectivos empresariales, para planificar y ejecutar estrategias de crecimiento de la estructura empresarial existente y de apoyo y aceleración de nuevas iniciativas emprendedoras.

De esta forma, la funcionalidad universitaria se convierte en un poderoso generador de atracción y estabilización de talento en su entorno social, motor de la consecución de una sociedad innovadora.

Por último, para alcanzar este estatus las universidades deben pivotar desde su modelo actual de actividad hacia otro que las haga promotoras de crecimiento social. Es decir: hibridar sus actividades generadoras de conocimiento (universidad investigadora), con aquellas actividades creadoras de capacidades emprendedoras a nivel personal y de trama social (universidad emprendedora). Estamos viviendo una situación que, de forma descarnada, pone en evidencia la necesidad de esta transformación.

 

Comentarios
  1. Ángel Ferrández dice: 30/06/2020 a las 10:30

    Muy interesante la idea general, sobre todo en lo que se refiere a la transferencia de conocimiento. Sin embargo, y a raíz del lamentable resultado del sexenio de transferencia de conocimiento e innovación, hay que predicar mucho para esa actividad tan importante sea reconocida y, sobre todo, valorada.

  2. […] El marco EntreComp (enlace a la versión en español) surge a finales de 2016 dentro de la propuesta de la “Nueva agenda de capacidades para Europa” cuyo objetivo es enfrentar los retos a europeos a través de la revisión de tres grandes áreas competenciales: Ideas y oportunidades; Recursos; y “Pasar a la acción”. Estas tres áreas engloban 15 subcompetencias (véase el artículo de Federico Gutiérrez-Solana en este blog). […]

  3. […] última aportación a este blog se centraba en analizar el rol fundamental de las universidades en el impulso de la innovación como entidades emprendedoras. Para ello, afirmaba que una universidad es emprendedora no por el mero hecho de formar […]


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