Pandemic COVID-19 Legacy: esto no es un juego
No soy un gran aficionado a los juegos de mesa, pero debo reconocer, que me lo paso bien con algunos. ¡Qué recuerdos de aquellas tardes de Monopoly! Recientemente, descubrí un tipo de juegos en el que los jugadores afrontan un objetivo común. Si lo consiguen, ganan todos; si no, pierden todos. Se llaman juegos cooperativos. Los jugadores no se enfrentan entre ellos.
En estos juegos, puedes jugar una y otra vez y, poco a poco, puedes aprender estrategias para aumentar tus posibilidades de éxito, para ganar. Pero la creatividad (y maldad) de los diseñadores ha llevado a ofrecer, desde hace unos 10 años, versiones especiales llamadas Legacy. Estas versiones solo se pueden jugar una vez: cuando usas una carta tienes que romperla. Reconozco que cuando me lo explicaron, me pareció un timo, pero tenía muy buena pinta, así que lo compré.
Quería conocer cómo eran los juegos de mesa cooperativos y esto del Legacy me parecía un reto interesante.
¿Qué tienen en común el Legacy y la educación superior?
Ustedes se estarán ya preguntando a qué viene esta frivolidad en los tiempos que corren. Viene a que el juego que compré se llama Pandemic y compré la versión Legacy. En él, un grupo de expertos en distintos campos deben salvar al mundo de nada menos que 4 virus. Localizarlos, controlarlos, aislarlos, encontrar la vacuna y, todo ello, viajando por todos los países afectados. Solo se puede jugar una vez. Al final, ganamos o perdemos, pero todos.
No sé si es una buena metáfora de la situación que vivimos, pero creo que me ayudará a exponer mi punto de vista sobre lo que está sucediendo en la educación superior y sobre cómo veo las posibilidades de afrontar el futuro.
Hoy, el Legacy es una realidad
Cuando me puse a pensar en esta entrada del blog, nada me parecía relevante, salvo estar pendiente de los datos, las medidas de confinamiento, mis amigos, mis compañeros, mis alumnos y mi familia. Ni gobernanza, ni financiación, ni internalización, ni reformas de leyes o decretos: todo esto dejó de ser importante.
Es como cuando compré el juego en su versión Legacy, lo puse encima de la mesa y dije en casa: «dejad todo lo que estéis haciendo. Tenemos que salvar al mundo de una pandemia, pero solo tenemos una oportunidad. Jugaremos muchos días, avanzaremos o retrocederemos poco a poco y al final ganaremos o perderemos, pero todos juntos».
Algo así nos ha pasado, ¿no? Con una diferencia importante: aquello es un juego y lo del COVID-19 es real.
Reglas confusas pero un objetivo común
El manual del juego es para verlo con calma. Vamos, que si no lo ves con calma no te enteras de nada. Incluso viéndolo con calma, no es fácil enterarte. Pero lo nuestro, lo que no es un juego, viene sin manual. ¿Qué hacemos para enterarnos de qué está pasando? ¿Qué es lo que va a suceder? ¿Cuáles son las reglas? Ni idea. Solo tenemos en común el objetivo.
Se están publicando encuestas, análisis de opinión, documentos de recomendaciones, declaraciones institucionales, sobre el presente y el futuro. Algunos ejemplos. La encuesta de la The European Association for International Education, cuyo informe se titula Coping with COVID-19: International higher education in Europe. También tenemos la encuesta de QS (la del ranking), titulada The Impact of the Coronavirus on Global Higher Education. IESALC (UNESCO) ha publicado también su COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después. Además, diversos artículos de opinión analizan la situación en todo el mundo.
Unos y otros intentan aportar su visión de lo que está sucediendo o de cómo deberíamos afrontar el futuro. Pero, como dicen algunos “sabios”, es muy difícil predecir el futuro (ya me dirás qué otra cosa se puede predecir). Las predicciones siempre se hacen con la información que se tiene sobre los sistemas analizados. En los sistemas complejos y dinámicos (ya no digo caóticos), es más difícil. Hasta el momento hemos tenido más éxito con los modelos meteorológicos que, por ejemplo, con los económicos. Sin embargo, seguimos intentándolo como si no hubiésemos fallado numerosas veces en las predicciones de lo que tiene que ver con sistemas sociales.
Lo que predigamos hoy puede modificarse mañana
En mi opinión, ahora toca reconocer que, aunque los modelos de predicción sean buenos, ninguno tiene información suficientemente fiable sobre lo que está sucediendo. Además, todo lo que predigamos hoy, puede modificarse mañana mismo con la aparición de unos miles de contagios no esperados o más muertes, con el descubrimiento de qué pasa con la inmunidad de los humanos a este virus, con los tratamientos o con las vacunas. Estamos hablando del día después y, sin embargo, no sabemos ni cómo será ni cuándo terminará el día antes. Sin embargo, algo hay que decir, porque hay que actuar.
En estos documentos que he mencionado (y algunos otros) se describe lo que está sucediendo y señalan los temas que deben ocuparnos (y preocuparnos) en el medio y largo plazo. Sin ánimo de exhaustividad, he seleccionado algunas de las ideas que he identificado y su grado de utilidad para tomar ahora decisiones en nuestro Legacy particular.
Algunas ideas para anticipar el futuro
Ideas recurrentes pero que no aportan al análisis educativo
En el primer bloque, agrupo algunas ideas que aparecen recurrentemente y que considero que no aportan mucho al análisis por demasiado evidentes, tautologías, truismos, pleonasmos o, en lenguaje más popular, verdades de Perogrullo.
