La universidad, impulsora de una nación emprendedora (I)
Impulso al emprendimiento desde la universidad española
En anteriores entregas de este blog se ha comentado que hacer de España una nación emprendedora exige el empeño coordinado de personas e instituciones y que las universidades, como responsables de la gestión del conocimiento para el desarrollo social, deben alinearse con esta estrategia.
Las universidades no deberían cejar en su empeño por alinearse con la estrategia emprendedora.
Ello pasa por convertirse ellas mismas en instituciones emprendedoras, como muchos otros agentes sociales. Para alcanzar este estatus, las universidades deben tender hacia un modelo que las haga, con todas sus funciones, promotoras de crecimiento social. A sus actividades generadoras de conocimiento (universidad investigadora) y de transferencia de este a las personas (universidad formativa) y a otros agentes (universidad transferidora) debe añadir aquellas actividades creadoras de capacidades emprendedoras a nivel personal y de trama social (universidad emprendedora).
¿Qué es una universidad emprendedora?
Se puede decir de una universidad que es emprendedora no por el mero hecho de formar profesionales emprendedores sino, como sucede para todo tipo de instituciones, porque es proactiva en generar escenarios de crecimiento social, apoyados en acciones emprendedoras e innovadoras.
Para ello una buena oferta de iniciativas de impulso y apoyo al emprendimiento, tanto personal como corporativo, y a las capacidades emprendedoras de personas e instituciones resulta indispensable.
Esta oferta debe constituir un necesario primer elemento funcional del valor emprendedor de cada universidad.
Conocer la pluralidad de la oferta del Sistema Universitario Español, analizarla teniendo en cuenta su funcionalidad y las características de las universidades ofertantes, debe proporcionar un interés para la mejor planificación de la propuesta de cada universidad en atención a las oportunidades, capacidades, carencias y tendencias de oferta y demanda detectadas.
La funcionalidad social del emprendimiento
Tras la dura época de recuperación después de la crisis global iniciada en 2008, en 2020, en plena etapa de respuesta a la nueva crisis debida al Covid19, el Gobierno de España presentaba su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, España Puede. En este documento, de forma relevante, el emprendimiento se asocia con la necesaria modernización de la estructura económica y la mejora en la cohesión social y territorial, alineado todo con el concepto de la innovación autóctona para el crecimiento, tal y como lo describe el Nobel de Economía Edmund Phelps en su libro Una prosperidad inaudita (2017).
El emprendimiento se sitúa en la base esencial de ámbitos estratégicos para el crecimiento cohesivo, dando apoyo al resto.
Entre estos otros ámbitos estratégicos conviene destacar la innovación y la competitividad empresarial, esencial para sostener la pequeña y mediana empresa, y la educación en todos los niveles. De esta forma deben tejerse sinergias entre la investigación, la transferencia y la formación, funciones fundamentales en la misión universitaria, y el emprendimiento. En estas sinergias las universidades deben ser promotoras activas.
Las universidades, agentes de crecimiento sostenible para una nación emprendedora
Dentro de estas medidas se pone de manifiesto el valor de las universidades como formadoras de personas emprendedoras y, a su vez, como creadoras de entornos de oportunidad para el crecimiento social, cohesivo y sostenible, en una economía del conocimiento.
Las universidades resultan por tanto agentes sustanciales para el crecimiento sostenible de la sociedad y para hacer de España una nación emprendedora. Deben, en coordinación y colaboración con el resto de agentes sociales, promover las siguientes funciones (ver Estrategia España Nación Emprendedora, EENE):
- Impulsar actividades de formación, desarrollo, atracción y retención de talento para las personas.
- Apoyar activamente el emprendimiento a través de servicios de incubación y aceleración.
- Apoyar la innovación empresarial y la colaboración con grandes empresas.
Estas son algunas de las funciones que las universidades deben activar, por lo que se debe favorecer una adecuada oferta eficaz y coordinada de la formación, el fomento y el apoyo al emprendimiento.
