La universidad por hacer de Paul Ricoeur
Paul Ricoeur (1913-2005) fue uno de los filósofos y antropólogos franceses más importantes del siglo pasado. Perteneciente a la tradición hermenéutica, trabajó en numerosas universidades de Francia y de Estados Unidos. Si bien nunca escribió una obra específica sobre la universidad, en el número monográfico de la revista Esprit de mayo-junio de 1964, dedicado a la universidad francesa, publicó un artículo denominado “La universidad por hacer”, en el que planteó las necesidades de esta institución en su país.
Las necesidades de la Universidad de Paul Ricoeur, actuales hoy
Estas necesidades, si bien estaban muy condicionadas por su propio tiempo, no parecen alejarse mucho de las que tienen las universidades hoy en día. Algunas cuestiones pueden parecer poco relevantes en la actualidad, como el problema del aumento masivo de los alumnos en las aulas francesas, dado que vivimos un momento en el que parece que la crisis demográfica va a producir una reversión del número de estudiantes en las universidades. Sin embargo, muchas de sus preocupaciones pueden ser compartidas por quienes nos importa la universidad, y sus propuestas para solucionarlas siguen siendo relevantes.
Ricoeur consideraba que la universidad francesa de 1964 debía enfrentarse a dos desafíos principales: “responder al reto de la cantidad y convertirse en institución de masas”, y “proceder a una difícil operación de selección interna para elegir los cerebros aptos, orientarlos hacia la investigación y conservar la iniciativa de las innovaciones en todos los terrenos”.
El incremento de la demanda en la enseñanza
“Si se admite que la enseñanza superior ha de abarcar en un futuro próximo toda la enseñanza postsecundaria, la única respuesta posible al reto de la cantidad es la diversificación de las opciones”.
En 1964, Ricoeur percibía que se estaba produciendo un aumento de la demanda de los estudios universitarios en Francia, y consideraba que se debía afrontar “sin rigidez”, a través de procesos de diferenciación, orientación y selección.
¿Cómo afrontar el aumento de la demanda según Paul Ricoeur?
En primer lugar, era necesario crear una sólida enseñanza técnica superior que enseñara el desempeño de profesiones, puesto que no todo el mundo estaba interesado en los conocimientos teóricos que ofrecía la universidad.
Una vez logrado esto, había que fraccionar las carreras en ciclos cortos con menor nivel de exigencia teórica, y ciclos largos más especializados y únicamente centrados en la preparación a la investigación. Además, este proceso de diferenciación también debía ser horizontal, distinguiendo entre la rama orientada a la investigación, la orientada a la formación de ingenieros y sus equivalentes en humanidades y ciencias sociales, y la rama pedagógica. Por otra parte, cada universidad se debía especializar en distintas temáticas del conocimiento. Ricoeur se lamentaba de que:
“Nuestra Universidad sea una institución tan poco eficaz, que nuestros exámenes se limiten a eliminar en vez de orientar y seleccionar, que la institución universitaria tenga tanto desinterés por los «suspendidos», […] que el profesor aparezca más como un juez que como un maestro y el estudiante como un acusado más que como discípulo”.
Orientación y participación del alumnado
En cambio, el francés defendía que los exámenes no sirvieran para eliminar a los estudiantes, sino para orientarlos en la selección de sus estudios en los ciclos superiores. Además, percibiendo una asimetría en la relación entre maestro y discípulo, pero también la necesidad de incorporar el máximo de reciprocidad entre ambos; Ricoeur proponía la modificación de la forma de dar clase de los profesores, y la promoción de una mayor participación de los estudiantes en la pedagogía y la toma de decisiones para evitar el paternalismo.
Esta participación del alumnado podría darse de muy variadas maneras: “discusión de los programas, organización de los cursos y los trabajos prácticos, confección de los apuntes, inserción de los grupos de trabajo universitario en la estructura del curso, organización de sesiones de debate intercaladas periódicamente a lo largo del curso magistral, etc.”.
La necesidad de selección de los investigadores.
El segundo desafío de una universidad “acogedora, multifacética en sus opciones y dedicada a orientar más que eliminar”, era la necesidad de seleccionar investigadores adecuados de forma rigurosa. Reivindicando la creación de un cuarto ciclo de enseñanza que incluyera el trabajo postdoctoral, Ricoeur era también partidario de asignarle a la universidad la investigación “como principal misión”. Defendiéndose de la alegación de que una preocupación excesiva por la investigación entorpecería las demás misiones de la universidad, alegaba:
“Cuando la investigación es algo vivo, no sólo la ciencia avanza, sino que toda la universidad se siente impulsada, desde la cumbre hasta la base; la investigación es el motor, el núcleo creador; ella es la que impide que los demás niveles de la enseñanza se estanquen o se conviertan en sus propios fines, obligándoles a adaptarse y a renovarse. No se puede investigar sin formar investigadores y sin formar educadores”.
Por ello, Ricoeur planteaba una serie de reformas para favorecer el objetivo primordial de favorecer la investigación como principal misión de la enseñanza: acabar con el “estúpido desgaste del profesorado debido a tareas administrativas o subsidiarias, así como a la enorme tontería del despilfarro de energías que acarrea la falta de medios”; liberar a la investigación de la preocupación excesiva por las pruebas de acceso a la universidad; realizar la reestructuración de la universidad que detallaba más arriba para adaptarla a la investigación; especializar centros de investigación en las facultades de provincias para dotarlas de personalidad y originalidad; o dejar de tratar la universidad como una administración, sino como “una empresa al servicio de la nación”.
“La universidad está por hacer… Es a la nación a quien corresponde querer hacerla. […] Si la universidad debe orientar más que eliminar, y al mismo tiempo proceder a una continua selección de cara a la investigación, habrá de recibir en los años próximos unas dotaciones considerables”.
Por último, Ricoeur reclamaba que para esta reforma y esta dotación presupuestaria fueran posibles, era necesario que fuera discutida públicamente, tanto a nivel institucional como de opinión pública. “Si el país no regula mediante una decisión razonada el crecimiento de su universidad, sobrevendrá la explosión escolar a modo de cataclismo nacional”.
La universidad por hacer en el siglo XXI
Una de las cuestiones más llamativas de las entradas que dedicamos a la misión de la universidad en este blog es que, con independencia de los autores y de sus momentos históricos tan variados, sus palabras siempre resultan de alguna manera aplicables a nuestros días. De las de Paul Ricoeur, quizá lo más interesante sea su énfasis en la importancia y el valor de la investigación, pero también a causa de su repercusión en las demás labores de la universidad.
En un sistema en el que se nos exige producir investigación favoreciendo muy a menudo la cantidad frente a la calidad, es necesario recordar el valor de la investigación en sí misma y dentro del servicio público que ofrece la universidad para el conjunto de la sociedad.
Colombia erró con la Ley 30 al reconocer como universidades a las instituciones de educación superior. Al hacerlo forzó, obligó a las «universidades» a cumplir con 3, sí, TRES misiones. La universidad entonces tendría una doble tarea: deshacer las tres cosas que está haciendo y diferenciar, según el modelo propuesto por Ricoeur, algunas muy bien seleccionadas y migrar a un esquema de investigación en dos, tres, según regiones y capacidades. Otro grupo la mayoría de las actuales, se deben enfocar en preparar, capacitar profesionales que ataquen y resuelvan nuestros problemas en asocio con el primer grupo. No se puede seguir haciendo investigacion formación y extensión a la vez. No es posible!!