Por ejemplo, se dice que las universidades mejor preparadas (por su calidad, financiación, etc.) superarán mejor esta crisis, y que un porcentaje importante de las peores lo pasarán mal. Se afirma también que la financiación pública de la Educación Superior sufrirá recortes. Se habla de la importancia de la tecnología en estos momentos. También se habla de las dificultades para la movilidad internacional y el impacto económico para aquellas instituciones cuyo presupuesto depende de ingresos de alumnos extranjeros. Se habla de los problemas de desempleo.
Creo que estas conclusiones son tan esperables y evidentes que no aportan mucho al análisis, especialmente porque no hay alternativa. Son hechos a los que habrá que reaccionar cuando sucedan.
Ideas con las que tomar decisiones
En el segundo bloque, incluyo otras ideas que también parecen recurrentes, pero no creo que sean irrelevantes, porque sí podemos decidir sobre ellas. Varios informes mencionan que la única forma de superar este problema es con cooperación y solidaridad. Parece evidente, pero no lo es: existe también la opción del yo primero o del mejor yo solo, cualquiera que sea el yo en el que queramos pensar. En los últimos años, tenemos varios ejemplos de estas estrategias en la política nacional e internacional.
Otros mencionan la necesidad de que las universidades escuchen a sus estudiantes, porque sus situaciones y necesidades pueden ser diferentes a lo que sospechamos. Que también parece ya asumido, pero no siempre. También se menciona la necesidad de que las universidades aporten información sobre la situación sanitaria de las mismas cuando llegue el momento de la vuelta. Lo que también parece evidente, pero podría no serlo. Sobre estas situaciones hay que decidir ya cómo afrontarlas.
Ideas buenas para la universidad, con o sin pandemia
En el tercer bloque, he recogido algunas lecciones que, aunque bienvenidas, no deberían aplicarse solo mientras dure la pandemia.
La ENQA recomienda a las agencias de calidad que sean más flexibles. Se propone que se esté atento a la formación que traen los estudiantes de secundaria (el pipeline effect). También se enfatiza la necesidad de dotarse de entornos normativos claros. Proponen promover la reflexión sobre los modelos de enseñanza, la digitalización, los sistemas de evaluación. Recomiendan preparar el curso (la vuelta) con tiempo, considerando que las situaciones de distanciamiento social o confinamiento pueden extenderse o volver a aparecer. Se invita a repensar la movilidad estudiantil, como uno de los criterios que se estaban convirtiendo en principal indicador de calidad.
Estas ideas son buenas en sí mismas, con o sin pandemia. Es decir, no deberían considerarse medidas extraordinarias.
Tres tipos de problemas con diferentes estrategias para afrontarlas. Cada actor debería seleccionar en cuáles de ellos debe centrarse en este momento.
Y, por último, el derecho a la educación
Dejo fuera de estos tres bloques, para enfatizarlo, el problema que creo más importante: debemos asegurar el derecho a la educación a todas las personas y prevenir la discriminación.
Este es uno de los temas que más se menciona y, aunque evidente, sí que deberíamos pensar en cómo abordarlo desde ahora mismo. Era un problema y ahora sigue siendo un problema, pero enorme: la falta de recursos económicos de la administración y las familias para la educación.
Este problema debería estar siendo analizado ya por algún grupo de expertos que asesore a los responsables de la financiación de la Educación (la Superior, también). La desigualdad es abono para el odio entre grupos sociales. No es un elemento que augure un buen futuro y tenemos tan maltrecho el futuro que requiere cuidados especiales. No me cabe duda de que lo urgente se va a imponer a lo importante durante algún tiempo.
Solo debemos tener claro que la lucha contra la desigualdad debe estar en el grupo de lo urgente.
El Legacy de los tomadores de decisiones
La lista de problemas urgentes es enorme: las pruebas de acceso a la universidad; la evaluación no presencial del segundo semestre; las programaciones docentes, la matrícula y el calendario del próximo curso; el reforzamiento de las plataformas digitales y los equipos informáticos; la atención a los problemas específicos de los estudiantes; las condiciones de teletrabajo para profesores y administración… Son tantos problemas que parece imposible acertar en todas las soluciones y hacerlo a tiempo.
Por eso, me gustaría dedicar la última reflexión a los que les está tocando tomar decisiones. Vendrán, en unos meses, los que dirán lo claro que estaba que hoy habría que haber hecho esto o aquello. Ellos podrán decir entonces lo que les parezca con la información de lo sucedido. A vosotros os toca actuar ahora con casi ninguna certidumbre sobre lo que puede pasar y con la necesidad de atender a todos los problemas a la vez.
Este es el no-juego que estamos jugando, Pandemic COVID-19 Legacy. Pero recordad: este no-juego lo jugamos entre todos, solo se puede jugar una vez y, al final, ganaremos o perderemos, pero todos.
Una lectura muy interesante, realista, y con una visión amplia de la situación actual.
Es un analisis bastante sopesado y que aplica a todas las instituciones de educacion superior de los diferentes paises, dsdo que la situacion provocada por la pandemia del covid19 es comun, y si me parece que es acertado lo de jugamos juntos y ganamos o perdemos todos
[…] Javier Vidal, por su parte, tomando como pretexto las posibilidades de un juego de mesa cooperativo, el Legacy, nos propone reflexionar sobre algunas ideas para anticipar un futuro que la pandemia global nos ha cargado de incertidumbre. […]
[…] niños y 1 niña de entre 3 y 10 años. No entro en los detalles de la polémica, cuyos ecos llegan hasta la COVID y supongo que los lectores podrán inferir. El caso es que ¡12 años después! la revista publica […]