Nuevos escenarios, nuevas oportunidades
Las universidades, por tanto, deben ser proactivas a la hora de generar escenarios para el crecimiento económico y social. Para ello, es imprescindible plantear la puesta en marcha de estructuras, como centros de emprendimiento y de interfaz entre universidad y empresa, así como de acciones orientadas al apoyo, por un lado, del emprendimiento innovador para la creación desde dentro de empresas y spin-offs nacidas del conocimiento disruptivo propio de sus grupos de investigación; o, por otro, a la colaboración con el conocimiento transferido a iniciativas innovadoras de empresas externas.
Las universidades deben activar acciones fundamentadas en las medidas planteadas en diversos foros, como el World Economic Forum, creando, por ejemplo, nuevas oportunidades de futuro, de transformación y de mejora funcional.
Las universidades comparten el objetivo de dar servicio al crecimiento global, cohesivo y sostenible de la sociedad.
La universidad promotora del crecimiento social debe ser una universidad emprendedora, gestora del conocimiento para dar apoyo a crear de forma sostenible una sociedad innovadora en la que formar profesionales e investigadores emprendedores, apoyar la creación y el crecimiento de empresas productivas e impulsar la capacitación para este apoyo de las administraciones.
Las universidades, estratégicas en el impulso de una nación emprendedora
Las universidades deben asumir la responsabilidad de la formación integral, no solo en conceptos sino en capacidades. Y poner el foco, por un lado, en la formación de todas las personas, no solo universitarias sino también estudiantes no universitarios, profesionales, administradores públicos, desempleados y jubilados; y, por otro lado, en activar a dichas personas para transmitir y aplicar su conocimiento y experiencia en iniciativas generadoras de desarrollo colectivo.
Lo que debe asumirse por responsabilidad también representa, para las universidades, una importante oportunidad para su propio desarrollo en un futuro inmediato.
La responsabilidad viene acompañada por la necesidad de las acciones a realizar para impulsar las capacidades que aporta el emprendimiento. Además, hay que tener en cuenta, como dato de partida desde donde planificar, que la población española se encuentra por debajo de la media europea en competencias transversales (soft-skills) como el pensamiento crítico, la creatividad o la curiosidad, como se destaca en España 2050: Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo
Estas carencias tienen su repercusión en el mercado laboral español. En nuestro país al menos 2 de cada 10 personas trabajadoras no tienen las competencias necesarias para desempeñar adecuadamente su labor, y 2 de cada 10 empleadores no encuentran los perfiles adecuados para sus vacantes.
Iniciativas que comprometen
Parece que en este momento de necesidad y oportunidad las universidades españolas están particularmente responsabilizadas. Así en el V Encuentro Internacional de Rectores, celebrado en Valencia en 2023, las universidades suscribieron 7 compromisos estrechamente asociados, bajo el lema La universidad avanza, la sociedad progresa.
En su Declaración conjunta, con el objetivo de contribuir a una sociedad mejor, acordaron, en primer lugar, reforzar la misión de la universidad para integrar los retos sociales, medioambientales y económicos.
En el contexto de un aprendizaje continuo, manifestaron su objetivo de extender la oferta de aprendizaje a las distintas etapas a lo largo de la vida adulta, ampliando y flexibilizando los formatos educativos. También a afirmaron ( en tercer lugar) la importancia de proveer una formación integral, conocimiento multidisciplinar, habilidades transversales y valores.
En cuarto lugar, señalaron que es necesario cultivar en los estudiantes competencias innovadoras y emprendedoras que incrementen su empleabilidad, y les permitan idear, desarrollar y gestionar iniciativas emprendedoras sostenibles que den respuesta a los retos presentes y futuros.
Coincidieron también en que una investigación abierta supone integrar los desafíos globales y locales en la investigación de las universidades; incrementar la interdisciplinariedad en la investigación y fomentar la transferencia y amplia divulgación de sus resultados en beneficio de la sociedad.
Por último, en sexto y séptimo lugar se comprometieron a facilitar distintas formas de movilidad para la formación abierta e inclusiva; y a incrementar la colaboración con otras universidades, gobiernos, industria y sociedad en general, tanto en docencia, como en investigación y en transferencia, respectivamente.
Si las universidades españolas consiguen dar pasos en estas transformaciones, la sociedad contará con un capital humano competitivo y, por tanto, podrá mejorar también en los indicadores de productividad que le permitan consolidarse como una de las más avanzadas en Europa.
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